ACAMPANDO
EN LURÍN…..
Al llegar a Lurín desde la playa de Curayaco, “(s)e renovó la vida
de campamento; y ella fue aún más animada aún que la de Pachía, por estar entonces,
concentrado todo el Ejército, pero no más divertida. El entretenimiento eran
solo cuentos que relataban algunos soldados y de vez en cuando títeres. Los
jefes y oficiales tenían aspecto más serio, y hasta las clases y soldados no se
manifestaban con la ruidosa alegría de antes”[1].
Se hacían continuos ejercicios con las tropas y los oficiales pasaban
revista a ropa calzado armas y municiones. “A los pocos días…,llegaron al
campamento los oficiales que habían sido tomados prisioneros en Pachía. Fueron
muy festejados”.
“Muchos soldados se retiraban del campamento en las horas francas a
merodear por los alrededores, y algunos más de lo prudente; y en las granajas
abandonadas solían encontrar provisiones que sus moradores habían dejado
ocultas”.
Para el
soldado Hipólito Gutierrez, “Aí tuvimos que hacer ramadas bien buenas todos los
regimientos y batallones en buena orden que sobre tarde y mañana no se
entendía, las bandas de músicas por una parte y de otra. Aí pasamos bastantes
necesidades por la mantención escasa, los daban media ración….(el tiempo que permanecieron en Lurín) lo empleamos en hacer
ramadas y hacer ejercicios y guardia y avanzadas que salían por batallones las
avanzadas lejos del campamento por unos cerros y arenales porque el enemigo
estaba muy cerca y tuvimos que abrir un camino por un monte bien largo para
hacer la marcha para Chorrillos”[2]
José Miguel Varela a su vez recordó que La gran novedad para nuestros
soldados era la caña de azúcar –desconocida casi en sus ciudades de origen- y
los hombres salían en grupos a talarlas, para después comer hasta hartarse y
enfermarse incluso[3]
Entrega del Estandarte al regimiento 2° de línea en el campamento de Lurín
Cuenta Justo Abel Rosales que el domingo 9 de enero “Desde temprano se anunció que se iba a bendecir un estandarte en el
Regimiento “Santiago”, para darlo a este cuerpo. Como a las 7 A.M., salieron 50
hombres armados del “Naval”, del “Aconcagua” y otros cuerpos, todos los cuales
se dirigieron al campamento del “Santiago”, llevando las bandas de música
respectivas. Yo y varios otros oficiales fuimos a presenciar el acto muy cerca
del lugar de la ceremonia. Para mayor comodidad, nos subimos a un viejo sauce,
desde el cual vimos todo muy bien, como desde un balcón. Durante la misa que se
celebró, tocaron tropa en nuestro Regimiento y acudimos a nuestros puestos.
Pero cuando llegué a mi ruca, ya la misa había empezado. Tomé mi puesto sin
embargo. Al terminar la misa, llegó la banda. Esta primera misa sin música.
Media hora después se volvió a tocar tropa. El 1º Batallón salió al
camino que conduce al pueblo de Lurín y formó calle para hacer los honores al
estandarte del 2º de Línea, que, conforme a lo ordenado ayer, se le hizo
entrega del al Regimiento expresado. Varios cuerpos formaron calle como el
nuestro, desde las Oficinas del Estado Mayor General para el Norte. Fue una
bonita fiesta. Delante de la banda del 2º vimos una cantinera muy bien vestida.
Este estandarte fue el que tomaron los peruanos en Tarapacá, y recuperado
después en Tacna, después de esta batalla.
detalle de la foto anterior
En detalla relata Elías Casas C. : “A las 9 A. M. se encontraban en ala,
formando calle, los cuerpos del ejército, desde el Cuartel General en Lnrin,
distancia de una legua. El 2° de Línea fue al Te Deum que se celebró en
campaña. Despues de concluida la ceremonia religiosa, el capellán que oficiaba pronunció un elocuente discurso, entregando el estandarte al
comandante Canto del rejimíento. El General Baquedano quiso pronunciar algunas
palabras, pero se enterneció y no pudo hablar;…hicieron uso de la palabra el
gran orador don Eulojio Altamirano, don Isidoro Errázuriz y don Máximo R. Lira;
todos los militares se enternecieron y a muchos se les vió correr las lágrimas
con los patéticos discursos. Después desfiló el 2° de
Línea por la calle de miles de bayonetas; a medida que enfrentaba el estandarte
por los cuerpos que fomaban calle, se tocaba el hinmo nacional y se presentaban
las armas. Se onocía la emoción que tenia cada cual con el recuerdo de la
batalla de Tarapacá.
Al día siguiente “el general Baquedano
revista las Ambulancias y el Cuerpo de Capellanes, acompañado del doctor don
Ramón Allende Padín, Superintendente del Servicio Sanitario y del Presbítero
don Florencio Fontecilla, capellán mayor del Servicio Espiritual. El
señor Allende Padín presenta su personal en formación de marcha tal como debe
ir a retaguardia; empeñada la acción, las Ambulancias pasan al orden de
combate.
Acto de entrega del Estandarte del 2° de Línea en
Lurín
Para la atención de heridos en los primeros momentos
se alistan cantinas de farmacia y de cirugía, 15 carpas, 120 camillas armadas y
gran copia de materiales, como hilas, vendas, algodón, sábanas y frazadas de
repuesto, alcohol, glicerina y ácido fénico, cuyo material se conduce a lomo de
mula. El Presbítero señor Fontecilla queda en el Cuartel General; divide
a sus capellanes en 3 grupos: en la 1º División, 3 capellanes; en la 2º
División, 2 capellanes; y en la 3º División, 3 capellanes. Existen 4 capellanes
más, de cuerpo. Se habilitan algunas piezas para el Hospital de enfermos
graves, imposibilitados para la marcha, que son pocos; antes de cualquiera
acción, se dan de alta cuantos pueden tenerse en pie y aún marchan algunos
sostenidos por sus compañeros. Tanta era la sed de encontrar cara a cara al
enemigo.
Tienda de campaña del Estado Mayor chileno en Lurín
Puente
de Lurín
….MIENTRAS EN LIMA
Desde la línea de Miraflores, un miembro de la reserva
podía oír el 9 de enero, luego de “hora y media de pasada la lista, se
oyeron por el lado izquierdo disparos de rifle y de canon, luego se supo que el
enemigo bajando por la quebrada del de rinconada estaba atacando el ala
izquierda de la reserva, que el Batallón N#14 y los fuertes de San Bartolomé y
Vásquez sostenían el combate, el fuego continuo hasta las 11 A.m., ala 1 p.m.
volvió a continuar. Al momento que se tuvo conocimiento del ataque del enemigo
se nos mando formar y minutos más tarde se ordenoformar pabellones. El rancho
estuvo pésimo.”[4]
El lunes 10,
“Pasada la lista fuimos al trabajo del
reducto, paralizándolo momentos después por falta de herramientas. Como desdeel
día anterior se dijo que se nos iba a cambiar de campamento a las 3 A.m. se
mando hacer el rancho, motivo por elcual a las 8 se almorzó. A las 12
½ se ordeno que todos se alistara para la marcha pero después de
formar pabellones, nos retiramos a nuestros ranchos. Después de la comida sufrí
fuertes dolores de estomago, fui a Miraflores donde tome algunos remedios
que calmaron los dolores.”. Se mantendrá enfermo y el 12 Hallándome muy enfermo desde el día
anterior, pedí permiso para medicinarme en Lima por dos días, Riveyro me lo
concedió y vine a la capital en el tren de 5 P.m. La vista de mi
mujer y de mis tiernos hijos me impresionaron mucho, me peso el haber
venido del campamento; pase la noche en compañía de mi amorosa familia, siempre
con el temor de que se iniciara el combate hallándome ausente de mi cuerpo.
Como el uniforme lo tenía muy sucio mande lavarlo en el acto, encargándole a la
lavandera que lo tuviese listo para las 12 del día siguiente pues era mi deseo
regresar en dicho día, aun cuando tenía permiso por dos.
Soldados del Atacama, con uniforme azul en el puente de Lurín
La cuestión de los uniformes: Como
había batallones peruanos similares en color al brin, se ordenó usar la
chaqueta de paño normal. La idea era diferenciarse del enemigo, para evitar
confundirse. El batallón Quillota estaba en Lurín para Chorrillos. Se
le ordenó unirse al resto del ejército. Lo malo es que llegaron justo cuando
comenzaba la batalla de Miraflores. No sabiendo la orden de Baquedano, entraron
de brin entero. Resultado, los propios chilenos les corrieron bala...
Por lo
que parece, los regimientos cívicos formados en provincias no siempre usaron
chaquetas grises o azules. Sumado al pantalón de brin, la verdad es que nuestro
ejército en Chorrillos y Miraflores no se parecía en nada a la imagen
que todavía nos da nuestro ejército para esa guerra.
Para la
batalla, de Chorrillos, Baquedano dio órdenes de usar el pantalón de brin
sobre el de paño. Esa noche era helada, y había que abrigarse. Pero los
pantalones rojos se veían desde lejos, así que esa orden de usar los de brin
debe estar entre las primeras de un ejército ya buscando el camuflaje.
General Baquedano en Lurín
….DE
LURÍN A CHORRILLOS
El día 12, desde la perspectiva del Ejército chileno,
en su parte de guerra señalaba que, instalados en Lurín, permitió “adquirir los datos de que carecía hasta entonces sobre el
número exacto de las fuerzas enemigas y sobre las posiciones que ocupaban….El
primero de los reconocimientos se hizo por el lado del Oriente y sobre los
caminos de la Cieneguilla y de Manchay, que llevan directamente al valle de
Ate….el primero de los caminos…era intransitable; que el segundo era un
excelente camino carretero con algunos pasos angostos susceptibles de fácil
defensa; que la travesía del valle era mala y que, siguiendo el camino de
Manchay, no se encontraba agua en todo el trayecto desde el Lurin hasta mui
cerca de las orillas del Surco.…Objeto de iguales estudios fue el
camino que corre cerca de la costa y paralelo a ella y que, pasando por Villa y
San Juan, va a caer a Chorrillos. También hice reconocer (las posiciones peruanas) por mar.
Las
conclusiones a las que llega el jefe del Ejército chileno son:
1º Que el ejército peruano había salido de Lima i
ocupaba una línea fortificada que tenia su extrema derecha en Villa i su
izquierda en Monterrico Chico;
2º Que las posiciones mas fuertes de esta línea eran
las de Villa y San Juan, que interceptaban el paso a Chorrillos;
3º Que el ejército enemigo se componía de 30,000
hombres bien armados; y
4º Que diariamente se parapetaba mejor, construyendo
fosos y trincheras de sacos de arena para resguardar los pasos mas accesibles
entre las diversas alturas en que tenía colocada su línea.
De todas
esas informaciones se eliminó la opción del “camino de Manchay, (desde donde) se llegaba a atacar al enemigo por el flanco menos defendido y era
posible interponerse entre la ciudad de Lima y el ejército que la defendía.
Aparentemente era ésta la mejor operación estratéjica; pero el camino que había
que recorrer para realizarla era el mas largo y exigía elementos de movilidad
de que no disponíamos; nos alejaba mucho de la costa, haciéndonos perder el
apoyo natural de nuestra escuadra i permitia al enemigo apoderarse de Lurin
para hostilizarnos por retaguardia.”
En cambio,
por el camino de la costa teníamos, es
verdad, que atacar de frente las posiciones mas fuertes de la línea enemiga;
mas, en cambio, el camino que había que recorrer era corto, nos acercábamos a
la costa, base necesaria de nuestras operaciones i quedábamos con nuestra retaguardia
segura.
Existía “una tercera operación, i era la de amenazar
con una división por Chorrillos, mientras las otras dos llevaban el ataque
efectivo por Monterico Chico. Indudablemente me habría decidido por ésta si
hubiera contado con mayor número de fuerzas; pero me pareció ilusorio y
peligroso pretender rodear a un enemigo superior en número (hay que
recordar que ellas se calculaban en 30.000 hombres en posiciones defensivas
preparadas), con fuerzas que divididas,
se debilitaban considerablemente y no podían apoyarse en caso de necesidad,
porque la distancia que debía separarlas era demasiado grande y el terreno en
que habían de operar muy poco conocido.
Determinado
el plan de “atacar por Villa y San Juan con todo el ejército” aunque
reconoce que hubo opiniones divergentes, “comuniqué
mi plan a todos los jefes superiores del ejército, y tuve la satisfacción de
obtener su unánime aportación”. Y una ves dadas las órdenes dio un nuevo
reconocimiento a la zona de batalla. La partida del Ejército chileno sería a
partir de las 5 PM desde Lurín “para
acampar cerca del enemigo, de manera que cayésemos sobre él con la primera luz
de la madrugada del 13.”
Las órdenes
irían como sigue:
1. La 1ª División, mandada por el coronel don Patricio Lynch, debía
atacar las posiciones de Villa.
2. La 2ª, al mando del General de Brigada don Emilio Sotomayor, atacar las
posiciones de San Juan.
3. La 3ª, a las órdenes del coronel don Pedro Lagos, inclinándose mas al
Oriente, debía impedir que el ala izquierda del ejército enemigo viniera en
apoyo de su derecha, interceptándole el paso, y estar dispuesta para auxiliar a
las otras en caso necesario.
4. En la reserva quedaron los regimientos 3º de línea, Zapadores y
Valparaiso, que puse a las órdenes
del teniente coronel don Arístides Martinez, para reforzar convenientemente los
puntos mas débiles durante la batalla.
La marcha de
las tropas se hizo en este orden: la 1ª División, siguiendo el camino de
la costa; la 2ª marchando paralelamente con ésta mas hacia el Oriente; la 3ª a
retaguardia de la 2ª; la reserva a retaguardia de la artillería de campaña. la
caballería tuvo orden de salir a media noche de Lurin para encontrarse en su
puesto al amanecer.
Para un veterano chileno, el joven Benavides Santos,
relata que “al caer la tarde pasamos el
río por un puente angosto, no por el ancho de hierro para transitar carretas
que había unas cuadras distantes, y se dio orden de continuar la marcha a paso
de camino…¡I vamos por fin al encuentro del enemigo!” Montado en su caballo
avanza “el campamento que habíamos dejado
apenas se divisaba”
Para el soldado Hipolito Gutierrez,
del Chillán “salimos…todos amocionados
sal(i)mos por el valle y salimos de aí y dentramos en unos cajones arenosos,
cerros aun lado y a otro…artillería y caballería infantería seguimos andando
por unos cajones bien grandes y bien bonita luna que había que nos daba busto
la marcha que nos parecía que íbamos a una fiesta y sabíamos claramente del que
íbamos a peliar…Llegamos aun cerro, muy arenoso que andábamos para atrás, para
atrás. Aí los mortificamos bastante soldados y oficiales en la subida porque la
cuesta era bien larga que si hubiere sido de día muchos más los hubiéramos
mortificados”[5]
(sic).
Alberto del Solar narra que “Marchando, ya en columnas cerradas,
ya en hileras, durante dos horas, y alejándonos cada vez más de la primera
división -que nos había precedido con rumbo oblicuo hacia el mar y hacia los
fuertes de la costa-, vimos aparecer, sereno, impresionante, tras de las
mesetas dejadas a la espalda, el disco luminoso de la luna llena, que en aquel
mes y en aquella latitud brillaba con fulgor excepcional. A su luz, la imagen
de nuestra movible y prolongada fila reflejó su sombra, semejante a una
serpiente enorme, que al subir y bajar alturas y concavidades, avanzara
ondulando gigantescamente.
Pasada la media noche,
acampamos en una depresión de terreno, suficiente para ocultarnos a la vista
inmediata del enemigo. Allí descansamos sólo tres horas. Antes del amanecer nos
hallábamos ya de nuevo de pie y emprendíamos la marcha. La luna había
palidecido poco a poco, entre tanto, tras el velo de una neblina densa, que
desorientaba el rumbo y nos obligaba a marchar con lentitud. A cada instante
pasaban ayudantes gritando a nuestros guías: -¡Más a la derecha! O, al revés: -¡Correrse
a la izquierda! En esos momentos marchábamos en fila.
Arturo Benavides Santos, del regimiento Lautaro
En el regimiento Lautaro, Benavides Santos, avanzaba y
“entre las nueves y diez de la noche nos
dieron un descanso”. Los oficiales descansaron y comieron igual que la
tropa. Luego la marcha continuó con detenciones cortas para ordenar las filas.
“Hubo uno bastante mas largo que los
otros y casi todos abrieron sus morrales y comieron algo. Algunos se tendieron
para dormir…Se reanudó la marcha, que continué a pie; y por orden de los jefes
los oficiales recomendábamos insistentemente mantener las filas en orden… El
camino por donde íbamos era esteril pero no arenoso…la oscuridad no nos
permitían ver los alrededores. Se conocía que pronto comenzaría la aurora. La
marcha continuó silenciosa por una hora mas, aproximadamente”
Declara el parte oficial del Ejército chileno, que “La marcha, favorecida por la luna llena, se hizo sin otro inconveniente
que un ligero retraso de una parte de la artillería, motivado por lo arenoso de
una sección del camino. A las 12 P.M., mas o menos, las divisiones ocupaban ya
el lugar en que, según mis órdenes, debían acampar.”
José Miguel
Varela, oficial del regimiento Granaderos.
Sigue
Hipólito Gutierrez, descansando luego de la agitada subida al cerro, “aí los dio más contento ya atrás venida la
demás artillería de campaña que la dejamos atrás pero los venía siguiendo no
muy lejos, y seguimos la marcha por un plan bien grande(La Tablada) y al bajar una quebrada ái los hicieron alto
para descansar y recue(h)tarlo algo. Esto es ya como a las doce de la noche. Yo
me encomendé a Dios y a mi Señora del Carmen del que me amparase y me
fa(vo)reciese a mí a y todos mis compañeros”[6]
(sic) y se durmió.
General Pedro Silva Gil, caería en Huamachuco
Para el
oficial de caballería José Miguel Varela, “cerca
de la una de la mañana, la lóbrega caravana se detuvo dónde salía el sendero
para San Juan, ya que allí se hallaba durmiendo la infantería, que había salido
de Lurín a partir de las cinco de la tarde. Miles de hombres dormían sobre los
arenales, vestidos, abrazados a sus fusiles, cubiertos con los capotes a modo
de frazada y protegidos por una gran guardia compuesta de un triple anillo de
centinelas que velaban su sueño…Pasamos un quinientos metros más al norte marchaban
el Carabineros y Cazadores, con algo mas de cuatrocientos jinetes cada uno”[7]
“Estaríamos como hora y media y nos
levantaron: -¡Arriba!- Vamos andando con mucho silencio porque el enemigo está
aquí muy inmediato. Y los paramos y prontamente y los acomodamos y los hicimos
así como nos ordenaron y emprendimos la marcha, ya la luna se había dentrado y
estaba muy oscuro y bajando por una cuesta bien larga caéndolos y
levantán(do)los porque nos llevaban a paso tan ligero, redoblado, y los
llevaban en columnas cerradas, por compañías” (sic)[8].
Avanzando a tientas se pierden por instantes y luego tienen que volver como a
las dos de la mañana. Siguen caminando hasta que empiezan a oir el ruido de
artillería. La caballería también continúa su paso, relata el oficial Varela,
la “marcha se hizo muy calmadamente, para
no agotar a los caballos y evitar ruidos. Más parecía una procesión de
fantasmas….empezó a pasar mi vida por la cabeza…. Trataba de dominar las
nostalgias, temores y malos presagios….gruesas y silenciosas lágrimas rodaban
por mi rostro (pero) en ningún
momento me arrepentí de lo que estaba haciendo y ni siquiera por un segundo
pensé en la posibilidad de no estar ahí”. Pronto la unidad, el Granaderos,
se empieza a mover hacia sus posiciones de partida en la próxima batalla, “torció hacia unas pequeñas lomas y, en ese
instante, vi una imagen que me sobrecogió, porque ya era algo conocido para mi.
Sobre un caballo blanco estaba un capellán, listo para bendecir a la tropa… El
coronel Yávar hizo disminuir el tranco…y en reverencial silencio pasamos
todosmuy lentos, sin quepí y con la cabeza hacia abajo en señal de humildad….
En medio de una tupida camanchaca (niebla nortina) y siendo cerca de las cinco de la mañana, llegamos al punto que sería
la línea de partida para el ataque”[9]
Sigue el
parte oficial chileno: “A las 3.30 A.M.
del 13 la 1ª División se puso nuevamente en marcha para acercarse a
las posiciones del enemigo, de las cuales la separaba una distancia de cinco
kilómetros próximamente. A pesar de la oscuridad, aumentada por una densa
neblina y de lo accidentado del terreno, la division, formada en línea de
batalla y con sus guerrillas tendidas al frente, hizo esa larga marcha con
tanto orden, que a las 5 todos los cuerpos que la formaban se hallaban
simultáneamente en sus puestos.”
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