LA
BATALLA DE CHORRILLOS (13 DE ENERO DE 1881)
El general Pedro Silva, jefe del Estado Mayor peruano, encargado de la
defensa de Lima, relata en su parte de la batalla de Chorrillos[1],
que “el Estado Mayor General dictó cuantas providencias
aconsejaba la previsión para asegurar el triunfo”. Así cada jefe de cuerpo de
Ejército serían responsables de su sector, pero sin dejarlo todo a su arbitrio
ya que el tan mentado “Estado Mayor
vigilaba la parte exterior de la línea”. El listado de las medidas que
señala este oficial peruano
1.
se les proporcionaría en abundancia
sacos vacíos y herramientas… para que formasen parapetos que aumentasen la
defensa de las naturales posiciones.
2.
para el caso de un ataque a las
primeras horas de la mañana, se mandó que los cuerpos estuviesen listos para
combatir con manta a la cintura y en su lugar de descanso, desde las 4 A.M.
todos los días hasta después de reconocido el campo;…
3.
se proporcionaron víveres para un
rancho adelantado, con prevención de que concluido de cocinar el segundo de
cada día, se procediera a hacer inmediatamente lo mismo con el primero para el
siguiente, a fin de que la tropa lo tomase antes de entrar en combate y tuviese
más resistencia para la fatiga;
4.
que viendo que el contratista de las
porta-cápsulas no hacía proporcionadas entregas, se facilitó al soldado el
material suficiente para que las hicieran en el campamento;
5.
A fin de facilitar el movimiento
rápido del ejército en todas direcciones, se ocuparon los ingenieros de que
podía disponerse, día y noche, en abrir caminos y colocar puentes;
6.
la víspera de la batalla se hizo pasar revista de municiones a todos los cuerpos;
7.
Si el
enemigo intentase forzar el paso por la
izquierda (peruana, derecha desde la perspectiva de los chilenos), se abrió una zanja en el claro llano
comprendido entre la culata de los morros de San Juan, que ocupaba el batallón
Ayacucho número 83 y el primero de los de Pamplona y Lurín hacia La Palma y
consiguientemente a Miraflores, para lo cual se colocaron también piezas
explosivas a retaguardia de las enunciadas posiciones de Pamplona, así como en
el portachuelo que desciende de los mismos puntos de Pachacamac y Lurín por el
abra del morro de Papa y San Francisco sobre Tebes;
1.Sargento 1° de Artillería (Morro Solar)
2. Subteniente Abanderado Batallón Zepita N° 29
1. Subteniente Abanderado Batallón Ayacucho N° 83
2. Subteniente Abanderado Batallón Zepita N° 2
8.
una fuerte columna de la guardia
civil, al mando de su comandante el coronel Negrón, a la que debieron agregarse
200 hombres escogidos del Batallón Canta recientemente llegado al campamento,
se colocó a derecha e izquierda de este último camino dominando el portachuelo
que divide el morro de Papa de las lomas de San Francisco (en la extrema izquierda de la
línea peruana)
9.
los cuerpos se constituyeron en la
línea de San Juan tomando por base los dominantes cerros de Chorrillos
consultando el menor radio, atendida la fuerza de que contaba el ejército,
teniendo siempre presente que los enemigos con sus elementos marítimos
intentasen un recio ataque por ese punto, a la vez que otro por la izquierda de
San Juan para envolver las posiciones y avanzando por la Palma y Miraflores a
amenazar el Callao, y que colocados de tal modo, a más de tener por punto de apoyo
las prominencias perpendiculares, pudiesen los fuegos de los unos rebasar el
frente de la línea de los otros, a efecto de protegerse mutuamente, y que, a la
pérdida de una posición no siguiese la de otra, con cuyo intento fue también
que se ordenó, como ya tengo dicho, que cada batallón y toda la artillería
formasen, como en efecto formaron, sus parapetos de defensa.
Para el día 12 de enero creyendo que
“el enemigo preparase un ataque a medida
que la luna tocaba a su conjunción al amanecer, para aprovechar durante la
noche de toda su plenitud y poder poner en movimiento sus fuerzas con
regularidad, el 12, después de haber estado con S.E. el Jefe Supremo
(Nicolás Piérola) en Chorrillos, regresé
en la tarde a San Juan e hice consignar en el santo las significativas palabras
siguientes: "Enemigo-Pretende-Sorpresa".
Avelino Cáceres
Así esa noche, dice Silva, previne, por medio de ayudantes, a los cuerpos
de toda la línea que estuviesen listos, y a las 12.50 A.M. se mandó orden por
escrito al coronel Dávila para que ocupase las posiciones encomendadas a su
cuidado, desplegase sus guerrillas a vanguardia y conservase sus reservas.
Idéntica orden había recibido momentos antes el propio coronel Dávila,
comunicada por el subjefe, quien se constituyó en el campamento a colocar
cuatro piezas de artillería separadas de otro punto. Acto contínuo dispuse que
todo el personal del Estado Mayor General se pusiera en movimiento, mandando
que la caballería embridase y tomase el puesto que con antelación se le tenía
destinado para que con facilidad pudiese efectuar sus maniobras.
Conscriptos serranos, según el
London Illustrated
Y sobre las tropas a su mando, el
general Pedro Silva, relata que “los
cuerpos que componían los ejércitos, eran en su mayor parte de reciente creación.
En efecto, el más antiguo no contaba dos años de existencia, habiendo algunos
que apenas tenían dos meses, y aún no faltaban ligeras columnas que fueron sólo
formadas días antes de las batallas.
Procedentes los más de los individuos de tropa de las regiones
trasandinas, no estaban en aptitud de comprender, sino después de algún tiempo,
los más triviales rudimentos de la táctica, desde que ignoraban el idioma en
que debía instruírseles.
Sin embargo, el interés y dedicación de los jefes suplieron en gran
parte tan graves defectos, sin que por esto pudiera decirse que nuestros
soldados estaban expeditos para empeñar tan inmediatamente un combate. Las
exigencias de la situación obligaron, no obstante, a aprestarlos para la lucha,
infundiendo en su ánimo la mayor confianza y redoblando los ejercicios para
adiestrarlos en cuanto fuese posible en las maniobras militares.
Respecto de la estructura del
Ejército Peruano, “Los ejércitos
nacionales denominados del Norte y del centro, se hallaban bajo las inmediatas
órdenes de sus respectivos comandantes en jefe, señores General de Brigada don
Ramón Vargas Machuca y coronel don Juan Nepomuceno Vargas.
Estas mismas fuerzas, antes de
abandonar Lima hacia sus posiciones “fueron
subdivididas las fuerzas de infantería de dichos ejércitos en dos fracciones
cada una, resultando cuatro cuerpos de ejército numerados de 1º a 4º y mandados
respectivamente por los coroneles de ejército don Miguel Iglesias, don
Belisario Suárez, don Justo Pastor Dávila y don Andrés Avelino Cáceres. Al
darse esta nueva organización a las fuerzas activas de infantería, se dispuso,
por una orden general dictada y rubricada por S.E., que el Estado Mayor General
se entendiese directamente con los comandantes en jefe de cada cuerpo de
ejército, con la prevención de que éstos dieren aviso a los de igual carácter
del norte y centro, cuyos cargos se conservaren.
Conscripto peruano de la sierra en
cuartel
Para completar la indicada nueva organización, se adscribió a cada
cuerpo de ejército una brigada de caballería, compuesta de dos escuadrones con
una fuerza de menos de 300 hombres cada una. La brigada que fue del ejército
del norte, quedó reducida a sólo 100 plazas por consecuencia del contraste que
sufrió en su retirada de Cañete. Por lo general, la caballería permaneció en el
campamento bajo las órdenes directas del Estado Mayor General que la ocupaba,
por consecuencia de la mala calidad de sus caballos, en sólo muy ligeros
reconocimientos. La escolta de S.E. hasta la batalla de San Juan, dependió del
primer cuerpo del ejército. Esta caballería, con excepción de
la escolta, el resto de la caballería se encontraba mal montada, y aún había un
escuadrón pie a tierra; el armamento era también de mala calidad y de
diferentes sistemas hasta dos días antes de los hechos de San Juan, en que se
le proporcionaron nuevas carabinas cuyo mecanismo no tuvo tiempo de aprender.
Belisario Suárez, oficial peruano
jefe de la Reserva en Chorrillos o San Juan
Cada división debía estar dotada de una compañía encargada de la
administración militar; pero en el ejército del centro sólo llegó a organizarse
el cuadro de oficiales.
Igualmente debían formarse en las divisiones compañías de ingenieros
adscritas a cada una de ellas. Sin embargo, en el ejército del centro no llegó
a arreglarse ni el cuadro de oficiales; y en el del norte se reunieron entre
todas las compañías 150 soldados, los cuales no fueron conducidos al Cuartel
General.
La artilería transportable, que dependió de un modo directo y hasta que
todo el ejército se constituyó en San Juan a fines de diciembre, de la
Comandancia General de Armas (coronel
Joaquín Torrico),…estaba dividida en
dos regimientos, uno de artillería a lomo, que comandaba el coronel don Pedro
Lafuente, y el otro de artillería rodada, que obedecía al coronel don Exequiel
de Piérola.
Se contaba, además, con una brigada de 250 soldados que apenas se
organizó en noviembre último.
Aparte de estas brigadas existía el Escuadrón Escolta, que tenía un
efectivo de poco más de 150 soldados.
Diego Dublé Almeyda, jefe del
Atacama
Traslado de los reclutas serranos
vía ferrocarril hacia la costa limeña
La fuerza disponible del primer regimiento alcanzaba a más de 800
hombres, y la del último a menos de 400. De advertir es que la gente veterana
que existía en ese cuerpo fue extrayéndose por fracciones para los ejércitos
del sur; por manera que en la actualidad la mayor parte era bisoña e inadecuada
para el servicio de tan importante arma.
Somera
descripción de la línea peruana: éstas abarcaban unos 12 Km, iban desde las orillas del
mar hasta cerca al cerro San Francisco. Los peruanos llaman derecha a sus
posiciones en Chorrillos e izquierda las de San Juan. La línea de defensa era
las alturas al sur de Chorrillos y San Juan, empezaban en las alturas de Marcavilca (entre las playas La Chira y
Conchán), seguí(a) por las cercanías a la hacienda
Villa, Santa Teresa (donde se
encuentra actualmente el AA.HH. Tupac), Zigzag
occidental, Zigzag oriental
(donde está la Escuela Nacional de la Policía), el Gramadal, Viva el Perú y
los cerros de Pamplona (en
particular, el que se encuentra a la espalda del supermercado Metro del puente
Atocongo)[3]
Sobre los serranos y los indios:
El
distinguido T. hablaba un día de una manera despreciativa, que siempre usaba
sin empacho, de la poca confianza que le merecían “los serranos”; yo me aparté
un tanto porque en general me disgustaba atravesar palabra con una persona que
si entonces me era desagradable y repulsiva, hoy me es odiosa (si no ha muerto)
por el crimen de que me parece ser autor. También Porfías
parecía que sentía repulsión por este sujeto, pues, contra la costumbre que me
ha hecho darle el nombre con que lo llamo, jamás sostuvo porfía con él; pero
estaba tan procaz y tan torpe T, que no pudo menos Porfías que acercarse y
tomar la defensa de los serranos.- Sí, le dijo, muchos correrán, porque no les
importa nada la capital de los viracochas que los insultan cuando no pueden….
cuando tienen miedo de hacerles algo peor; pero los serranos que sabemos que
estamos defendiendo la Patria…. yo quisiera ver si les da U. siquiera a la
rodilla. U. que tan valiente es…. con la boca;- y le volvió la espalda sin
hacer mas caso que el desprecio merecido de las palabras de T. que lo provocaba
diciendo:- Vamos afuera del cuadro… para que veas a donde te doy.
He
visto, en efecto, confirmadas las palabras de Porfías: muchos de estos indios,
sin concepto alguno patriótico, sin necesidad de exponer su vida por lo que no
existe para ellos, han huido de la muerte en cuanto les ha sido posible
libertarse de la fuerza que los obligaba a arrostrarla; pero muchos, también,
consientes de lo que hacían, muchos de esos indios de cara mansa y apacible,
los he visto magníficos en el combate, y recibir heroicos un balazo en el pecho
o en la frente, o caer atravesado por una bayoneta enemiga…
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