Fuegos y
saqueos en Chorrillos: Al anochecer el hambre empezó a asolar a los
soldados, el puerto toda la noche ardiendo y los soldados para (a)llá y para
acá, muchos de uno y otro cuerpo andaban todos revueltos haciendo y buscando
que comer, porque todo el día no habían comido cosa alguna. Harto se encontraba
que comer, hasta comidas hechas, pero no se hacía fuicio (juicio), no había
tiempo esa noche. En Chorrillos se mataron muchos chilenos unos con otros solos
que andaban haciendo lo (que) querían y al otro día salieron comisiones a
buscar a todos los soldados que andaban solos, sin orden, y se encontró muchos
mas muertos que los que habían quedado ese otro día antes y era que se habían
muerto unos con otros en la noche. El día catorce los (nos) llevaron
para afuera como 10 cuadras el Buin y el Chillan y la (el) Esmeralda se quedo
en el cuartel con los heridos y los cautivos
Desde su posición en Miraflores Pedro Rodríguez Rodríguez podía ver los efectos de la batalla…Pronto el
incendio se propago en Chorrillos la flama y el humo se elevaron cubriendo la
atmósfera. Este espectáculo de horror lo contemplábamos desde nuestros
parapetos, habiendo penetrado al Barranco hicieron lo mismo. En la noche se
vieron las llamaradas que agitadas con el viento [ILEGIBLE] el incendio por
todas partes. Desorganizado el ejercito activo, inconclusas las obras de los
reductos pudiendo ser flanqueados con facilidad se retiró del Reducto el Dr. Ríos,
los Alzamoras y otros y se fueron con el pretexto de tomar agua[1].
Destrucción en Chorrillos
Mientras por el lado chileno Alberto del
Solar contará sobre aquello Desde
las azoteas de la Escuela de Cabos pudimos dominar con la vista, pocas horas
más tarde y a la luz del día aún, el campo de batalla.
Por el Oriente se veían
las praderas como salpicadas en toda su dilatada extensión por innumerables
manchas blancas, con forma de estrías, que, contempladas desde allí, en no
interrumpida serie, daban a la verde llanura el aspecto de la superficie del
mar cuando lo encrespa una espumosa marejada. Esas estrías eran los cadáveres
de nuestros soldados, que, vestidos de brin blanco, y tendidos, de trecho en
trecho, sobre el suelo de color de césped, albeaban a los rayos oblicuos del
sol poniente. Por el Norte, se divisaban las líneas de defensa de Barranco y
Miraflores, intactas todavía y hacia las cuales se precipitaba el derrotado
enemigo en tumultuoso confusión. Las torres y las cúpulas de Lima, más lejos;
el circuito enorme de la célebre plaza de toros, esfumado por la bruma y por la
distancia... Al Sur, el Morro Solar con su escolta de fuertes. Sobre todos
ellos se veían brillar ya, al través de los cristales de los anteojos, los
colores de nuestra bandera, enarbolados por el ilustre Lynch y su heroica
división.
…Chorrillos,
¡Chorrillos entregado a las llamas! ¡Qué espectáculo! Dijérase un incendio
sobre otro incendio, pues el sol, al ocultarse, inflamaba también el horizonte,
convirtiéndolo en una inmensa iluminación de púrpura, que servía de fondo a los
resplandores de la hoguera terrestre.
Pero, a medida que
palidece el uno, el otro se aviva, alimentado sin cesar por el soplo de la
brisa y acrecentado en la intensidad de su aspecto, por las sombras de la
noche, que, poco a poco, van sobreponiéndose a las claridades del crepúsculo.
1. Soldado Compañía Española de la Guardia Urbana (1879-1881).
Es la Ilustración Española i Americana quien nos entrega la información necesaria para recrear el vestuario de este cuerpo poco conocido. Ella misma nos aclara las razones de sus inicios, en los siguientes términos: “...desde que las necesidades de la guerra contra Chile hicieron necesario para el gobierno del Perú disponer de las fuerzas militares que guarnecían la capital, para enviarlas a los puntos más amenazados, brindáronse, así los nacionales como los extranjeros acomodados que componen el vecindario de Lima, a formar una Guardia Urbana, destinada a velar por la
conservación del orden y la seguridad de la población. Cada nacionalidad, pues, organizó una compañía, eligiendo sus Jefes de entre las personas más caracterizadas que contaba en su seno, y estas fuerzas urbanas vienen prestando con el mayor celo y exactitud el servicio propio de su instituto, exento, naturalmente, de todo carácter político... la Compañía Española ha adoptado el uniforme que usan nuestros regimientos de Artillería de a Pié, ostentando en los galones del Ros y del cuello del capote los colores de la bandera nacional...”. De hecho, el soldado ilustrado esta representado con el capote gris de Artillería Peruana, sobre el uniforme de Artillería de a pié indicado. Se aprecia el morrión Ros de tela blanca, con cordón rojo, la chapa de bronce, escarapela y plumero color punzó. Va armado con un fusil Rémington Rolling Block Spanish modelo 1871.
conservación del orden y la seguridad de la población. Cada nacionalidad, pues, organizó una compañía, eligiendo sus Jefes de entre las personas más caracterizadas que contaba en su seno, y estas fuerzas urbanas vienen prestando con el mayor celo y exactitud el servicio propio de su instituto, exento, naturalmente, de todo carácter político... la Compañía Española ha adoptado el uniforme que usan nuestros regimientos de Artillería de a Pié, ostentando en los galones del Ros y del cuello del capote los colores de la bandera nacional...”. De hecho, el soldado ilustrado esta representado con el capote gris de Artillería Peruana, sobre el uniforme de Artillería de a pié indicado. Se aprecia el morrión Ros de tela blanca, con cordón rojo, la chapa de bronce, escarapela y plumero color punzó. Va armado con un fusil Rémington Rolling Block Spanish modelo 1871.
2. Tambor Batallón Nº 10 Ejército de la Reserva de Lima (1881).
Nuevamente la iconografía nos da una valiosa ayuda para determinar el vestuario de estos jóvenes músicos, apenas muchachos, pero con un amplio ardor patriótico. La fotografía de este cuerpo en maniobras en el campo de El Pino, nos permitió reconstruir el vestuario que lleva este tambor. Viste una chaqueta corta con faldones posteriores. En su frente lleva la pellisa celeste del arma sujeta por dos corridas de botones de bronce. Lleva vivos del arma de Infantería en cuello, frente de la chaqueta, botamangas y vuelta del faldón. Usa pantalones anchos blancos con un vivo rojo, sobre polainas de cordobán que cubren sus zapatos negros. El morrión es del tipo chacó, con carrilleras escamadas de bronce; celeste y vivo amarillo que sube a la copa de hule negro. Al frente la escarapela sujeta por un botón de bronce y plumero color punzó; fuera del número de la unidad en chapa blanca. El tambor es del tipo Francés.
Imagen y texto página razón y fuerza
La sangre había corrido
a torrentes aquel día; el fuego había brillado sin cesar en las bocas de los
fusiles y de los cañones. Llegaba su turno al incendio, fatal e inevitable en
toda guerra, cuando es el resultado, no de una resistencia obstinada y heroica
por parte del enemigo, sino del escondite indemne, utilizado con eficacia en la
sombra, tras de parapetos a los cuales no es posible llegar y que es preciso,
por consiguiente, destruir.
El espectáculo de
aquella hoguera con sus negros penachos de humo siniestramente iluminados por
el reflejo de llamaradas colosales; el chisporrotear de las maderas,
convertidas poco a poco en ascuas que brillaban un momento con intensísimo
fulgor y se derrumbaban después estrepitosamente, sepultadas entre los
escombros -todo ello, visto y escuchado desde aquella altura, especie de
atalaya alta y elevada- daba la sensación de una segunda batalla, tan reñida y
terrible como la primera.
Los comentarios no
cesaban de transmitirse de grupo en grupo, motivados por la narración precipitada
y nerviosa que cada cual hacía de los principales hechos en que había sido
actor, o de los episodios presentados durante el día.
Otro testigo relatará: Serían las 9
p.m. cuando se ordenó mandar una compañía de avanzada en unión con otra de los
navales. Aquí fue el apuro en que se vio el ayudante Nordenflycht para poder
reunir la gente necesaria, pues el regimiento entero estaba iluminado[ebrio]... La Primera del
Primero no pasó más de media docena de hombres, y así las demás; pero ninguno
se podía parar derecho...
La noche estaba clara y el
cielo enrojecido con el resplandor del incendio de Chorrillos... En los Navales habían tropezado con el mismo
inconveniente que nosotros, pues la tropa había bebido también por jarros el
pisco. Un oficial le dijo al segundo comandante que lo apuraba para que formara
la tropa necesaria: “¡Pero señor, si todos están curados [ebrios]...!”… Acampamos no distantes del pueblo de Barranco que ardía como Chorrillos… Aparte
del cansancio de las tropas, éstas habían bebido como odres y estaban inútiles
en gran parte... Desde ese puesto
de avanzada sentíamos la bulla de la soldadesca ebria del infeliz pueblo de
Chorrillos. El incendio parecía crecer más cada momento.
Detonaciones de rifles se sentían continuamente en el incendio, y eran balazos
que se tiraban unos a otros. Esa fue la noche triste de Chorrillos… Lo que pasó después de la victoria es lo que comúnmente pasa en una
población tomada a viva fuerza. ¿Y de qué otra forma le podemos hacer la guerra
a estos cafres?...
Durante todo el día continuó ardiendo todo Chorrillos.
Desde nuestro campamento vimos consumir por las llamas hermosos edificios de
dos pisos, que parecían iglesias por sus miradores en forma de torres. Se
mencionan muchas desgracias ocurridas. Una gallina llevada por algunos soldados
era quitada a balazos por otros. La negativa de un trago de licor producía
igual resultado. Todas las
cuestiones las solucionaba la bala o bayoneta. Un cabo de nuestra
banda (no se ha averiguado quién sería) pidió un trago de vino a un soldado
naval; éste no quiso darle, y sin más que esto, el cabo lo mata de un balazo y
se toma el licor. Varios soldados encontraron niñas peruanas, según creo, se
encerraban con ellas para remoler [irse
de jolgorio o parranda] en una casa, al son de un piano tocado por esas
callosas manos chilenas. En la puerta de calle pusieron centinela armado de
rifle y bien municionado. El que pretendía entrar, bala con él. En Chorrillos
nuestros soldados se pusieron las
botas…
Hasta muy entrada la noche
anduvimos por los rieles. Nos acercamos al pueblo de Barranco y vimos que ardía
un gran edificio. Desde esta distancia la costa de Chorrillos parecía una
inmensa serpiente de fuego[2].
La cosecha de la
batalla: Durante la batalla La
1º Ambulancia acampa con la 1º División Lynch a 5.000 metros frente a las
fortificaciones peruanas de Villa y Santa Teresa. A las 04.55 hrs: La 1º
Ambulancia del doctor Arce, entra en funciones a la iniciación de la
pelea. El doctor Arce reparte su efectivo en 3 trozos, que curan a los
heridos a medida que caen, los colocan en las camillas que llevan armadas, en
número de 120, mientras se preparan las de reserva. Para las 09.00 hrs, victoriosa parcialmente la
División Lynch, no queda a retaguardia un solo herido sin la primera
curación. Después se establecen grupos de concentración. El 1º a cargo
del cirujano 1º don Clodomiro González Vera, en el lugar donde cayeron los
primeros heridos. El 2º a la derecha, donde fue más recia la pelea, a las
órdenes del cirujano 1º don Domingo A. Grez y el 3º, ya en el valle, con los
doctores señores Salvador Feliú, Juan Kidd y Juan Manuel Salamanca. Todos ellos
se acompañan de sus cirujanos 2º y practicantes correspondientes.
Finalmente a las 15.00 hrs se tocó llamada redoblada
en todos los campamentos chilenos, para reunir las Divisiones en los lugares
designados por la Comandancia, que había permanecido
entre Chorrillos y San Juan, al Sur del camino real. El
Superintendente del Servicio Sanitario, establece 2 grandes Hospitales en la
tarde de este día, uno en la Hacienda de San Juan y otro en la Escuela de Cabos
en Chorrillos[3].
La 1º Ambulancia trabaja rudamente durante todo el día
y la noche. Se colocan los heridos en camilla, bajo carpas o en las enramadas
de los campamentos enemigos[4]. A su vea la Ambulancia N° 2 atiende a 313
heridos en la mañana del día 13, en medio de la batalla. En la tarde y noche el
número asciende a 653. Un total de 28
oficiales y 577 clases y tropas, además de 50 peruanos. “En la mañana del 14,
el doctor Gorroño transporta los heridos al hospital de San Juan; y se habilita
una sala especial de operaciones, en que se efectúan las siguientes: 11 amputaciones de piernas, 17 de muslos; 7 de
brazos; 3 de antebrazos; 3 desarticulaicones de hombros y 9 desarticulaciones
de dedos…En la mañana (del 14), la ambulancia termina su traslado a las casas
de San Juan. Quedan dos secciones de la ambulancia allí y el resto se traslada
al Hospital en que se convierte la Escuela de Cabos.
Los chinos de Quintín
Quinteros se dedican a recoger heridos todos ese día de batalla, especialmente
cuando el combate se alejaba, llevándolos a las ambulancias primero y luego a
los hospitales. Terminada la batalla el numero de heridos baja a medida que las
horas pasan pues muchos mueren sobre el campo. Luego se convertirá en una
recogida de cuerpos solamente.
“A orillas de mar” cuenta
Francisco Machuca “se levanta un extenso malecón adornado de quioscos y una
elegante balaustrada. Desde el quiosco se baja a los baños, por una rampla muy
pendiente de madera, cubiera por un techo del mismo material. El capitán
Villarroel (llamado en las filas el capitán Dinamita) la salva del incendio, la limpia y pone a disposición de la
Intendencia para depósitos de municiones y víveres…
El Delegado de la Intendencia, Hermógenes Perez de
Arce había embarcado en Curayaco todo el material que no había sido llevado por
la tropas. Lo que queda en la costa es quemado. Y espera el resultado de la
batalla. El Itata es enviado como nave mensajera y regresa a Curayaco terminada
la batalla. Entonces una flotilla se dirige a Chorrillos en el amanacer del día
14 de enero y toma posesión de los Baños de Chorrillos como puerto de
desembarque. Llegará el 14 a la playa el Batallón Quillota, en un trasnporte
venido de Pisco, también con ganado, mulas y víveres[5]. Enm la misma noche, trabajando junto a los chinos “cortan
los cables conectados desde los baños a las minas submarinas; con botes y
rastras varan en la playa numerosos
brulotes de fondeadero fijo; algunos estallan con estruendosa explosión”[6]. Hecha este trabajo el Almirante Riveros hace “entrar al puerto , a la Pilcomayo el comandante
Moraga efectúa con toda felicidad la operación de fondeo; tras la estela de su
buque, vapor de ruedas; el Huanay, con
víveres hasta los topes; el Avestruz con el parque general; y el Paquete de
Maule con material sanitario. El velero 21 de Mayo fondea en Caleta de la
Chira, con una Sección de Ambulancia, a cargo del cirujano don José de la C.
Contreras. Recibió y atendió 70 heridos, la mayoría de ellos peruanos. “”El
almirante ordena desembarcar en la misma caleta a todos los cirujanos de la
escuadra, con sus practicantes y ayudantes. Envía así mismo a tierra, agua en barriles y víveres suficientes, para
las tropas cercanas a la caleta”[7]
Quintín Quintana
Quintín Quintana, el líder de los chinos que se
enrolaron en el Ejército chileno, recibe la orden el mismo 14 ante la cantidad
de muertos que proceda a enterrarlos, para lo que debe abrir fosas donde
depositar los cadáveres, pero si son muchos los peruanos (como así fue)
procediera a quemarlos
El Comandante Bascuñan había movilizado el ganado del
Bagaje hacia Lurín, en busca de víveres, municiones y material de sanidad, a
excepción de 150 mulas aparejadas, necesarias para el servicio interno de las
Divisiones y Ambulancias. Bascuñan había tenido la previsión de armar a
sus arrieros con rifles de los heridos, lo que evitó muchas desgracias.
Algunos carretones de Ambulancias habían quedado
atascados en los arenales del camino y ya las vendas escaseaban. Unos soldados
peruanos derrotados habían encontrado a los expresados carretones con sus
arrieros chilenos. Habían matado a uno y amarrado a los demás chilenos, para
saquear tranquilamente los vehículos. Tres soldados chilenos, rezagados por
enfermedad, habían llegado al lugar del suceso. Los soldados peruanos eran 8, resisten.
Después de algunos tiros, 3 peruanos muerden el polvo, los restantes huyen
desaforados. Se salvó la carga de los carretones, compuesta en gran cantidad de
vendas, hilas y ropa. Por la medianoche La 1º Ambulancia trabaja hasta
esta hora de la noche, hora en que habiendo atendido los 1.200 heridos, salen
grupos de ambulantes a recorrer el campo de batalla hasta el amanecer. Se
trabaja tesoneramente todo este día.
Chino esclavizado en plantación de azucar en Perú
Luego de la derrota peruana, sobre el campo quedaban
los cuerpos de miles de heridos de ambos bandos, los que no habían sido
“repasados” por uno u otro bando esperaban socorro por el ado de los que no
podían moverse, mientras los que si se podían estar en pie se acercaban ya a
las casas de la Hacienda San Juan o bien a la Escuela de Cabos, ambos centro de
acopios para los heridos. De la Escuela de Cabos, José Miguel Varela Rememora:
“….partí con un piquete de más o menos
veinte jinetes al hospital de sangre instalado en la escuela de Cabos de
Chorrillos, para ver el estado de nuestra gente…….el olor a sangre se sentía a
más de cien metros del frontis del gran edificio…. Todos los amplios salones,
barracas de dormitorios, salas de estudio, oficinas y partios estaban llenos de
heridos y la sangre escurría por las baldosas y empedrados de los pisos.
Desesperados y lastimeros lamenos llenaban completamente el ambiente…. El aire
caliente, denso. Se sentía un vaho y
pegajoso y los médicos y practicantes (alumnos de quinto año de medicina) corrían de un lado a otro, haciendo lo que
podían. Los largos pasillos estaban repletos de heridos tendidos en el suelo.
Entre ellos se veía a los cirujanos con sus túnicas blancas cubiertas de
sangre, practicando amputación traqs amputación, para evitar la temida
gangrena…miles de heridos graves eran atendidos por un puñado de valerosos y
estoicos médicos y estudiantes de medicina que hacían todo lo posible por
aferrarlos a la vida [8] .
En Lima La noche
aumentó con sus sombras la ansiedad del día. Las calles de Lima estaban
silenciosas; el gas iluminaba una ciudad que parecía abandonada. Algún
transeúnte apresurado, algún disperso rezagado o herido levemente, alguna
camilla de ambulancia, era lo que de vez en cuando mostraban las calles o
plazas silenciosas. Al mirar desde los techos hacia el campamento, el resplandor
del incendio de Chorrillos contristaba el espíritu y esas llamas devoradoras de
las suntuosas habitaciones de la aristocracia limeña –medida de guerra atroz,
pero no inusitada- hubieran mantenido siempre en la memoria de todos un
recuerdo execrado del vencedor, si las llamas que se levantaron después en Lima
para consumar un crimen sin ejemplo, no hubieran hecho desear en la capital la
presencia del mismo vencedor[9].
Días después Robert Ramsay narrará en una carta que el
21 de enero visitó “los campos de batalla
de Miraflores, Chorrillos y Barranco, pero el cuadro era tan espantoso que no
intentaré describirlo. Montgomery vino el Miércoles de servicio, y cuando lo
acompañé a arrendar su caballo, tuvo éxito en conseguirme uno para mí también.
A las 7 de la mañana del día siguiente estábamos a caballo y partimos de la
Legación Británica el Capitán Stephens, el Capitán Acklan (H.M.S. Triumph
Attaché ante los chilenos), Alfred St. John, (sobrino del Ministro), el
Teniente Horsely, un médico del Triumph, tres oficiales americanos (uno de
ellos Attaché ante los chilenos) Montgomery y yo. Más tarde se nos reunieron el
Capitán del “Triumph”, Markham, famosos por sus exploraciones Árticas,
Mr. Brenton (Attaché ante los peruanos) y Revett, que ha perdido cuanto tenía
en Miraflores y que vio ahí toda la devastación, el pueblo entero prácticamente
destruido. Llegamos a Chorrillos que realmente es un montón de ruinas. Fuimos
especialmente a mirar algunas casas, entre ellas la de Fred Ford, en la que se
supone que se encontraba el viejo doctor Mc Lean cuando encontró la muerte, ya
que el anciano inconsciente insistió en quedarse en Chorrillos. Los chilenos
fueron atacados al entrar al pueblo así es que inmediatamente se pusieron a
destruirlo y el doctor no pudo arrancarse. Hacía muchos años que estaba aquí,
era el único médico inglés, y lo ocupaba la mayoría de sus compatriotas en
Lima. Tenía alrededor de 80 años, conservándose maravillosamente sano y
vigoroso, teniendo por costumbre venir a caballo desde Chorrillos dos veces por
semana. Los chilenos pueden no tener razón, pero él no debió jamás haber
permanecido allí. El espectáculo en Chorrillos era horrible, con muchos
cadáveres carbonizados entre las ruinas. Una casa que no había sido quemada
contenía 26 cuerpos hacinados y, arriba en el cerro, en la batería, los
cadáveres yacían por montones. En el hecho, hay todavía en el campo de batalla
cientos de cadáveres insepultos y algunos de ellos se encuentran en mitad y en
los bordes de los caminos. En los reductos de Miraflores la visión era
aterradora y, en todos los casos, los cadáveres descompuestos presentan
un aspecto horrible. Algunas veces pesábamos frente a algún pobre infeliz cuyo
cuerpo estaban quemando a fin de acelerar la descomposición. El número de
caballos muertos es muy grande y, por supuesto, el conjunto constituyó un
espectáculo tremendo para mí, siendo lo peor el hedor. Entramos al hospital
chileno en Chorrillos y no puede darse jamás algo más chocante. Hombres mal
atendidos, hombres sin ninguna atención, escasez de los recursos que se
necesitaban y un olor espantoso. Como manifestó el médico del “Triumph”, era
arriesgar nuestras vidas ir y atender a los heridos allí. Vimos tres hombres
juntos muriéndose, uno un peruano, que nunca podría haber sido curado y que
debe haber estado consumiéndose por casi una semana. Todo esto y los campos de
batalla le dan a uno una idea de lo que es la guerra y lo brutos que pueden ser
los seres humanos. Voy ahora a tener una consideración con sus sentimientos y a
no decir más sobre estas escenas tremendas[10].
Por esos días Alberto del Solar y el regimiento
Esmeralda estaban instalados en el sector El
ejército formado en columnas y a «paso de vencedores», hacía su entrada
triunfal en la Ciudad de los Reyes, mientras los Esmeraldas nos quedábamos en
las casas de San Juan y Escuela de Cabos, custodiando prisioneros y enterrando
muertos. Hacía un calor de todos los demonios, de modo que la atmósfera, al
cabo de cuatro o cinco días, comenzó a viciarse con las emanaciones de miles de
cadáveres en putrefacción, obligándonos a huir lo más lejos posible del
campamento. Era aquello insoportable.
Desde el amanecer hasta
la hora de almorzar, nos repartíamos por el campo y hacíamos allí el oficio de
sepultureros, no sin cierta repugnancia. Cuatro o cinco paladas de arena sobre
los cuerpos hinchados y amoratados bastaban para cubrirlos: Lo demás quedaba a
cargo del tiempo. Un pulpero chino, de San Juan, que durante todo el combate
había permanecido oculto en el fondo de la bodega de su cuchitril, fue
descubierto allí por nuestros soldados, quienes, con o sin razón, lo sacaron a
pescozones de su escondite para obligarlo a ayudar a recoger a los heridos y a
transportarlos hasta las ambulancias vecinas. Trabajó tenazmente todo aquel día
el hijo del Celeste Imperio, ayudando no sólo a los acarreadores, sino también
a los cirujanos en la ambulancia. Pero es sabido que los chinos de exportación
son por lo general perezosos. Al día siguiente había desaparecido de la
ambulancia el improvisado practicante.
En este trabajo y en el
de recoger armas se pasaron ocho días, al cabo de los cuales las exigencias de
la higiene por un lado, y por otro el fin de nuestra tarea, decidieron al
general en jefe a llamarnos a Lima. Pocas veces he tenido un placer mayor que
el que sentí cuando se nos comunicó la orden de alistarnos para emprender la
marcha.
En la retaguardia: ….por el ruido de los disparos,
nosotros supimos esa mañana que el combate había comenzado y, como a las 9
existía gran excitación en las calles y muchos soldados dispersos, levemente
heridos, habían llegado ya a esa hora a la ciudad. El tren que arribó a Chorrillos
trajo también a muchos heridos, por lo que vimos que la batalla había sido
ardorosa. El hijo del último Presidente, llamado Prado, entró a la ciudad
proclamando que todo estaba perdido, por cuya información fue inmediatamente
aislado y apresado. Un famoso General, llamado Lacotera, incluso trató de hacer
una revolución gritando “Muerte a Piérola, Viva la Constitución” y tuvo que
escapar de la turba, refugiándose en la Legación Inglesa. El ruido de los
disparos se apagó poco después de las 10 y entonces comenzamos a recibir
noticias sobre los resultados de la batalla. Nuestra primera información fue
que los peruanos habían perdido algunas posiciones, reconquistándolas
nuevamente, pero solo en la tarde supimos el verdadero estado de la situación.
Entonces oímos que los peruanos habían sido derrotados en toda la línea, San
Juan y Chorrillos capturados, y que los peruanos, por orden de su Jefe,
retirados a Miraflores, que se encontraba atrincherado por ambos costados en
una extensión de muchas millas. En realidad, los peruanos no mostraron un
espíritu de lucha digno de comentario. La mayor parte de los soldados
disparaban fusiles al aire y arrancaban, muchos dejaban sus rifles abandonados
y además toda su artillería cayó en manos del enemigo.
Vista de Lima
Esa tarde los médicos
jóvenes de los buques neutrales, el Dr. Loane del “Shannon” y Ferguson del
“Thetis”, llegaron a Lima en un tren especial desde Ancón. Arribaron a la hora
de comida al hotel, muy apurados por partir al hospital, donde se les manifestó
que no se necesitaban sus servicios esa noche, pero a la mañana siguiente se
hicieron cargo de un grupo de hombres. El hospital era un arreglo provisorio
hecho en el gran edificio donde se celebró la Exposición hace algunos años y
resultó de lo más adecuado para tal propósito. Yo le visité con el Dr. Loane en
la tarde del Viernes y vi a todos esos desgraciados, la mayor parte de los
cuales no estaban, sin embargo, muy mal heridos, pues los más graves se les
dejó en el campo de batalla o fueron atendidos por la “Cruz Roja” (Red
Cross) del Ejército. El Dr. Loane me dice que la mayoría de las heridas están
en la espalda, por lo menos, comienzan en la espalda, lo que confirma la
versión que habrían arrancado. Es realmente un espectáculo lamentable ver todos
esos hombres heridos que no se encuentran bien atendidos, existiendo una gran
necesidad de practicantes y enfermeras. Vi morir a un pobre hombre que había
sido gravemente herido y me temo que, desde entonces, un buen número debe haber
corrido la misma suerte.
[1] Diario de Pedro
Rodríguez Rodríguez
[2]
Mi campaña
al Perú: 1879-1881 Justo Abel Rosales Textos
seleccionados del Capítulo IV En Perú:
Las batallas de Chorrillos y de Miraflores “Viernes 14 [de enero de 1881]. Campamento
de Chorrillos.
http://cavb.blogspot.com/2012/01/matanza-saqueo-e-incendio-de-chorrillos.html
[3]
De las mismas fuentes, de otras
historias de unidades que he puesto, pongo a continuación la historia de la
Ambulancia N° 1 "Santiago". Resumen de un trabajo del Sr. Marco
Antonio Lang.
[4] De las
mismas fuentes, de otras historias de unidades que he puesto, pongo a
continuación la historia de la Ambulancia N° 1 "Santiago". Resumen de
un trabajo del Sr. Marco Antonio Lang.
[5] Machuca, Francisoco, Las Cuatro
Campañas de la Guerra del Pacíico, Tomo IV página 428 en http://issuu.com/librod/docs/machuca__francisco_-_3las_cuatro_campa_as_de_la_gu
[6] Machuca, Francisoco, Las Cuatro
Campañas de la Guerra del Pacíico, Tomo IV página 429 en
http://issuu.com/librod/docs/machuca__francisco_-_3las_cuatro_campa_as_de_la_gu
[7] Machuca, Francisoco, Las Cuatro
Campañas de la Guerra del Pacíico, Tomo IV página 429 en
http://issuu.com/librod/docs/machuca__francisco_-_3las_cuatro_campa_as_de_la_gu
[8]
Un veterano de tres guerras, recuerdos de José Miguel Varela
[9] Relato
del ciudadano colombiano Vicente Holguín en
http://www.bicentenariochile.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=121:ocupacion-de-lima-relato-del-ciudadano-colombiano-vicente-holguin&catid=15:guerra-del-pacifico&Itemid=9
[10] Carta de Don Robert Ramsay Sturrock en http://www.bicentenariochile.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=119:ocupacion-de-lima-carta-de-robert-ramsay-sturrock-18-de-enero-de-1881&catid=15:guerra-del-pacifico&Itemid=9
Gracias por compartir tan buen artículo. Muy bien documentado. Felicitaciones!
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