El labrador y la serpiente

En una ocasión el hijo de un labrador dio un fuerte golpe a una serpiente, la que lo mordió y envenenado muere. El padre, presa del dolor persigue a la serpiente con un hacha y le corta la cola. Más tarde el hombre pretende hacer las paces con la serpiente y ésta le contesta "en vano trabajas, buen hombre, porque entre nosotros no puede haber ya amistad, pues mientras yo me viere sin cola y tú a tu hijo en el sepulcro, no es posible que ninguno de los dos tenga el ánimo tranquilo".

Mientras dura la memoria de las injurias, es casi imposible desvanecer los odios.

Esopo

sábado, 19 de diciembre de 2015

BATALLA DE CHORRILLOS (VII)

LA CARRERA HACIA CHORRILLOS

El avance chileno hacia Chorrillos: Destruida toda el ala izquierda peruana Hipólito Gutierrez narra que en cuanto ….cesaron los fuegos por el valle, se sentían varios tiros, pero eran los nuestros que iban mas adelante matando cuantos pillaban. Los que se merecieron escapar se arrancaron y botaban los rifles. Se sosegó el combate y los (nos) reunimos todos los que habíamos por ái a una ecequia (acequia) de agua que corría, pero el agua iba colorada de sangre de los cuerpos muerto que habían adentro. Esto viene a ser como a las ciez y media del día cuando se cortó el combate…Estuvimos como dos horas y salimos de ái para Chorrillos como entre las 11 y 12 del día y muchos regimientos más.
El Lautaro también se une a este movimiento envolvente que espera atrapar al Ejército peruano contra el mar. Arturo Benavides cuenta Antes de reunirse todo el regimiento se nos ordenó continuar la marcha, por los potreros, siempre desplegados en guerrilla en previsión de ataques sorpresivos. En eso encuentra a un grupo de sus soldados reunidos alrededor de un prisionero, un serrano, que alegaba ser chileno. Benavides no confiando ordena que le fusilen por ser chileno y vestir el uniforme peruano, por traición. El prisionero le confiesa la mentira y lo manda a retaguardia con un soldado de guardia. Luego la unidad continúa su avance en guerrilla por los potreros por algunos centenares de metros dirigiéndonos al poniente, donde parecía continuaba la batalla. Se tocó fagina, que significa reunión, y comenzamos a replegarnos en un punto que se indicó, tirándonos al pastoso suelo a medida que llegábamos.



Se sostenían animadas conversaciones refiriéndose unos a otros las peripecias de la batalla, y algunos comiendo algo de lo que reservabnan en los morrales. Cuando se considerá que ya se había reunido la mayor parte, se ordenó formación y lista. Debe haber sido cerca de mediodía. A poco llegó un ayudante del Estado Mayor a todo galope que transmitió órdenes al comandante Robles. Se ordenó desfilar en dirección al punto donde suponíamos se seguía combatiendo.
Mientras avanzaban a su nuevo destino, el Lautaro pasó por donde la batalla había rugido En cierta parte vimos muchos cadáveres confundidos. Se conocían que los peruanos habían resistido en este punto, hasta afrontar cuerpo a cuerpo el ataque a la bayoneta de nuestros regimientos. Se ordenó acelerar el paso dejando de lado a los heridos. A lo lejos divisábamos un alto cerro de donde se hacía continuados disparos de artillería cuyos estampidos oíamos, como asimismo los de fusilería. La Brigada Barbosa, iba mas a la derecha a cortar al enemigo por el valle de Lima, integrada por los Regimientos Lautaro, Curicó y el Batallón Victoria. Se trataba del Morro del Solar que resistía a la división Lynch.
También se encamina el Chillán con Hipólito Gutierrez: Para  Chorrillos siguieron pegando los demás compañeros porque en Chorrillos se estaban reuniendo todos los que se estaban arrancando…seguimos la marcha…por todo el camino cholos muertos por las ecequias (acequias), por los montes, por todo el valle, chilenos bastante también, pero los heridos eran mas…
A las 8 A.M. los fuegos habían disminuido considerablemente, y aún llegó un momento en que cesaron casi por completo. Era que el enemigo se retiraba en desorden y reunía apresuradamente sus fuerzas vencidas de San Juan para defender la población de Chorrillos. Mientras tanto, la División del coronel Iglesias, que había entrado en batalla con más de 5.000 hombres, se mantenía todavía firme y casi intacta sobre las alturas del Morro Solar y la punta denominada de Chorrillos, posiciones todas fuertemente atrincheradas y artilladas con cañones de grueso calibre.
En esta situación, nuestras fuerzas avanzaban sobre el enemigo en el siguiente orden: la 1ª División subía al ataque de las posiciones del Morro Solar; la reserva marchaba rodeando el Morro por el lado norte, siguiendo el camino que, desembocando del portezuelo de Villa, conduce por el pie del Morro hasta Chorrillos. La 1ª Brigada de la 2ª División se dirigía sobre Chorrillos por el camino que va desde las casas de San Juan, adonde había llegado después de romper la primera línea enemiga. El resto de las fuerzas bajaba en ese momento al llano de Pamplona, cerca de las casas de San Juan. En ese lugar las tropas se detienen para organizarse y continuar el ataque en orden.
….En pocos momentos nuestras fuerzas estrecharon al enemigo y el fuego recomenzó más nutrido…, como que ahora las tropas peruanas se hallaban reconcentradas en un reducido espacio de terreno. La fusilería y el cañoneo se mantuvieron durante algunas horas, de una y otra parte, con extraordinario vigor.
A las “9.30 A.M., recibí por conducto del teniente Walker, del Estado Mayor General, agregado a la 1ª División por ese día, aviso del coronel Lynch de encontrarse sus fuerzas muy diezmadas por el largo y reñido combate, en vista de lo cual pedía refuerzos con urgencia. Inmediatamente se ordenó al coronel don Pedro Lagos que marchase a reforzarle con una brigada de la División (llevando a la Brigada Barceló)…. Al mismo tiempo se ordenó al Jefe de Estado Mayor de la División, hiciera avanzar la Brigada Urriola con la artillería de montaña por el camino de San Juan a Chorrillos, en apoyo de la Brigada Gana; y por el mismo camino se dispuso siguieran las baterías de campaña que allí se encontraban. Detrás de estas fuerzas siguió pronto la Brigada Barbosa, quedando la caballería en San Juan, en observación de los refuerzos que pudieran venir al enemigo del lado de Tebes y Monterrico.
Recuerda el oficial del Esmeralda Alberto del Solar “Mientras una parte del regimiento, con su jefe al frente, combatía dentro del pueblo mismo, otra ocupaba afuera, por asalto e independientemente, la magnífica Escuela de Cabos, donde siguieron amontonándose prisioneros y heridos, y en cuyos espaciosos patios y hermosas salas debíamos instalarnos después de la batalla.




La retirada a la Escuela de Cabos y a Chorrillos: El General Silva en su parte de la batalle escribe: “…dispuse que las fuerzas que conservaba organizadas del coronel Suárez marchasen a Chorrillos en protección de ese importante punto, donde el combate continuaba encarnizado. (El) coronel Suárez, en cumplimiento de la orden que recibiera, hubo de contramarchar de los cañaverales de San Juan hacia Chorrillos, sufriendo en esta retirada fuertes pérdidas….Mientras tanto “hacía repetir mis órdenes para conseguir que los dispersos siguiesen en mismo camino; más, conforme se aproximaba a Chorrillos, no creyéndose seguros en esta dirección, comenzaban nuevamente a desbandarse tomando diversas rutas, por lo cual me fue preciso obligarlos a que se replegasen al Barranco y Miraflores, lo que gran parte de ellos efectuaron en completo tropel y sin someterse a los mandatos e indicación de los jefes.
Dirá muchos años después José Torres Laracuando oí que el mismo General Silva daba la orden para la retirada. Habiendo llegado a hora temprana para tomar parte en la batalla, nos retiraban tarde para evitar sus efectos desastrosos.
Sonó la corneta el toque vergonzoso, y desfilamos al trote por la izquierda; pero las balas enemigas nos seguían con su mortal tenacidad, pues aunque el boscaje del camino ocultara el bulto, el polvo les enseñaba el blanco. El teniente Arroyo, que hacía de capitán de mi compañía a falta de propietario del cargo, cayo gravemente herido; alzado y colocado sobre un caballo con un individuo que lo condujera, fue alejado rápidamente del campo. Antes de separarse vivó al Perú con el aliento que le quedaba y nos exhortó una vez más a que cumpliéramos como debíamos. Después de dejar un reguero de muertos y heridos en el camino, nos vimos al cubierto de las balas enemigas…”



Las tropas peruanas, perdidas las trincheras de la línea San Juan (aunque conservando el área del Morro del Solar en su totalidad), se retiran en desorden hacia Chorrilos y la Escuela de Cabos. El soldado peruano José Torres Lara recuerda que “Al abrigo de la Escuela de Clases…, los maltrechos batallones de la 4ª División del Norte, y los diezmados de la 5ª, menos “Zepita”, que sobre la marcha recibió orden de ir a reforzar la derecha (el Morro Solar), rehicimos completamente nuestras filas. Los batallones: Huánuco”, “Paucarpata” y “Jauja” estaban reducidos a la mitad o poco menos….. los primeros jefes de los dos primeros, otros jefes y oficiales, habían caído en los Gramadales de San Juan o en retirada; otros estaban prisioneros y algunos se habían dispersado.
Hacienda de San Juan, a la izquierda el camino arbolado donde estaba las peruanos de la Reserva de Suárez.

Los batallones de la 5ª no habían dejado prisioneros ni habían tenido dispersos; sus bajas no se debían sino al plomo, y con todo no eran menos de cien los del “Ancash” y “Concepción (que) no respondían ya a la lista. Pero a pesar del estrago sufrido y del espectáculo desmoralizador que habíamos contemplado, el ánimo de la tropa estaba entero; y esta actitud resuelta era más digna de elogio en los restos de la 4ª División. Deberíase ello, en parte, a los tímidos y acobardados habrían huido lejos, sordos a las órdenes y súplicas de sus jefes y oficiales, y habían quedado en filas los que sostenían su resolución de disputar palmo a palmo el terreno al enemigo, y, ya que no arrancarle la victoria, vendérsela cara.
Mientras estábamos concertando nuevamente nuestras filas, llegó el Jefe Supremo (Pierola); impartió al Coronel Suárez sus nuevas disposiciones y siguió a Chorrillos, en donde ardía la batalla. Sin demorar, pues, más tiempo que el indispensable para rehacer o rectificar su formación, salieron, de su abrigo los batallones de la 4ª y la 5ª División a ocupar nuevos puestos de combate.
La línea se extendía ahora a todo lo largo de Chorrillos y desfilaron sucesivamente a ella el “Huánuco”, en el que marchaba imponiendo a sus soldados su energía y su entusiasmo mis antiguos capitanes en el “Callao” Mendoza y García, al primero de los cuales ya no volvería a ver, y en seguida “Paucarpata” y “Jauja”; luego siguió “Ancash” que se desplegó de la Escuela a la derecha, y “Concepción” a la izquierda[1].



Conforme íbamos abandonando nuestro abrigo, éramos descubiertos por el enemigo, que nos enviaba sus mensajes de muerte (fusilería y artillería). “Empezó otra vez la música celestial”, oí decir cerca de mí con un metal de voz entero, y en tono de chiste; me volví y vi que era Porfías el que había hablado.
… La acción se había vuelto a empeñar con más escarnecimiento por nuestra derecha; “Ancash, y los restos de los otros batallones…, recibían ahora el empuje decisivo de los chilenos….,
Alberto del Solar recuerda que capturados los fuertes y las casas e iglesia de San Juan se reorganizan. En eso llega el feje de la Brigada “para recomendarnos que no abandonáramos a los numerosos heridos que allí, dentro de la iglesia convertida en hospital se iban reuniendo… en el pueblecillo de San Juan, cuyo centro era la iglesia invadida ya por centenares de heridos chilenos y prisioneros enemigos, se agrupaban y organizaban de nuevo los retardatarios que habían ido quedando atrás, fatigados o dispersos.
Se dan nuevas órdenes para que parte del regimiento con el coronel Holley a su cabeza marchó resueltamente al ataque de la espléndida ciudad balnearia, convertida en fortaleza y defendida por los fugitivos del ejército enemigo que allí se iban atrincherando con el propósito de quemar el último cartucho. Con trescientos esmeraldinos asaltó nuestro valiente jefe los edificios de la población, batiéndose en las calles, donde se hacía un fuego sostenido y oculto que diezmaba nuestros grupos.
El combate en la ciudad se vuelve cada vez mas violento. Las azoteas “servían a los peruanos de posiciones casi inexpugnables por el momento; las ventanas, con sus sólidos barrotes de hierro convertidas en troneras resistentes, les prestaban amparo seguro y eficaz. Fue, pues, necesario acudir a recursos extremos para desalojarlos: incendiar esos baluartes, lo que se hizo al cabo de poco tiempo. Chorrillos comenzó a arder….poco tiempo despues ardía por dos extremos y de allí huían -como ratas que se escapan de sus cuevas- centenares de soldados que, al correr despavoridos, arrojaban sus armas y venían a caer en nuestras filas, donde se entregaban prisioneros, clamando los más por la vida Otros, heridos de bala y medio sofocados por el humo del incendio, llegaban aturdidos y se desplomaban con un «¡ay!» desalentado y lastimero, que en circunstancias distintas nos hubiera producido profunda compasión. Hipólito Gutierrez, del Chillán, contará “Como a la una hubo otro ataque bien grande en Chorrillos. Ái murieron bastantes chilenos. Era la causa de que de adentro de las casas nos tiraban a traición y aí que dentrábamos para dentro de las casas y se acababa con cuantos se hallaban.

Tercero de Linea en Antofagasta 1879. Regimiento que junto al Cuarto de Línea tenía entre sus filas gran número de chilenos expulsados para la época de la guerra

Las tropas del Tercero de Línea habían llegado a unas tapias y ruinas de un antiguo cementerio a la entrada del pueblo, rechazando a los peruanos instalados ahí. En la persecución entran dentro de Chorrillos, siendo contraatacados. La sorpresa no dura mucho y la unidad entra al pueblo de nuevo. A ellos, además del Esmeralda se suma el Bulnes y el Zapadores. El fuego se hace vivo de nuevo. Rumbo a la Estación de Chorrillos, donde llegaban los trenes de Lima, es enviado por Sotomayor cuatro piezas de artillería, protegida por el Navales, mientras en el Morro se instalaba la Batería Ferreira que dominaba entonces un amplio espacio apoyando a las tropas en el llano. A las cinco de la tarde la resistencia en el mismo Chorrillos se acababa.
Mientras tanto Nicolás Pierola había huído al final del combate, bajando por un camino de zigzag que une al Morro con el Malecón, luego una escalinata hasta los baños donde se habría descolgado a la playa y de ahí tomado junto a su secretario García y García hacia Mirafloes y de ahí a Lima.
La Brigada Barbosa se instala en Barrancos que también arderá esa noche

Pueblo de Chorrillos, despues de la batalla. Imagen tomada desde la Escuela de Cabos

CONTINÚA EL ASALTO AL MORRO SOLAR: LA CRISIS DE LAS 11 AM
Ahora, luego de detener a las tropas chilenas de la División Lynch en los faldeos del Morro Solar , veamos la defensa que en este punto tenían los peruanos al inicio de la batalla.
La defensa peruana: En la eminencia que une el extremo Sur de la bahía de Chorrillos y el comienzo de la altura más culminante, denominada Marcavilca, en donde se hallaba situado el batallón “Guardia Peruana” No.1, se habían emplazado dos baterías: la primera y principal “Mártir Olaya”, en la planicie del Morro Solar, allí se habían montado dos cañones de á 70 libras, ánima lisa, sistema Parto, (habiendo mandado el de la izquierda el conferenciante, por orden del comandante general, coronel Panizo, y el de la derecha, el teniente D. Eulogio Carlín), en cureñas de correderas, sobre una plataforma de madera y con un intervalo entre ellas de ocho metros; ambos giraban en un círculo completo, batiendo al mar, y á la campiña, en un radio de acción de cuatro mil metros, que era su alcance máximo. Todo el perímetro de la plataforma rectangular estaba cubierto con una fila de sacos de tierra, que apenas cubría á la tropa hasta media pierna; se habían colocado para desfigurar el terreno, más bien que para defensa de los proyectiles del enemigo, pues toda era zona desenfilada. En la pendiente que sólo mira al mar y sin poder defender el valle, sobre una plataforma de madera se había montado una pieza de 500 libras, ánima lisa, sistema Rodman mandada por el teniente D. David León, y un poco más avanzada y al pié del corte vertical que sirve de límite al mar, se había colocado otra pieza pequeña, que fué de la Corbeta “Unión”, sistema “Whitwoh”, llamada “el Malcriado” y mandada por el subteniente don Manuel Forcelledo (aún niño, que contaba 17 años de edad).
La segunda batería denominada “Provisional”, mandada por el capitán don Manuel R. Cornejo, estaba emplazada en una meseta que avanza hacia el valle, quedando oculta del mar por su retaguardia batía los caminos que conducen de San Juan y Villa á Chorrillos, era compuesta de dos piezas de á 32 libras, largas de ánima lisa, sistema antiguo, sobre cureñas de marina, montadas en dos plataformas dé madera y sin parapeto alguno; su radio de acción era de tres mil quinientos metros. Entre esta batería y la “Mártir Olaya” existía una distancia de mil metros y las sinuosidades del terreno les hacía imposible verse ni observarse entre sí. Sólo habían agentes de comunicación.
Al Sur de estas fortificaciones, una sección de cañones “Clay”, al mando del capitán don Nicanor Luque, se denominaba “Marcavilca”.
Un obús de á 12 de montaña, una ametralladora “Clayton” y otra “Nordenfeldt” completaban el servicio de las baterías.
Una verdadera fortaleza de difícil captura se convirtió el Morro. Arnaldo Panizo relata los medios con que contaba: En la eminencia que une el extremo Sur de la bahía de Chorrillos, y el comienzo de la altura más culminante, denominada “Marcavilca”, se habían establecido dos baterías: la primera y principal, nombrada “Mártir Olaya”, estaba situada en la planicie más elevada del Morro de Chorrillos. Allí se habían montado dos cañones de a 70, sistema “Parrot”, en cureñas de correderas, sobre una plataforma de madera y con un intervalo, entre ellas, de ocho metros, a lo más, ambas giraban en un círculo completo y, desde luego batían tanto el mar como la campiña, en un radio de 4 a 5000 metros. Su situación relativa y la poca distancia que los separaba, impedían, como U.S. comprende, hacer sus fuegos sobre un punto dado, sin grave peligro para los artilleros. Todo el perímetro de la plataforma, que era rectangular, estaba cubierto con unas cuantas filas de sacos de arena, que apenas cubrían a la tropa hasta media pierna; se habían colocado ahí para desfigurar el terreno, más bien que para defensa de los proyectiles enemigos. En la pendiente que sólo, mira al mar, y sin poder ofender el valle, sobre una plataforma, también de madera, se había montado una pieza de a 500 libras, sistema “Rodman” y un poco más de avanzada y al pie del corte vertical que sirve de límite al mar, se había colocado otra pieza pequeña, de a 9, sistema “Withwoorth”, montada sobre una cureña de marina.


Morro Solar. Imagen aérea, tomada desde la parte de atrás de la línea peruana. Es una foto moderna pero que da una idea de su importancia en la batalla.

La segunda Batería, denominada “Provisional”, estaba situada en una meseta que avanzaba hacia el valle, quedando oculta del mar por su retaguardia, sin ser vista más que por la bahía, dominaba toda la campiña y caminos que conducen a San Juan y Villa a Chorrillos, montaba dos piezas de a 32, largas, de ánima lisa, sistema antiguo, sobre cureñas de marina, en dos plataformas de madera y sin parapeto ni defensa alguna, pues la premura del tiempo no dio lugar para más. Podían ofender al enemigo en un radio de 3000 a 4000 metros.
Entre estas dos Baterías, había una distancia próximamente de 1000 metros y las desigualdades del terreno, en dicha extensión, les hacía imposible verse ni observarse entre sí.
La Caleta de “La Chira”, situada al sur de estas fortificaciones, se encuentra separada de ellas y oculta por una gran eminencia, que se levanta a inmediaciones de la Batería “Provisional”, denominada la “Marcavilca”. Desde su cima se domina y defiende, no sólo la caleta nombrada, sino todos los arenales limitados por el valle y el más recóndito repliegue, en todas las direcciones de un círculo y a una inmensa distancia. Era, pues, la llave de nuestras Baterías y, por consiguiente necesario, colocar allí artillería de menor calibre, que, al mismo tiempo que ofendía al enemigo a larga distancia, impedía todo desembarque por la caleta “Chira”; y apoyada por una fuerte División del Ejército, impedía fuese tomada por el enemigo, que con sus fuegos de infantería anularía, por completo, las Baterías de mi mando. En consecuencia y con gran trabajo, por un camino enteramente angosto, formado sobre la cuchilla que corre hasta la cima, se subieron 2 piezas de a 9, artillería de campaña, sistema “Clay”, y una ametralladora “Nordenfelt”.

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Batería Martín Olaya, ubicada en el Salto del Fraile. Última resistencia en el Morro.
Para el servicio de las dos piezas de la sección “Clay”, un Obús de a 12 de campaña y una ametralladora “”Claeston”, contaba con solo 36 matriculados de Chorrillos, 52 artilleros, 6 marineros y 80 reclutas del Departamento de Junín, que el día 11 me remitió S.E. el Jefe Supremo; de los cuales remití 25 a Miraflores, para la Batería “Alfonso Ugarte”, quedando en la de Chorrillos 55, quienes durante el combate, sólo pudieron ser empleados en proveer de municiones a los distintos puntos artillados.
Los matriculados, en número de 21, servían a la sección “Clay” y ametralladora “Nordenfelt”, a las ordenes del Capitán de Artillería D. Nicanor Luque; otros 15 servían la Batería “Provisional”, con un marinero y 5 artilleros a las órdenes del Capitán del Arma, D. Manuel R. Cornejo. Los 47 artilleros restantes y 5 marineros, ocupábanse en el servicio de la Batería “Mártir Olaya”. Para armar toda esa fuerza sólo contaba con 40 rifles “Remington”.
Situado allí estará el General Iglesias a cargo del ala derecha conformada por 8 batallones : “Guardia Peruana” N° 1, “Ayacucho” N°3, “Cajamarca”N°5, Tarma N°7[2], “Callao” N°9 , “libres de Trujillo” N°11, “Junín” N° 13 e “Ica” N°15, haciendo un total de 5,200 hombres[3]

Sigue Panizo ahora relatando desde su posición de altura los inicios de la batalla: “Serían las 5 y 30 am. Cuando un ayudante de las Baterías, mandadas por su primer Jefe, Sargento Mayor Dn. Manuel Hurtado y Haza, vino a darme parte de que el enemigo se batía con nuestro Ejército establecido en la línea. Inmediatamente me constituí en la Batería “Mártir Olaya”, acompañado del Sr. Coronel de Artillería Dn. José Ruesta y los ayudantes de esta Comandancia General, Subtenientes del Arma Dn. Gerardo Soria, Dn. Abel Ayllón y Dn. Alberto Panizo. Cuando llegué allí, Jefes, Oficiales y Tropa, se encontraban en sus puestos, listos para el combate y animados del mayor entusiasmo y decisión.
Seguido del Mayor Haza y de los ayudantes…, pasé a la Batería “Provisional”, en cuyo puesto tampoco tuve nada que anotar, de allí ascendí a “Marcavilca”, que esos momentos hacía fuego sobre el enemigo. Al llegar allí, me dijo el Capitán Luque, que una de las plazas “Clay” y la ametralladora “Nordenfelt”, estaban inutilizadas. Un armero se ocupaba en trabajar en ambas armas, a fin de restituirlas al servicio, pero, desgraciadamente, ni el trabajo de éste ni el empeñoso interés del Capitán, produjeron resultado favorable alguno. Quedaba, pues, una sola pieza, que constantemente disparaba sobre la escuadra enemiga, unas veces, y otras sobre los regimientos que trataban de ascender a la posición. La División del Sr. Coronel Noriega, situada en esa planicie, defendía perfectamente bien su puesto. Las municiones de artillería iban escaseando. Inmediatamente mandé a uno de mis ayudantes a la Batería principal, para que me mandaran una cantidad suficiente.
Mientras tanto, ya el enemigo había ido batiendo y desalojando de sus posiciones a nuestro Ejército en la línea, desde San Juan a la Chira, y otros por los potreros y callejones de Villa, venía cediendo el campo, sin tener artillería que lo protegiese en su retirada. En el acto descendí de Marcavilca a la Batería Provisional. En el tránsito encontré a Nicolás Pierola a quién dí parte de cuanto hasta entonces había acontecido en mi puesto, avisándole, al mismo tiempo, que iba a romper los fuegos en la Batería Provisional. S.E. siguió a Marcavilca, y los fuegos se rompieron en las mejores condiciones.
La Caballería e Infantería enemigas, parte en guerrilla, perseguían a una considerable fuerza nuestra, que, a órdenes del Señor Coronel Dn. Miguel Iglesias, venía en retirada y trataba de reorganizarla al pie de una “huaca[4] que domina el camino indicado, cerca del Panteón.


Alberto del Solar dirá como testigo a la distancia: “Por el Sur, la batalla tronaba todavía, y densas humaredas ocultaban el horizonte, semejantes a esas blancas y pesadas nubes que, desprendiéndose de las alturas, bajan de la cima de la montaña al llano, donde se desparraman y diluyen luego convertidas en niebla sutil que todo lo empaña, empalidece y esfuma. No era posible, pues, divisar en tal dirección a los contrarios, si bien el menor silbar de balas, el estruendo de nuestras piezas de artillería, más cercano ya a las trincheras, el creciente lamentar de los heridos y los gritos de nuestros ayudantes que como en Tacna pasaban a carrera tendida de sus caballos exclamando: -¡Ya huyen! ¡La victoria es nuestra! ¡Adelante! Nos daban lugar a suponer que el término de la jornada se hallaba próximo. ¡Y era tiempo! ¡Ocho horas de marcha y combates encarnizados llevábamos ya! San Juan y el Surco quedaban en nuestro poder.”




[1] En cuanto a “Concepción”…, le tocó en este periodo de la lucha una participación, si importante por su objeto, mucho menos sangrienta. Colocados en la extrema izquierda, era nuestro papel impedir que el enemigo la cerrara y nos flanqueara, encerrando a todo el ejército  en Chorrillos, como logró hacerlo con una parte de él; pero los chilenos, que no podían ignorar que teníamos un ejército de reserva en Miraflores, que podía caerles por la espalda, llevaron su ataque a fondo por el centro y la derecha, limitándose a mantener por nuestro frente guerrillas con el objeto de no perder nuestro contacto y observarnos; guerrillas con las cuales nuestra acción se redujo a un tiroteo intermitente y poco mortífero. Sosteniendo esta actitud estuvimos más o menos hasta las diez de la mañana
[2] Al mando del Coronel Francisco Mendizabal compuesta por 750 patriotas Tarmeños
[3] http://tacuriconsejerotarma.blogspot.com/2014/07/13-de-enero-de-1881-el-batallon-tarma-y.html

[4] Es un lugar sagrado o religioso inca

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