La
Oroya. Una pequeña, pero estratégica victoria chilena: ya se ha visto que el Brujo de los
Andes había planificado el ataque al puente de la Oroya.
El coronel Máximo Tafur “recibió
nombramiento de comandante general de guerrillas con encargo de movilizar los
contingentes irregulares de Chupaca,
Sincos y Huaripampa para caer
sobre la guarnición chilena acantonada en La Oroya y destruir el puente,
cortando así a los chilenos la vía de repliegue a Lima…. Tafur marcharía por
las alturas oeste del Mantaro[1],
por Chongos y Chupaca, y describiendo un extenso arco por encima de Llocllapampa y Chacapalca caería finalmente sobre La Oroya (desde el sur).”[2]
El viaje de la columna Tafur termina en Chacapalca, punto de concentración, en conjunto con las guerrillas
de la zona, y desde donde partiría el ataque. Su fuerza ascendía a 300 hombres.
Sin embargo movilizar esa masa humana sin dejar rastro o que su enemigo no se
enterara, era una misión destinado al fracaso. La noticia llegó a los chilenos
y el 2 de julio el mayor Manuel Barahona, jefe militar chileno
en Tarma, ordenó un ataque con dos
columnas sobre Chacapalca, para
destruir a la fuerza de Tafur. Ya veremos su suerte.
El coronel Manuel Barahona, desde Tarma,
manda una columna de infantería del Tercero de Línea (60) a cargo del
capitán Severo Amengual y una
partida de caballería del Carabineros (30) al mando de Tristán Stephan, y el objeto es que
ambas se encuentren en Casapalca,
viniendo cada una por un extremo, en el caso de los infantes de frente y los
carabineros por el camino de Jauja,
para rodear y dispersar a la columna peruana. El 2 parte la caballería y el 3
en la mañana lo hace la infantería.
Tafur se acerca a La Oroya. A cargo de la guarnición se encontraba el teniente Francisco Meyer
del Tercero de Línea. Los
constantes choques contra montoneras tenían en alerta a los chilenos. En la
mañana del 2 de julio se enteró de la presencia muy cercana de una
guerrilla de alrededor de 400 hombres, incluso situándola en Huari y
después en Huanacancha y que venían con la intención de caerle encima.
Para evitar cualquier sorpresa, los chilenos
aumentan la vigilancia y la sitúan en los caminos que conducen hasta el puente
y sitúa el resto de sus soldados “la mitad en un pequeño corral i el resto detrás de unas
pircas para protejer mi retaguardia i el puente. La caballería que tenía esta
guarnición la coloqué detrás de una casa que hai en el camino de Chicla, de
manera que no recibiera el fuego del enemigo ántes de utilizar sus servicios (sic).”[5]
El 3 de julio en la madrugada (01:30 AM) los peruanos empezaron a
acercarse desplegado en guerrilla por el camino de Sacaraojo, se grita el quien vive y al no responderle quienes se
acercan, el oficial chileno ordena “¡fuego!” Los peruanos responden cuando ya
tenían extendida su línea. La tropa chilena recibe la orden “¡fuego en avance!”
y con parte de sus soldados atacaron a la bayoneta al acortar la distancia. El
combate se extiende por una hora. Un piquete de 13 hombres persigue a los
atacantes hasta cerca de Huancancha.
Los chilenos vuelven al puente
después de su aparente fácil victoria. Pero cometieron el error de descuidar el
otro lado del puente, por lo que a su vuelta se encuentran que otros atacantes
le habían puesto fuego a los depósitos de pasto y pesebres para los animales.
También queman la casa-depósito de la lana. Los peruanos que han conseguido
llegar muy cerca del puente son los que han descendido por los caminos de Huanchan y Campan, provocando la retirada de los chilenos ahí situados,
ocupando incluso las casas que servían de cuartel y comandancia, pero no logra
cortar el puente y por el que se combate cuando arriban tan oportunamente para
la suerte de sus armas.
Llegando justo a tiempo las tropas
retornadas, rechazan a los atacantes por ese lugar. Dirá Meyer en su parte que “desalojándolo de las posiciones que había
tomado, y pude salvar el puente, que estuvo seriamente comprometido”. Las
pérdidas se han reducido sólo a dos heridos y los peruanos abandonan 16 muertos
y muchos heridos que se retiraron, capturando seis armas de fuego, lanzas y
municiones. Los peruanos se retiran a Casapalca.
El ataque lo había dirigido uno de los dirigentes montoneros de apellido Toledo, el que tiene que volver sobre
sus pasos, pero dejando algunas partidas montoneras, para el caso de
persecución de los invasores. Tafur,
informado del fracaso ordena la retirada a Casapalca,
hacia el oeste.
No ha sido este el único ataque que
ha sufrido la línea Oroya-Chicla. De hecho en este último punto someten a la
guarnición, con tropa del Curicó, al mando del teniente Virgilio Méndez, a
fuego de fusilería a distancia, que causa dos heridos leves. Se mantienen en
las alturas los peruanos todo el día hasta el anochecer cuando se retiran.
Mientras tanto la columna Amengual, enviada por Barahona
desde Tarma, que son los infantes del Tercero
de Línea, llegan a La Oroya el
mismo día al oscurecer, horas después de terminado. Salen de allí cuando a la
medianoche la luna asoma su cara, y su luz, rumbo a Huari, donde llega en la mañana del 4. Al avanzar desde ahí a Casapalca
tuvieron algunos enfrentamientos con los guerrilleros que disparaban
aisladamente y arrojaban galgas sobre los chilenos, mientras se retiraban hacia
la población (Casapalca). El mayor
Amengual, jefe de la partida de
infantes, envía tropas a las alturas para que enfrenten a los peruanos pero
estos llevaban demasiada ventaja en la retirada por lo que tienen que volver a Huari, y en la tarde de ese día avanzan
de nuevo hacia Casapalca.
En cambio, como se ha dicho antes, la columna de caballería
chilena al mando del teniente Stephan
de Carabineros,
salió de Tarma en las últimas horas
del 2 de julio, llegando al punto
denominado Pocas Casas a las 04.00
horas del 3, sin ser hostilizada en
el trayecto. Continuó luego por Quishuarcancha,
Cancallo y Chiobamba. En este
último lugar la guerrilla peruana presentó breve combate, pero debió replegarse
a Yuclapampa al no poder
contrarrestar el fuego de fusilería enemigo; cruzaron los peruanos el Mantaro y destruyeron el puente que
daba acceso al citado caserío, plantando campamento en la confianza de que los
chilenos no se atreverían a vadear el río.
Los chilenos viendo al otro lado a los peruanos, que
empezaron a disparar, no pueden continuar de inmediato la persecución. El teniente Stephan, a cargo de la partida chilena opta por cruzar el río “un poco mas arriba, pues el cerro a
retaguardia es mui parado i por el frente teníamos el rio, que logramos pasarlo
a nado con buen éxito”[6]
Añadir leyenda |
Una vez que se encuentra al otro lado del río, toma a los
peruanos por la retaguardia y los ataca ferozmente el campamento en Yuclapampa, dejando 60 muertos en el
camino y tomando 48 prisioneros, sin bajas de su parte. De allí parte por la
quebrada hacia Casapalca, pero en el
camino, ya oscureciendo, es atacado con fuego de fusilería y el lanzamiento de
galgas. Stephen no lo piensa mucho “teniendo
que atacar al enemigo, creí conveniente no distraer tropa custodiando los
prisioneros, pues como V.S. sabe, era mui poco el número de tropa de que
disponía, i a mas, los citados prisioneros, viendo que era atacado, pensaron
fugarse. Todos estos motivos me obligaron a fusilarlos”. Una vez que se ha
deshecho de los prisioneros, avanza faldeando el cerro hasta conseguir tomar
una altura desde donde se defiende durante toda la noche, sin que perdiera
ningún hombre
Opta a la medianoche por bajar hacia Casapalca a esperar el ataque del mayor Amengual y ante su ausencia intenta tomar el pueblo con sus
hombres, capturando una avanzada de la montonera en las afueras, quien le
informa que “en las alturas del pueblo i
en los dos cerros que dominan a éste, se encontraban las fuerzas del coronel
Tafur, compuestas de mas de 500 montoneros, de éstos, mas de 300 armados con
rifles Peabody i que estaban bien atrincherados i listos para esperar el
ataque. Esta noticia, la falta de municiones i el cansancio de la caballada, me
hicieron desistir de él, tomando nuevamente las alturas.”
Al amanecer vuelve a bajar a Casapalca, pero los montoneros, enterados de la desaparición de su
avanzada, sospechan que son los chilenos, por lo que Stephan se encuentra rodeado. Intenta concentrar su fuego en un
punto para poder pasar por ahí. Pero agotadas las municiones, sólo le queda
abrirse paso a sablazo limpio, lo que ejecuta con éxito, sin bajas, pero
agotando a las monturas a tal estado que debe retirarse a Huari, usando las alturas existentes, encontrándose en el camino
con la infantería chilena que avanzaba. Ahora el mayor Amengual comenta que al estar la caballería “completamente inútil i tener solo 100 tiros por soldado de infantería,
creí conveniente dirijirme a la Oroya,
donde llegué el 5 al amanecer. Temiendo un nuevo ataque al Oroya, dejé en este
punto 60 infantes i 20 jinetes, los primeros con 150 tiros cada uno, i los
segundos sin ninguno.”
CASAPALCA |
Al llegar a La Oroya
transmite a Manuel Barahona, ubicado
en Tarma, la información que le
proporcionaron los prisioneros “que todos
los pueblos del interior se hallaban sublevados, i que el Jeneral Cáceres habia
mandado 300 rifles Peabody, con el comandante Toledo, para un batallón que está
al mando del coronel Tafur, i que tenian su buena banda de música; que los
montoneros que habían en Casapalca pasan de 600; que el objeto de esta fuerza
era cortar a todo trance el puente de la Oroya; que cuanto pasaba en Huancayo,
Tarma i Jauja lo sabian inmediatamente; que en Jauja el que les mandaba las
noticias de las fuerzas chilenas i el que los animaba para que nos atacara era
un cura que habia ahí (sic),”
Huancayo, 4 de
julio. Ese día del Canto envía un mensaje hacia Lima[7],
donde le transmite la angustiante situación de la división. “es a todas luces insostenible, si se ha de
estar manteniendo de víveres a costa de las poblaciones” Para vivir allí se
reciben el equivalente (nominalmente) a 25.000 soles peruanos (entrada
mensual), siendo necesarios casi 51.000, sin considerar “la carne, papas, leña, sal y otros artículos que se proporcionan sin
gravamen alguno.” La deuda crece con el contratista que suple a los
chilenos. La suma de los 25.000 en verdad se ha reducido a 10.000 porque no se
puede presionar más a las pobladores más acaudalados, “los recursos se han agotado por completo, no quedando más
contribuyentes que los despacheros y artesanos, que paulatinamente van cerrando
su comercio y abandonando su industria” Advierte de la imposibilidad de
quedarse en el departamento porque todas las guarniciones reclaman la falta de
recursos. El abastecimiento debe volver a manos de la Intendencia del Ejército,
y su distribución se verá favorecida, por la orden de concentrar sus fuerzas
que se ha dado desde Lima.
Ese mismo día, Lynch,
enterado de diversos ataques en la Sierra da instrucciones a José Francisco Gana para que suba a la cordillera, hasta Chicla
y mande mensajeros a del Canto con la instrucción tanto a del Canto
(Huancayo) como el coronel Gutiérrez (Cerro de Pasco) para que se concentren en
Oroya, como nuevo punto de defensa, acortando las comunicaciones y
manteniendo al mismo tiempo control de la Sierra. Y da la posibilidad a la
división del Canto, que si en su tránsito “fuese posible librar con aquél (Cáceres) un combate en condiciones ventajosas, tome sus disposiciones i proceda
en ese sentido”. Para Gana las instrucciones son que si es necesario
tome el mando de todas las fuerzas del área, trasladándose para ello hasta La
Oroya, la remisión de todos los enfermos a Chicla para que sean
trasladados vía ferrocarril a Lima, vigilar y reparar las líneas
telegráficas y ferroviarias de Lima a Chicla y mantenerlas
abiertas en todo momento y que tome contacto con del Canto para que éste
le tenga al tanto de todas las novedades que ocurran y las necesidades
específicas que precise tanto en armamentos, como en toda clase de vituallas.
El mismo día del Canto responde a Lynch
con un informe sobre la situación en la Sierra y señala que pensar en mantener
la división en las condiciones actuales “es
a todas las luces insostenible, si se ha estar manteniendo de víveres a costa
de las poblaciones”. En todas las ciudades se presenta el mismo problema.
No se puede exprimir más a las poblaciones, agotados sus recursos o tan
mermados que menos de la mitad de los dineros obtenidos (sin hablar de las
entregas de especies) es posible recaudar. Solicita que la mantención del
Ejército pase a la Intendencia General. Y otro gravísimo problema es que “Lo estenso de la línea de ocupación hace mui
difícil el abastecimiento desde Lima, tanto por la escasez de los
elementos de conducción desde Chicla hasta el punto más avanzado, cuanto
porque se ha establecido una cadena de forajidos que interceptan los caminos
(sic)”. Hay que recordar que La Oroya queda al otro lado de un cordón
cordillerano que lo separa de Casapalca, dificultanto cualquier ayuda
que precise la guarnición de La Oroya, ya sea en hombres o
avituallamiento.
Para el día 5 de julio, el coronel del
Canto ordena una redistribución de las compañías del Chacabuco, que es el batallón que
tiene a su cargo las guarniciones del interior y que forman la línea de
comunicación con Lima: una compañía sale de Huancayo y va a Concepción
(Carrera Pinto), la que estaba en Concepción sale hacia Jauja
(Nebel), la que protegía esta última (Luco) se traslada a Tarma
y la de Tarma (Lira) fue a reforzar a La Oroya. Ese mismo
día en Jauja los chilenos detienen al cura Reyes, de esa ciudad, al ser
denunciado por montoneros prisioneros como quien facilita recursos al jefe
montonero Chamorro.
[1] En esta área los
chilenos no tenían guarnición alguna por lo que podían moverse sin ser
descubiertos
[2]Guzmán
Palomino, Luis; El “infortunado contratiempo de Tafur”, artículo aparecido en
http://gdp1879.blogspot.cl/2013/07/combate-de-la-oroya.html
[3] Como consta en el
parte del Teniente Francisco Meyer, la sorpresa se había perdido merced a que “tuve noticia por
un paisano de existir una montonera, compuesta aproximativamente como de 400
hombres. Tres horas mas tarde dicho dato me fué confirmado por el señor
inspector municipal de este pueblo, quien me dijo que la montonera estaba en
Huari, distante de aquí cuatro leguas. Poco después supe que llegaban al vecino
pueblo de Huanacancha i que sus intenciones eran de sorprender a la guarnición
de mi accidental mando.”
http://gdp1879.blogspot.cl/2013/07/combate-de-la-oroya.html
[5] Parte de Francisco Meyer sobre
el combate de La Oroya.
[6] Ahumada, tomo VII,
página 176,
[7] El cual llega la
semana siguiente y el 12 de julio es remitido a Santiago, al Ministro de Guerra
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