ALZAMIENTO
GENERAL Y OFENSIVA CACERISTA JULIO DE 1882
El
plan de Cáceres: Desde el refugio de Huancavélica Cáceres pudo
planificar con tranquilidad sus próximas operaciones. Su excelente servicio de
inteligencia, tanto en Lima como en la misma Sierra, le daba un conocimiento
certero de la situación de la división del Centro o división del Canto.
El envío en “claro” de las instrucciones que el
Estado Mayor chileno enviaba a del Canto, el 20 de junio, cerró
sus informaciones con el mejor dato de todos: los chilenos estaban organizando
su retirada masiva, al menos hasta la Oroya. Debilitados por la enfermedad y
deserciones, era la oportunidad perfecta para dar un golpe y destruir a la
división chilena.
Los chilenos habían cedido la ofensiva a las tropas
peruanas. Se limitaban a mantener guarniciones, algunas muy aisladas. Por lo
que él podía elegir el dónde y el cuándo atacar en fuerza.
Durante todos esos meses, de marzo a junio,
Cáceres, al otro lado del puente Izcuchaca había reconstituido a
su Ejército, agregando primero a los
soldados del coronel Panizo, o al menos aquellos que no aprovecharon la confusión
para desertar. Y luego con llamamientos a la población a que se sumara pudo
reconstituir batallones y organizar otros nuevos. Claro, mucho de ese personal
eran simples civiles que se unían por patriotismo y a la que había que imponer
disciplina militar y adiestrar en el manejo de las armas. También sumaba a las
columnas guerrillas, y las montoneras, constituidas en su fuerte por los
indígenas, llevados por el amor a Cáceres y a la venganza por las afrentas que
les había causado la ocupación y las expediciones punitivas chilenas.
EL TEATRO DE OPERACIONES |
Pero hacia mayo tiene 1.500 hombres en armas. Su
artillería, servida profesionalmente contaba con 5 piezas pequeñas de bronce, de ánima lisa (que son menos precisas
que sus hermanas de ánima rayada) y tenía una caballería de alrededor de 300
hombres. Como en la zona de Ayacucho, Cáceres es amo y señor,
fija cupos y cobra contribuciones y se endeuda en nombre del estado peruano
para vestir, alimentar y amunicionar a sus nuevas tropas. Ha enviado emisarios
a todo el departamento de Junín para organizar su red de información. Jauja,
Ocopa y San Jerónimo son centros de apoyo cacerista.
El plan que concibe es el siguiente:
a. Enviar por adelantado a la división de Vanguardia del coronel Gastó,
fuerte en dos batallones (400 hombres), para que rodeen la posición chilena en
Pucará y Huancayo, y avancen hacia el norte hasta lograr situarse en Apata. De
allí, junto a las columnas guerrilleras del área, asalte y destruya las
guarniciones chilenas en Concepción primero y Jauja después, para luego
concentrarse en las montañas que rodean el camino que une Concepción y Jauja y
espere a los chilenos que transiten por allí.
b. El coronel Tafur se concentre en la zona de Casapalca, con la columna
guerrillera del lugar y las montoneras para asaltar el puente La Oroya,
destruir el puente y aniquilar la guarnición. El propósito es que esta vital
línea sea inutilizada para el tráfico de refuerzos y víveres, así como de ruta
de escape para la División. Posteriormente se una a Gastó en el área de Concepción.
c. El grueso del Ejército del Centro asaltará las posiciones chilenas en
Pucará y destruirá esa guarnición para seguir hacia Huancayo y batir a del
Canto y obligarlo a retroceder en desorden hacia las alturas donde le espera
Gastó.
Primer
combate de Marcavalle: En el lugar llamado Marcavalle,
se situó una avanzada, perteneciente a la guarnición de la población de Pucará.
El 3 de junio dicha avanzada, una compañía del Santiago a cargo de Juan Castro empezó a ver que se
acumulaba gente en los cerros delante de su posición. El oficial decide
despejar la altura, cuando avanza hacia el sector de La Garita los
peruanos se sitúan en un cerro pedregoso, y ahora gozan de un número relevante
de armas de fuego, lo que imposibilita tomarlo por asalto, por lo que para, al
menos, no quedar bajo las tropas atacantes, toma otra altura situada a la
derecha de la posición peruana.
Una parte de la compañía queda protegiendo, desde la
altura, el campamento y la otra queda frente a los montoneros. El teniente Castro
envía un mensajero a Pucará para que le brinde apoyo. Así se dirige
hacia allá otra compañía del Santiago
a cargo del teniente Cervantes, con un efectivo de 90 hombres. Este le
ordena a Castro que la parte que sigue con él, baje a proteger el
campamento, mientras la compañía recién llegada, que sube al mismo cerro, se
junta al resto de la tropa de Castro, que sigue en la altura (a cargo de
un subteniente con 30 soldados). A ese momento los peruanos han avanzado por la
izquierda (200) y la derecha de su posición (500). Armados de lanzas, hondas y
armas de fuego (que calculó en más de 70). Los rechaza y los persigue hacia el
puente Paso, y dejando en el campo unos 30 muertos.
Los
movimientos peruanos: Reorganizado su Ejército en Ayacucho donde estaba
su cuartel general, parte Avelino Cáceres y su Ejército del Centro
del Perú el 1° de junio de Ayacucho en dirección a Izcuchaca.
“Antes de partir en su campaña de persecución
al enemigo, las familias ayacuchanas organizaron en honor de Cáceres una
cariñosa despedida, ofreciéndole un
baile muy animado.
Allá en la
sierra llaman “cachaspari” a esta fiesta del adiós. Todos le hacían
afectuosas demostraciones de sentimiento por su viaje y los notables salieron
hasta fuera de
la ciudad para
darle la última
despedida como un buen augurio de triunfo”. [1]
MERCADO DE HUANCAYO |
Endereza sus pasos hasta Huancavélica el 16
de junio, donde permaneció tres días aprovisionándose de dinero, pertrechos
y caballería. El 19 sale de allí y sigue su marcha hasta que pernoctó en la hacienda de Acombabilla
y el 20 ocupa Izcuchaca. En esa población encuentra una fuerte
columna de guerrilleros a cargo del coronel Miguel Gálvez, los que eleva
a 2.000 el efectivo disponible en ese momento
El 22 de junio Cáceres realiza un reconocimiento de los
pueblos de Acostambo, Nahuelpuquio, Tongos y Pasos,
aprovechando de reunirse con las diversas columnas de guerrilleros que
operaban en la zona. Regresa a su puesto
y ese mismo día se desprende de la División de Vanguardia (batallones
regulares Pucará y Libres de Ayacucho), que sigue su
propia ruta
A su vez, declara Cáceres, “con el objeto de desconcertar al enemigo, hacerle que distribuya sus
fuerzas i fije sus defensa por todos lados” ordena a las tropas y
guerrilleros bajo el mando del coronel Tafur situadas en la orilla
izquierda del Jauja atacase La Oroya y destruyese el puente. Al
mismo tiempo manda al subprefecto de Huarochirí que procedieran a atacar
a la guarnición de Chicla.
la que por
caminos laterales y poco transitados, recibe la orden de flanquear Huancayo
y dirigirse al norte, empleando la ruta Acostambo-Huaribamba-Paltarumi-Comas,
para unirse a los guerrilleros de Ambrosio Salazar y establecerse en Apata,
pueblo situado sobre un camino de
montaña a 4 km al Este de la ruta principal que une a Concepción con Jauja.
La
conferencia: El 22 de junio el coronel Estanislao del
Canto llega de Lima. El 19 ordena Lynch a del Canto
que regrese a Huancayo para el 20, con el propósito de empezar a
organizar la retirada desde la Sierra hacia una posición menos expuesta, para
ello le da órdenes secretas para retirarse y dándole previamente mano libre
para actuar según su criterio militar. Ya el último Virrey del Perú ha enviado
comunicaciones a Santiago para informar de lo desastroso de su política
de intentar mantener guarnecido el interior del Perú. No ha sido la única
presión desde la capital chilena. Además el gobierno de Santa María ha
presionado para que se reduzcan al mínimo los gastos de la ocupación y que
soporta el erario chileno. Le han recomendado retirar tropas desde Callao y
Lima para retornarlas a Santiago y desbandarlas, con ignorancia absoluta de las
condiciones militares. Pero Lynch, sujeto a la obediencia, tiene que reducir
gastos, así disminuye el número de ambulancias (hospitales de campaña)
disponibles y los reorganiza de manera que de 6 pasen sólo a 4, reduciendo en
un tercio el gasto destinado a ese ítem.
Se le entrega orden de disponer que el Segundo de Línea sea enviado de
vuelta a Lima (del Canto dice que a petición suya) y que empiece a
concentrar sus tropas entre Concepción, Tarma y Jauja. La
idea es hacerlo de tal manera de sorprender a los peruanos y evitar ataques
contra la retaguardia chilena y las pequeñas guarniciones a medida que se
concentren en puntos más defendibles.
Al viajar de vuelta desde Lima, se envía
desde el Estado Mayor un telegrama “abierto”,
sin criptografiar, donde se indica que del Canto apurara la marcha hacia
Huancayo para sacar la guarnición de allí y que al mismo tiempo (repite
la instrucción) de enviar a los segundinos
de vuelta a Lima. Ese telegrama, con fecha del 20 de junio, lo
lee del Canto en Chicla, donde los telegrafistas son peruanos. El
texto decía así: “Apure US su marcha a Huancayo
para que llegando a aquel punto haga desocupar la guarnición que lo cubre
conforme a lo ordenado. La marcha del Segundo de Línea, trate de
llevarla a cabo cuanto antes. Espero que US, además, tome las medidas que
estime conveniente a la salubridad de la tropa, distribuyéndola en los puntos
más adecuados, para lograr este fin, conciliable en lo posible con las
operaciones militares.” Este primer error chileno conducirá a la pérdida de
la guarnición de Concepción. Del Canto está furioso pero ya nada
puede hacer sino cumplir con sus órdenes a toda prisa. Ese mismo día los espías
peruanos comunican a Cáceres el contenido del mismo. El Brujo ahora puede manejar los tiempos para su ofensiva.
Se ordena a las tropas incrementar la vigilancia,
conociendo que las noticias difundidas por el telegrama ya estaban en
conocimiento de Cáceres. La retirada sorpresa quedaba anulada
completamente. Como no queda otra posibilidad, del Canto viaja a Huancayo,
sede de su comando, para empezar a organizar la retirada, pues aunque se sabe
que se efectuará, al menos los peruanos no saben cuándo se hará a ciencia
cierta. Del Canto hará una parada en Tarma. Sabe que los dos
hospitales de Huancayo, con 300 enfermos deben ser evacuados. Allí organiza el establecimiento
de recintos para recibirlos cuando se retire en esa dirección. También en Jauja
hay otro hospital con capacidad hasta 100 camas para que sirva de punto de
descanso en dirección a Tarma.
El 26 de junio, llega a Huancayo donde
es conocida la instrucción que tiene del Canto de evacuar la zona, “al día siguiente (del regreso de del Canto) el subteniente Pérez Canto le escribe a su padre: “El coronel llegó
ayer y dícen que trae órden para llevarse a Lima al 2° de línea i al “Chacabuco”,
por el buen comportamiento que han tenido durante toda la expedición”.
Del total de enfermos, que son 384, al menos 83 no
tienen movilidad propia producto del tifus, la gran mayoría, o la viruela, en
unos pocos casos. Se tienen que armar camillas, porque de ellas se carece y no
hay madera con qué fabricarla en Huancayo, obligándose a usar incluso el
cuero de animales faenados como telas. La operación dura 10 días. Cuenta Benavides
Santos “salieron varias pequeñas
partidas al mando de oficiales a requisar burros y cabalgaduras aptas para
conducir a los enfermos menos graves. Y con cueros de vacunos y ramas de
árboles o trozos de madera, se hicieron camillas para los más graves, que
debían ser conducidas por indios que fueron tomados con tal fin”[2]
Los porteadores indígenas no serán buscados sino hasta el último día para que
no avisen la fecha exacta de la salida de la división.
Segundo
combate de Marcavalle: A los dos días del regreso de del Canto,
precisamente el 28 de junio de 1882 en Marcavalle, la guarnición
integrada por la Tercera compañía del Santiago (Quinto de Línea), es atacada por una montonera
integrada por las guerrillas de la zona a las que se ha sumado la columna de
Pampas, recién llegada al lugar donde se encontraba instalado con el Ejército
del Centro que ha avanzado, sin que los chilenos tengan noticias de ello.
A las 3 PM, los peruanos se instalan a mucha
distancia frente a las avanzadas, unos dos kilómetros, para irse sobre ellas a
las cuatro y media de la tarde. El oficial a cargo, capitán Claro Ríos,
ordena a todos sus hombres subir a un cerro situado a su derecha, ocasión en
que resulta herido un soldado, pero los peruanos no avanzan más allá. Ríos,
pensando que será atacado en la noche,
envía al soldado herido para que vaya a Pucará a solicitar refuerzos.
Desde ese punto, a las 11 de la noche, le remiten inicialmente 25 soldados de
una compañía, pero luego llega el resto de la compañía (la Cuarta) y una
pieza de artillería a cargo del capitán de La Torre.
Al llegar al lugar adopta posiciones defensivas: una
fuerza de 60 hombres (Ríos) al cerro de la izquierda y 35 al de la
derecha (Briceño). Los restantes 90 hombres quedan entre las dos
posiciones anteriores, haciendo frente a los peruanos. Más atrás que el cañón.
Los montoneros, una fuerza relevante armada, se calcula con 15 armas de fuego.
Como los peruanos presionan mucho, intentan tomar el campamento, entonces de
La Torre decide salir de sus posiciones y avanzar contra los asaltantes,
haciéndoles retroceder más allá del campamento que ellos habían montado, el que
los chilenos aprovechan de quemar hacia Paso. Luego empieza a retirarse
Mientras en Pucará, el sargento mayor Domingo
Castillo, a cargo del batallón Santiago,
estaba con la Quinta Compañía, , sin tener novedades en la noche ni a la
mañana siguiente (29 de junio) por lo que avanza con otra compañía y al
llegar a Marcavalle observa que las tropas de de La Torre están
siendo rodeadas. Entonces apoya al grupo más pequeño que está sufriendo mayor
presión y al cuál se le han hecho dos muertos cuyos cuerpos toman los
montoneros y empiezan a arrastrarlos. Hacia allá se dirige Castillo, y
avance al trote. Adelanta a los antes sitiados Logra recuperar un cuerpo,
decapitado, desnudo y lleno de lanzasos.
Los peruanos se han llevado las cabezas para empalarla, así como los dos
fusiles de los chilenos. Se retiran aprovechando el terreno, perdiéndose hacia
una altura. Tras eso, Castillo ordena una retirada ordenado en
secciones, protegiendo el paso por las quebradas, por lo que los peruanos se
regresan e intentan envolverlos por las alturas, pero consigue llegar a la
posición en que se encuentra el cañón que hace fuego de apoyo y los mantiene a
raya. Ahora ordena que la tropa de de la Torre se empiece a retirar
hacia Marcavalle, a la que le hieren un soldado en el movimiento y
vuelve hacia su posición original. La montonera permanece en posición pero no
ataca y se retira al anochecer. En total ha costado dos muertos y tres heridos
(la Tercera Compañía lleva los dos muertos y dos heridos).
Castillo al informar a del Canto sobre el combate, señala que faltó
caballería para poder dar persecución y dañar realmente a los montoneros, lo
que ha solicitado antes. En la posición del Santiago, como la adelantada de las
tropas en Huancayo, sabe que será la primera línea de choque cuando los
peruanos retornen al departamento de Junín.
Del Canto da la orden terminante, a todas las
guarniciones y tropas chilenas, de no abandonar sus posiciones en persecución
de montoneras y que se fueran retirando, pues “las bajas que nos hagan en la tropa, por muerte o heridas, no quedan
compensadas con centenares de indios que queden en el campo”.
A finales de junio el batallón Santiago se encontraba así disperso:
una compañía en Zapallango, una en Marcavalle, dos en Pucará
y dos en Huayucachi.
CERRO PASCO |
El 29 de junio a las 11 AM llega Cáceres y su
Ejército del Centro a Acostambo, y se mantiene ahí hasta el 31
cuando se mueve a Pasos, donde monta su campamento, para organizar la
tropa regular así como la enorme masa de guerrilleros e indiada que le
acompaña. El general peruano dirá en su parte de la campaña que “resolví emprender el ataque formal sobre los
chilenos el 9 (de julio). Tal
pensamiento comuniqué al coronel Gastó: en un mismo día y hora asaltar la
guarnición chilena de Concepción que era la retaguardia del enemigo, a la vez
que con el grueso del Ejército emprender sobre Marcavalle, Pucará, Zapallanga y
Huancayo simultáneamente”
Mientras los peruanos se refuerzan. El 24 de
junio Cáceres envía mensaje a Ayacucho solicitando que se le remitan más
armas para los voluntarios que van llegando y anunció la llegada de unos
seiscientos guerrilleros (lanceros) que forman parte de la columna guerrillera
Acoria y en camino venían dos compañías más.
El 28 el mismo Cáceres y sus ayudantes
se adelanta para hacer un reconocimiento del terreno y de la guarnición chilena
más cercana a sus tropas. A esa altura los guerrilleros han sido encuadrados,
dice el mismo Cáceres “en tres
divisiones que la forman seis batallones
de más de 500 hombres cada uno, todos entusiastas y decididos”. Y como es
tal la cantidad de montoneros “y para
ellos es de precisa necesidad el consumo de la coca (pide) el acopio de la mayor cantidad que sea
posible de este artículo, entre las provincias de Huanta y Lamar, cuyos
productos deberá remitirse a medida que se vayan consiguiendo”.
El 29 avanza la Segunda División desde
Izcuchaca hacia las proximidades de Marcavalle. Ese día también llega una
columna guerrillera de Colcabamba (Sanchez Reyes). Y el 30 se
moverá el resto del Ejército en busca de los chilenos. A esa altura los hombres
del Santiago no tienen idea lo cerca que se encuentra Cáceres con sus
posiciones, al carecer de exploradores.
[1] Antonia Moreno de Cáceres, Recuerdos de la Breña
[2] Benavides Santos,
Arturo Seis años de vacaciones, página 180
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