EL DIVORCIO
O LA SEPARACIÓN: EL QUIEBRE DEL FRENTE. NACEN LOS AUTÓNOMOS Y LOS DEL PARTIDO
1986-87 (II)
El PC, en 1987 comenzó a abandonar paulatinamente los componentes militares
de la política de Rebelión Popular, desperfila su estrategia de Sublevación Nacional, desmonta su
aparato militar (tanto el del Frente, como el que llamaban Mensaje, que era del propio partido, como fuerzas de autodefensa) y
a reacomodar sus políticas de alianza, en todo caso en un intento de sobrevivir
en el marco de una estrategia de varios partidos de la entonces oposición, que
dejará al PC en una posición solitaria.
Lo que también afectó a las Milicias Rodriguistas. “Como las MR se explican por la SN (política de
Sublevación Nacional) que emprendió el
partido finalizando 1984, éstas decantaron notoriamente cuando la política
insurreccional llegó a su fin y una parte importante de cuadros militares se
autonomizaron marchándose con Raúl Pellegrini a mediados de 1987. Aquel año fue
particularmente crítico con la desarticulación del movimiento social a causa
del Estado de sitio impuesto por la dictadura (septiembre de 1986)…y por escuálidas convocatorias a jornadas de
movilización…desde 1987 se dieron dos fenómenos que no fueron disímiles al
quiebre entre el PCCh y una parte del FPMR. Los testimonios provenientes de
comunistas argumentaron que las milicias fueron diluyéndose a causa de las
escasas movilizaciones sociales de aquel año.”[1] El texto cita a un
miliciano, Nelson Rivera: “El 87 me fui
preso otra vez, por participar en un paro. Los pacos de San Gregorio me sorprendieron con un revólver y
explosivos caseros. Estuve preso en la penitenciaria creo que hasta 1989.
Cuando salgo, el panorama político había cambiado. El PC estaba trabajando para
legalizarse. Legalizarse ante la dictadura era una contradicción que no
entendíamos. Por instinto y conciencia, no se puede concebir. Se cambió la autodefensa
por brochas y pintura….No lo entendía, después de tantos años de formación
contra la dictadura, tratando de simpatizar quizá, tratando de hacer legal algo
donde nada podía ser legal. Era algo que no quería aceptar, pero que como
militante disciplinado tenía que aceptar, sin quererlo, como mucha gente lo ha
hecho.”
El quiebre entre el PCCh y el FPMR significó
que este último tuviese que realizar esfuerzos superiores para reclutar cuadros
y
(seguir con su nueva política: la Guerra Patriótica Nacional)…. Los rodriguistas que se sumaron al
proyecto de Raúl Pellegrini señalaron, sin vacilación, que las milicias
crecieron en cuanto a número, pero éstas adquirieron nuevas tareas…hizo que las
MR transitaran de una organización paramilitar que actuaba con las masas a
grupos operativos, alejados de ellas.”[2] Y un miliciano convertido
en frentista (autónomo) recuerda que “Se
perdió el objetivo de la milicia que era la territorialidad, todos querían ser
estrellas. La figura, la competencia entre zonas se llevó al extremo. Las
milicias quedaron huérfanas, acéfalas, porque las milicias dejaron de hacer
trabajo de milicias y se disolvieron, tácitamente se disolvieron, porque
pasaron a ser del Frente. Por lo tanto ¿Quién hacía el trabajo territorial?
Nadie…se cortó el vínculo con el pueblo. Se militarizó…Las milicias…después del
quiebre, crecen mucho,…porque el Frente necesitaba a la milicia. Raúl
(Pellegrini) habló del rediseño, que tiene que ver que ya no contamos con el
apoyo del PC, sí en las bases pero no en la cúpula…ya no hay apoyo del PC, no
habiendo filtro de quién entraba a la milicia[3].
Y eso degeneró a la milicia, se quedó peleando sola y se quedó frente a los
graves problemas del F (Frente). Por ejemplo, el año 89 seguía habiendo
milicias, pero ya se pierden ciertos objetivos políticos. La milicia tiene que
reinventarse, pero ese reinventarse significó radicalizarse…después del quiebre
estaba la necesidad de realizar operaciones de mayor envergadura por parte de
las milicias. Se pasó la raya. La milicia atacaba cuarteles, desarmaba pacos y militares que estuvieran
en la calle, le quitaban los fierros, a
los guardias se les quitaba la munición. Muchas veces se hicieron asaltos con
pistolas sin balas. Se mezcló mucho, se empezó a diluir la línea entre la
milicia y el frente.”[4]
...Y
DENTRO DEL PARTIDO COMUNISTA: “Los principales jefes del TMM (Trabajo Militar de Masas o Milicias Rodriguistas) en el PC y los
cuadros "civiles" identificados (con el) tema militar en la Rebelión Popular, se fueron enfrentando a estos
dirigentes "tradicionalistas", que…dificultaban o impedían el
cumplimiento de las tareas generadas por el Plan de la Sublevación en momentos
en que este gozaba del mayor empuje”, lo que pasaba a todo nivel en el PC, según Rojas Nuñez.
Para Jacinto
Nazal[5] "… todo lo construido en política militar,…fue
siempre de abajo hacia arriba….cuadros aislados y estructuras inferiores, …proponían
los contenidos de la cuestión militar. Solo parte de la Comisión Política se
fue convenciendo, y como a regañadientes; algunos nunca aceptaron.….”[6]
Aunque en el plano de la máxima dirigencia la explicación es que los frentistas
rebeldes eran los que imponían lo militar a lo político. Dirá Gladys Marín: “Yo creo que estaba en el principio, pero no se evidenció. Los cuadros del
Frente venían con una gran actitud de militantes, donde lo militar siendo muy
importante, no era lo principal. Después se manifestó como una concepción por
la experiencia que ellos habían vivido. Muchos de esos cuadros habían estado en
Nicaragua, donde el elemento militar era lo decisivo. La dirección política era
la dirección militar. Esa es una diferencia que nos marcó. Ellos venían con esa
concepción y por lo tanto con una subestimación del partido [...] Ellos venían
muy imbuidos en esa crítica contra la vieja dirección del partido que no fue
capaz de defender y ellos sí. Era una concepción que estaba, pero no se
evidenció, yo no lo vi en la relación del primer tiempo con los compañeros del
Frente. Yo creo que ellos estaban decididos a hacer una dirección. Creían que
lo militar estaba sobre lo político. Eso es lo que lamentablemente llevó a la
división del Frente.”[7]
Dentro del PC la discusión se transformó en enconado conflicto verbal. Para
los futuros autónomos, el PC dentro de su seno llevaba dos políticas, no
accediendo a que lo militar imperara, no comprometiendo todo el PC en los
planes de sublevación nacional de 1985, que ideara el propio PC.
Los que aún permanecen ligados al FPMR
pro-PC señalan que los problemas radicaron en enviar a Cuba a los
militantes que no tenían una fuerte base ideológica por lo que llevaron de
vuelta a Chile, una visión militarista
de la situación, acusándose especialmente a los oficiales que tenían
experiencia militar anterior (XV Congreso del PC Informe Militar). A ellos
responden los FPMR-A en cuanto a que todos los señalados en el informe, eran
buenos comunistas y que fueron reconocidos para esas tareas por miembros del
Comité Central y la Comisión Política.
La crisis se mostraba ya efectivamente en determinados sectores de la
estructura: en la parte de finanzas, trabajo exterior e información a las
bases. Según uno de los frentistas que permaneció fiel al PC, los autonomistas “comenzaron a desarrollar un abierto trabajo
fraccional…copar cargos fundamentales en unidades y estructuras del Frente y no
permitieron ningún cambio de gente que coincidía con sus opiniones. Junto con
ello empezaron a hablar abiertamente de
la posibilidad de división, y las unidades y combatientes del Frente fueron
denunciando esto especialmente en las escuelas de verano y en otras instancias”[8].
Retrucan los autónomos: el problema radicaba en que el PC abandonó la vía
militar, con un desarme material político e ideológico, lo que llevó a la
desarticulación de todo el trabajo militar de masa y la separación arbitraria
de los principales responsables de estos cargos.
Guillermo Tellier |
Otros puntos de esta pelea eran: la situación interna, dentro de la
orgánica del PC y del Frente, y los resultados de su propio trabajo militar:
Para el PC la oficialidad del Frente “jugaría
un papel exclusivamente técnico, sometido del todo a la dirección política del partido. De esa
manera, oficiales destacados dentro de
las estructuras del PCCH, comenzaron a detectar serias discrepancias y
duplicidades entre la palabra oficial, que afirmaba la voluntad de integrar lo
militar desde las bases mismas de la organización, y lo que ocurría en el
terreno mismo”[9].
Los delegados militares en el PC (que eran oficiales con experiencia militar) y
del Frente, intervenían más y más en esas materias o tareas organizativas de
masas que correspondían al PC. Consecuencia de ello es que no se distinguían
los trabajos del PC y del FPMR, lo que creaba la impresión en cuanto a que el
Frente tenían una amplia red operativa de carácter nacional.
El frentista Tito Tricot recuerda que en esa época, “...un compañero del Mando Zonal[10] (Norte,
en Santiago) aún afín al Partido, me
encomienda la tarea de atender a un grupo de compañeros que aparentemente se
encontraban políticamente desorientados. En la jerga comunista evidencia que
los compañeros son críticos de la línea del Partido…la confusión estaba
directamente relacionada con la confrontación ideológica y política entre el
sector conservador del Partido (la derecha según los frentistas y Rojas
Núñez) y la mayoría del Frente”.
Tricot que es de aquellos que apoya la tesis de Pellegrin les dice los mismo
que el jefe del FPMR referirá en su documento. Frente a la pregunta de los
asistentes (cinco en total) de qué hacer entonces, Tricot dijo “…mi historia está ligada al Partido y soy
categórico en apuntar que siempre lo llevé en mi corazón, pero con igual
vehemencia y tristeza hoy digo que el Partido ha abandonado la vía
insurreccional. Ha abandonado al Frente y yo no voy a hacerlo.[11]”
Por ese tiempo, Mauricio Hernández
Norambuena, Ramiro, era un jefe
operativo intermedio, como él mismo se clasifica, recordó décadas después que “A la militancia del Frente se le entregó
bastante información, acerca de cómo iban las discuciones con el PC y que
el jefe del Frente siempre sostuvo que “no podíamos desechar la posibilidad de
volver a confluir con el Partido Comunista en el futuro, y de trabajar juntos,
especialmente a nivel de la militancia de base. No había que transformar las
diferencias con el Partido en una guerra”[12]
LA CRISIS LLEGA A NICARAGUA[13]…, donde estaban algunos de los fusileros del Atentando
a Pinochet, en los siguientes tres meses después del intento de magnicidio
fueron evacuados a Managua y algunos partieron a La Habana otros irían a
Vietnam. En su estadía en Managua “ recibieron la
visita de "Manuel",
encargado del FPMR en Nicaragua. Les habló de la división entre el Frente y el
PC y les aseguró que había un grupo de
"cabezas de pistola" que estaban tratando de separarse del partido[14], lo que pone a
Manuel
dentro de los oficiales que pertenecían al PC.
Antes de irse,
"Rodrigo" recibió una
llamada de "Rafael",
superior suyo del Frente en Nicaragua: "Los están engrupiendo", le
dijo, y agregó que era la mayoría de la dirección del FPMR la que encabezaba la
separación del PC. Tras la llamada de 'Rafael', llegó César Quiroz, quien los cita a una
reunión, y va acompañado de Hugo Fazio y del comandante Martín
Pascual "Daniel Huerta"[15],
miembro de la dirección del FPMR. La reunión versó sobre la división y alcanzó
momentos de alta tensión. Sobre todo cuando uno de los fusileros preguntó
cuándo volverían a Chile. Fazió contestó que “en unos cinco años más". "Rodrigo" contará que hubo
una fuerte discusión: en ella les dijeron que
'Salvador' (Galvarino Apablaza), 'José Miguel' (Pellegrin) y otros
comandantes siempre tuvieron actitudes divisionistas. Otro de los
presentes, "Daniel", dirá que Quiroz: "Nos tiró el speach de si nos
íbamos con las armas sólo nos quedaríamos en eso". El tirante encuentro
finalizó con la decisión de los fusileros de quedarse en el Frente. En adelante
serían tratados como disidentes y recibirían la visita de César Bunster, quien intentó convencerlos de regresar al seno del
PC, aunque según Maturana este se iba en principio con el Frente también[16]. Los
fusileros son dejados en una residencia del Frente en Cuba “donde se reúnen con Juan Gutiérrez Fischmann, "El Chele", y otros comandantes
que preparaban el regreso a Chile. Sólo uno de los fusileros, "David", decide permanecer en el PC[17].
Cuenta Cristobal Peña que David no “se sentía identificado con los comunistas y sus antiguos compañeros lo
consideraban un pendejo, que en
Cuba equivale a acobardarse y en Chile viene a ser amariconarse.[18]
Campamento Punto Cero. Centro de adiestramiento para las guerrillas |
…Y TAMBIÉN A LA HABANA[19]. En Cuba, del
grupo de fusileros que intervinieron en el atentado contra Pinochet y que
estuvo un tiempo en Vietnam, unos fueron enviados a Nicaragua, otros en cambio
permaneciendo en Cuba: Alejandro, Axel, Ismael
(que venía de Santiago) y Fabián, se adiestraron en un curso de
Tiro y Precisión, que equivale a la especialidad de Francotirador, en el campo
militar de Punto Cero. “Los cuatro vivían
prácticamente acuartelados en la base de Punto Cero, en las afueras de La
Habana….Se perfeccionaron en el uso de todo tipo de armamento ligero, desde
revólveres hasta lanzacohetes.” Aun cuando el Partido se desmovilizaba
luego del fracaso del Año Decisivo, “consentía
que algunos de sus cuadros siguieran recibiendo instrucción militar.” Cabe
pensar que esa tolerancia del Partido sería mas bien algo con qué mantener
ocupados a sus integrantes, más que una política destinada a tomar las armas de
nuevo.
Esos meses
inmediatamente posteriores a la oficialización de la ruptura los dos sectores
tenían representantes propios frente a La Habana, defendiendo sus intereses
mientras los cubanos aplicaban una estricta neutralidad. Narra Cristóbal Peña el gobierno cubano, a través del Departamento América y
el Ministerio de Interior, organismos encargados de atender los movimientos
revolucionarios internacionales, dispusieron las condiciones para que ninguno
de los dos grupos siquiera entrara en contacto. Cada grupo
intentó atraer el mayor número de integrantes del Frente a su bando en el
extranjero. El comandante Daniel Huerta por el Partido y Galvarino Apablaza, Salvador,
por los Autónomos ….A mediados de
septiembre (de 1987), a través de un
documento de trece carillas, el Comité Político del PC abordó internamente el tema de la división, informando “especialmente…el abandono de las filas del
partido de un grupo de compañeros del frente militar”. Son “alrededor de treinta oficiales de
cincuenta y cinco que habían ingresado” a Chile, y que aquéllos “mantienen un número importante de grupos
combativos con capacidad para operar (...) Se han llevado la mayor parte de los
pertrechos del partido. Se han ido con ellos algunos oficiales en el exterior…
En el periodo de formación de estos
cuadros, el partido no contaba con una concepción militar clara y definida
(...), lo que favoreció la actitud de menosprecio
hacia la Dirección del partido
(destacado es mío).”
La Habana |
Al menos queda
el consuelo, para el PC (la víctima, desde su punto de vista) de que “se hicieron grandes esfuerzos para evitar la
ruptura”, de que se hizo “una
conversación especial del 1 y el 2 del Comité Político (del PC) con el entonces jefe del FPMR con la
finalidad de convencerlo de su posición errada y para que adoptara las
posiciones correctas”. Y aunque no se pierde la esperanza de que “la gran mayoría vuelva a nuestras filas”,
se llama, “al menos por ahora”, a abstenerse de “aceptar relaciones con el grupo fraccional como estructura”. Más
todavía —subraya el documento— cuando se ha decidido “el secuestro del coronel,
sin un análisis político suficiente de la situación”.
El ambiente
tenso siguió y afectó también a los integrantes del Atentado presidencial de
1986. En la casa en la que vivían 9 de ellos, a cargo de Alejandro y situada en el
barrio de Marinao, al oeste de La Habana…..llegaban llamados telefónicos anónimos en
que una voz que no siempre era la misma, pero siempre tenía acento chileno, los
trataba de traidores hijos de puta….los mariconcitos del partido que se les
había hecho seguir peleando”[20].
[1] Reyes Soriano, Jaime, La autodefensa de masas y las Milicias Rodriguistas: aprendizajes,
experiencias y consolidación del trabajo militar de masas del
Partido Comunista de Chile, 1982-1987
[2] Reyes Soriano, Jaime, La autodefensa de masas y las Milicias Rodriguistas: aprendizajes,
experiencias y consolidación del trabajo militar de masas del
Partido Comunista de Chile, 1982-1987
[3] En
el mismo texto este militante indicaba que antes “Los mejores cuadros de
la milicia pasaban al frente, en un filtro que se hacía ahí, se le estudiaba al
compañero, se veía si tenía disciplina, si no era borracho, si no era
drogadicto, si no tenía malas mañas y una serie de elementos
más, y los mejores cuadrosempezaron a nutrir al Frente Patriótico Manuel
Rodríguez". En Reyes Soriano, Jaime, La autodefensa de masas y las Milicias Rodriguistas: aprendizajes,
experiencias y consolidación del trabajo militar de masas del
Partido Comunista de Chile, 1982-1987
[4] Reyes Soriano, Jaime, La autodefensa de masas y las Milicias Rodriguistas: aprendizajes,
experiencias y consolidación del trabajo militar de masas del
Partido Comunista de Chile, 1982-1987
[5] Sobreviviente
de las razzias contra el PC en los setenta por el Comando Conjunto y la DINA,
que significó la desaparición de dos dirigencias completas del Partido y uno de
los promotores de la vía armada del Partido.
[6] En los años
´70 el PC optó por formar cuadros militares regulares en Cuba, con estudiantes
y voluntarios chilenos, en el nivel de oficiales para un eventual Ejército
democrático en Chile, cuando cayera el
gobierno militar.
[8] Guzmán, Quién, Cómo, Por qué de Manuel
Salazar, Ediciones BAT, 1993, página 59.
[9] Respecto a la preparación paramilitar
los funcionarios del partido afirmaban contar con determinada cantidad de
células y de miembros de célula en ciertas zonas, lo que se desmentía por el
personal militar enviado para el entrenamiento quienes lo negaban, o si el funcionario del PC
indicaba que estaba designado el encargado militar de la célula, zona o región,
los que asistían a entrenamiento eran pocos o ninguno; la relación con
dirigentes más antiguos del PC, resultaban ser frías o francamente hostiles. O
bien la solicitud de armas para autodefensa en las poblaciones eran bastante
disímiles, lo que en todo caso demostraba que el trabajo no era muy acabado.
[10] El Mando
Zonal, explica Luis Rojas, fue creado “a fines de 1985, con el propósito de agilizar,
optimizar y unificar la dirección, se decidió unir los mandos políticos y
militares en un "Mando Zonal", en cada una de las tres principales
ciudades del país, Santiago, Concepción y Valparaíso. Su misión principal era
planificar, organizar y conducir la política de Rebelión Popular del partido en
cada una de estas ciudades. De esta manera se intentaba solucionar las
contradicciones crecientes ante las distintas interpretaciones del contenido
militar de la Rebelión Popular. En este "Mando Zonal" (MZ), por
primera vez se unificaban en un eslabón intermedio los tres componentes del
aparato militar con la estructura tradicional del partido. El Jefe del Mando
Zonal era un cargo eminentemente
político designado por la máxima
dirección del PC, y a él se le subordinaban los representantes de las
estructuras militares y políticas. El Jefe
del Mando Zonal respondía directamente a la Comisión Política del PC.”
Hemos destacado estas expresiones para resaltar que este debía ser un
“funcionario” del Partido, es decir un militante al que se exigía una
disciplina total frente a las órdenes que pudieran llegarle desde “arriba”, o
la Comisión Política.
[11] Tricot,
Tito Un sociólogo en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Testimonio de un
militante, páginas 64 y siguientes
[13] Peña,
Cristobal. Los Fusileros
[15] Quien negó su
presencia allí
[16] dice Maturana: "Estando
todavía en Punto Cero nos fue a ver para decirnos que nos quedáramos en el
Frente y no con los viejos"…
[18] Del texto Los
Fusileros de Cristóbal Peña
[19] Peña,
Cristobal. Los Fusileros
[20] Peña,
Cristóbal Los Fusileros
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