LAS ENFERMEDADES: La región tenía fama de
ser limpia en sus aires y muy sana. Los chilenos se llevarían una sorpresa muy
desagradable. “La llegada de las lluvias
provocó la propagación de la viruela, con efectos desastrosos. El estado de los
hospitales de las guarniciones no era el mejor, carecía de personal suficiente
de medicinas y sus botiquines estaban casi agotados.” Además la escasez de
alimentos y de ropa debilita a la tropa y facilita las enfermedades y provoca “las bajas que causaban las epidemias de
tifus; esta y otros brotes epidémicos mermaron las fuerzas como promedio en un
20% de enfermos en hospitales y cuadras.”[1]
Estado sanitario de la guarnición de Huancayo.
Abril, 1882[2].
CUERPOS
ENTRADOS DEFUNCIONES ALTAS
Artillería 6
26 4
2° de Línea 22
33 7
3° de Línea 11
22 1
5° de Línea 0
1 0
6° de Línea 22
35 4
Lautaro 10
21 3
Carabineros 35
70 10
Total 106
208 29
El
oficial jefe del Chacabuco, comandante Pinto Agüero informó vía oficio a del Canto de las bajas: “En la actualidad cuenta el batallón con
un efectivo de 681 hombres, teniendo por consiguiente 223 bajas, que es
menester llenar oportunamente”.
En mayo,
contó Benavides Santos, “recrudeció la
epidemia de tifus que se había declarado unos dos meses antes. Como el número
de enfermos aumentaba día a día se habilitó una casa como hospital. Y como no
había ni catres ni colchones se instalaba en el suelo a los enfermos; y con sus
ponchos, frazadas y uniformes se les preparaba camas. Y el número aumentó tanto
y eran tantos los que morían, que hubo necesidad de nombrar diariamente a un
oficial encargado de hacer enterrar a los muertos. Dos, cuatro o más morían
diariamente… Y morían en esa fría chica y sucia casa habilitada como hospital y
tirados en el suelo…Y casi no había gente para relevar las guardias y servicios de seguridad”.
De esa terrible enfermedad, cuenta en una carta, Perez Canto del Chacabuco, ya en marzo, en Tarma “un oficial está a la muerte a causa de la
infinidad de enfermedades que hay por aquí, sobre todo la de tifus, que muy
poco libran, a quienes ataca esta enfermedad”. Afecta también al personal
sanitario.
Un
enfermo de tifus, contaba Antonia Moreno,
en su estado final “,…estaba tieso,
con los ojos fijos
y la
lengua trabada; casi
estaba en agonías….el tratamiento usado
en la sierra
para combatir tan
terrible mal: un lavado
interno de cocimiento
de yerba santa
con verbena y
suero clarificado; el efecto de este desinfectante es maravilloso.
Parece que el tifus es una infección intestinal y estas yerbas tienen la
propiedad de purifcar la sangre; y una vez que los intestinos quedan limpios el
mal desaparece. [3]
SIERRALUMI |
A medida
que llega y avanza el invierno, con ellos aumentan las enfermedades (derivada
de los mosquitos y otros insectos abundantes en la zona). En Huancayo, principal concentración de
tropas chilenas, y donde se han instalado dos hospitales, escribe el médico Senén Palacios, el 15 de mayo, quien cayó enfermo de tifus pero sobrevivió y se
hallaba convaleciente para la época. Escribió en una carta: “Es ya mui crecido el número de soldados
muertos, no habiendo bajado durante dos meses a esta parte de cuatro a seis
diarios… Pero lo más sensible de todas las pérdidas ha sido la de nuestro querido
compañero el Cirujano Pedro Candia…víctima también del tifus… Candia tenía el
presentimiento o más bien la convicción de lo que debía pasarle; pero no vaciló
un instante en hacerse cargo de las salas… El sabía que cuantos penetraban allí
fatalmente caían infectados… Los Cirujanos Abarca e Ibarra hacen solos el
servicio en los hospitales i cuarteles, cuyo número de enfermos ascendía el 4
del presente a quinientos ochenta i cuatro (584), siendo más de la mitad
enfermos de tifus!!! Ayer llegó un compañero más, el Cirujano Justo P. Merino,
que venía de Lima con la idea de que aquí el ejército pasaba la gran vida i que
en este valle eran desconocidas las enfermedades ¡¡¡¡cuál sería su
sorpresa al tener conocimiento de la gran epidemia!!!”[4]
A finales
de junio, en una carta, un oficial
del Santiago
contará: “tenemos otro enemigo mas a
quien a batir. Este es aun peor: se llama el tifus, que se ha desarrollado de
una manera muy fuerte . Sólo en una semana cabal, de sábado a sábado, han
fallecido de tal enfermedad 12, cinco del 2° y siete del Lautaro. El Santiago,
sólo en el curso de 2 meses, tiene 10 bajas, y es de advertir que es el cuerpo
que goza de mejor salud de los que existen en Huancayo…no miento, diciendo que
desde el tiempo que esta división ocupa en esta zona, son mas de 500 las bajas,
contando con las de la batalla de Pucará”
El 17 de mayo obtiene permiso del Canto para dirigirse a Lima para
explicar la real situación de las tropas a su mando. De los 3.909 hombres en
armas 860 no están disponibles (340 enfermos y 520 ausentes del territorio).
Parte el 21 de mayo y le subroga José Miguel Alcérreca jefe del Carabineros
de Yungay. Primero llega a la posada de La Oroya y luego directamente marcha hacia Chicla donde toma el ferrocarril a Lima, ciudad a la que arriba el 22. La conferencia con Lynch le muestra
que en la capital del Perú tienen una idea errada de las condiciones de vida en
la serranía para las tropas que la guarnecían. Pero abre los ojos con la
reunión directa con el oficial al mando en terreno.
El 23 de mayo se produjo el relevo de
guarnición en el pueblo de La Concepción, mientras llega una compañía del
Chacabuco, la sexta compañía del Segundo de Línea, se vuelve para Huancayo[5].
En una
correría contra los montoneros para recuperar botas y equipos sustraídos por
montoneras, en la que participa el subteniente Pérez Canto. A las 3 de la tarde del día 25 de mayo les ordenan estar
listos para las 2 AM del 26 a
marchar en campaña que duraría entre 8 y 10 días, cruzando un puente de cimbra
con dificultad, por el mal estado del mismo, y en él se demoran como dos horas
en cruzarlo primero a Chongo donde
llegan a las 5 PM y a las 12 de la noche marchan sobre Colca y de ahí seguir casi de inmediato. A las 3 de la tarde del 27 de mayo aún no podían llegar a la
cúspide del cerro y eso que habían empezado la marcha a las 12 30 PM, ““salimos esa noche porque teníamos que subir
mucho, figúrese mi querido papá que a las tres de la tarde del día siguiente
todavía no llegábamos a la cumbre del cerro i principiamos a subir como a las
12 de la noche… los caballos no podían subir se resfalaban en las piedras, los
soldados subían gateando, dos piezas de artillería que también iban se dieron
vuelta, por fin llegamos”[6] Sigue así la marcha hasta Colca y luego a las 2 AM parten a Carguacayanga, “donde encontramos el pueblo completamente abandonado… incendiamos hasta
el ranchito más insignificante, i así fuimos haciendo con todos los pueblos a
donde llegábamos…”[7]
Las tropas en todo este recorrido tuvieron que dormir a la intemperie en plena
cordillera.
HUANCAYO |
Por estos
días se han detenido numerosos mensajeros de Cáceres en la zona de Huancayo,
como asimismo las autoridades de la municipalidad de Huancayo a quienes se
acusa de actuar también como espías del Ejército del Centro del Perú.
Las
condiciones de vida no son las mejores. A la altura de junio cuenta el soldado
Ibarra, al ir a sepultar a un soldado del Segundo de Línea “después que lo sepultamos a nuestro camarada,
nos retiramos al cuartel….veníamos atrás con (un camarada). Conversando del cementerio y mirando las
bóvedas, en una bóveda había un soldado muerto del batallón Santiago 5º de
Línea, tenía un par de medias, botas vayas. Estaban casi nuevas y muy
flamante[s], yo me encontraba con mis botas todas rotas y hechas pedazo y
amarradas con alambre, y yo le dije al camarada Rafael Manzo, yo le voy a
sacárselas las botas al difunto del 5º de Línea y el camarada me previno.
Ibarra no le saques las botas, porque el muerto va a perseguirte por mucho
tiempo, y no le saques las botas, mira Rafael yo no le tengo miedo a los
muertos a ninguno, porque no penan y no se levantan más. A los vivos si que hay
que tenerles miedo, porque el que pega más fuerte es taita, entonces yo le
saqué las botas al muerto y le coloqué las botas mías que estaban en mal
estado, y yo me puse las botas flamantes y llegué acompañado de mi camarada
Rafael Manzo al cuartel, y luego me saqué las botas que tenían mal olor,
fétido. Tuve que lavarlas con jabón y escobilla, las puse a secar al sol y
nuevamente me las coloqué.”[8]
[1] La campaña del
Ejército del centro en 1882. Defensa de la plaza de La Concepción 9 y 10 de
julio de 1882. Pedro Eduardo Hormazábal Espinosa. Ignacio Carrera Pinto, el
Héroe
[2] Los Subtenientes de La
Concepción. La Tríada Heroica
[3] Antonia Moreno de Cáceres, Recuerdos de la Breña
[4] Carta a su hermano
Nicolás, veterano de esta guerra y posterior escritor de Raza Chilena.
[5] Marcos Ibarra Díaz ingresó al ejército el 4 de diciembre de 1881,
siendo destinado como soldado al regimiento Tacna 2º de línea, y el 30 de noviembre de 1883 fue dado de baja por
inutilidad física.
[6] Senda de Gloria
[7] Senda de Gloria
[8] Marcos Ibarra Díaz
ingresó al ejército el 4 de diciembre de 1881, siendo destinado como soldado al
regimiento Tacna 2º de línea, y el
30 de noviembre de 1883 fue dado de baja por inutilidad física.
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