Nahuelpuquio
y Acostambo: El 5
de abril en las montañas que rodean Nahuelpuquio, comenzaron a aparecer
grandes grupos de gente, como queriendo cortar las comunicaciones de ese pueblo
con Huancayo. Empezaron a disparar ya hacia el pueblo ya hacia el camino. Lo
que hizo que redoblara la vigilancia ante la posibilidad de alguna sorpresa.
En Acostambo, donde se situaba Alejandro Guzmán (constituido en jefe
del cantón por el viaje de su superior Roberto Bell) con 30 lautarinos y 100 Carabineros. Ordena al capitán Sepúlveda, también del Lautaro, y
que guarda Nahuelpuquio con 80
hombres de esa unidad, también esté preparado. En la noche las avanzadas cruzan
disparos y las fogatas dan una idea que el ataque se aproxima. Esa misma
jornada, en Nahuelpuquio, poblado
que contaba con una guarnición de 80 soldados del batallón Lautaro, una partida de
caballería chilena (Idelfonso Alamos,
el mismo de Comas, cuatro carabineros
y algunos arrieros) que venían de Huancayo
y que transportaban municiones en dirección al pueblo, fueron atacadas por montoneras.
Desde el pueblo salió un piquete de soldados para protegerlos y dispersar a los
peruanos. Durante todo el día los
peruanos disparan ya contra quien transite por el camino, bien hacia el pueblo
o saliendo de él, pero sin provocar bajas
Al día
siguiente, 6 de abril, a las 6 am empezó
el fuego de fusilería, ahora desde los cerros al poniente del pueblo de Acostambo
(desde Chilgua al cerro de Chuquibraca) y que lo dominan. En la población las
tropas han sido diseminadas para escapar a esa fuego. Un número creciente de montoneros
subían al morro San Cristobal, al
oriente del pueblo. Guzmán envía 10 carabineros a tomar la altura. Los primeros
intentos chilenos de controlar el morro fracasan por la fuerte resistencia de
los serranos y el aumento de sus números. Se envían refuerzos, de 11 hombres, pero
no son suficientes para la lucha que se desarrolla. Y con 20 carabineros más, tercer refuerzo, que
suben también y que tras hora y cuarto toman el cerro, dejando una treintena de
muertos peruanos. Mientras la infantería situada fuera del pueblo se habían
mantenido activa alejando a los montoneros de la izquierda hace tocar al
corneta retirada hacia el pueblo. Los peruanos bajan del cerro, pero Guzmán ha enviado algunos soldados a
una loma al pie del cerro y desde allí rechazan a los atacantes. Ha optado por
retirarse de Acostambo hacia Nahuelpuquio y para ello envía una
partida de caballería a solicitar un refuerzo de infantería.
JACALMARCA |
En el
intertanto la infantería había estado rechazando los ataques por la izquierda y
seguían ya a bastante distancia. Se ordena toque de corneta retirada a los chilenos y los indios y
serranos empiezan a avanzar, por lo que se colocan algunos tiradores en lomas
que se encuentran a los pies de las alturas de las que descienden los peruanos,
conteniéndolos. Se contaron casi 80 cadáveres en la zona, al costo de dos
heridos a lanza y tres heridos por piedras.
Y la masa montonera ha estado armada de rifles, hondas, garrotes y lanzas
El
oficial a cargo, Alejandro Guzmán,
pretende retirarse hacia Nahuelpuquio,
por lo que envía a un piquete de caballería a solicitar infantería de refuerzo
(10) para organizar la retirada. Esto ocurre a las 4 PM. A las 6 PM llega el mayor Roberto Bell y toma conciencia
del tamaño de la montonera, unos dos mil hombres, con unos 300 armados con
rifles y uniformados. Y a ellos se suman otra partida que ese mismo día ha
cruzado el río Mantaro a través de un cable que han instalado en Cacas. A las 7 PM hacen bastante ruido
de cajas y cornetas pero no prosiguen el ataque en la noche.
A su vez,
ese mismo día 6, en Nahuelpuquio, el oficial del Lautaro,
Narciso Sepulveda ha situado (tras
el aviso de Guzmán del día anterior) una avanzada en un cerro al poniente de la
población, desde la que llega el informe que los montoneros tenían rodeados a
los arrieros y carabineros (los
mismos que habían llegado el día anterior). Ya a las 9 AM, antes de las noticias que recién se daban, los peruanos
habían ocupado los cerros en una extensión de 18 km más o menos, flanqueando el
camino que une ese pueblo con Pucará y
cruzando tiros por espacio de una hora y media. El grupo de caballería que
había enviado Guzmán por refuerzos,
y recién había arribado, ahora transportaba en su grupa, por orden de Sepúlveda, a un grupo de infantería
(son 11 de caballería y 11 de infantería), mientras un piquete a cargo del
teniente Francisco Benavides flanquea
a los peruanos. Y otro va al sur. Por último Sepúlveda parte con 15 restantes, para atacar por el frente y así
liberar la presión que ejercían sobre Nahuelpuquio.
A las 4 PM el combate se hace general y cuando los montoneros empiezan a
retroceder, la caballería carga, dejando 21 muertos en el camino (esos son los
que quedan en el campo), a costa de un herido de Carabineros al costo de un solo carabinero herido. Y un rifle se quebró al golpear a un indígena.
El 7 de
abril toma el mando de Nahuelpuquio
el sargento mayor del Carabineros de Yungay, Manuel Barahona, en esa jornada en los
cerros que rodean Nahuelpuquio asoma
una gran masa de gente, que se calcula en un millar. Lleva entonces Sepúlveda toda su tropa de lautarinos,
avanzan en guerrilla al acercarse a la cumbre. Le separa una quebrada y el
pueblo de Tongo de los peruanos, aunque queda a tiro de fusil. Hay un breve
intercambio de fuego y entonces los peruanos retroceden de su posición
original. Luego vuelven al pueblo.
Como la
montonera que les había atacado anteriormente no había sido destruido o al
menos dispersada organiza una pequeña columna para tales propósitos. Así en la
madrugada del 8 dirige una columna, integrada con tres compañías de infantería
pertenecientes al Segundo de Línea, Chacabuco
y Lautaro
respectivamente, una pieza de artillería y un escuadrón de Carabineros.
El 8 a
las 7 AM, sale Sepúlveda de Nahuelpuquio
con una compañía del Lautaro, de 100 soldados. Se les envía a recorrer las
cumbres de los cerros que separan el río
Oroya de Nahuelpuquio y Acostambo, para caer a la derecha del
río y cortar el puente en Cacas. La idea
es presionarlos y empujarlos hacia Huanturo
y allí la columna Barahona les cortaría el paso y los aniquilaría avanzando
por la quebrada de Acostambo en
dirección al río. Sepúlveda manda a
la mitad de sus hombres con Benavides para que bajen hacia el río sigan la
orilla hasta el puente y lo destruyan, mientras él lo protegía desde media
falda del cerro. Al otro lado del río quedaba Pilichaca donde había una tropa en formación y con una banda de música a los que se les hizo
fuego hasta despejar la plaza. Alcanzaron a matar a dos hombres que iban a
caballo en dirección a Izcuchaca, a
dar aviso. Luego hubo más bajas, provocadas por el grupo de Benavides, al costo del caballo del
teniente, que de un disparo rodó y cayó al río. Quemó dos casas (no dice si en
el pueblo o en su trayecto) y se retiró.
Mientras
tanto la columna Barahona sale y
descansa una hora para darle tiempo a la tropa de Sepúlveda de cumplir su misión. Al desaparecer los nublados
alrededor de las alturas por cuyas faldas debía pasar, dejaban ver que estaban
ocupadas por pobladas, como asimismo las que se encontraban al frente. Frente a
esto Barahona envía un grupo de
tropas de carabineros y del Segundo de Línea (25 y 50 respectivamente) para que asciendan
por la cuesta de Chilgua, en lo que
demoran 40 minutos por lo difícil del
terreno. Los guerrilleros se habían concentrado entretanto en un morro,
y usando rifles, hondas y galgas para defenderse, se ralentizó el flanqueo de
la tropa que subía y, además, empezaron a ocupar otro morro para molestar el
ascenso por el flanco, pero fueron dispersados con algunos tiros del cañón, lo
que alivió la presión de los que subían, quienes (los segundinos) tomaron pronto control de su objetivo, con al menos 7
muertos en el campo (por la caballería que los cortó) y un número indeterminado
de heridos. (en la altura del morro, por los rastros que encontraron)
A su vez
el grupo de Lautaro al sorprender en Pilichaca,
al otro lado del río, a un grupo de 200 hombres formados. El puente de cordeles
Caca por donde pasaban los montoneros de Pilichaca
fue cortado por ellos mismos al retirarse. La tropa chilena destruye los
puntales que estaban a su lado del río para evitar que sea reparado. La columna Barahona al llegar al río,
observa que la montonera se ha corrido al pueblo de Cuencas, al cual le dispara algunos proyectiles de artillería, al
no poder cruzar el río
En las
cercanías de Jauja, el 8 de abril el pueblo de Murgue se negaba a entregar los
víveres, los cupos y habían cortado un puente, negándose después a repararlo.
Hay un estado de rebeldía en los pueblos de Huaripampa, Mito y
otros. Se envía un pequeño destacamento de 30 hombres para obtener por la
fuerza el restablecimiento de las comunicaciones, la entrega de lo debido y
vigilar los movimientos de la indiada que vivía por esos rumbos. El grupo sale
de Jauja y llegan a Huaripampa a las 7 de la tarde por lo
que pernoctan allí y al día siguiente (9
de abril) parte a las 8 AM y avanza para acercarse al puente que había sido
cortado. A las 9 30 cuando ya se acercaba se entere que el puente de Huaripampa había sido cortado,
dejándolos aislados de Jauja, y
rodeados por indígenas liderados por hacendados de la zona, el teniente
Figueroa al ver la amenaza de ser impedido de pasar opta tomar las alturas y
retroceder combatiendo. Logra desalojar a los atacantes de las alturas, pero al
tomar el camino hacia Huaripampa
desde las alturas les lanzaban galgas que provocaron la muerte de un chileno y
cuatro heridos. Aunque siguieron las pedradas sólo causaron contusos. Al estar
efectivamente cortado el puente, se refugian en la casa que estaba junto al
puente, donde resisten toda la noche mientras atacaban con piedras y algunos
tiros de fusil y dejando 4 heridos más. Durante la noche los ataques fueron
varios igual que los disparos, incluyendo un intento de los sitiadores para quemar
la casa con pólvora. Al amanecer siguiente salen haciendo fuego en retirada hasta
la orilla del río esperando allí los refuerzos del teniente Vivanco, quien
llevaba cabalgaduras para permitir el paso de los chilenos arrinconados contra
el río. Aunque las bajas peruanas las calculó el oficial en 400 (y 5.000 atacantes),
otros las estimaron más realmente en 200.
Del Canto envía un comunicado a Lynch, informándole de lo que acontecía
en el departamento, en cuanto a que la actitud de rebelión de las comunidades
de los indígenas alrededor de Concepción
y Jauja.
Esta
serie de combate obliga a un redespliegue y un abandona de las posiciones
avanzadas de Nahuelpuquio y Acostambo y cuyo propósito era
controlar el paso por el puente de Izcuchaca,
ruta más lógica para el regreso de Cáceres. La idea es poder disponer de tropas
para operar contra los montoneros, confiando en que las guarniciones en Pucará
y Huayacachi, nuevos puestos
de vigilancia, pero mucho más atrasado, puedan ser lo suficientemente fuertes
para servir de alerta y sostenerse en caso de ataque. Esas tropas son tres
compañías de infantería y un piquete de caballería.
El 8 de abril desde Lima informan a del Canto:
van en camino 300 soldados del Santiago para cubrir las pérdidas,
que saldrán el 10. Se le autoriza a usar un solo cuerpo en todas las
guarniciones que sean necesarias y reunir al resto en un solo punto. Asimismo
se envían víveres que van a aliviar momentáneamente la situación.
El 11 de abril del Canto envía a la columna Barahona (la misma de Nahuelpuquio y Acostambo) a la hacienda de
Huari, perteneciente al Obispo del
Valle para que requise animales y si se niegan a entregarlos o informar su
ubicación detenga al administrador, mientras busca el ganado (200 vacunos y
1000 carneros) y luego vuelve a Huancayo,
donde la columna se disgregará y las unidades que la integran volverán a sus
cuerpos originales (la compañía del Segundo de Línea a Huanyucachi, la del Chacabuco
a Pucará y el Lautaro a Huancayo, igual cosa la artillería)
EL TERRITORIO SERRANO |
El 15 de abril le comunican que partidas
de indios y montoneros habían interceptado las comunicaciones entre Concepción y Jauja. El 16, Del Canto parte con una compañía del Chacabuco
alguna caballería y dos piezas de artillería; marcha por el camino real pero se da cuenta al llegar
a la zona que no hay tal interrupción de las comunicaciones. Con antelación ha
enviado otra columna, a cargo del comandante José Antonio Gutiérrez, jefe del Tercero de Línea y que
inicia su derrotero desde Concepción.
Toman por el camino de Ocopa, pasa
la cuesta del mismo nombre y en algún momento rodear Apata. Está integrada por tres compañías del Chacabuco y 50 Carabineros.
A la columna Gutiérrez le llega el aviso de Del Canto en cuanto a que no hay
guerrilleros en Apata, por lo que le
ordena que siga hacia Jauja. Se
encuentra en el camino con un oficial, quien ya había avisado de la llegada de
esa columna a la ciudad, para que le tuviera listo el rancho a su llegada. El
mismo sujeto le comunica que cerca de San
Lorenzo habían aparecido montoneros, en Pachaco y que le habían disparado. Al llegar la columna a San Lorenzo hizo devolver la mitad de
su caballería a Concepción, lugar en
que había mejores forrajes.
En Huaripampa reconoce el puente que
cruzaba el Mantaro en ese punto e informa que este tiene las 7 cadenas que
fueron cortadas en la otra ribera por lo que puede llegar a ser reparado y
vuelto a poner en operaciones en pocos días. También en el pueblo, sabedores de
las operaciones punitivas chilenas han pedido que no se hagan represalias
contra el pueblo, a cambio de expresar sus deseos de paz. Informa que los
caminos aún no son seguros y de hecho el 15 de abril una montonera bajó y
asesinó a un indígena que traía animales prestados por el cura de Concepción. Y
la tropa de caballería que había enviado a Concepción
para proteger el correo (y también el camino) le comunicó que en Huaripampa estaban entrenando gente,
pero no se veían armas y que las montoneras se veían desde las afueras de Concepción hasta las inmediaciones de Ataura. La buena noticia es que hay
confirmación que el batallón Santiago, de casi 700 plazas está en la Oroya.
Antes de
llegar al río cerca de San Lorenzo se
veían en los cordones de cerros las montoneras, que de vez en cuando les
disparaban, inútilmente, porque estaban a más de 3 km. Al llegar al punto donde
se había impedido el que la conducta no volviera a producirse y
hace fuego con algunos tiros hacia un pueblo (previa aviso del acto) y a los
montoneros que se asomaban por el cerro, los que desaparecen, para volver
cuando la columna reanuda su marcha. Pasa por el río que se encuentra cerca de Alaceca y dispara un par de proyectiles
de artillería cuando le disparan con fusiles que, debido a la distancia, se
vuelven inútiles. Al caer la granada los indios volvieron a desaparecer. En el
pueblo de Muquillahue también les
disparan pero sin mayor efecto, por lo que también le dispara un par de
granadas de artillería. Luego avanza hacia Jauja
donde llega al final de la tarde. Informa que los peruanos mantienen el puente
cortado con una pequeña guardia en la que flamea una bandera peruana. Respecto
de las montoneras las califica de mal armadas y peor disciplinadas y que no
serían más de 300.
Una correría como las de Arauco: Para someter a las
pobladas rebeldes del lado izquierdo del río
Mantaro, el coronel del Canto, envía
tres pequeñas divisiones o columnas:
a.
La
columna Gutiérrez, por Jauja, dirigida por José Antonio Gutiérrez e integrada por
cuatro compañías del Tercero de Línea,
una compañía de Carabineros y dos
piezas de artillería. Corre por la ribera sur del Mantaro. Este oficial
informará que las poblaciones de Huaripampa,
Muquiyahue, Muñí y Huanconi han
enfrentado la columna y se ha reprimido a la poblada, causándole alrededor de
200 muertos, y vuelve con 200 vacunos y 100 animales de ganado menor. El costo
ha sido dos ahogados y un sargento y tres soldados muertos en combate. Ha
destruido en Huaripampa al batallón
guerrillero del cura Buenventura Mendoza,
quien junto a autoridades civiles, quienes organizaron y dirigieron la
montonera, que incluso llegó a contar con un pequeño destacamento de caballería,
la que fue destruida el 22 de abril, cuando a la altura de Antoshpampa divisaron al regimiento chileno que venían por la ruta
de Atishi. En las Pampas de Huyucan y Pirataco precisamente donde fueron aniquilados por un escuadrón de
caballería con el que se encontró en terreno llano, perfecto para los chilenos.
La población fue incendiada entera luego de saquear todos los alimentos
disponibles para cubrir el pago de las cuotas no pagadas. Para el 23 de abril,
permanece en Cinces, algunos días.
Sin embargo a la mañana
siguiente los chilenos cruzan de igual manera el río, levantando un puente
improvisado y empiezan la correría para saquear de alimentos los diversos
pueblos que no han entregado el cupo requerido. Se producen escaramuzas entre Pilcomayo,
Sicaya y Chupaca, siendo la última una de las más violentas. Y en las
pampas de Huyuycán y Pirataco se enfrentan con el batallón
guerrillero “Libres de Sicaya” que
es destruido por la columna Gutiérrez. Sus altos oficiales que se han salvado
intentan cruzar el puente Viso sobre el río Cunas, en el límite de Pilcomayo y
Huamancaca Chico, para dirigirse al sur, hacia Chongos Bajos, a encontrarse con las fuerzas del Coronel Ceferino
Aliaga y reforzar a los emponchados del Cunas. Disfrazados con poncho y macora, al
intentar cruzar el puente una patrulla chilena los detiene y los lleva a
Huancayo, donde 3 serán fusilados y uno no por estar herido
b.
La columna Robles, por el puente de La Mejorada, dirigida por Eulogio Robles con cuatro compañías del Lautaro, batallón que dirige, un escuadrón de
caballería y dos piezas de artillería. La noche previa al cruce, el 17 de abril a la medianoche inutilizan
el puente colgante de La Mejorada
(frente a Huancayo) a punta de combo
y cincel. Atacaron el cable principal del puente el que cae estrepitosamente al
río Mantaro. Una patrulla chilena es alertada por el ruido y lanza una
descarga. Los atacantes, una partida pequeña, huyen a la rastra para escapar de
las balas, contentas de su éxito. También, otro grupo hace caer el puente en
Chongos Bajos.
Pero al día siguiente los chilenos improvisan
un nuevo puente con el que cruzan y siguen su marcha
c.
La
columna Barahona, que se mueve por Chongos Bajos con el mayor Manuel Barahona que avanzó con tres
compañías el Segundo de Línea, dos
piezas de artillería y una compañía de caballería. El 19 de abril en Chupaca (o
Carato) se enfrenta con el batallón guerrillero Los Emponchados del Alto Cunas, liderado por Ceferino
Aliaga, al cual destruye con escasas bajas. Los peruanos derrochan un valor
suicida pero terminan en el suelo por centenas. La población es incendiada.
La
campaña tomó 10 días (desde el 19 al1° de mayo) en marchas, ataques y
dispersiones de montoneras, pacificando (aniquilando) a la mayoría. El número
de muertos de los peruanos, catalogados de montoneros, ascienden a 470. Se
trajeron gran cantidad de animales, mayoritariamente corderos. De armas sólo 9
fusiles de distinta clase se capturaron y varias lanzas. La columna Robles capturó 700 animales vacunos y
unas ocho mil ovejas, además de “21 cargas de azúcar, 4 sacos de arroz y 10
barriles de licor. La división del coronel Gutiérrez trajo 146 animales vacunos
y 86 ovejas, como igualmente 8 sacos de arroz y 6 barriles de manteca… De los animales traídos
se está sosteniendo la división de mi mando.”[1]
El
subteniente Benavides recordó una
expedición a mediados de mayo, en la que se envió a parte del Lautaro
con tropa del Carabineros: “pasamos uno
a uno y con grandes precauciones el puente
Lautaro, y en la tarde todo el batallón vivaqueaba en la orilla opuesta”.
Parten al día siguiente y primero llegan a una hacienda abandonada
recientemente por sus moradores, arrancando de los chilenos. Encuentran en un
potrero unas 3.000 ovejas y se da orden que se las sacrifique, porque “no se pueden llevar ni mandar a Huancayo, y
si se dejan al enemigo las puede esconder en alguna quebrada” Solo
permanecen en el lugar para efectuar la masacre de animales. Luego marchan y al
rato empieza a caer una plumilla que luego se convierte en copiosa nieve que en
una hora crea una cubierta de 20 centímetros de profundidad, cansando a la
tropa pues se hunde en ella. Avanzan por senderos poco frecuentados los que
permite tras más de 24 horas sin comer y con algunos descansos solamente para
ordenar las filas llegar a la hacienda
Incahuasi.
HUARIPAMPA |
Los carabineros que les precedían les esperan.
Han capturado al administrador de la hacienda. Pero no encuentran animales.
Ocupan hasta el último centímetro de las casas y también los patios. En la
noche cae nieve pero en menor cantidad. A la mañana siguiente los carabineros hacen reconocimiento en diversas
partidas pero todos llegan con el mismo parte: de animales no hay huella
alguna. En la tarde se envían más partidas, ahora del Lautaro, nutridas y
vigilantes por alguna celada que les tendieran las montoneras. En la tarde
cuando empiezan a volver una llega con buenas noticias: encontraron una gran
cantidad de animales escondidos en un vallecito. En toda la tarde y parte de la
noche y el día siguiente se ocupan de traer los animales y llevarlos hasta los
corrales de la hacienda que ocupan. Caballares y vacunos se encargan los carabineros y las ovejas van de parte de
los del Lautaro.
El llevar
las ovejas fue todo un desafío a veces
corrían jadeantes y caían y se pisaban y
a ratos se estrechaban y marchaban unas en pos de otras; pero en círculo, al que
siempre daban vueltas y más vueltas.
Para que el piño siguiese la marcha había que romper violentamente las
desordenadas filas y hacer que un carnero de astas caracoleadas, cuánto más
caracoleadas mejor, tomase la delantera” Toman por el camino real, pero
cuando entran en una pequeña población los animales se arremolinan en círculos
de nuevo y se les suma el piño de animales que venía detrás, empeorando el
caos, hasta que toman cuatro de los carneros caracoleados, los atan por las
astas y se abren paso hacia la salida que se deseaba tomar y luego las demás
ovejas las siguieron hasta un puente donde empiezan a cruzar, pero una se cae
al río y la empiezan a seguir otras, las que mueren ahogadas. Pero terminan de
cruzar y tras una marcha de ocho a diez días consiguen llegar a Huancayo donde las entregan a los
faneadores para que las distribuyan en las unidades, dejando unas mil en el
camino.
A finales de abril, del Canto recibe una
comunicación de Lynch, con fecha 22 de abril. En ella el vicealmirante
responsabiliza de la revuelta a los municipios que imponen las cuotas sobre los
indígenas pero dejan en paz a los hacendados. Recomienda tratar directamente
con los caciques y comprar lo que a ellos se les retire. Le propone que organice
una junta con los oficiales superiores de sus unidades para discutir el tema.
Respecto del Santiago, le
recomienda que lo mantenga cerca suyo y reunido como unidad porque no confiaba
en la conducta de su oficialidad
En las filas del Lautaro y en las demás unidades se oyen los rumores de una
vuelta pronta a Lima. Pero son sólo eso, rumores.
Sin
embargo organizar esas divisiones ha provocado que se desguarnezcan o debiliten
las guarniciones. Así en Pucará solo
quedarán 50 soldados del Chacabuco, luego reforzada por una
compañía del mismo batallón.
Las
compañías del Segundo de Línea abandonaron Huancachí. Posteriormente los peruanos atacan a la guarnición en Huanyucachí, integrada por el Segundo
de Línea, pero pronto sale otra columna para escarmentar a los
atacantes, integrada por el batallón Tercero de Línea, una compañía del Chacabuco,
un par de piezas de artillería y algo de caballería. Y para no dejar
desamparado Concepción, donde
estaban los del Chacabuco, se manda otra compañía del mismo batallón.
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