EL AMANECER EN PISAGUA: A las 2 AM, muy temprano comienza el
día para Diego Dublé, cuando “Rafael Sotomayor entró a mi camarote, y
acercándose a mi litera me despertó, y me ordenó que fuese a su cámara.” Con
rapidez se viste y al llegar al camarote del Ministro en Campaña, se encuentra
con “Martiniano Urriola (jefe del
Navales); comandante Ricardo Santa Cruz
(Zapadores); mayor Baldomero Dublé;
capitán Santa Ana, que se había embarcado como conocedor de aquellas costas y
capellán, don Florencio Fontecilla.”
El
Ministro en Campaña “me dijo que creía
indispensable hacer un reconocimiento previo (en las zonas de desembarco en
Pisagua), y que me había elegido para que practicase esta operación, y para el
efecto se hallaba lista una lancha a vapor.” Acepta la mision pero pide que le acompañe un oficial naval[1]. “El ministro me encontró razón, y me dijo
“Está bien comandante, lo acompañará Enrique Simpson”. “En ese caso, señor,
repliqué, el capitán Simpson será el jefe de la comisión, porque tiene grado
superior al mío”. – “Siempre ustedes con sus antigüedades y preocupaciones de
grados, Simpson lo acompañará a Ud. y nada tendrá este que observar (dirá
Sotomayor) …. Entre los oficiales de
Marina elegí (ahora habla Dublé Almeyda) al teniente Policarpo Toro[2],
para que dirigiese la embarcación que debía conducirnos. Este…con la mayor
presteza, hizo colocar delante de la máquina que sobresalía de la borda, varias
planchas de fierro para protegerle de los fuegos del enemigo y para protegernos
nosotros mismos….”.
A las 4 A. M…., aún cerrada la noche, el capitán del Amazonas, reconoce (identifica)
“la quebrada de Pisagua a ocho millas de distancia.” La nave rebaja su
andar a 3 millas. Es la primera en asomar en la zona de desembarco y se queda ahí
para esperar al resto de la flota de invasión, pues el el convoy “se había quedado atrás durante la noche,
esperando los trasportes de rueda Paquete
de Maule i Huanay.”. Nuevos
atrasos
En la costa,
el coronel peruano Isaac Recabarren,
es avisado por el capitán de puerto,
José Becerra, de “la presencia de dos
vapores que navegaban hacia él y venían del norte.” alrededor de las 4 45.
Primero son dos “humos” visto por el vigía por el noreste de Pisagua, luego
aparecerán las formas de los primeros buques chilenos en arribar. Recabarren asume
que son chilenos, ya que no se esperaban naves peruanas en el puerto. El
coronel avisa a Juan Buendía, quien
estaba en la ciudad. Transcurren unos minutos “y con horizonte más despejado quedó confirmada mi sospecha…,
alcanzando entonces el número de los que se divisaban hasta dieciocho”. Recabarren pide órdenes a su superior. Buendía deja el asunto en manos de su
subordinado.
A esa hora,
una preocupación más se sumaba a los hombros de los aliados, “en la estación del ferrocarril quedó lista
para salir a las 5.30 A.M. de ese día, la máquina que debió subir por haber
abandonado su puesto el maquinista que la manejaba, y por no haber tenido absolutamente
con quien reemplazarlo.”, con la posibilidad de dejar el material rodante
en manos de los chilenos, facilitándoles su objetivo y la movilización
posterior hacia el interior y las oficinas salitreras y los pozos de agua y
víveres acumulados por los aliados en esos lugares
Mientras en la flota chilena, ya a
las 5 AM, amaneciendo recién, se reconoce (se ubica) la población de Pisagua y se
adelantan hacia la bahía el Cochrane, O'Higgins, Magallanes
i Covadonga,
buques destinados a atacar los fuertes y hacer despejar la playa y parapetos,
para preparar el desembarco con el uso de sus piezas más pesadas.
A las 6 AM Recabarren procede a “distribuir entre las dos piezas de
artillería colocadas una al norte y otra al sur de la bahía” las tropas
disponibles “en todos los puntos de la
plaza por donde pudiera efectuarse fácilmente un desembarque”, lo que no
resulta difícil: sólo hay dos lugares aptos: las Playas Blanca y Huata.
COMIENZA EL
BOMBARDEO NAVAL: Relata Isaac Recabarren que la flota
chilena “rompió (los fuegos) a las 6.55
A.M. el blindado Lord Cochrane,
inmediatamente secundado por la O'Higgins,
Magallanes i Covadonga. El parte chileno de la batalla, redactado con
posterioridad dirá que “habiendo tomado
cada uno de ellos la colocación destinada al efecto i ordenado arriar sus botes
tripulados convenientemente i situarse claros de la línea de buques, rompió el
fuego el Cochrane a 1,300 metros de
distancia…”
Manuel J. Orella comandante
de la goleta Covadonga cuenta
que “se rompió el
fuego a las 7 h. 5 m. sobre el Morro de Pisagua, de la parte Norte (hacia el fuerte donde estaba
instalado uno de los dos cañones Parrot
de cien libras que protegían la bahía).
Con su primer disparo desde el
parapeto, se levanta un penacho de humo que cubre todo el recinto. Luego se vio
que los defensores de la Batería, presa del pánico se desbandaban en distintas
direcciones. El tiro destruyó el cañón y mató al oficial y dejó heridos a
varios sirvientes que lo atendían.” En
vista de tan buenos resultados (silenciada la artillería de esa zona), el
comandante de la Covadonga decide virar “para tomar la posición conveniente para concentrar los fuegos sobre la
batería del Sur, que en ese momento la batían el Cochrane y la O’Higgins[3].
CAÑON DE LA CORBETA MAGALLANES |
A su vez Carlos Condell, comandante de la Magallanes, toma la misma decisión luego de tres disparos al
Fuerte Norte: “…resolví hacer todo el mal posible a las
baterías del Sur y a las posiciones de las tropas enemigas, acercándome hasta
200 metros de la plaza, sosteniendo con las fuerzas enemigas parapetadas tras
de las piedras un vivísimo fuego de fusilería durante una hora[4],
sin olvidar, de cuando en cuando, disparar con los cañones algunas granadas
hasta las nueve, hora en que se dio orden de cesar el fuego.”
Durante el ataque a los fuertes de la población, situados el uno al
Suroeste de ésta i el otro en la punta Norte de Pisagua, el Amazonas disparó
algunas granadas sobre las tropas i campamentos que se divisaban en la cumbre
de los cerros que caen sobre la ciudad. ”. El fuego primero se concentra en la
batería sur. La batería norte casi no interviene en este primer momento “por razón de la distancia en que se
encontraban, hasta las 9 A.M., en que cesaron los fuegos por espacio de
cincuenta minutos próximamente.
Dice Erasmo Escala en su reporte del desembarco, que “apagados por completo los fuegos de tierra,
se hizo avanzar a las 8¾ A.M. los transportes Copiapó y Limarí”.
Estas naves transportan a las unidades destinadas a las primeras oleadas de
chilenos que iban a invadir Tarapacá: Buin, batallón Atacama y dos baterías de
montaña. “También se ordenó adelantarse
al transporte Lamar, que llevaba a
bordo la brigada de Zapadores, que por la instrucción especial que el
comandante de este cuerpo, teniente coronel don Ricardo Santa Cruz, había dado
a su tropa para ataques de esta especie, componía una sección separada.”
UNA PAUSA
EN EL BOMBARDEO. RECONOCIMIENTO BAJO FUEGO: Al terminar el bombardeo no hay
respuesta alguna desde Pisagua. Los fuertes están acallados y de los defensores
no se tiene noticia alguna. ¿el bombardeo habrá reducido al silencio a todos
los defensores? ¿será un simple desembarco sin mayor oposición?
El Cochrane avisa que se ve
limpio el campo para comenzar el desembarco. Así lo relata Francisco Machuca: “El Ministro Sotomayor ordena que las tropas
bajen a tierra. La orden no se cumple. El Ministro reitera sus mandatos. Es
inútil. El desembarco no se inicia, aunque las tropas están listas.” La
razón, el oficial a cargo de la operación, Enrique Simpson, está indispuesto (¿ebrio?¿pánico? Ninguna
fuente lo dice). Son las 9 AM y desde el Cochrane se ordena continuar el
bombardeo. Emilio Sotomayor “…Jefe de Estado Mayor General…secundado por
el 2º comandante del “Loa”, capitán Constantino
Bannen, toma a su cargo la organización del primer convoy”
En esos momentos sale lancha a
vapor del Cochrane. Previamente se ha ordenado que ahora sean dos lanchas
a vapor las que salgan. Avanza primero la de Dublé Almeyda, en dirección a la
playa: situada junto
al Amazonas, le acompañan “(el) coronel
Luis Arteaga, y el teniente coronel Justiniano Zubiría, (quienes) a última hora fueron designados para formar
parte del reconocimiento. La lancha a vapor partió en dirección a Pisagua
Viejo, en cuya bahía creía yo más fácil el desembarco de las tropas. Cuando nos
hallamos como a mil metros de la punta norte de la bahía de Pisagua,
principiamos a recibir los fuegos de fusilería de los defensores del puerto,
que no cesaron desde ese momento,… Pasamos con nuestra embarcación como a 500
metros de la punta norte, para internarnos en la ensenada de Pisagua Viejo. En
este momento, la O’Higgins y la Magallanes rompieron sus fuegos sobre
el fuerte aquí situado.”
“En el morro había gran número de soldados, que
hicieron fuego sobre nuestra embarcación. Una granada de la Magallanes que explotó en la cima del
Morro, los hizo abandonar la posición, y los obligó a bajar por la pendiente
del norte para ocupar la orilla del mar y cubrirse con las peñas, desde donde
continuaron haciéndonos nutrido fuego. El teniente Toro, con el cañón que
montaba la lancha, les envió una granada al pasar, que hizo explosión en medio
de ellos.”
“Al aproximarse a la playa de Pisagua Viejo,
pudimos convencernos que sería imposible allí el desembarco de tropas, a causa
de la braveza y agitación del mar; las embarcaciones, indudablemente,
zozobrarían antes de llegar a tierra. Volvimos con presteza y recorrimos la
orilla del mar dentro de la ensenada de Pisagua. Desembarcadero fácil solo
encontramos en la pequeña playa que hay en el centro de la bahía y en algunos
lugares con arrecifes bajos, pero con mar tranquila. Aquí habría que
desembarcar bajo el fuego del enemigo, pero sin accidentes causados por la
mala
mar….”
Batería Sur de Pisagua, ya conquistada por los chilenos |
“Regresamos al Amazonas a dar cuenta de nuestro
cometido, e inmediatamente se dio principio a la difícil operación de llevar a
tierra a nuestros soldados, encomendada al coronel Sotomayor.” La fuerza
expedicionaria se forme en dos líneas de botes, “4 de la
“Magallanes”, 4 del “Loa”, 1 del “Cochrane”, 2 del “Abtao”, 3 de la
“O'Higgins”, y los demás de otros buques, hasta enterar diez y siete.” Son las 9 30, mientras la flota
dispara los últimos tiros contra los silenciosos defensores. Hay que imaginar
que luego de los disparos el humo cubre la zona de desembarco, provocado por el
efecto de las granadas y los incendios que se puedan haber iniciado.
El coronel
peruano, Isaac Recabarren dirá en su
reporte que las naves
chilenas se ocuparon “en transbordar
fuerzas de desembarque a cuarenta embarcaciones menores que al efecto tenía
preparadas. Concluida esta operación, comenzó de nuevo a hacer disparos de
artillería, dirigiéndolos a la parte no incendiada de la población, con el fin
evidente de completar su destrucción, a la vez que proteger el desembarque de
las tropas que ya se acercaban a las caletas y playas situadas entre la
maestranza del ferrocarril y los cerros, puntos que se encontraban guarnecidos
por fuerza de policía y de nacionales, respectivamente mandados por el sargento
mayor Mariano Ceballos, el capitán Ignacio Suárez y el (capitán) de la
guardia nacional José Vicente Rodríguez,….
Las tropas chilenas del primer
escalón de desembarco van en dos líneas paralelas de botes. A su vez, la
segunda lancha a vapor “a las órdenes del
alférez del Nº 2 de artillería, José Antonio Errázuriz, embarca una
ametralladora para impedir con sus fuegos a los de tierra la concentración de
tiros sobre las lanchas cargadas de tropa.”
Continúa el
jefe militar chileno (Erasmo Escala) que el desembarco se inicia a las 9 30[5], “y al dirigirse a la playa las primeras
embarcaciones, recibieron un nutridísimo fuego de fusilería de las fuerzas
enemigas que se encontraban atrincheradas tras de las enormes y escarpadas
rocas que forman esa playa, y de los parapetos que les ofrecían los accidentes
naturales del terreno u obras especiales construidas al efecto. Ocultábanse
asimismo en los edificios de la población, en los carros del ferrocarril de
Pisagua, en las zanjas que quedan al costado de la línea férrea, que está un
poco elevada, y tras de grandes rumas de sacos de salitre y pilas de carbón,
que había en la estación, y en diversos puntos de la ciudad.“
[1] Explica diego dublé almeyda sería conveniente me acompañase un oficial
de Marina. Los marinos están acostumbrados a distinguir de noche la costa y
saben donde hay rocas, rompientes o playas.
[3] Luego del
combate, rinde cuenta de la munción empleada: “100 granadas comunes con espoleta de percusión. 10 granadas de segmento
con espoleta de tiempo. 17 granadas de a 9 libras.33 granadas comunes de
percusión.10 ranadas comunes de tiempo.
10
tarros de metralla. 2,500 tiros Comblain.
[4] Durante
el combate, Condell informa su gasto de munición: 12 granadas comunes de a 115 libras,
1 granada doble de a 115 libras. 18 granadas comunes de a 64 libras. 20
granadas comunes de a 20 libras…..1.680 tiros a bala Comblain.
[5] Carlos Condell, comandante
de la Magallanes a las 9:4.5 se disparó sobre la
población por haberse izado señales de incendiar al enemigo, lo que se ejecutó
haciendo algunos tiros.
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