EL AÑO DECISIVO: LA MAYOR INTERNACIÓN DE ARMAS DE LA
HISTORIA DE CHILE (VI)
EMPIEZA LA CAÍDA DE LOS ARSENALES: El primero en caer fue el barretín del Pollo, en el mismo
sector de la playa de Carrizal Bajo. El recuento es de Paula Afani: El 13 de agosto de 1986, en otro pique
minero, en el sector de Palo Negro,
fue descubierto otro depósito subterráneo. Al otro día, también en la Cuarta
Región, esta vez en la mina abandonada “Cerro
Blanco”, quedó al descubierto un nuevo arsenal… Con este nuevo arsenal
superaban el millar y era evaluado en cerca de 3 millones de dólares,
duplicando el armamento inicialmente encontrado el día anterior, tras una
operación conjunta con efectivos de Ejército, Carabineros y buzos en Carrizal
Bajo, Tercera Región.
El 20 de agosto
se produjo en la Región Metropolitana un nuevo hallazgo, en el fundo La Trilla,
en la comuna de Paine. Ese mismo día en la calle Los Granados N°0576, la comuna
de La Pintana, fue encontrado el quinto depósito y al día siguiente, también en
La Pintana, el sexto arsenal, en calle Tucapel N° 1635.
El séptimo depósito fue descubierto el 21 de agosto, a 10 kilómetros de
Vallenar, en la posada “Árbol de Marañón”, adquirida por los frentistas. En el
subsuelo habían construido un barretin en el fue hallado uno de los arsenales
más cuantiosos descubierto hasta entonces. Habían 320 fusiles, dos lanza
cohetes RPG -7, 894 bombas, 162 kilos de TNT y 384 kilos de explosivo plástico
T- 4.
El octavo arsenal fue descubierto el 4 de septiembre de 1986, en la comuna
Lo Hermida, a bordo de un taxi. En la mina El Topón del Tambillo en la Serena, el 6 de septiembre. En el pique minero de la Estancia Castilla, el 12 de marzo.
La noticia
tendría un rebote en Europa “En la
segunda semana de agosto de 1986, un alto mando frentista charlaba con otros
compañeros en uno de los principales refugios del FPMR en Europa Occidental.
Sin entrar en detalles, anunció importantes golpes para los meses siguientes.
La conversación se interrumpió cuando el televisor de la sala difundió un
acontecimiento de Chile. Consternado, el jefe frentista se echó a llorar. El
desconsolado “comandante” era uno de los pocos que conocía íntegramente la
magnitud de la desbaratada operación.”[1]
El total del armamento incautado, fue avaluado en 25 millones de dólares, fue el que a
continuación se indica[2]:
· 3.383 fusiles M – 16
· 148 fusiles FAL.
· 123 lanzacohetes RPG – 7
· 2399 kilos de explosivos TNT
· 796[3] kilos
de explosivos T – 4
· 180 lanzacohetes
LOW M – 72
· 1
subametralladora SHE
· 5 fusiles
lanzagranadas M – 70
· 9 bombas de
mortero 81 mm
· 6 ametralladoras
· 2.293.508
cartuchos calibre 5.56 para M – 16
· 5.600 municiones
para M-60
· 10.360 cartuchos
calibre 7.62 para fusiles FAL.
· 17 granadas para
lanzagranadas M – 79
· 1.861 bombas para
lanzacohetes RPG – 7
· 1.987 granadas de
mano F – 1 tipo piña[4]
· 4.834 detonadores
(destaco en
negrita las armas de uso personal de la infantería para que se note que la idea
era armar a grandes grupos de personas)
Además se
pueden encontrar algunos otros “barretines”
menores: en calle Oscar Bonilla con 1° de mayo, en la población La Victoria el
11 de septiembre de 1986 o el de calle Echaurren N° 1159 de Limache, el 28 de
octubre de 1986. En Concón aparecerá otro pequeño arsenal en febrero de 2001,
bajo el cuidado de un familiar de Hernández
Norambuena, el Comandante Ramiro. Este último ubicado por
accidente.
Muchos datos
los agentes de seguridad los obtendrían de las torturas en los interrogatorios,
pero otros fueron el descuido culpable con que actuaron los militantes
comunistas: “A uno de nuestros jefes le
encontraron papeles comprometedores para los barcos y las tripulaciones…. Por
violación de la compartimentación, un camionero conocía mucho más de lo que
debía, y ese fue el que entregó las minas. Él sabía de los almacenes porque no
teníamos choferes de camiones en número suficiente….el del jefe de almacenes (de
Santiago) compró una de las casas que sirvió de depósito definitivo,…su hijo era Ítalo Moya Escanilla; por esa
vía cayeron todos los almacenes… nunca entendieron lo del corte radical. Creían
que mandando a un tercer enlace iban a burlar a la CNI, pero la CNI cubría
todos los flancos…todos estábamos entrelazados,…las estructuras…terminaron
mezclándose unas con otras.”[5]
Claudio Molina Donoso, el jefe del
equipo de tierra, fue acusado por algunos compañeros de celebrar la llegada de
las armas arrendando una avioneta para viajar con un grupo a Caldera. “Allá
llegaron con fajos de billetes y se encerraron en un prostíbulo, cantando la
Internacional Comunista y despertando las sospechas de todos”, narra un ex
oficial del FPMR, cuya versión es confirmada por otros tres ex frentistas. Una
vez que se supo que el arsenal había sido descubierto, los cubanos no ocultaron
su indignación por la incompetencia chilena. “Toda la parte cubana de la
operación fue un éxito, los que fallaron fueron los chilenos”, asegura el
escritor cubano Norberto Fuentes.[6]
“El mayor cubano Rigoberto Cruz, amigo mío y oficial de tropas especiales,
iba a bordo del Río Najasa. El viajó junto al general Ronda, quien quiso
supervisar personalmente la entrega. Cuando se juntaron con los chilenos en
alta mar había marejadas que dificultaron el traspaso, pero todo resultó bien.
Rigoberto Cruz me mostró una foto de Ronda sonriendo, en la cubierta”, recuerda
el ex oficial cubano Lázaro Betancourt. Tal es así que cuando los oficiales
cubanos a cargo de la misión volvieron a La Habana después de su exitosa
entrega, fueron recibidos con una ceremonia. “En la sede central de Tropas
Especiales, hubo una celebración, donde todos los participantes en el
desembarco de armas fueron condecorados”, relata Lázaro Betancourt. Norberto
Fuentes agrega: “Fidel los premió con automóviles y otros regalos”[7].
Del cerca de centenar de involucrados a todo nivel,
cayeron 30. La dirigencia comunista para intentar pintar de victoria lo que era
una derrota, alegaban que los caídos eran pocos (21 en pocos días) en comparación
a los participantes. Pero los capturados eran los más relevantes y de mayor
figuración. Los muchos que escaparon después (por ejemplo Buschmann en
Valparaíso en 1987 y la gran fuga de 1990), pero el problema era que todo ese
personal fue “quemado” e inutilizado incluyendo a las infraestructuras. Texier, Pitrufo, José "el Duro", René el navegante,
Vilma y Maforito caminaron semanas por el desierto, sobrevivieron y nunca
pudieron capturarlos. La historia de Challita es antológica., se quedó cerca de
un mes con los huireros en la misma playa, observando los mil operativos que se
hicieron en la zona. Están los mineros que siguieron en las minas y nunca los
encontraron, los que cruzaron la cordillera,….[8]
Respecto a
las causas del descubrimiento hay varias hipótesis:
1.- Uno de los pocos argumentos para
mantener la tesis de un soplo
norteamericano es que meses antes del hallazgo, en Buenos Aires, la
inteligencia cubana recibió un listado de nombres extraídos de una agenda
telefónica, la que pertenecía al encargado de Asuntos Internacionales del Frente, Ilya Rodríguez, apodado Loquillo
o Niño
Maravilla, uno de los más altos responsables de Carrizal Bajo y muy
amigo de Salvador (Galvarino
Apablaza). Los nombres abarcaban a varios frentistas participantes en la internación
de armas. Para los cubanos era una típica advertencia de la CIA, que quería
dejar en claro su conocimiento de que el FPMR estaba en algo grande, sostiene
un ex miembro de la Dirección del PC. Pero esta hipótesis es echada abajo pues
en los documentos desclasificados de la CIA o el Departamento de Estado, no hay
referencia a tal alerta. Al contrario el Departamento de Estado envió una
misión secreta para cerciorarse que lo de los arsenales no fuera montaje.
Además otro argumento que apoya esto último es que si hubieran estado avisados,
habría llegado algo más que una patrulla de 4 hombres de la CNI hasta allá.
2.- La otra hipótesis se funda en la idea
que los frentistas actuaron
estúpidamente, por falta de disciplina, profesionalismo y preparación de
alguno de los encargados. Así algunos tenían una pobre formación ideológica y
menos experiencia en ese tipo de operaciones. Algunos ni siquiera eran
comunistas ni estaban familiarizados con los medios y montos de dineros que se
les confiaba. Así algunos frentistas acusaron al encargado de la operación, Claudio Molina, El Rucio, que celebró la
llegada de las armas, arrendando una avioneta y viajaron a Caldera, con fajos
de billetes y se encerraron en un prostíbulo, cantando la Internacional y
despertando las sospechas de todos. Un miembro del equipo empezó a pololear
con una niña de la zona[9],
rompiendo cualquier idea de secretismo.
En todo caso
la responsabilidad final acerca de la internación de armas es adjudicada por el
PC al Frente y viceversa. Luis Rojas
Nuñez (quien como frentista apoya a sus compañeros contra el Partido Comunista
chileno) contará que la “Dirección
Nacional del FPMR no tuvo nunca injerencia o responsabilidad directa en la
organización, planificación y ejecución de esta operación, excepto Pellegrin, pero no como jefe del Frente
sino como integrante de la Comisión Militar. El Frente únicamente envió a tres
combatientes, solicitados para la seguridad del lugar del desembarco en ambas
operaciones.”[10].
Según Juan Carlos, el jefe de la operación en el exterior. “… La operación tenía un
carácter estratégico y debió ser asumida de esa manera. Eso define prioridades,
cuadros, métodos de dirección de las más altas esferas del partido. Pero si la Comisión Política descansaba en otra
estructura para todo el tema militar, la operación de Carrizal no podía escapar a ese esquema. Por eso no hubo un seguimiento,
un control, una dedicación especial de la Comisión
Política ni mucho menos de la poderosa Comisión de Organización. Yo observe
distancia, desentendimiento, e incluso conspiración, para que algunos miembros
de la Comisión Política no
conocieran los entretelones de esta operación. Fui testigo de todo eso. Por
estas razones, no hubo cuadros de dirección especialmente escogidos, no hubo
mineros, camioneros ni cargadores seleccionados y enviados por el partido, la
mayor cantidad de gente salió de los propios compañeros. Y eso, al final, fue
fatal.
"Después
del fracaso, se responsabilizó exclusivamente a la Comisión Militar, se tomó como un problema puramente técnico. No
cabe duda de que los compañeros cometieron errores, pero la responsabilidad es
política y es parte de todo el conflicto interno del partido con el tema militar". Y se
agrega otro elemento: “las pocas
armas salvadas no estaban pensadas para la vida urbana en Chile. Portar un M-16
en la calle era un suicidio. Hubo que cortar algunos en tornerías del partido”,
cuenta un ex combatiente[11].
¿Y cuál era el plan? El
propósito de la internación de armas masiva generalmente se le da para sostener
el “Año Decisivo” una expresión bastante ascéptica para organizar una especie
de “asonada popular”. Tal como relata Ascanio Cavallo[12]
la idea era usar una de las protestas sociales para hacer que las unidades que
ya estaban organizadas de la militancia comunista (especialmente las juventudes
comunistas) y simpatizantes frentistas, entrenados y que vivían en las poblaciones callampas (equivalente a villas
argentinas) que controlaban (La Victoria,
La Legua, La Silva Henríquez, etc.) en el sector sur de Santiago.
Tuvo su marco de preparación
el 2 y 3 de julio de ese año[13]. En el “Informe. Evaluación del Paro del 2 y 3 de
julio de 1986”[14] para la
dirección del PC se lee “…mostró que
tenemos fuerzas para echar a Pinochet…probó la certeza de nuestro plan para derribar
al tirano, sólo resta precisarlo y enriquecerlo en base a la experiencia del 2
y 3, dirección a hacer del Paro de septiembre, una jornada de calidad
superior…poner todo al servicio de la paralización prolongada del país”. En
el mismo documento se expresaba la militarización de parte del Partido, al
mencionar la marcha de 300 milicianos
rodriguistas en Pudahuel. Además de
alegar para sí toda las paralizaciones que se desarrollaron en esos días:
comercio, servicios de salud públicos, movilización “pública” (leáse el
transporte que en Chile es privado). Lo relevante de esta información, como
bien señala Rolando Álvarez, no es su veracidad sino que lo que llama el
historiador “la subjetividad comunista” es decir la sensación que tenían ellos
y que creían en la salida “desde fuera,
en contra y a pesar de la institucional (léase elecciones)”. Lo que otros
llamarían, críticamente, voluntarismo o mera imaginación. No hay que olvidar
que una de las críticas que haría Pellegrin, principal dirigente
frentista, era que muchos informes de actividades de dirigentes comunistas eran
simplemente mentira o se adjudicaban acciones que no eran suyas (inflarlas, le llamaban).
Pero a fin de cuentas ese será
el futuro. Ahora el presente de 1986 era el del Año Decisivo. Para tener una
idea de la planificación de la protesta del 2 y 3 de julio (y proyectarla a un
“alzamiento” como planeaban los comunistas, está la descripción que hace Luis
Rojas, “Semanas previas al paro del 2 y 3
de julio de 1986, el Mando Zonal de Santiago se reunió…Por primera vez, la
Región Metropolitana -donde la ciudad capital jugaba el papel principal-
planificaba, organizaba y dirigía de manera centralizada todo el quehacer para
antes, durante y después de esas jornadas. Su mirada debía abarcar todo lo que
los comunistas pudieran hacer o influir en Santiago y sus alrededores a fin de
cumplir la "misión" o "tarea", que, en julio de 1986, era
"paralizar la capital". Al comenzar la reunión, Víctor[15]
abrió un mapa de la ciudad lleno de símbolos y flechas con sentido de
movimiento. Al jefe del MZ, un conocido dirigente que no era especialista en
asuntos militares, le costó a primera vista entender todo ese simbolismo.
Víctor, que era jefe del Trabajo Militar de Masas del PC para Santiago,
explicaba con diligencia su contenido. En el mapa y en documento anexo estaban
detalladas las propuestas de tareas para cada uno de los doce comités
regionales en que se dividía la Región Metropolitana. Cada comité aparecía
sobre su territorio con un nombre en clave escrito en ordenados y grandes
rótulos: Jaspe, Rubí, Martillo y otros más, recuerda Víctor… La elaboración del
plan general del Mando Zonal no era antojadiza ni fruto de inútil voluntarismo,
era el resultado de una experiencia acumulada desde la primera protesta popular
en mayo de 1983 y de las particulares comprobaciones que hacía en el terreno
Ignacio, jefe del Trabajo Militar de Masas de la Juventud Comunista para
Santiago….Al mirar el mapa de Santiago lleno de trazos multicolores, cualquiera
se percataba de que la mayoría de los barrios emblemáticos en la lucha contra
la dictadura estaban concentrados en la zona sur y en el poniente de la
capital. Arterias principales como Américo Vespucio, Vicuña Mackenna, Gran
Avenida y San Pablo tenían innumerables símbolos que indicaban cortes y
barricadas, responsabilidad de focos poblacionales que tenían por misión lograr
ser en esos días "territorios liberados".
El MZ (Mando Zonal) sabía de la especial importancia que tenía
este paro nacional y protesta nacional de julio
de 1986…todos eran testigos del desarrollo ascendente de los
enfrentamientos. En esta oportunidad los combatientes y pobladores debían salir
y terminar con esa especie de "enclaustramiento" que ocurría al
tomarse la población por dos o tres días, situación que la policía y el régimen
podían resistir. En los focos poblacionales más decididos y organizados, se
pretendía, como misión principal, "mantener liberados sus territorios y
salir a cortar una o más arterias principales y avenidas con barricadas capaces
de resistir el embate de las fuerzas represivas el mayor tiempo posible. San
Pablo, Maipú y Cerrillos en el poniente; Dorsal y Recoleta en el norte; Grecia
y Macul en el oriente", señala Víctor… Esta misma realidad del Mando Zonal
de Santiago se repitió con evidentes particularidades en Valparaíso y Concepción.
Entre sus numerosas diferencias, destacaban las características de las
ciudades, el nivel organizativo alcanzado, la experiencia y las cantidades de
cuadros destinados profesionalmente a esas estructuras.
El paro del 2 y 3 de julio de 1986,
violentísimo (dejó, entre otros, a dos personas quemadas por una patrulla
militar) el Frente lo consideró como un “Ensayo
de la Sublevación Nacional” en todas las poblaciones de la capital. Cuenta Cristobal
Peña en su libro Los Fusileros: “Días
antes, Ramiro (Hernández Norambuena) había citado a los principales jefes de
grupo bajo su mando para coordinar las acciones. Uno de ellos era Sacha (Juan Moreno Ávila),
que…estaba preocupado del Ensayo de la Sublevación Nacional, que requería la
acción de la totalidad de los grupos de la zona norte de Santiago. El de Sacha
contaba con armamento pesado y varios kilos de explosivos. Contaba también con
la libertad para decidir las acciones que estimara convenientes…..Todo estuvo dispuesto…
(en) las horas previas, Sacha iba de un lado a otro,
coordinando a los diferentes grupos a su cargo. El asunto iba en serio. Sólo
restaba hacer esa llamada telefónica en la que Ramiro le informaría de alguna novedad de última hora. Hasta la
tarde no hubo novedades. Pero ya cerca del anochecer, cuando los grupos estaban
en sus puestos, Sacha escuchó el
recado que Ramiro le había dejado a
través de un buzón telefónico: —No vamos al teatro —escuchó decir al otro lado
de la línea. Y el Ensayo se detuvo. Incluso para los militantes que estaban
preparando el ataque a la comitiva de Pinochet “en una casa de seguridad de la comuna de La Reina, donde permanecía
acuartelado el Destacamento Especial a cargo de Joaquín, quien a la vez reportaba al comandante Aurelio (Roberto Nordenflycht, sobrino de Volodia Tenteilboim, alto dirigente del
PC) y a Benito (Recaredo Ignacio
Valenzuela). Ese destacamento, que
debía comunicarse cada dos horas con un buzón telefónico para saber si iban o
no al teatro, estaba preparado para ir a volar los puentes del canal San
Carlos, de modo de aislar a los regimientos de la zona oriente.” Eso no
impidió a los grupos en las poblaciones montar sus operativos en apoyo a la
protesta
Hernandez Norambuena. Comandante Ramiro |
Este iba a ser
el plan para cuando Pinochet muriera en el atentado. Usar la siguiente protesta
popular para llevar la Sublevación Nacional a su éxito, (a lo que los
comunistas llamaban la etapa de desmoralización de las Fuerzas
Armadas). Al fin y al cabo el objetivo era derrocar a la Dictadura. Sino a qué
traer las armas de Carrizal Bajo. Hay que recordar que el atentado estaba
fijado para el 31 de agosto originalmente y había un llamado a Paro Nacional
para el 4 de septiembre y después llegaba el 11 de septiembre, fecha
emblemática para las protestas (hasta el día de hoy aunque en una proporción
ínfima a lo que fueron a principios y mediados de los 80).
Pero el plan detrás seguía siendo la toma del poder por el Partido
Comunista y las demás fuerzas de izquierda, que los siguieran a ellos por
supuesto, como el MDP (Movimiento
Democrático Popular, integrado por el MIR el PS Almeyda y otras organizaciones
que apoyaban a las protestas y la violencia, como mecanismos de salida
política)[16],
excluyendo a la Alianza Democrática
(Democracia Cristiana, Radicales y socialistas más renovados y alguno que otro
partido) que apoyaba la salida electoral (vía plebiscito en 1988).
El Frente no era una fuerza destinada por sí sola la toma del poder, sino a
convertirse en una parte de la “vanguardia organizada del pueblo” (dirigida por
el PC exclusivamente), a través del alzamiento
popular abastecido por la internación de armas.
Vista de La Moneda y centro cívico de Santiago de Chile |
Entre los planes estaba la
voladura del puente del río Maipo para aislar la ciudad hacia el sur. Lo mismo
se haría con las rutas hacia el norte. Los puentes sobre el río Mapocho
también. Una flota de vehículos saldría para repartir armas al “pueblo”
(comunista) y a continuación, según la dirigencia comunista media informaba a la dirección, las unidades de
combatientes estaban listas y preparadas para emplearlas en combate contra las
Fuerzas Armadas y Carabineros. Esas “tropas”
saldrían armadas en dirección al centro de la capital para rodear La Moneda[17],
el Edificio Diego Portales[18]
(en la actualidad el Centro Cultural
Gabriela Mistral) y los edificios públicos concentrados en esa área en
diversas “columnas”. Rodeada y por supuesto tomada entonces el gobierno caería
a lo largo de todo el país con las protestas y la poblada que se movilizara en
las demás ciudades. También incluía el aislamiento de la ciudad por dentro con piquetes
de pobladores en barricadas y armados sobre los diversos regimientos y unidades
policiales de la ciudad. A continuación se organizaría un “nuevo gobierno
democrático”, dirigido por el Partido Comunista, dueño de las armas y de la
capital. Claro que hasta acá llegaba la planificación, si tenía éxito. ¿Y si no
lo tenía? No había plan de retirada.
Edificio Diego Portales, En la actualidad Centro Cultural Gabriela Mistral |
El plan no se llevó a efecto.
Cuenta Ascanio Cavallo, quien dio a
conocer el plan en su conjunto[19], por la
acción de dirigentes del mismo PC y abogados de DD.HH, y aunque no lo dice,
obviamente militantes o simpatizantes del Partido Comunista, sino porque les
harían caso alguno a sus peticiones. En todo caso ya era la señal que el
partido estaba preocupado por la militarización (e indisciplina comunista) de
los frentistas y sus milicias a las que intentaban controlar. Y que terminaría
en el fraccionamiento del Frente,
independizándose el ala más militar, con el nombre de Autónomos.
[3] Hecho en Checoeslovaquia, tiene una
fuerza equivalente a 4 ó 5 veces al TNT. Las armas americanas provenían de
Vietnam, dejadas por los estadounidenses en su retirada y capturadas por los
norvientamitas en su invasión en 1975, las armas del bloque del Este en cambio,
eran búlgaros y producidas en 1984, con sus envolturas originales de fábrica,
privándolos sólo del código de fecha, y el de procedencia, tanto de producción
como del país intermediario, los números de las piezas interiores, nombres de
las fábricas y sellos de inspección, lo que indica que las armas fueron
desarmadas completamente. Sin embargo a los impulsores de las granadas del
RPG-7 no se lo borraron (de ahí que supieran que eran búlgaros)
[7] En
esa línea, al interior del FPMR circuló durante años la versión de que el
entonces ministro del Interior cubano, José Abrantes, apostó, de propia
iniciativa, por entregar más armas de las que el FPMR era capaz de ocultar.
Ello le habría costado una durísima reprimenda de Fidel Castro cuando vino el
descalabro. Esta versión, sin embargo, es desmentida por Norberto Fuentes:
“Abrantes sólo cumplió órdenes. Quien decidió la cantidad de armas, quien puso
a Ronda a cargo, y quien después pidió un completo informe del fracaso se llama
Fidel Castro Ruz. Todos los demás cubanos implicados fueron instrumentos”. https://historiadetodos.wordpress.com/2010/11/04/las-armas-de-carrizal/
[9] Capítulo VI de la
historia inédita de los años verde olivo, página 7, serie especial de La
Tercera publicado el domingo 27 de mayo del 2001.
[10] Según
el jefe de la operación, nunca existieron comunicaciones radiales desde este
lugar hacia el exterior. Las comunicaciones entre Pedro y Malbrich se
realizaron mediante intercomunicadores personales de 50 km. de alcance. Según
el jefe de la operación, nunca existieron comunicaciones radiales desde este
lugar hacia el exterior. Las comunicaciones entre Pedro y Malbrich se
realizaron mediante intercomunicadores personales de 50 km. de alcance. Rojas Nuñez, Luis. Op cit
[13] En el Libro Los Fusileros, de
Cristobal Peña, se narra el episodio de la voladura del puente sobre el río
Maipo
[15] oficial
especialista en artillería, René en Nicaragua, fue el jefe del TMM del PC en
Santiago desde su fundación hasta julio de 1987. Participó activamente en la
reconstrucción de estos hechos.
[16] No hay que olvidar que el Partido
Comunista no compartía el poder y de hecho más allá de Pinochet, consideraba a
los demás partidos de izquierda como rivales, destacando sus históricas
diferencias con socialistas, con los miristas y anarquistas.
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