Tras la victoria en Arica, quedaba para Chile sólo un
objetivo: Lima. Y la campaña empezó pronto.
DESEMBARCOS
Chilcas:
La expedición, la Primera División, parte el 20 de diciembre a las 6 PM. En sus
recuerdos el soldado Hipólito Gutiérrez dirá: “Se reunieron en el convoy de los buques y vapores 36 en la campaña de
la despedición que daba busto el ver aquella partida de buques que parecía un
poblado que iba por la mar y las bandas de músicos que se hacían pedazos
tocando y nosotros ¡que Viva Chile! Que nos parecía que íbamos auna fiesta de
contentos que íbamos, y sabíamos que nos íbamos a (desembar(car) peliando, pero
no fue así”[1]. Su regimiento iba
en el transporte Angamos.
Al llegar a la bahía, “divisiamos unos bultos de gente que se iban arran(can(do por un cerro
ariba y se perdieron para detrás…Hicieron como un círculo los buques y vapores
y el Blanco Encalada y el Crocal (Cochrane) y del Blanco izaron botes ala gua, cuatro botes…y después muchos mas
para la caleta que estaba toavía como veinte cuadras y estaba bastante ocu(l)ta”[2]. El desembarco se realiza
sin resistencia y al llegar arriba instalan una enorme bandera chilena. Luego
se dirigen al pueblo de Chilcas para ser informado por la única persona en el
lugar, un italiano, que toda la gente había huido a Lurín. Luego que la
información es transmitida empieza el desembarco de las unidades, siendo de los
primeros en desembarcar, ocupando el campamento en que antes estuvieron los
peruanos. Bajan el Chillán, el Esmeralda y el Tercero de Línea
A las 11 del día del día 22 de diciembre empiezan su
marcha por un arenal “pésimos de pesados”. El Tercero de Línea primero seguido
del Chillán y cerrando la marcha el Esmeralda, acompañados por parte del
Cazadores y el Regimiento Pisagua. SE les hace alto y descansan armando un
campamento en una explanada
naves chilenas en la playa de desembarco
Curayacu: El
jueves 23 de diciembre se inicia en
Curayacu el desembarco chileno “Desde
temprano, los vapores remolcadores empiezan a moverse del fondeadero,
remolcando a sus lanchas, todas dirigiéndose precipitadamente a otra pequeña
Caleta situada a pocas cuadras al Norte. El “Cochrane” sigue también a ese
punto. Nuestra barca empieza a levar ancla desde las 6 ¾ A.M. y a la hora en
que escribo (7 A.M.), se continúa en esta tarea. A esta hora, ya la mayor parte
de la Escuadra se ha dirigido a ese lugar. Los buques pasan con gran algazara,
las bandas tocando sus mejores piezas y todo demostrando un contento y alegría
general. Parece que vamos a un gran paseo. A las 7 horas 25 minutos, se levanta
ancla y “Don Bernardo Castro” empieza a remolcarnos, dirigiéndose al nuevo
fondeadero nombrado. La costa la forma una larga muralla de granito, a cuyos
pies llega el mar lamiéndolos con sus mansas aguas, que semejan una taza de
café claro.” “…vamos costeando y
divisando hermosas grutas que la naturaleza ha fabricado para dar un cambiante
a este panorama igual en todas estas costas. Por entre una cadena de enormes
peñascos divisamos admirados la bandera de la Cruz Roja, izada a bordo del
“Paquete de Maule”. Este vaporcito se entró por una abertura de esas moles
blanquecinas y fondeó en un escondite, que ni el diablo lo habría hecho mejor.
Llegamos al fondeadero a las 8 ½ A.M. A esta hora vimos que una lancha llena de
tropa tomaba dirección a tierra. El desembarco empieza.
En estos momentos
sabemos la noticia de que la 1ª Brigada de la 1ª División, se ha batido con una
fuerza enemiga, saliendo esta derrotada. Pero al mismo tiempo se agrega, que la
División de Villagrán, que era solo la 1ª Brigada de la 2ª, se ha vuelto a
Pisco por falta de agua. Esta noticia se comenta de distintas maneras. A las 9
A.M. se piden las listas de revistas y se les pone fecha 15 del presente.
Se continúa el
desembarco…..hasta el oscurecerse he estado viendo pasar lanchas repletas de
soldados en dirección a tierra, lo mismo que de la loma o punto de reunión de
las tropas han estado saliendo para el interior las filas de soldados y
Escuadrones de Caballería.
Bahía de Curayacu
Numerosa tropa empieza a subir una colina de
arena. Llevan traje de brin y parece ser el “Buín”. Una enorme bandera chilena
es llevada por un grupo de militares, cuyos trajes se confunden con el color
del suelo. A las 9 horas 25 minutos, se iza nuestro hermoso tricolor en ese
suelo peruano, que luego lo veremos hollado por nuestra planta. A su aparición,
las bandas de música llenan el aire con las numerosas notas de nuestro Himno
Nacional…. La tropa prorrumpe en estruendosos vivas…. La alegría se pinta en
todos los semblantes.
- ¡Viva Chile! –
gritamos todos.
A las 11 ¼ A.M.,
abordo, el sargento mayor Pantoja, comunicó la orden de desembarcar. A las 11
horas y 25 minutos, se dio orden de llenar todas las caramañolas y alistarse
para la partida. Entretanto, en tierra, las columnas se han ido formando, y a
esta hora se ven gruesas partidas llegando a reunirse a sus Batallones, los
cuales, unos permanecen en descanso y otros toman camino del interior.
Como a las 12 M el comandante
ordenó que todos los oficiales fuesen a las Compañías a practicar el reparto de
las raciones para la próxima marcha. Se empezó por la 1ª del 1º. Se repartió
buena ración de charqui crudo y galletas. Luego, después se repartió
caramañolas a los que no tenían, para lo cual se hizo venir un cajón de ellas
de no sé que buque. Toda esta tarea se terminó a las 2 ½ P.M.
Por noticias traídas
del “Cochrane” por don Antonio Urízar Garfias, que marcha con nosotros en
calidad de corresponsal de no sé que diario (El Pueblo Chileno), se sabe que la
Brigada Lynch se le espera hoy o mañana aquí, y se cree que no es cierto la
noticia del combate. En la tarde han salido para Pisco tres o cuatro vapores, a
traer las fuerzas del general Villagrán, que estarán mañana aquí.
Soldados chilenos en el campamento de Curayacu
Hoy la tropa ha comido
tan bien como nunca. Puede decirse que ha pasado comiendo todo el día. No así
los oficiales, cuya comida sigue siendo detestable. Todos hemos adoptado el
método de comer primero el rancho de la tropa. El comandante ni nadie se cuidan
de esto. Por esto, los reclamos y la bulla que se forma en el comedor toman a
veces el carácter de motín. En el almuerzo de hoy, algunos oficiales han
ofrecido de bofetadas y de garrotazos al cabo encargado del servicio, hasta el
punto de tener que intervenir el ayudante Castro. Yo, en voz alta, he dicho que
en la mesa de los oficiales reina verdadero desorden, peor que entre los
soldados; pero el ayudante, ni siquiera el comandante, oye. No adivinamos
porqué es esto. [3]
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