El labrador y la serpiente

En una ocasión el hijo de un labrador dio un fuerte golpe a una serpiente, la que lo mordió y envenenado muere. El padre, presa del dolor persigue a la serpiente con un hacha y le corta la cola. Más tarde el hombre pretende hacer las paces con la serpiente y ésta le contesta "en vano trabajas, buen hombre, porque entre nosotros no puede haber ya amistad, pues mientras yo me viere sin cola y tú a tu hijo en el sepulcro, no es posible que ninguno de los dos tenga el ánimo tranquilo".

Mientras dura la memoria de las injurias, es casi imposible desvanecer los odios.

Esopo

sábado, 19 de diciembre de 2015

BATALLA DE CHORRILLOS (IX)

Fuegos y saqueos en Chorrillos: Al anochecer el hambre empezó a asolar a los soldados, el puerto toda la noche ardiendo y los soldados para (a)llá y para acá, muchos de uno y otro cuerpo andaban todos revueltos haciendo y buscando que comer, porque todo el día no habían comido cosa alguna. Harto se encontraba que comer, hasta comidas hechas, pero no se hacía fuicio (juicio), no había tiempo esa noche. En Chorrillos se mataron muchos chilenos unos con otros solos que andaban haciendo lo (que) querían y al otro día salieron comisiones a buscar a todos los soldados que andaban solos, sin orden, y se encontró muchos mas muertos que los que habían quedado ese otro día antes y era que se habían muerto unos con otros en la noche. El día catorce los (nos) llevaron para afuera como 10 cuadras el Buin y el Chillan y la (el) Esmeralda se quedo en el cuartel con los heridos y los cautivos
Desde su posición en Miraflores Pedro Rodríguez Rodríguez podía ver los efectos de la batalla…Pronto el incendio se propago en Chorrillos la flama y el humo se elevaron cubriendo la atmósfera. Este espectáculo de horror lo contemplábamos desde nuestros parapetos, habiendo penetrado al Barranco hicieron lo mismo. En la noche se vieron las llamaradas que agitadas con el viento [ILEGIBLE] el incendio por todas partes. Desorganizado el ejercito activo, inconclusas las obras de los reductos pudiendo ser flanqueados con facilidad se retiró del Reducto el Dr. Ríos, los Alzamoras y otros y se fueron con el pretexto de tomar agua[1].

Destrucción en Chorrillos

Mientras por el lado chileno Alberto del Solar contará sobre aquello Desde las azoteas de la Escuela de Cabos pudimos dominar con la vista, pocas horas más tarde y a la luz del día aún, el campo de batalla.
Por el Oriente se veían las praderas como salpicadas en toda su dilatada extensión por innumerables manchas blancas, con forma de estrías, que, contempladas desde allí, en no interrumpida serie, daban a la verde llanura el aspecto de la superficie del mar cuando lo encrespa una espumosa marejada. Esas estrías eran los cadáveres de nuestros soldados, que, vestidos de brin blanco, y tendidos, de trecho en trecho, sobre el suelo de color de césped, albeaban a los rayos oblicuos del sol poniente. Por el Norte, se divisaban las líneas de defensa de Barranco y Miraflores, intactas todavía y hacia las cuales se precipitaba el derrotado enemigo en tumultuoso confusión. Las torres y las cúpulas de Lima, más lejos; el circuito enorme de la célebre plaza de toros, esfumado por la bruma y por la distancia... Al Sur, el Morro Solar con su escolta de fuertes. Sobre todos ellos se veían brillar ya, al través de los cristales de los anteojos, los colores de nuestra bandera, enarbolados por el ilustre Lynch y su heroica división.
…Chorrillos, ¡Chorrillos entregado a las llamas! ¡Qué espectáculo! Dijérase un incendio sobre otro incendio, pues el sol, al ocultarse, inflamaba también el horizonte, convirtiéndolo en una inmensa iluminación de púrpura, que servía de fondo a los resplandores de la hoguera terrestre.
Pero, a medida que palidece el uno, el otro se aviva, alimentado sin cesar por el soplo de la brisa y acrecentado en la intensidad de su aspecto, por las sombras de la noche, que, poco a poco, van sobreponiéndose a las claridades del crepúsculo.

1. Soldado Compañía Española de la Guardia Urbana (1879-1881).
Es la Ilustración Española i Americana quien nos entrega la información necesaria para recrear el vestuario de este cuerpo poco conocido. Ella misma nos aclara las razones de sus inicios, en los siguientes términos: “...desde que las necesidades de la guerra contra Chile hicieron necesario para el gobierno del Perú disponer de las fuerzas militares que guarnecían la capital, para enviarlas a los puntos más amenazados, brindáronse, así los nacionales como los extranjeros acomodados que componen el vecindario de Lima, a formar una Guardia Urbana, destinada a velar por la
conservación del orden y la seguridad de la población. Cada nacionalidad, pues, organizó una compañía, eligiendo sus Jefes de entre las personas más caracterizadas que contaba en su seno, y estas fuerzas urbanas vienen prestando con el mayor celo y exactitud el servicio propio de su instituto, exento, naturalmente, de todo carácter político... la Compañía Española ha adoptado el uniforme que usan nuestros regimientos de Artillería de a Pié, ostentando en los galones del Ros y del cuello del capote los colores de la bandera nacional...”. De hecho, el soldado ilustrado esta representado con el capote gris de Artillería Peruana, sobre el uniforme de Artillería de a pié indicado. Se aprecia el morrión Ros de tela blanca, con cordón rojo, la chapa de bronce, escarapela y plumero color punzó. Va armado con un fusil Rémington Rolling Block Spanish modelo 1871.
2. Tambor Batallón Nº 10 Ejército de la Reserva de Lima (1881).
Nuevamente la iconografía nos da una valiosa ayuda para determinar el vestuario de estos jóvenes músicos, apenas muchachos, pero con un amplio ardor patriótico. La fotografía de este cuerpo en maniobras en el campo de El Pino, nos permitió reconstruir el vestuario que lleva este tambor. Viste una chaqueta corta con faldones posteriores. En su frente lleva la pellisa celeste del arma sujeta por dos corridas de botones de bronce. Lleva vivos del arma de Infantería en cuello, frente de la chaqueta, botamangas y vuelta del faldón. Usa pantalones anchos blancos con un vivo rojo, sobre polainas de cordobán que cubren sus zapatos negros. El morrión es del tipo chacó, con carrilleras escamadas de bronce; celeste y vivo amarillo que sube a la copa de hule negro. Al frente la escarapela sujeta por un botón de bronce y plumero color punzó; fuera del número de la unidad en chapa blanca. El tambor es del tipo Francés.
Imagen y texto página razón y fuerza


La sangre había corrido a torrentes aquel día; el fuego había brillado sin cesar en las bocas de los fusiles y de los cañones. Llegaba su turno al incendio, fatal e inevitable en toda guerra, cuando es el resultado, no de una resistencia obstinada y heroica por parte del enemigo, sino del escondite indemne, utilizado con eficacia en la sombra, tras de parapetos a los cuales no es posible llegar y que es preciso, por consiguiente, destruir.
El espectáculo de aquella hoguera con sus negros penachos de humo siniestramente iluminados por el reflejo de llamaradas colosales; el chisporrotear de las maderas, convertidas poco a poco en ascuas que brillaban un momento con intensísimo fulgor y se derrumbaban después estrepitosamente, sepultadas entre los escombros -todo ello, visto y escuchado desde aquella altura, especie de atalaya alta y elevada- daba la sensación de una segunda batalla, tan reñida y terrible como la primera.
Los comentarios no cesaban de transmitirse de grupo en grupo, motivados por la narración precipitada y nerviosa que cada cual hacía de los principales hechos en que había sido actor, o de los episodios presentados durante el día.
Otro testigo relatará: Serían las 9 p.m. cuando se ordenó mandar una compañía de avanzada en unión con otra de los navales. Aquí fue el apuro en que se vio el ayudante Nordenflycht para poder reunir la gente necesaria, pues el regimiento entero estaba iluminado[ebrio]... La Primera del Primero no pasó más de media docena de hombres, y así las demás; pero ninguno se podía parar derecho...
La noche estaba clara y el cielo enrojecido con el resplandor del incendio de Chorrillos... En los Navales habían tropezado con el mismo inconveniente que nosotros, pues la tropa había bebido también por jarros el pisco. Un oficial le dijo al segundo comandante que lo apuraba para que formara la tropa necesaria: “¡Pero señor, si todos están curados [ebrios]...!”… Acampamos no distantes del pueblo de Barranco que ardía como Chorrillos… Aparte del cansancio de las tropas, éstas habían bebido como odres y estaban inútiles en gran parte... Desde ese puesto de avanzada sentíamos la bulla de la soldadesca ebria del infeliz pueblo de Chorrillos. El incendio parecía crecer más cada momento. Detonaciones de rifles se sentían continuamente en el incendio, y eran balazos que se tiraban unos a otros. Esa fue la noche triste de Chorrillos… Lo que pasó después de la victoria es lo que comúnmente pasa en una población tomada a viva fuerza. ¿Y de qué otra forma le podemos hacer la guerra a estos cafres?...


Durante todo el día continuó ardiendo todo Chorrillos. Desde nuestro campamento vimos consumir por las llamas hermosos edificios de dos pisos, que parecían iglesias por sus miradores en forma de torres. Se mencionan muchas desgracias ocurridas. Una gallina llevada por algunos soldados era quitada a balazos por otros. La negativa de un trago de licor producía igual resultado. Todas las cuestiones las solucionaba la bala o bayoneta. Un cabo de nuestra banda (no se ha averiguado quién sería) pidió un trago de vino a un soldado naval; éste no quiso darle, y sin más que esto, el cabo lo mata de un balazo y se toma el licor. Varios soldados encontraron niñas peruanas, según creo, se encerraban con ellas para remoler [irse de jolgorio o parranda] en una casa, al son de un piano tocado por esas callosas manos chilenas. En la puerta de calle pusieron centinela armado de rifle y bien municionado. El que pretendía entrar, bala con él. En Chorrillos nuestros soldados se pusieron las botas…
Hasta muy entrada la noche anduvimos por los rieles. Nos acercamos al pueblo de Barranco y vimos que ardía un gran edificio. Desde esta distancia la costa de Chorrillos parecía una inmensa serpiente de fuego[2].



La cosecha de la batalla: Durante la batalla La 1º Ambulancia acampa con la 1º División Lynch a 5.000 metros frente a las fortificaciones peruanas de Villa y Santa Teresa. A las 04.55 hrs: La 1º Ambulancia del doctor Arce, entra en funciones a la iniciación de la pelea.  El doctor Arce reparte su efectivo en 3 trozos, que curan a los heridos a medida que caen, los colocan en las camillas que llevan armadas, en número de 120, mientras se preparan las de reserva. Para las  09.00 hrs, victoriosa parcialmente la División Lynch, no queda a retaguardia un solo herido sin la primera curación.  Después se establecen grupos de concentración. El 1º a cargo del cirujano 1º don Clodomiro González Vera, en el lugar donde cayeron los primeros heridos. El 2º a la derecha, donde fue más recia la pelea, a las órdenes del cirujano 1º don Domingo A. Grez y el 3º, ya en el valle, con los doctores señores Salvador Feliú, Juan Kidd y Juan Manuel Salamanca. Todos ellos se acompañan de sus cirujanos 2º y practicantes correspondientes. 
Finalmente a las 15.00 hrs se tocó llamada redoblada en todos los campamentos chilenos, para reunir las Divisiones en los lugares designados por la Comandancia, que había permanecido entre Chorrillos y San Juan, al Sur del camino real.  El Superintendente del Servicio Sanitario, establece 2 grandes Hospitales en la tarde de este día, uno en la Hacienda de San Juan y otro en la Escuela de Cabos en Chorrillos[3]
La 1º Ambulancia trabaja rudamente durante todo el día y la noche. Se colocan los heridos en camilla, bajo carpas o en las enramadas de los campamentos enemigos[4].  A su vea la Ambulancia N° 2 atiende a 313 heridos en la mañana del día 13, en medio de la batalla. En la tarde y noche el número asciende a  653. Un total de 28 oficiales y 577 clases y tropas, además de 50 peruanos. “En la mañana del 14, el doctor Gorroño transporta los heridos al hospital de San Juan; y se habilita una sala especial de operaciones, en que se efectúan las siguientes:  11 amputaciones de piernas, 17 de muslos; 7 de brazos; 3 de antebrazos; 3 desarticulaicones de hombros y 9 desarticulaciones de dedos…En la mañana (del 14), la ambulancia termina su traslado a las casas de San Juan. Quedan dos secciones de la ambulancia allí y el resto se traslada al Hospital en que se convierte la Escuela de Cabos.
Los chinos de Quintín Quinteros se dedican a recoger heridos todos ese día de batalla, especialmente cuando el combate se alejaba, llevándolos a las ambulancias primero y luego a los hospitales. Terminada la batalla el numero de heridos baja a medida que las horas pasan pues muchos mueren sobre el campo. Luego se convertirá en una recogida de cuerpos solamente.
“A orillas de mar” cuenta Francisco Machuca “se levanta un extenso malecón adornado de quioscos y una elegante balaustrada. Desde el quiosco se baja a los baños, por una rampla muy pendiente de madera, cubiera por un techo del mismo material. El capitán Villarroel (llamado en las filas el capitán Dinamita)  la salva del incendio,  la limpia y pone a disposición de la Intendencia para depósitos de municiones y víveres…
El Delegado de la Intendencia, Hermógenes Perez de Arce había embarcado en Curayaco todo el material que no había sido llevado por la tropas. Lo que queda en la costa es quemado. Y espera el resultado de la batalla. El Itata es enviado como nave mensajera y regresa a Curayaco terminada la batalla. Entonces una flotilla se dirige a Chorrillos en el amanacer del día 14 de enero y toma posesión de los Baños de Chorrillos como puerto de desembarque. Llegará el 14 a la playa el Batallón Quillota, en un trasnporte venido de Pisco, también con ganado, mulas y víveres[5]. Enm la misma noche, trabajando junto a los chinos “cortan los cables conectados desde los baños a las minas submarinas; con botes y rastras  varan en la playa numerosos brulotes de fondeadero fijo; algunos estallan con estruendosa explosión”[6]. Hecha este trabajo el Almirante Riveros hace  “entrar al puerto , a la Pilcomayo el comandante Moraga efectúa con toda felicidad la operación de fondeo; tras la estela de su buque, vapor de ruedas;  el Huanay, con víveres hasta los topes; el Avestruz con el parque general; y el Paquete de Maule con material sanitario. El velero 21 de Mayo fondea en Caleta de la Chira, con una Sección de Ambulancia, a cargo del cirujano don José de la C. Contreras. Recibió y atendió 70 heridos, la mayoría de ellos peruanos. “”El almirante ordena desembarcar en la misma caleta a todos los cirujanos de la escuadra, con sus practicantes y ayudantes. Envía así mismo a tierra,  agua en barriles y víveres suficientes, para las tropas cercanas a la caleta”[7] 


 
Quintín Quintana

Quintín Quintana, el líder de los chinos que se enrolaron en el Ejército chileno, recibe la orden el mismo 14 ante la cantidad de muertos que proceda a enterrarlos, para lo que debe abrir fosas donde depositar los cadáveres, pero si son muchos los peruanos (como así fue) procediera a quemarlos
El Comandante Bascuñan había movilizado el ganado del Bagaje hacia Lurín, en busca de víveres, municiones y material de sanidad, a excepción de 150 mulas aparejadas, necesarias para el servicio interno de las Divisiones y Ambulancias.  Bascuñan había tenido la previsión de armar a sus arrieros con rifles de los heridos, lo que evitó muchas desgracias. 
Algunos carretones de Ambulancias habían quedado atascados en los arenales del camino y ya las vendas escaseaban. Unos soldados peruanos derrotados habían encontrado a los expresados carretones con sus arrieros chilenos. Habían matado a uno y amarrado a los demás chilenos, para saquear tranquilamente los vehículos. Tres soldados chilenos, rezagados por enfermedad, habían llegado al lugar del suceso. Los soldados peruanos eran 8, resisten. Después de algunos tiros, 3 peruanos muerden el polvo, los restantes huyen desaforados. Se salvó la carga de los carretones, compuesta en gran cantidad de vendas, hilas y ropa.  Por la medianoche La 1º Ambulancia trabaja hasta esta hora de la noche, hora en que habiendo atendido los 1.200 heridos, salen grupos de ambulantes a recorrer el campo de batalla hasta el amanecer. Se trabaja tesoneramente todo este día. 

Chino esclavizado en plantación de azucar en Perú


Luego de la derrota peruana, sobre el campo quedaban los cuerpos de miles de heridos de ambos bandos, los que no habían sido “repasados” por uno u otro bando esperaban socorro por el ado de los que no podían moverse, mientras los que si se podían estar en pie se acercaban ya a las casas de la Hacienda San Juan o bien a la Escuela de Cabos, ambos centro de acopios para los heridos. De la Escuela de Cabos, José Miguel Varela Rememora: “….partí con un piquete de más o menos veinte jinetes al hospital de sangre instalado en la escuela de Cabos de Chorrillos, para ver el estado de nuestra gente…….el olor a sangre se sentía a más de cien metros del frontis del gran edificio…. Todos los amplios salones, barracas de dormitorios, salas de estudio, oficinas y partios estaban llenos de heridos y la sangre escurría por las baldosas y empedrados de los pisos. Desesperados y lastimeros lamenos llenaban completamente el ambiente…. El aire caliente, denso. Se sentía un vaho y pegajoso y los médicos y practicantes (alumnos de quinto año de medicina) corrían de un lado a otro, haciendo lo que podían. Los largos pasillos estaban repletos de heridos tendidos en el suelo. Entre ellos se veía a los cirujanos con sus túnicas blancas cubiertas de sangre, practicando amputación traqs amputación, para evitar la temida gangrena…miles de heridos graves eran atendidos por un puñado de valerosos y estoicos médicos y estudiantes de medicina que hacían todo lo posible por aferrarlos a la vida [8] .




En Lima La noche aumentó con sus sombras la ansiedad del día. Las calles de Lima estaban silenciosas; el gas iluminaba una ciudad que parecía abandonada. Algún transeúnte apresurado, algún disperso rezagado o herido levemente, alguna camilla de ambulancia, era lo que de vez en cuando mostraban las calles o plazas silenciosas. Al mirar desde los techos hacia el campamento, el resplandor del incendio de Chorrillos contristaba el espíritu y esas llamas devoradoras de las suntuosas habitaciones de la aristocracia limeña –medida de guerra atroz, pero no inusitada- hubieran mantenido siempre en la memoria de todos un recuerdo execrado del vencedor, si las llamas que se levantaron después en Lima para consumar un crimen sin ejemplo, no hubieran hecho desear en la capital la presencia del mismo vencedor[9].
Días después Robert Ramsay narrará en una carta que el 21 de enero visitó “los campos de batalla de Miraflores, Chorrillos y Barranco, pero el cuadro era tan espantoso que no intentaré describirlo. Montgomery vino el Miércoles de servicio, y cuando lo acompañé a arrendar su caballo, tuvo éxito en conseguirme uno para mí también. A las 7 de la mañana del día siguiente estábamos a caballo y partimos de la Legación Británica el Capitán Stephens, el Capitán Acklan (H.M.S. Triumph Attaché ante los chilenos), Alfred St. John, (sobrino del Ministro), el Teniente Horsely, un médico del Triumph, tres oficiales americanos (uno de ellos Attaché ante los chilenos) Montgomery y yo. Más tarde se nos reunieron el Capitán del “Triumph”, Markham, famosos por sus exploraciones  Árticas, Mr. Brenton (Attaché ante los peruanos) y Revett, que ha perdido cuanto tenía en Miraflores y que vio ahí toda la devastación, el pueblo entero prácticamente destruido. Llegamos a Chorrillos que realmente es un montón de ruinas. Fuimos especialmente a mirar algunas casas, entre ellas la de Fred Ford, en la que se supone que se encontraba el viejo doctor Mc Lean cuando encontró la muerte, ya que el anciano inconsciente insistió en quedarse en Chorrillos. Los chilenos fueron atacados al entrar al pueblo así es que inmediatamente se pusieron a destruirlo y el doctor no pudo arrancarse. Hacía muchos años que estaba aquí, era el único médico inglés, y lo ocupaba la mayoría de sus compatriotas en Lima. Tenía alrededor de 80 años, conservándose maravillosamente sano y vigoroso, teniendo por costumbre venir a caballo desde Chorrillos dos veces por semana. Los chilenos pueden no tener razón, pero él no debió jamás haber permanecido allí. El espectáculo en Chorrillos era horrible, con muchos cadáveres carbonizados entre las ruinas. Una casa que no había sido quemada contenía 26 cuerpos hacinados y, arriba en el cerro, en la batería, los cadáveres yacían por montones. En el hecho, hay todavía en el campo de batalla cientos de cadáveres insepultos y algunos de ellos se encuentran en mitad y en los bordes de los caminos. En los reductos de Miraflores la visión era aterradora y, en todos los casos, los cadáveres descompuestos  presentan un aspecto horrible. Algunas veces pesábamos frente a algún pobre infeliz cuyo cuerpo estaban quemando a fin de acelerar la descomposición. El número de caballos muertos es muy grande y, por supuesto, el conjunto constituyó un espectáculo tremendo para mí, siendo lo peor el hedor. Entramos al hospital chileno en Chorrillos y no puede darse jamás algo más chocante. Hombres mal atendidos, hombres sin ninguna atención, escasez de los recursos que se necesitaban y un olor espantoso. Como manifestó el médico del “Triumph”, era arriesgar nuestras vidas ir y atender a los heridos allí. Vimos tres hombres juntos muriéndose, uno un peruano, que nunca podría haber sido curado y que debe haber estado consumiéndose por casi una semana. Todo esto y los campos de batalla le dan a uno una idea de lo que es la guerra y lo brutos que pueden ser los seres humanos. Voy ahora a tener una consideración con sus sentimientos y a no decir más sobre estas escenas tremendas[10].



Por esos días Alberto del Solar y el regimiento Esmeralda estaban instalados en el sector El ejército formado en columnas y a «paso de vencedores», hacía su entrada triunfal en la Ciudad de los Reyes, mientras los Esmeraldas nos quedábamos en las casas de San Juan y Escuela de Cabos, custodiando prisioneros y enterrando muertos. Hacía un calor de todos los demonios, de modo que la atmósfera, al cabo de cuatro o cinco días, comenzó a viciarse con las emanaciones de miles de cadáveres en putrefacción, obligándonos a huir lo más lejos posible del campamento. Era aquello insoportable.
Desde el amanecer hasta la hora de almorzar, nos repartíamos por el campo y hacíamos allí el oficio de sepultureros, no sin cierta repugnancia. Cuatro o cinco paladas de arena sobre los cuerpos hinchados y amoratados bastaban para cubrirlos: Lo demás quedaba a cargo del tiempo. Un pulpero chino, de San Juan, que durante todo el combate había permanecido oculto en el fondo de la bodega de su cuchitril, fue descubierto allí por nuestros soldados, quienes, con o sin razón, lo sacaron a pescozones de su escondite para obligarlo a ayudar a recoger a los heridos y a transportarlos hasta las ambulancias vecinas. Trabajó tenazmente todo aquel día el hijo del Celeste Imperio, ayudando no sólo a los acarreadores, sino también a los cirujanos en la ambulancia. Pero es sabido que los chinos de exportación son por lo general perezosos. Al día siguiente había desaparecido de la ambulancia el improvisado practicante.
En este trabajo y en el de recoger armas se pasaron ocho días, al cabo de los cuales las exigencias de la higiene por un lado, y por otro el fin de nuestra tarea, decidieron al general en jefe a llamarnos a Lima. Pocas veces he tenido un placer mayor que el que sentí cuando se nos comunicó la orden de alistarnos para emprender la marcha.



En la retaguardia: ….por el ruido de los disparos, nosotros supimos esa mañana que el combate había comenzado y, como a las 9 existía gran excitación en las calles y muchos soldados dispersos, levemente heridos, habían llegado ya a esa hora a la ciudad. El tren que arribó a Chorrillos trajo también a muchos heridos, por lo que vimos que la batalla había sido ardorosa. El hijo del último Presidente, llamado Prado, entró a la ciudad proclamando que todo estaba perdido, por cuya información fue inmediatamente aislado y apresado. Un famoso General, llamado Lacotera, incluso trató de hacer una revolución gritando “Muerte a Piérola, Viva la Constitución” y tuvo que escapar de la turba, refugiándose en la Legación Inglesa. El ruido de los disparos se apagó poco después de las 10 y entonces comenzamos a recibir noticias sobre los resultados de la batalla. Nuestra primera información fue que los peruanos habían perdido algunas posiciones, reconquistándolas nuevamente, pero solo en la tarde supimos el verdadero estado de la situación. Entonces oímos que los peruanos habían sido derrotados en toda la línea, San Juan y Chorrillos capturados, y que los peruanos, por orden de su Jefe, retirados a Miraflores, que se encontraba atrincherado por ambos costados en una extensión de muchas millas. En realidad, los peruanos no mostraron un espíritu de lucha digno de comentario. La mayor parte de los soldados disparaban fusiles al aire y arrancaban, muchos dejaban sus rifles abandonados y además toda su artillería cayó en manos del enemigo.

Vista de Lima


Esa tarde los médicos jóvenes de los buques neutrales, el Dr. Loane del “Shannon” y Ferguson del “Thetis”, llegaron a Lima en un tren especial desde Ancón. Arribaron a la hora de comida al hotel, muy apurados por partir al hospital, donde se les manifestó que no se necesitaban sus servicios esa noche, pero a la mañana siguiente se hicieron cargo de un grupo de hombres. El hospital era un arreglo provisorio hecho en el gran edificio donde se celebró la Exposición hace algunos años y resultó de lo más adecuado para tal propósito. Yo le visité con el Dr. Loane en la tarde del Viernes y vi a todos esos desgraciados, la mayor parte de los cuales no estaban, sin embargo, muy mal heridos, pues los más graves se les dejó en el campo de batalla o fueron atendidos por la “Cruz Roja”  (Red Cross) del Ejército. El Dr. Loane me dice que la mayoría de las heridas están en la espalda, por lo menos, comienzan en la espalda, lo que confirma la versión que habrían arrancado. Es realmente un espectáculo lamentable ver todos esos hombres heridos que no se encuentran bien atendidos, existiendo una gran necesidad de practicantes y enfermeras. Vi morir a un pobre hombre que había sido gravemente herido y me temo que, desde entonces, un buen número debe haber corrido la misma suerte.




[1] Diario de Pedro Rodríguez Rodríguez
[2] Mi campaña al Perú: 1879-1881 Justo Abel Rosales Textos seleccionados del Capítulo IV En Perú: Las batallas de Chorrillos y de Miraflores Viernes 14 [de enero de 1881]. Campamento de Chorrillos. http://cavb.blogspot.com/2012/01/matanza-saqueo-e-incendio-de-chorrillos.html


[3] De las mismas fuentes, de otras historias de unidades que he puesto, pongo a continuación la historia de la Ambulancia N° 1 "Santiago". Resumen de un trabajo del Sr. Marco Antonio Lang. 

[4] De las mismas fuentes, de otras historias de unidades que he puesto, pongo a continuación la historia de la Ambulancia N° 1 "Santiago". Resumen de un trabajo del Sr. Marco Antonio Lang. 
[5] Machuca, Francisoco, Las Cuatro Campañas de la Guerra del Pacíico, Tomo IV página 428 en http://issuu.com/librod/docs/machuca__francisco_-_3las_cuatro_campa_as_de_la_gu
[6] Machuca, Francisoco, Las Cuatro Campañas de la Guerra del Pacíico, Tomo IV página 429 en http://issuu.com/librod/docs/machuca__francisco_-_3las_cuatro_campa_as_de_la_gu
[7] Machuca, Francisoco, Las Cuatro Campañas de la Guerra del Pacíico, Tomo IV página 429 en http://issuu.com/librod/docs/machuca__francisco_-_3las_cuatro_campa_as_de_la_gu
[8]  Un veterano de tres guerras, recuerdos de José Miguel Varela
[9] Relato del ciudadano colombiano Vicente Holguín en http://www.bicentenariochile.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=121:ocupacion-de-lima-relato-del-ciudadano-colombiano-vicente-holguin&catid=15:guerra-del-pacifico&Itemid=9
[10] Carta de Don Robert Ramsay Sturrock en http://www.bicentenariochile.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=119:ocupacion-de-lima-carta-de-robert-ramsay-sturrock-18-de-enero-de-1881&catid=15:guerra-del-pacifico&Itemid=9

BATALLA DE CHORRILLOS (VIII)

EL AVANCE Y TOMA DEL MORRO SOLAR

La situación en el área del Morro del Solar a las 9 AM: Derrotada la primera línea de trincheras peruanas y conquistados los cerros que anteceden el paso hacia el Morro, las tropas chilenas de la división Lynch se encuentran exhaustas. Llevan ya cuatro horas de combate y hay gran cantidad de bajas. Desde posiciones de más altura la artillería y la fusilería peruana logran detener a los invasores.
Narra Patricio  Lynch en su despacho: “Tomados los primeros morros, los regimientos 4º y Chacabuco y algunos grupos del Atacama y Talca continuaron atacando las trincheras que estaban a nuestra izquierda, y el enemigo fue abandonando sucesivamente después de sangrientos combates en cada una de ellas. En un morro que llamaremos de Las Canteras, se hizo una resistencia tan tenaz… Nuestra tropa siguió avanzando hacia la izquierda hasta tomar una última y fuerte trinchera que había al pie del gran Morro Solar, de donde el enemigo continuó haciendo un vivísimo fuego de fusilería, ametralladoras y artillería que tenía colocada en la cima de esa ventajosísima posición. Aquí nuestras fuerzas se limitaron a mantener los puntos conquistados, ya por el corto número a que estaba reducida, ya por el cansancio consiguiente después de haber recorrido desde que principió el combate no menos de cuatro kilómetros de terreno arenoso y sobremanera accidentado.
Cuando se llegó a este último punto, se vio también al Regimiento Coquimbo y Batallón Melipilla que, auxiliados por nuestra escuadra, entraba por la izquierda, y ayudados por nuestras fuerzas tomaban posesión de varias trincheras que por ese flanco tenía el enemigo para defenderse del ataque que debía hacérsele por la playa.
El enemigo, acosado así por su derecha y por el frente, concentró todas sus fuerzas a la casi inexpugnable línea del Morro Solar, haciéndonos desde allí bajas considerables que no podíamos evitar sin abandonar el terreno conquistado. A esta hora, que serían las 8 A.M., estaba ya puesta en derrota la derecha del enemigo, y después de organizados los regimientos 2º de Línea y Talca con reducidas fuerzas, fueron en socorro de nuestra izquierda que estaba seriamente amenazada.
Varias veces se intentó el ataque de este Morro; pero sin resultado, tanto por lo inaccesible de su frente y flanco, como porque el número de fuerzas de que hasta esa hora se podía disponer era muy reducido.


Morro Solar, posterior a su toma.

…La crisis de las 11 Am…..: Como a las 11 los disparos desde la línea chilena empiezan a ralear, tanto en fusilería como en artillería. A diferencia de los peruanos que podían recoger la munición de los que caían en sus filas, pues estaban en una posición fija, en cambio las tropas chilenas no porque los muertos y heridos y el equipo había que correr hacia abajo, siguiendo el reguero de bajas provocadas en los asaltos. Ir a buscar municiones en ese fuego era suicida.
El Coronel Amunátegui ordena tocar a todos los tambores y cornetas llamada a calacuerda, consiguiendo reunir a grupos de dispersos. El coronel Urrutia personalmente y con sus ayudantes también reúne dispersos. Se monta un contrataque por algunos soldados del Cuarto de Línea, El Chacabuco y otros cuerpos, pero fracasa por su escaso número. Ambas fuerzas continúan en sus posiciones agotados unos e imposibilitados de avanzar los otros.
Desde el Morro, Arnoldo Panizo cuenta que los “fuegos de la Batería desalojaron al enemigo apostado y sus guerrillas, y el Coronel Iglesias con sus tropas, ya reorganizadas, emprendió un nuevo ataque y recuperó, a viva fuerza, sus perdidas posiciones”. Este ataque arroja contra las posiciones chilenas a parte de las fuerzas defensoras del Morro. Al menos los restos del Tacna y el 9 de diciembre y el Junín. Vicuña Mackena relata que el Coronel Borgoño desde la altura de sus posiciones, viendo el fuego decrecer y debilitados los regimientos chilenos, se lanza a la carga. Panizo sigue su relato:, Durante este tiempo, la Artillería enemiga nos hacía un nutrido fuego, cuyos proyectiles caían sobre nuestra posición. Allí se hallaba presente el Sr. Contralmirante Dn. Lizardo Montero.
El jefe del Segundo de Línea, coronel del Canto, recordará años después “se nos concluyeron las municiones, y no era posible dar un paso mas adelante por la configuración del terreno….los peruanos, principiaron a descender del Morro en número considerable, de tal modo que nuestras tropas retrocedieron más de doce cuadras perseguidas por el enemigo”. La artillería de Jarpa tan efectiva y útil estaba retrocediendo a nuevas posiciones para repostar proyectiles.
 



Desde el puesto de mando de Lynch, el jefe del Atacama ve la situación “Nuestros soldados se retiraban en gran número hacia (la hacienda la) Villa”. Lynch le ordena que con su regimiento ataje a los que huyen, lo que ejecuta de inmediato en la zona de los potreros de la Hacienda, “en el camino encontré que llevaban unos arrieros varias cargas de municiones[1]. Los detiene y hace abrir las cajas en unas acequias al lado de un muro o tapia que cerraba el lado norte de los potreros. Ve a las baterías de Jarpa retirarse en orden, van también detrás varios oficiales de los regimientos desalojados desde el Morro. Son el Chacabuco y Cuarto de Línea, al que se suma el Segundo de Línea el Colchagua. Del Canto intenta convencer a sus hombres que se queden a resistir con bayonetas ante la falta de otro pertrecho pero sin convencer a sus tropas. Sin poder contar con apoyo a su suicida idea, el coronel también se retira. Se escucha el sonido de la corneta: “retirada” es la orden.
En las acequias quedan en descanso las tropas, reorganizándose. Allí permanecerán muchos centenares de soldados y oficiales, hasta que por la derecha en el valle se ve llegar los refuerzos (la División Sotomayor). Algo descansados y al ver llegar las nuevas unidades de refresco los soldados se levantan y al grito de ¡Viva Chile! Reemprenden el ataque. Panizo explica la derrota del contraataque peruano: “falta de tropas de refresco que le protegiesen
A las 11 20 la crisis se disipa y las tropas, ahora apoyados por el Atacama y el Talca, también debilitados y las tropas de la División Sotomayor con la artillería de esa división y la de la de Lagos y de Campaña empiezan a bombardear de nuevo en dirección al Morro. Restos del Talca dirigidos por el comandante Urízar Garfias recibe la orden de flanquear al enemigo por ese lado en sus últimas fortificaciones, siendo rechazado por los defensores peruanos..
Sigue Patricio Lynch: Hubo un momento en que creí que no alcanzaría el aliento físico a mis fatigadas tropas para coronar la victoria trepando las empinadas cimas del Morro Solar después de haber tomado al asalto y a la bayoneta once trincheras sucesivas y nueve fortalezas artilladas, durante seis horas de combate. Pero con munición de refresco y las tropas que marchan a la derecha para cerrarse sobre Chorrillos y el Morro, los chilenos atacan de nuevo “embistiendo valerosamente al enemigo, el que luego rechazaron y aniquilaron de tal modo que ninguno de ellos volvió a subir a sus posiciones del Morro; porque otras cargas de municiones proveyeron al Cuarto de Línea, Chacabuco, Talca y demás cuerpos[2]. El regimiento Santiago, uno de los primeros en llegar a la base del Morro empieza a ascender por la izquierda del macizo.
A las 12.00 hrs estaba todo concluido y a la entrada del valle (Pampa de Cascajal) tocó el Comandante Robles reunión al Regimiento “Lautaro”, pasó lista y ordenó comisiones por escuadras, al mando de oficiales, para recoger los heridos y enterrar los muertos

Combates en Chorrillos


….El combate en Chorrillos: Pasadas las 10 AM, el Batallón Concepción peruano abandona el abrigo de las tapias tras de las que estábamos y tomamos camino de Chorrillos: se había recibido orden de intentar un postrer esfuerzo para auxiliar o liberar nuestras tropas de la derecha que peleaban ardorosamente en el Morro Solar y en la población. Una vez más renacieron los bríos del batallón, y acallando nuestros gritos de entusiasmo el ruido de la batalla, penetramos a la población. Acosados por todas partes, sordos al silbido de las balas que caían como granizo, ciegos a la vista de la muerte que marcaba nuestra marcha con huellas de sangre, llegamos en tan resuelta actitud hasta la iglesia del Buen Pastor…
Por el lado chileno las tropas reciben la orden de avanzar sobre Chorrillos. La Brigada Gana embiste por la izquierda y por la derecha la Brigada Urriola. El Esmeralda y el Buin son las primeras unidades chilenas que llegan a Chorrillos. El Valparaíso y el Zapadores apoyan desde el faldeo del Morro a la División Lynch. El Tercero de Línea iba por el llano en reserva. “Urriola despliega el Aconcagua  y lo sostiene con el Regimiento Zapadores y el Batallón  Navales.
Parte del Esmeralda se introduce en Chorrillos, mientras otra parte se dirige hacia la zona del Salto del Fraile. En esos momentos por el lado peruano el Coronel Recabarren dirige al Zepita por la calle Lima apoyado por dos cañones situados en carros blindados. Cáceres también se dirige para allá con restos de tropas de numerosas unidades desbandadas en las batallas (con 400, 1000 o incluso 2000 hombres, en las varias fuentes) en la zona de la estación de trenes de Chorrillos.
El futuro Brujo de los Andes luego de ver vencida la resistencia en el centro, que estaba a su mando se retira hacia Barranco, donde encuentra al coronel Arias y Aragüez, quien pugnaba también por reunir a los dispersos; y entre ambos lograron reorganizar un buen número, tarea en la que destacó también el coronel Francisco Velarde, jefe de estado mayor del cuerpo de Cáceres, y sus ayudantes Torres Paz, Lecca, Castellanos y Carvajal. A esas horas, el doctor Sebastián Lorente insistió en la necesidad y urgencia de socorrer al coronel Iglesias, a quien suponía batiéndose aún en Chorrillos, a juzgar por los fuegos de fusilería que trepidaban en esa dirección. Y con la venia del general Silva, al mando de 400 hombres, Cáceres marchó a ese frente. En el camino encontró al coronel Suárez, que se retiraba con sus fuerzas casi intactas; le reprochó que hubiese asumido tal actitud cuando había aún fuerzas peruanas resistiendo, a lo que Suárez respondió que los fuegos se cruzaban entre los chilenos que empezaban a entrar en saco a Chorrillos. Cáceres, no satisfecho con esta respuesta, siguió adelante…



Desde el Morro, Arnoldo Panizo, cuenta que la artillería chilena “dueña de las magníficas posiciones que habían tomado en San Juan y Villa, nos hacía fuertes descargas sobre las Baterías, que eran contestadas vigorosamente, sosteniendo un cañoneo de más de dos horas, que nos causó algunas victimas. Mientras tanto, el enemigo, entrando por el camino últimamente abierto, entre San Juan y Chorrillos, trataba, con fuerzas de Infantería y Caballería, en número considerable, de apoderarse de esta Villa.
En la Escuela de Clases había un Batallón nuestro que les hacía fuego, y en el camino que de este edificio conduce al Barranco, se reorganizaba, también, otro batallón nuestro. En el acto hice dirigir los fuegos sobre el enemigo, con tan buen efecto, que por tres veces fue rechazado hasta la embocadura del citado camino. En este largo intervalo de tiempo, ambos batallones se replegaron al Barranco.
En este momento, y con gran sentimiento, vi que condujeron herido, en una camilla, al valiente Capitán de Artillería Dn. Nicanor Luque. Tenía una pierna rota. Me dijo que Marcavilca quedaba resistiendo bajo buenos auspicios que habiéndose inutilizado el montaje de la única pieza “Clay”, que quedaba, había tenido que desmontarla y cambiarle la cureña de la que antes se había descompuesto, y que, al ser herido quedaba al mando de dicha pieza el Subteniente Alvarez Calderón, perteneciente al Batallón Ayacucho No. 5.
...Mientras el general peruano Pedro Silva… Este oficial, en su relato, explica que (t)emiendo total desorganización del ejército, no sabiendo a punto fijo el estado del combate en Chorrillos ni el propósito que (abrigaba Nicolás Pierola), me dirigí a Miraflores.  Pero antes de emprender mi marcha sobre Miraflores, dispuse que el capitán don N. Guerrero, encargado de los almacenes de provisiones, salvase los elementos de movilidad en cuanto le fuese posible, y con respecto a los víveres y todo aquello que no fuese fácilmente transportable, ordené se incendiase. El Parque del ejército instalado en Barranco fue transportado a Miraflores bajo la dirección de su jefe coronel Carrillo y Arisa.
Llegado a Miraflores me ocupé con algunos jefes y oficiales en reorganizar a los dispersos, conteniéndoles cerca de los reductos, si bien es cierto que no pocos habían avanzado hasta Lima u otros lugares por caminos extraviados. El coronel Dávila, que se había retirado por el lado de la Calera con los restos de su ejército, emprendió por la izquierda igual operación. [3]
Abandonados á su propia suerte, el coronel Borgoña recibe orden del coronel Cano de ocupar la estación del ferrocarril de Chorrillos, apoyando al “Zuavos” para proteger la retirada de la 1° división peruana, – que había perdido más de las dos terceras partes de sus efectivos[4].
…Por el lado chileno….Una unidad del Esmeralda queda aislada y los combates en las calles recrudecen. Las tropas del Zepita intentaron cargar contra las baterías de Jarpa, ya reabastecidas de munición (batería Sanfuentes 6 cañones Krupp de Montaña de 60 mm; Batería Ferreira 4 krupps de montaña de 60 mm; Von Koeller Banner, 6 Krupps de montaña de 60 mm). La defensa chilena es hecha a punta de metralla y de los disparos de los carabina de los mismos artilleros. Llegan a 50 metros de distancia. Pero acá aparecen el Tercero de Línea y el Lautaro y barren con el Zepita. El Tercero de Línea cumple la tarea dividiendo sus dos batallones: uno protegiendo la artillería y otro al apoyo del Esmeralda. Este último lo hace bordeando el faldeo del  Morro para aislar al pueblo.
La entera división Lagos, también avanza por los faldeos situados detrás de las posiciones conquistadas en los cerros, en el extremo izquierdo y el centro de la posición peruana (Cerro la Pamplona y San Juan). Integrada por el Santiago, Bulnes, Caupolicán, Valdivia, Navales, Aconcagua y Concepción. Avanzan por las faldas de los cerros de San Juan y valle del mismo nombre. La División Sotomayor destaca a la Brigada Gana para posesionarse de las casas de San Juan. La artillería de Jarpa, y las baterías Flores, Ortuzar y Nieto marchan por el valle a colocarse a tiro del Morro del Solar. Los disparos de las baterías se distribuyen también contra el pueblo de Chorrillos y la Escuela de Cabos.
De la División Sotomayor se destaca al Esmeralda, que sale a marchas forzadas hacia el pueblo de Chorrillos, por el lado de la vía férrea que lo une con Miraflores y Lima. Junto a él van el Zapadores y el Tercero de Línea. Todos eran sometidos al fuego del tren blindado que poseían los peruanos. Le contestan las baterías chilenas, pero al tiempo que los regimientos chilenos convergían hacia Chorrillos y la Escuela, los tiros de artillería iban concentrándose en el morro.

Imágenes de Chorrillos tras la batalla


Las piezas Krupps de las baterías Keller, Ferreira y Artigas quedan sin resguardo, pues la caballería ha sido enviada a la reserva, por lo que los peruanos avanzan sobre ellas para capturarlas o al menos silenciarlas. Estas unidades peruanas, situadas en Huaca la Lechuza, eran las fuerzas que habían retrocedido desde Santa Teresa. Serán los del Zepita y rezagados los que contraatacan, aprovechando la falta de tropas chilenas del ala izquierda y el centro, que no han avanzado aún hacia Morro del Solar. Será la metralla de los cañones y los disparos de las carabinas de los servidores de los mismos, que empiezan a detener ese asalto. Dos piezas tuvieron que mantenerse en silencio por el calentamiento de sus piezas principales de retrocarga. En eso llega el Tercero de Línea, que rompe el ataque y obliga a los peruanos a una rápida retirada en dirección a Chorrillos, debido a la falta de refuerzos y en la posibilidad de quedar cortados por el avance del Ejército chileno. La retirada continúa hasta Chorrillos, y el Zepita es prácticamente aniquilado en el ataque.

….Y el final del Morro: Por un lado el regimiento Coquimbo y el batallón Melipilla que han tomado la Batería Marcavilca. Y desde abajo las tropas de Lynch, Sotomayor y parte de la de Lagos asaltan las dos últimas posiciones peruanas. Los peruanos se reagrupan en la cuchilla del Marcavilca para evitar el paso hacia la Batería Provisional. Se trata del Guardia Peruana, El Ayacucho y los sobrevivientes del ataque de Borgoño. Ya mediodía y Arnoldo Panizo, ve cómo iba la batalla: “que no contaba con fuerza alguna de infantería para defender mis posiciones, y que a la Batería de a 32 la batían crudamente. En estas circunstancias, mandé a mi ayudante, Subteniente D. Gerardo Soria, fuese a buscar a Pierola y le hiciera presente nuestra situación y la necesidad que tenía de fuerzas de Infantería, para la defensa y sostén de mi puesto. Largo rato después, dicho oficial trajo la noticia de que S.E. se había marchado a Miraflores, donde se había replegado el Ejército, y que el enemigo estaba cerca de la población.
Desde las primeras horas de la mañana, y careciendo de puesto en la línea, se hallaban a mis órdenes 30 hombres armados con Remington y con muy pocas municiones, pertenecientes a la sección de Ingenieros del Ejército del Norte, a las órdenes del Capitán D. Fabio Rodríguez, con unos cuantos subalternos más, les hice desplegar en guerrilla, a fin de poder batir, aunque a pecho descubierto, las avenidas más importantes de la posición. La ametralladora “Clayton” se había inutilizado a los primeros disparos. El Mayor Haza, que personalmente manejaba esta arma, tuvo al fin que abandonarla y hacerse cargo del Obús de a 12, de campaña, para batir, ya de cerca al enemigo, cuya infantería había ocupado las avenidas del Malecón y la que desemboca al camino de zig-zag que conduce al Morro.[5]
Avanzando sobre el Morro: Las tropas peruanas que asaltaron en dirección a las baterías chilenas (el Zepita y algunos rezagados), repulsados por el Tercero de Línea, toman dos direcciones: unos hacia el pueblo y otros toman el camino que asciende en zigzag hasta la cima mas elevada y donde estaba la Batería Provisoria. Al mismo tiempo coronaban una de las alturas del lado de Chira el Coquimbo y el Melipilla. Se decide un nuevo asalto, pensando que la artillería estaba en peligro y de ahí su retirada (y no por falta de munición). Caen numerosos oficiales incluido el jefe del Melipilla. Entonces el comandante Balmaceda toma el mando de ambas unidades y decide atacar el cerro recuperado por los peruanos. Guerrillas por los flancos y guerrillas sucesivas por el frente. Una vez realizado el flanqueo avanza el Coquimbo y juntos vuelven a tomar la posición. En orden de guerrillas sucesivas combaten con la defensa peruana que está en una posición de altura. Así lo cuenta el oficial jefe del Coquimbo, “El enemigo, en número de 1.700 hombres, más o menos, tomó los cerros del frente, y tuvimos la fortuna de desalojarlos en poco tiempo de los tres primeros.


A causa de la mucha elevación y pendiente del cuarto cerro, que servía como de último refugio al enemigo, en el que, además de sus trincheras tenía una buena ametralladora, se resolvió a esperar en la posición que teníamos hasta que el centro de nuestra línea pudiera flanquear a esas tropas peruanas, mientras nosotros las atacábamos de frente. Así se hizo, y con esto se consiguió dar algún descanso a nuestros soldados que, en el momento dado, atacaron como verdaderos chilenos, logrando hacer más de 200 prisioneros entre jefes, oficiales y tropa.
Mientras el Tercero de Línea y el Aconcagua faldeaban el cerro más elevado (Batería Provisoria) por el lado del pueblo de Chorrillos. El Valparaíso y Zapadores entraban a las cuchillas del Morro, y varios cuerpos de la División Lagos flanqueaban al enemigo y trepaban a las primeras cimas del lado de Chira. Ya son las 12.15.
El ataque final sobre el morro se hace en pinzas, por un lado están los restos de la División Lynch. El Zapadores tras el Tercero de Línea suben a la falda del cerro para flanquear por la izquierda. El Santiago y demás cuerpos de la Brigada Barceló, subía dejando a la izquierda la ensenada de Chira por la empinada cuchilla que dominaba en su parte culminante una batería y los restos de la defensa peruana. A su vez el Coquimbo y el Melipilla  seguían por las cresta del lado del mar. La presión de la carga derrumba la defensa que se retira como puede hacia el Salto del Fraile, cerrando su escape por la playa, por un camino que bajaba para el muelle y que toma después a la playa y las escarpadas pendientes de la costa. “(Q)uedando dueños de cuatro trincheras, seis piezas de artillería y dos ametralladoras. Derrotado el enemigo, fue perseguido por nuestras tropas hasta el mar, donde se hizo 80 prisioneros entre jefes, oficiales y tropa, aparte de 200 que tomó el Coquimbo, dejando en el campo, al lado del mar, mucho mayor número de muertos.[6]
Los que defendían el fuerte eran la única resistencia que quedaba en el campo de Chorrillos. Un cordón de soldados del Santiago, del Caupolicán y otras unidades mezcladas hace irrupción en el último bastión, atacando a la bayoneta y antes de las 2 PM de ese día la bandera chilena es clavada
Para el peruano Arnolodo Panizo, una vez que la Batería Provisional había sido tomada…. (el) Marcavilca, dominada por el enemigo, las tropas en el Morro dejaban su posición y descendía(n), precipitadamente, parte por la pendiente situada entre su posición y la Batería Provisional, hacia la población (Chorrillos), y el resto por encima del Morro, con la misma dirección. Los chilenos, conquistado el Marcavilca avanzan en guerrillas disparaban sobre los que huían “impidiendo que se reorganizara, haciéndole infinitas bajas.”


Los artilleros de nuestras Baterías eran diezmados, al extremo que los jefes y oficiales del Cuerpo de Iglesias, así como los de la Baterías, servían, desde entonces, las dos piezas “Parrot” que, junto con el Obús de a 12, eran las únicas que batían con metralla al enemigo, que instante por instante, arreciaba más sus fuegos y nos encerraba casi en un círculo, pues no teníamos más parte libre que las ásperas pendientes que conducen a la playa. En estos momentos, caían heridos el Coronel de Artillería Dn. José Ruesta, …y el…Teniente del Arma Dn. David León.
Desde ese momento, la situación se hizo insostenible. Cien hombres más o menos, sin parapeto alguno, casi agotadas sus municiones, y sembrado el campo de muertos y heridos, con que se tropezaba a cada paso, eran impotentes, a pesar de su valor, para combatir con numerosísimas fuerzas, que por todas partes nos asediaban.
En tales condiciones, llamé aparte al Mayor Haza y le ordené que, personalmente, prendiera fuego a una mecha de duración, de que, anteladamente se había dotado al polvorín; la órden fue obedecida inmediatamente; la tropa se apercibió de ello antes de tiempo y sin esperar mis órdenes, para retirarnos unidos, pues la mecha nos daba tiempo suficiente, y alarmado con el peligro que suponían inmediato, huyen por la pendiente llevándose con ellos a los oficiales….No sin algunas contusiones, pudimos emprender la retirada en medio de la tropa dispersa, por el canto de la playa con dirección a Miraflores, a replegarnos a la Batería “Alfonso Ugarte”,….pero, desgraciadamente, el enemigo nos cortó la retirada, haciéndonos algunas víctimas más, y tomándonos prisioneros, pocos momentos después.
Uno de los combatientes chilenos rememora que empiezan “a subir una loma, que era el punto más bien defendido por los peruanos y que por esto mismo, fue el cementerio de los chorrillanos, por ahí quedó un alfombrado de cadáveres. Todo el trayecto que recorrimos al lado de un largo foso lo encontramos lleno de muchos centenares de cholos muertos de la manera más horrible. La lucha debió aquí ser tremenda. Parece que estas posiciones fueron tomadas a la bayoneta, porque no de otra arma eran las terribles heridas que tenían los enemigos. Una cuadra y media distante de nosotros, a nuestra derecha, divisamos algo que al principio me figuré grandes montones de ropa blanca, y sin embargo eran filas de muertos. La matanza aquí fue grande. Noté que chilenos no habría seis muertos por donde pasábamos. Yo deseaba salir de ese lugar repugnante, doblemente horroroso por el aspecto espantoso que tomaban los cadáveres, reventados de la cabeza los más, otros descuartizados, digo que deseaba salir de esas líneas de zanjas….[7]
Son entonces los artilleros de Panizo, defienden la última parte del Morro Solar y el Salto del Fraile, donde está la batería Martir Olaya. De los 4.500 defensores quedarán apenas 280 como prisioneros que se rinden a las 2 PM poniendo fin a la principal acción en la batalla Al final del combate lo que queda de esas tropas intenta llegar a Chorrillos y en la playa de agua dulce son capturados por la caballería chilena.
Soldados del Atacama, vestidos de pantalón azul, casaca azul oscura con bocamanga lacre (rojo), en el puente de Lurín.

Para cortar el camino a los defensores de Chorrillos, Baquedano ordena la Brigada Barboza que avance hacia el camino que une esa población con Lima. Para la tarea se encomienda al Lautaro, por el norte y dejando en reserva al Curicó y el Batallón Victoria. Y con el Tercero de Línea, que estando en reserva, se une al Lautaro. En el lado peruano, el Coronel Recavarren, avanza con el Zepita (denominado Zuavos) en línea de batalla por la calle Lima, pero la unidad es prácticamente demolida por el fuego superior de las tropas chilenas. El Ancash y el Jauja, en el mismo Chorrillos también son destruidos.
Desde las doce el Batallón Bulnes y el Regimiento Concepción bajan alrededor del mediodía por el lado sur de Chorrillos. Entra Cáceres con refuerzos pero resulta detenido por el Lautaro y el Tercero de Línea. Cáceres entra apoyado por un tren blindado, que hasta allí condujo el capitán de fragata Leandro Mariátegui pero este no alcanza a llegar a la Estación de Chorrillos, pues el ingeniero Stuven ha retirado los durmientes de la línea férrea.
A las tropas del Coronel Suárez que inicialmente estaba retirándose hacia Miraflores, teniendo aún “organizado e íntegro el Batallón Concepción, Silva le ordena que tratase con él y los restos del Jauja y otros cuerpos nuevamente sobre Chorrillos. Así lo hizo, y una vez más fue rechazado. En tal situación, y viéndose acometido por fuerzas enemigas en distintas direcciones, se replegó sobre el Barranco.”[8]
Sigue el soldado peruano Pero ¿por qué se retiraba nuestra gente que cubría el frente (que en nuestro desfile teníamos a la derecha)?.... También por las calles de la población pasaba el tropel de los nuestros en sentido contrario al del enemigo. Los valerosos restos que con los coroneles Noriega y Rosa Gil se abrieron paso por la Calle de Lima. A la altura del Buen Pastor (posición que ocupaba el Concepción peruano) flanqueamos a la derecha y penetramos por la boca-calle al corazón del pueblo; imaginé que esto tendría por objeto cubrir nuestra maniobra ofensiva; pero muy pronto supe que era para contramarchar algo a cubierto de los fuegos con que éramos ofendidos.
Cantinera chilena Irene Morales
¿Había sido por falta de fuerzas que apoyaran y secundaran el ataque lo que impidió llevarlo a fondo? ¿o había sido una maniobra para atraer la atención y el fuego del enemigo sobre nosotros y pudieran retirarse nuestras tropas de la derecha? Sólo en este caso resultaría útil nuestra acción, porque, en efecto, una parte de las tropas que se batían allí, se abría paso a punta de bayoneta por la calle Lima; al mismo tiempo que soldados del “Concepción”, dando la mano a los del “Ancash”, rescataban un jefe y varios soldados capturados por chilenos del “Esmeralda”, que a su turno quedaban prisioneros. Fue en este momento que cayó…el subteniente Goret.
Frustrado el último esfuerzo o llenando su único objeto, y dejando en las veredas de Chorrillos nueva y más honda huella de sangre y cadáveres, emprendimos la retirada que se nos ordenaba de Miraflores;….cubriendo la retirada, con nuestras filas cerradas y listas pare rechazar la persecución del enemigo… Para el Concepción la batalla había terminado

el ejercito chileno, habia establecido que los soldados usaran en sus uniformes colocadas sobre el lado izquierdo, unas pequeñas barras, como indicativo de haber participado en combates.-
Este oficial luce seis, lo que lo identifica como un veterano, ademas de permitirnos apreciar las caracteristicas de su uniforme de salida, y las insignias que lo identifican como un Teniente el Batallon C.M. "Lautaro" (fotografía y texto de la página Razón y Fuerza)

En la retaguardia peruana: En su diario, Pedro Rodríguez Rodríguez, ubicado en el reducto N° 2 en el sector de Miraflores, escribe ese 13 de Enero Me levante a las 5 A.m. como acostumbraba en el campamento mi primer acto fue subir a la azotea, para oír ruido de cañones o de fusilería, temiendo que hubiese principiado la batalla, no la percibí. A las 7 ½ llego la costurera y dijo que la batalla se había [iniciado] en San Juan, que en la madrugada abriéndose mucho fuego de cañón, dude de esto cuando pocos momentos después pasaron bajo del balcón un herido que había sido en San Juan, no me quedo duda de que la batalla había principiado inmediatamente me arregle como se pudo y me dirigí a la plazuela de la exposición para ver como me iba a mi reducto, encontré a [ILEGIBLE] Elías en las mismas circunstancias, paró una máquina sola y en ella marche a Miraflores. En todo el camino veía gran número de soldados armados unos y  otros sin armas que desbandados se venían a Lima, muchos oficiales y jefes de alta graduación diciendo que todo estaba acabado y que el ejército activo había sido derrotado.
Llegue a Miraflores y me informaron el hecho, el jefe supremo se encontraba allí, viéndose el combate seguía con vigor en Chorrillos, Don Miguel Iglesias se sostenía en ese puesto con heroico valor. Pregunte a una rabona si la reserva había salido de sus acantonamientos me dijo que no y me dirigí entonces a mi reducto...
A la 1 P.m. se notó movimiento en el ejercito…momentos después se veía que al frente nuestro tras de una tapia formaba tranquilamente su línea de batalla (una unidad chilena). Si un batallón nuestro se hubiese desplazado en guerrilla en esos momentos habría impedido tomar al enemigo mas prisioneros y habría introducido el desorden en sus filas, pero nada se hizo, vimos impasiblemente formar a los Chilenos su línea de batalla colocar comúnmente sus cañones. Nosotros decíamos y pedíamos que se rompieran los fuegos, por lo menos por las piezas que estaban a nuestra derecha y eran del ejército de línea (ILEGIBLE) artillería pero se dijo que había orden del general en jefe es decir venia de Pierola que mandaba los ejércitos y no se rompieran los fuegos, mientras los chilenos no lo hicieran.

A su vez el reservista Manuel Gonzáles Prada[9] iría recordando Al amanecer del 13 de enero un cañoneo lejano me anunció la batalla. Veía fogonazos, oía descargas de rifle, sin darme cuenta precisa del combate. Los chilenos atacaban por la izquierda: nada más podía percibirse. Aclarado el día, disminuyó el cañoneo, mas las descargas de fusil me parecieron aumentar y extenderse en dirección a Chorrillos. Noté que por nuestra derecha, en el morro Solar, se combatía…. A las nueve o diez de la mañana me convencí de nuestra derrota. Por las inmediaciones del Pino huían soldados dispersos en dirección a Lima. Decidimos detenerlos y engrosar la guarnición de nuestra batería. Varias comisiones salieron a cumplir la orden; mas hubo necesidad de suspenderla para evitar una serie de luchas armadas: los dispersos acabaron por defenderse a tiros. Habría convenido ametrallarles desde los fuertes….Los pocos dispersos recogidos y llevados al Pino ofrecían un aspecto lamentable. Algunos pobres indios de la sierra (morochucos, según dijeron) llevaban rifles nuevos, sin estrenar; pero de tal modo ignoraban su manejo que pretendían meter la cápsula por la boca del arma. Un coronel de ejército se lanzó a prodigarles mojicones, tratándoles de indios imbéciles y cobardes. Le manifesté que esos infelices merecían compasión en lugar de golpes. No me escuchó y quiso seguir castigándoles. “Si pone usted las manos en otro soldado, le dije, tendrá usted que habérselas conmigo.” “Soy, me contestó, un coronel de ejército y usted es un cachimbo.”. “Si fuera usted un militar de honor, le repliqué, no se hallaría en la Reserva, sino batiéndose con la tropa de línea.” Refunfuñando me volteó la espalda. Como momentos después nos viéramos cara a cara, me dijo, poniéndome la mano en el hombro: “Amigo, no hay que sulfurarse...”
Nuestros cañones hicieron seis u ocho disparos: uno cayó en un pelotón de caballería chilena, otro en una batería instalada en un montículo. Poseía yo un buen anteojo, y habiéndome colocado tras de una de las piezas, podía seguir la trayectoria del proyectil. Si no recuerdo mal, dirigía los disparos el marino don Manuel Elías Bonnemaison. Cuando sentíamos más deseo de seguir bombardeando al enemigo, recibimos orden de suspender los fuegos.


Posición central peruana capturada. Al fondo la Hacienda San Juan


Concluyendo la batalla en Chorrillos, Ahora Abel Rosales es enviado a una posición situada a la derecha “entrando a la parte cultivable y fértil de Chorrillos. Este nuevo camino estaba también con muchos cadáveres en sus inmediaciones. Uno de ellos estaba quemándose y era un negro de feísimo aspecto, aunque sobre esto último no hay que hablar, pues el cholaje muerto es de lo más feo que en mi vida he visto…
Casi todos nos acostamos en el pasto, rendidos como estábamos de cansados. Los soldados que habían quedado dispersos, y todos los que de propósito se quedan atrás de las compañías que llegaron formadas, empezaron a llegar al campamento con jarros, caramañolas y botellas todas llenas de pisco o vino. Otros traían conservas, gallinas, espejos, vestidos, quitasoles, y muchas otras cosas, y no pocos ostentaban en sus cabezas o en la punta de sus bayonetas quepis de soldados peruanos muertos o algún sombrero apuntado de coronel. Con todo esto la algazara que se formó entre los soldados fue cundiendo a medida que iban pasando larguísimos tragos del exquisito pisco, de modo que al entrarse el sol, la rasca [embriaguez] era ya tremenda y general. En el pueblo la borrachera subió de punto. Los soldados mataban, saqueaban y bebían a discreción. A la hora indicada gruesas y gigantescas columnas de humo se elevaban hasta las nubes, produciendo horrorosos incendios, en medio de la alegría general de los soldados de todos los cuerpos, ebrios de vino, de sangre y de victoria…[10]

Oficial peruano en traje de diario


El soldado peruano “… No nos persiguió el enemigo inmediatamente sino con su artillería; pero, emplazados sus cañones de modo que no nos enfilaban, lo que hubiera sido fácil, o torpemente dirigidas sus punterías, no nos causaron daño apreciable; sus disparos cruzaban diagonalmente nuestra línea de retirada, y sus granadas rebotaban o reventaban por nuestros flancos. Un sol de enero nos abrasaba y el polvo de la marcha nos asfixiaba cuando llegamos a la línea de Miraflores: era medio día. Al desfilar por el 2° Reducto me dijo Porfías:
-          ¿Has oído?
-          Sí….
Había oído entre comentarios que se hacían un grupo de soldados de la Reserva, estas palabras que, en estos momentos más que en ningún otro, tenían un sabor por demás amargo:
-          Estos se han venido íntegros en masa….
La acusación injusta tenía su mentís “un momento después (cuando) se pasaba lista en el potrero inmediato al Reducto, no respondieron a ella cinco oficiales y más de un centenar de soldados….



[1] En sus memorias relata Del Canto Llegan dos arrieros “conduciendo cada uno dos mulas cargadas con cajones de municiones y dirigidas personalmente por….Benito Alamos, quien, en llegando, con un cuchillo cortó los lacillos de la carga por lo cual cayeron al suelo los cajones de municiones que los soldados no demoraron en romper a culatazos, proveyéndolos de cartuchos Del Canto, Estanislado Memorias militares página 128
[2] Del Canto, Estanislao Memorias militares página 128

[3] En la tarea de reorganización y formación de nueva línea de combate en Miraflores, una de las más difíciles en tales circunstancias, tomaron una parte muy activa los coroneles Cáceres, Valle y Carrillo.

[4]https://es.wikisource.org/wiki/Estudio_sobre_la_continuaci%C3%B3n_y_fin_de_la_Batalla_de_San_Juan

[5] https://es.wikisource.org/wiki/Estudio_sobre_la_continuaci%C3%B3n_y_fin_de_la_Batalla_de_San_Juan
[6] Parte del Batallón Melipilla
[7] Mi campaña al Perú: 1879-1881 Justo Abel Rosales Textos seleccionados del Capítulo IV En Perú: Las batallas de Chorrillos y de Miraflores Viernes 14 [de enero de 1881]. Campamento de Chorrillos.

[8] Parte del General Silva
[9] Impresiones de un reservista por Manuel Gonzáles Prada (Lima, 1844 - Lima, 1918)

[10] Mi campaña al Perú: 1879-1881 Justo Abel Rosales Textos seleccionados del Capítulo IV En Perú: Las batallas de Chorrillos y de Miraflores Viernes 14 [de enero de 1881]. Campamento de Chorrillos.