El labrador y la serpiente

En una ocasión el hijo de un labrador dio un fuerte golpe a una serpiente, la que lo mordió y envenenado muere. El padre, presa del dolor persigue a la serpiente con un hacha y le corta la cola. Más tarde el hombre pretende hacer las paces con la serpiente y ésta le contesta "en vano trabajas, buen hombre, porque entre nosotros no puede haber ya amistad, pues mientras yo me viere sin cola y tú a tu hijo en el sepulcro, no es posible que ninguno de los dos tenga el ánimo tranquilo".

Mientras dura la memoria de las injurias, es casi imposible desvanecer los odios.

Esopo

martes, 2 de mayo de 2017

CAMPAÑA DE TACNA: DESEMBARCOS. COMBATES. Y DESIERTO

CAMPAÑA DE TACNA: DESEMBARCOS. COMBATES. Y DESIERTO (III)


BATALLA DE LOS ANGELES: El Ministro Sotomayor confiere al general Manuel Baquedano el comando de la expedición, llevando consigo a la División Muñoz. La orden es simple: ocupar Moquegua y derrotar a las tropas peruanas. La primera expedición, un grupo pequeño de caballería, parte el 12 desde Pacocha en la mañana y en la tarde llega a El Conde.
El 17 de marzo Baquedano efectúa un reconocimiento, con efectivo de las tres armas, hasta pocos kilómetros de Moquegua. Por prisioneros y neutrales encontrados en los fundos, sabe que el enemigo, fuerte de 2.000 hombres, se encuentra parapetado en la cuesta de los Angeles. 
Para muchos chilenos y así lo relata Alberto del Solar: “El valle de Moquegua,…al decir de los que lo conocían, un deliciosísimo oasis en aquel desierto implacable. Sin embargo, se tenía por muy peligroso aventurarse en él sin haberse rodeado antes de mil precauciones. Aparte de las probables emboscadas, la tropa destinada a cruzarlo debía temer la falta de abrigos y tiendas. En toda esa región…(abundan)…esas terribles fiebres palúdicas llamadas tercianas (malaria). En aquellas circunstancias hablábase, no obstante, del valle de Moquegua y de la ciudad del mismo nombre como de una tierra de promisión. Sabíase que la vegetación, abundante, rica en frutas y legumbres de diversas especies, brindaba a los vencedores mil promesas que significarían el fin de las penalidades por entonces.
Pero no se podía llegar definitivamente a Moquegua, defendida por un respetable ejército, sin apoderarse antes de la llave de la ciudad: la formidable posición de los Ángeles. Era ésta una empinada cuchilla, árida y pedregosa, que desde largo tiempo atrás gozaba de fama sin igual como sitio de atrincheramiento inexpugnable.


Moquegua

Esta división creada ex profeso, se integra por Artillería: Tres baterías: Dos Krupp una de Campaña y otra de Montaña, y una francesa de bronce, rayada. A su vez la Infantería cuenta con una compañía del Regimiento Buin 1º de línea. El Regimiento 2º de línea (del Canto) Regimiento Santiago 5º de línea Estanislao Lean Batallón Bulnes  (Batallón de cuatro compañías) José Echeverría. Batallón Atacama (Batallón de seis compañías) Juan Martínez Regimiento Granaderos a caballo. Tomás Yávar     (Tres escuadrones de dos compañías). Regimiento Cazadores a caballo. Pedro Soto Aguilar (Tres escuadrones de dos compañías).
5ª Ambulancia. Cirujano jefe, doctor Teodocio Martínez Ramos.
Ferrocarriles. Teniente coronel, don Federico Stuven,
Baquedano  retiró el destacamento que cubría su retaguardia en Hospicio, para llevar los efectivos completos. Esta guarnición fué relevada por una compañía del Esmeralda, mandada por el capitán Juan Félix Sanfuentes. En consecuencia, el General Baquedano, dispuso de 5000 hombres
Con anticipación, ordena la ruptura de las pipas de vino y licores de las bodegas situadas a ambos lados del camino; el río, toma un color rojizo, que al decir de los soldados, semeja una sangría de burdeos, fresca y de buen gusto.      Los buines de la descubierta se empeñan en frecuentes tiroteos con el enemigo.
La caballería independiente avanza en masa por unos potreros de la derecha. Más a la derecha todavía, faldeando las laderas, de donde obtiene extenso campo de observación, el General, Estado Mayor y una pequeña escolta de Cazadores.

Plaza de Armas de Moquegua


Llegado a los suburbios de Moquegua, Baquedano, ocupa la ciudad con una pequeña fuerza de caballería, a las órdenes del comandante, Arístides Martínez, jefe de Estado Mayor; y él, con la División, converge a la izquierda y se establece en la meseta llamada el Alto de la Villa, cabeza del ferrocarril a Ilo, y estación telegráfica de 1ª clase.
Chocano y las autoridades se habían retirado al campo atrincherado de Los Ángeles. Las autoridades fugadas con Chocano, entregaron la ciudad a una Junta de Extranjeros.
Baquedano captura en la estación del Alto de la Villa, dos locomotoras,…buen número de carros de pasajeros y de carga y un estanque para agua. Stuven revisa el material, y extrae del cilindro de la máquina Nº 6, buen número de pequeñas piezas de acero, para que saltara el cilindro al accionar el vapor. Fué esa la última precaución de los ingenieros arequipeños para interrumpir el tráfico con el puerto.
El Bulnes ocupa la plaza en la tarde. Echeverría ordena que recorran la población patrullas de veinte hombres al mando de un oficial, para tranquilizar el ánimo de las familias.

El 27 de marzo el coronel Velarde entrega a Gamarra los batallones Cazadores del Cuzco  y Vencedores de Grau, retirándose a Tacna, a unirse al ejército de Montero. Gamarra sitúa su puesto de mando en Moquegua y toma al Escuadrón Gendarmes a caballo, para realizar un reconocimiento frente a las tropas chilenas. Llega hasta la Estación de El Conde y envía una pequeña partida para observar Hospicio y si se encuentra con el invasor, se limite a cruzar disparos y empezar a retroceder hacia Hospicio. Mismas órdenes que se transmitieron al comandante Gimenez para que evacuara hacia Moquegua
El coronel Gamarra, resuelve esperar al enemigo en la cuesta de los Ángeles, a donde envía madera y fagina para la construcción de un campamento de ramadas. Concentra igualmente víveres y municiones suficientes. El comandante Gimenez daba cuenta diaria del avance de los chilenos y de sus tiroteos con las avanzadas; por fin, recibe orden de replegarse a la cuesta de los Ángeles. A medida que los chilenos se acercaban a Moquegua ordenó destruir la vía férrea en aquellos puntos más peligrosos de su derrotero, así como “la destrucción de la tornamesa, cambios y maquinarias de la estación del Alto de la Villa”. Pero lo impidió la junta de extranjero que quedaron a cargo de Moquegua.
Para los chilenos, aunque no indispensable, si era necesario capturar esa posición porque “era peligroso dejar intacta una división enemiga, que podía engrosarse con las tropas de Arequipa, y amenazar nuestro flanco izquierdo, o la línea de comunicación con Pacocha, una vez que el ejército se moviera sobre Tacna.”

Manuel Baquedano


Describe así Machuca la posición ocupada por Gamarra y sus tropas: constituyen una sierra de altos y abruptos montes, que cierran el oriente de Moquegua con un sendero estrecho y empinado,… se suavisó la gradiente con veinticinco vueltas en zig‑zag, talladas en la roca viva a fuerza de pólvora y pico. El camino por el oriente termina en un portezuelo coronado de gruesas pircas de piedra, que cierran y dominan completamente la subida. El macizo forma en la parte superior una meseta llamada Pampa del Arrastrado, limitada al norte por el Estuquiña, al sur por el Quilinquilin, y al oriente por el Baul, tres altos cerros de flancos escarpados…. Los costados del macizo forman cuchillas rocosas a pique; por el abismo del norte azota los flancos, el río Torata, y por los del sur el río Moquegua; ambos se juntan al oeste del Alto de la Villa, para formar el río Ilo, que da vida y abundancia al rico valle de su nombre. Los nativos llaman cuesta de los Guaneros, a la ladera izquierda del Torata, a los piés del Estuquiña; y, Quebrada de Tumilaca a la banda derecha del Moquegua, al pié del Quilinquilin. A la medianía del Quilinquilin, dando vista a Tumilaca, aparecen unas plataformas rocosas asomadas al abismo…Los Púlpitos.
Moquegua, Alto de la Villa y la aldea de Samegua, están rodeadas de viñedos, arboledas, huertos y potreros alfalfados, hasta las cercanías de la cuesta, en donde convergen los caminos de Moquegua, y Alto de la Villa, para convertirse en el empinado sendero, que en zig‑zag conduce a la Pampa del Arrastrado, y sigue después, con mayor carácter de camino a Yacango, Torata y demás poblaciones cordilleranas.  Entre los campos cultivados y la Cuesta de los Guaneros, por la margen izquierda del Torata, se extiende la pequeña planicie pelada de Tambolambo, que muere estrechada entre el río y el macizo.


Fotos modernas que dan una idea del terreno

El 2° Ejército del Sur, cuenta con una sola división, la Primera, integrada con los batallones Granaderos del Cuzco (M.A. Gamarra), Canchis (Martín Alvarez); Callas (Velasco); Vengadores de Grau (Chocano); Columna Guardia Civil (Ascorra); Escuadrón Gendarmes de Caballería (Jimenez) unos 2.000 plazas. Estacionada en la Pampa del Arrastrado, se sitúan los Granaderos del Cuzco, a la izquierda de la línea, en Quilinquilin; y a la derecha de los Ángeles, el Batallón Vengadores de Grau. Los comandantes de estos cuerpos reciben orden de ser jefes de la línea, en su respectiva ala, de manera que la vigilancia del Jefe de día, se circunscriba técnicamente a la Reserva, compuesta de los batallones Canchis y Canas. Describe su papel el jefe del Granaderos: “debiendo…prestar el servicio del modo siguiente: poner de día una avanzada de 20 hombres al mando de su respectivo oficial i de noche una compañía, sirviendo de retén el resto del batallón, sin moverse éste de su campamento por estar inmediata a la trinchera indicada, siendo de la responsabilidad de dichos puntos los jefes de servicio con sus respectivos cuerpos.”

Vista desde el Cerro Baul


El 21 debían relevarse respectivamente el Vengadores de Grau y Granaderos, de los Ángeles y Quilinquilin. El comandante del primero solicita que no se le releve, y se le concede. El Vengadores de Grau queda, entonces a la derecha (lo que será la izquierda chilena) encargado del sendero que sube a los Ángeles, sendero que atraviesa la Pampa del Arrastrado, y continúa a Yacango y Torata “y a la izquierda, el Canchis, releva al Granaderos del Cuzco defendiendo el costado del Quilinquilin, por la quebrada de Tumilaca, con destacamentos en el Púlpito. El resto de las fuerzas de la Reserva, al pié del cerro del Baúl, a retaguardia de las posiciones anteriores, en columnas por compañías.
Los chilenos los días 20 y el 21 los emplean en reconocimiento del área y determinar el asalto. Como trabajo preliminar tienen que “desmontar el terreno a vanguardia del Alto de la Villa, y abrir caminos de acceso…. Lo que se decide es un plan simple: un ataque frontal “por los dos únicos puntos accesibles; de frente, por el camino de zig‑zag….y por la izquierda, por el sendero que conduce de Samegua al paso de Tumilaca, forzar la quebrada y los Púlpitos, y ascender a la Pampa del Arrastrado, por entre los montes de Quilinquilin y el Baúl, cayendo sobre el enemigo de flanco….una pequeña fuerza intentaría el escalamiento del Estuquina, que cubre la derecha de la línea de Gamarra.


Movimiento chileno



La operación comprende siete compañías del Segundo de Línea, a cargo de Estanislao del Canto, un batallón del Santiago del mayor Lisandro Orrego, una batería de bronce rayada y una pieza Krupp, a las órdenes del mayor Exequiel Fuentes; cien Granaderos y doscientos Cazadores a caballo, dirigidos por el teniente coronel Feliciano Echeverría. Por otro lado el comandante Juan Martínez, con el batallón Atacama, recibe orden de atravesar la Pampa de Tambolambo, seguir la Cuesta de los Guaneros, e intentar el escalamiento del Estuquina, por lo que marchan en dirección del Alto de la Villa, vía Moquegua y Samagua y proceden a subir por el sendero de Tumilaca forzar la quebrada y ascender a la Pampa del Arrastrado, por los cerros del Baúl o del Molino.
Baquedano toma la dirección del centro, compuesto de la Artillería de Novoa, un batallón del Santiago, una compañía del 2º de línea, el resto de la caballería, y el parque.
Por el norte Martínez, su segundo, el mayor Larraín Gandarillas, con algunos oficiales y tropa, provista de palas y barretas, aclaran el camino a través de las viñas y enramadas hasta la Pampa de Tambolambo. La comitiva vuelve al campamento a las 11 30 PM. Y es a medianoche cuando marcha el cuerpo en el más absoluto silencio. Había andado unos dos kilómetros, cuando sienten nutrido fuego que alcanza a las dos compañías de retaguardia; éstas dan media vuelta y contestan los disparos. La oscuridad no permite ubicar al enemigo; en estos momentos, otra descargas se hacen sentir en sentido contrario; Martínez cree que se trata de una equivocación de patrullas, hace tocar alto el fuego y ocultarse, mientras las balas se cruzan en todas direcciones. Martinez decide mandar al mayor Larraín para donde Baquedano para ver si sigue la operación o no El general contesta secamente: ¡Lo ordenado! ¡Lo ordenado!


Del Canto, jefe del Segundo de línea

Momentos antes, por el lado peruano, el coronel Chocano divisa en la mañana la caballada chilena, pastando tranquilamente en los potreros vecinos. Con la venia de su jefe, el oficial Hurtado hace bajar un piquete, que penetra sigilosamente al campamento y con descargas espanta la caballada. Al notar que contestan el fuego, Hurtado se retira tan bruscamente como entrara, con pérdida de un muerto y algunos heridos, sin darse cuenta de la marcha del Atacama. Cuenta Gamarra que “en la noche el coronel de Grau hizo descender de los Ángeles con mi conocimiento 20 cazadores de su cuerpo, a sorprender la avanzada chilena de caballería que se hallaba en la cuesta de Tambolombo, cuyo resultado fue tomarles 4 caballos, 4 carabinas de Winchester y ocasionarles varios muertos y heridos.”
El coronel Muñoz, partió del Alto de la Villa a las 9 de la noche. A la una de la mañana recién está saliendo de Samegua y toma el sendero de Tumilaca, pues los peruanos habían destrozado el camino y desbordado los canales como medida de atrasar a los chilenos en su acercamiento a sus posiciones. A la misma hora (1 A.M.) recibe el coronel Gamarra un parte del comisario de Samegua, en que le anuncia que los chilenos van en marcha en dirección al poblado de Tumilaca. Inmediatamente dispone que el mayor Francisco García baje al Púlpito con la 6ª Compañía de Granaderos del Cuzco, para repeler cualquier intentona del enemigo sobre el cerro de Quilinquilin; que la 1ª Compañía del Batallón Canchis ocupe en este cerro el lugar que deja la 6ª de Granaderos; y que medio batallón de Granaderos refuerce el sitio que ocupó la 1ª compañía del Canchis. Por previsión, a las 4:30 A. M. hace tocar tropa y pone a todos los cuerpos sobre las armas. Permanece a la espectativa hasta las 5 A. M. en que se oyen los primeros tiros por Hoyeros, al sur de Quilinquilin. Las avanzadas peruanas rompían los fuegos sobre la descubierta chilena, encajonada dentro de la quebrada. Los nuestros no contestan pues no ven el blanco, los que disparan ocultos, desde la altura.
Gamarra, para contrarrestar el ataque, ordena que del Quilinquilin a 1ª compañía del Canchis en refuerzo de la de Granaderos que funciona en el Púlpito. Barrionuevo, jefe de Estado Mayor, establece ambas compañías al pie del Púlpito, las entrega al teniente coronel José María Vizcarra, con la orden de sostenerse a todo trance. El coronel Muñoz, para evitar el fusilamiento de su gente en el fondo, hace que todo el mundo escale las laderas del sur, hasta ponerse al nivel de los contrarios. Atacantes y atacados se encuentran frente a frente, al mismo nivel, a quinientos metros de distancia, quebrada por medio.



Son las 5 A. M. El fuego arrecia. Llega Gamarra, se da cuenta de la buena situación de su flanco izquierdo; regresa a la Pampa del Arrastrado en busca de refuerzos, para aplastar a los chilenos. El mismo relata “se oyeron los primeros tiros en Holleros; entonces comprendí que los enemigos me atacaban por mi derecha e izquierda y acto continuo hice descender a la 1a de Canchis que estaba en Quilin-quilin…, a reforzar a la de Granaderos y ordené al jefe del e.m. teniente coronel Simón Barrionuevo, situase de la manera más conveniente a estas dos compañías y descendí hasta colocarme a tiro de los enemigos para reconocer el terreno que ocupaban a la vez que las fuerzas que emprendían el ataque
 Por el lado chileno llega el resto del Segundo de Línea, llevado por Estanislao del Canto, quien relata su participación en el combate, “el enemigo había trabado combate y continuaba bajando de las posiciones de Los Ángeles para oprimir en la quebrada al Santiago y la compañía del Segundo de Línea….(el resto del Segundo de Línea) ya había tomado buenas posiciones para divisar al enemigo y defender la quebrada, rompió sus fuegos con el segundo batallón, quedando el primero de reserva…. Los peruanos se detuvieron al momento,….Continuaba el enemigo reforzándose con tropa que bajaba desde las alturas de Los Angeles; más cuando ya tomaron posición las dos piezas de montaña y rompieron sus fuegos oportuna y eficazmente…[1]
Cae un oficial peruano y Muñoz alcanza a deslizar dos Compañías que alcanzan hasta la Pampa del Arrastrado; tras estas sigue el resto de la columna, salvando penosamente el desfiladero. Gamarra se ha ido pero no ha vuelto ni hay refuerzos para la posición.
Gamarra explica su ausencia, “…perfectamente situada como quedaban nuestras dos compañías en los púlpitos, rompiendo los fuegos con bastante precisión y a la Gendarmes colocada en Quilin-quilin que hacía lo mismo interrumpiendo   la marcha del enemigo que no pudo avanzar un palmo más del terreno que ocupaba,…conociendo que las municiones debían bien pronto escasear, ordené al oficial primero adjunto al e.m. Eduardo Luna, remitiesen. un cajón además de dos cargas que llevaban   los arrieros. Ya para entonces atacaba el enemigo la posición de los Ángeles con artillería e infantería. Comprendiendo que debía reforzar las compañías que estaban en la quebrada situada en el cerro los Púlpitos, me dirigí rápidamente al Arrastrado para tomar el batallón Granaderos...[2]
En el lado chileno, a las 4 A. M., la 2ª Compañía del Atacama reanuda la marcha de descubierta; las demás siguen a cuarenta metros. Atraviesa sin novedad la Pampa de Tambolambo, se interna por la agria cuesta de los Guaneros, y llega al pié del Estuquina, cuyos desfiladeros se alzan rectos, entrecortados por farellones de pura roca, o empinadas cuchillas que apenas dan paso a un hombre. Inicia la ascención en fila de indio, sosteniéndose los punteros con manos y piés, clavando las bayonetas para no rodar al abismo.

Tropas chilenas en Los Angeles


Van a la cabeza, el comandante Juan Martínez, que a pesar de su corpulencia, no ceja un punto, el teniente Rafael Torreblanca y la cantinera Carmen Vilches, que pasa la cantimplora al soldado fatigado que encuentra. Al alcanzar la cumbre los atacameños el comandante ordena echarse al suelo, y tomar un descanso para respirar y entrar en formación. Desde el ápice del Estuquina dominan los atrincheramientos de Chocano, la ciudad de Moquegua, y el magnífico valle tapizado de verdura. Martínez rompe el fuego sobre el desprevenido Vengadores de Grau, que se tirotea con las guerrillas de Baquedano. Chocano no se inmuta; envía a su encuentro a la 1ª compañía, que refuerza sucesivamente con seis mas; deja solamente la 7ª para resguardar los atrincheramientos. Manda a la vez en dirección a la reserva a su ayudante, subteniente don Alejandro Medina, a solicitar auxilio; o bien, que rompan fuego sobre el Estuquiña, para tomar a los chilenos por vanguardia y retaguardia.
Martínez resuelve aprovechar la sorpresa; sin temor a la reserva formada en columnas al pié del cerro del Baúl, ordena al corneta de órdenes tocar ataque; cornetas y tambores baten calacuerda; el batallón arma bayoneta, se repliega al centro, y al grito de ¡Viva Chile! se descuelga cerro abajo. En la lucha cuerpo a cuerpo el Vengadores de Grau abandona las trincheras, haciendo fuego en retirada. Se clava la bandera chilena en la cumbre del espaldón; un grito de júbilo sa­luda la insignia; Novoa suspende los fuegos de la Artillería y Baquedano con su gente emprende apresurado la subida de los Caracoles.
Baquedano ordena a Novoa bombardear las posiciones contrarias a las primeras luces del alba, desde la posición en el Alto de la Villa. Una vez que la infantería avanza, la artillería toma la segunda posición más a vanguardia, en la vecindad de Tambolambo. Son las 6 A. M. y ya se oye nutrido fuego por Tumilaca; y a las 6 ½ se sienten descargas en el Estuquiña. Los chilenos avanzan y entran a las 8 A. M. a la Pampa del Arrastrado. Después de un momento de aliento, se empeñan en vivo tiroteo con la reserva, a la hora en que el coronel Muñoz, ataca frontal y vigorosamente los restos de las compañías del Canchis y Canas que se repliegan a la reserva, al estar, también, enteradas del feroz tiroteo en su retaguardia y para evitar quedar aisladas se repliegan. No obstante el cansancio, Muñoz corona su avance con un ataque a la bayoneta que quebranta y desmoraliza la retaguardia peruana, que se pone en precipitada fuga. A las 10 30 la batalla concluye. La persecución no tiene mayor éxito por el mismo terreno y el cansancio de las tropas. Baquedano personalmente a las 11 ½ entra a Yacango, en donde pernocta; a la diana del 23 llega, a Torata, y se convence de la inutilidad de alcanzar al enemigo. Contramarcha y ordena la concentración en Alto de la Villa.
Así relata Gamarra esos mismos momentos del combate, “Al descender me encontré con que los batallones que había dejado formados en columna cerrada, estaban desplegados en batalla y rompían sus fuegos sobre el enemigo (el Atacama situado ahora en altura), cuando hasta ese momento creía que los cazadores que estaban en mi vista y descendían sobre los Ángeles haciendo fuego por el cerro de Estupiña, eran los del batallón Grau;…(hasta que vi a) los soldados del referido cuerpo venían en completa derrota y que aquellos que suponía de Grau eran del batallón Atacama…flanqueando esta posición y dominando los Ángeles,… y recibiendo un fuego mortífero que hacían los enemigos del cerro de Estupiña sobre la división ya no me quedaba otra cosa que salvar ésta de ser cortada completamente, batida y destruida, por cuya razón ordené al jefe de Canchis desfilara a tomar Yacango (más bien asegurar la posición ya que iniciaba la retirada), y poco después las siguió Canas y Granaderos. Cuando estos cuerpos desocupaban el Arrastrado, tomé personalmente el mando de la primera de éste último y me situé en la lomañita en cual concluye el Arrastrado, a proteger la retirada de la fuerza;…cuando noté que las fuerzas del enemigo aumentaban en número continué mi marcha hasta colocarme a la altura del cerro Baúl, de donde ordené…que descendiese a Tumilaca a proteger la retirada de las compañías que aun se batían; habiendo sólo conseguido que se reunieran algunos cazadores de su cuerpo…. La compañía del Canchis que quiso tomar el camino de Quilin-quilin al Arrastrado, fue cortada por la caballería y tomó diferentes caminos…. La columna de gendarmes, después de haber consumido sus municiones, pues no tenía de repuesto, tomó diferentes caminos y la mayor parte se encuentra reunida.[3] Gamarra no lanzó sus batallones contra el Atacama ante el riesgo de los demás chilenos que asoman, y quedar envuelto en un combate justo cuando llega el grueso de las tropas chilenas. Así realiza una marcha que va en la ruta Yacango-Torata-Ilubaya-Chuculay-Chiligua-Caramas-Paucarpata.


mapa moderno de la zona

Las bajas chilenas ascendieron a nueve muertos y cuarenta y un heridos de tropa, debidamente atendidos por la Ambulancia Valparaíso, a cargo del doctor Martínez Ramos. No se anotan entre estas bajas, la del subteniente Juan de Dios Lagos, del Santiago, que cayó prisionero con cuatro soldados de su cuerpo, por andar merodeando en el pueblecito de Samegua. Las bajas peruanas no se conocen con certeza. Quedaron en el campo cincuenta y tres muertos de tropa y cuatro oficiales, La ambulancia chilena recogió unos 108 heridos y 53 prisioneros sin heridas.
A media noche del 22/23 llegan a Yacango, el Ministro señor Sotomayor, el general Escala, el Almirante Riveros, el secretario Lillo; y varios otros. La comitiva estuvo a punto de perecer, por una mina que encerraba trescientos kilógramos de dinamita, colocada bajo el puente del ferrocarril, cuyo fulminante debía hacerla estallar al paso de la locomotora. Stuven extrae a tiempo el aparato.
La División Gamarra atraviesa por Yacango y Torata, sin detenerse; cubre la retirada al Batallón Granaderos y la cierra la 1ª Compañía del mismo cuerpo. Salvado el mal paso del río Torata, llega a Ylubaya, de donde sale a las 4 P. M. para ir a pernoctar a Chuculay el mismo día 22. A las 4 A. M. levanta el campamento y se dirige a Corumas, en donde da descanso a la tropa hasta el 28, día en que acampa en Omate. Aquí recibe orden de trasladarse a Pancarpata, a esperar órdenes donde el coronel Mariano Martín López, jefe de Estado Mayor General del II Ejército del Sur, quien le comunica, de parte del Supremo Gobierno, que su 1ª División ha sido disuelta, y sus batallones repartidos entre los cuerpos de la 2ª División: El Canchis y una parte del Canas ingresan al batallón Apurimac; los Granaderos del Cuzco y el resto del Canas al Legión Peruana.


La estrecha vía de ascenso

El coronel Gamarra  recibe una recomendación: no pase por Arequipa, pues el pueblo se prepara para apedrearlo. El “Eco del Norte”, publicación importante de Arequipa, publica un acta suscrita por los principales vecinos de la ciudad, en que piden lisa y llanamente su fusilamiento. Regresa a Lima pero el expediente procesal en su contra se pierde gracias a su adhesión a la causa pierolista.
En Pacocha, cuenta Alberto del Solar¡Cuál no sería, pues, nuestro regocijo cuando al amanecer del día 23 las diversas bandas de música del campamento, que repetían sin cesar y de una manera inusitada el toque de diana, hicieron pública la noticia tan esperada! El cuartel general acababa de recibir el despacho que comunicaba el asalto de la cuesta de los Ángeles… la alegría y la animación volvieron a aparecer nuevamente en las tiendas de campaña. A la vez que se comentaban los detalles de la jornada, celebrándolos con ruidosas manifestaciones, se hablaba de partida, se ponía orden en el equipo y armamento de los batallones, se afilaban las espadas y pulían las bayonetas hasta dejarlas relucientes y, ¡ay..., se quemaban para inutilizarlas las cartas de los seres queridos, papeles tantas veces releídos durante las mortales horas de inacción! El campamento lucía entonces aquel aspecto de fiesta y de agitación que precede al día de una marcha o de una batalla. ”


[1] Memorias militares de Estanislao del Canto
[2] Parte Militar del Combate de Los Ángeles del coronel Gamarra
[3] Parte del Coronel Gamarra, posterior a la batalla


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