El labrador y la serpiente

En una ocasión el hijo de un labrador dio un fuerte golpe a una serpiente, la que lo mordió y envenenado muere. El padre, presa del dolor persigue a la serpiente con un hacha y le corta la cola. Más tarde el hombre pretende hacer las paces con la serpiente y ésta le contesta "en vano trabajas, buen hombre, porque entre nosotros no puede haber ya amistad, pues mientras yo me viere sin cola y tú a tu hijo en el sepulcro, no es posible que ninguno de los dos tenga el ánimo tranquilo".

Mientras dura la memoria de las injurias, es casi imposible desvanecer los odios.

Esopo

lunes, 5 de marzo de 2018

EL DIVORCIO O LA SEPARACIÓN: EL QUIEBRE DEL FRENTE. NACEN LOS AUTÓNOMOS Y LOS DEL PARTIDO 1986-87 (II)


EL DIVORCIO O LA SEPARACIÓN: EL QUIEBRE DEL FRENTE. NACEN LOS AUTÓNOMOS Y LOS DEL PARTIDO 1986-87 (II)





El PC, en 1987 comenzó a abandonar paulatinamente los componentes militares de la política de Rebelión Popular, desperfila su estrategia de Sublevación Nacional, desmonta su aparato militar (tanto el del Frente, como el que llamaban Mensaje, que era del propio partido, como fuerzas de autodefensa) y a reacomodar sus políticas de alianza, en todo caso en un intento de sobrevivir en el marco de una estrategia de varios partidos de la entonces oposición, que dejará al PC en una posición solitaria.
Lo que también afectó a las Milicias Rodriguistas. “Como las MR se explican por la SN (política de Sublevación Nacional) que emprendió el partido finalizando 1984, éstas decantaron notoriamente cuando la política insurreccional llegó a su fin y una parte importante de cuadros militares se autonomizaron marchándose con Raúl Pellegrini a mediados de 1987. Aquel año fue particularmente crítico con la desarticulación del movimiento social a causa del Estado de sitio impuesto por la dictadura (septiembre de 1986)…y por escuálidas convocatorias a jornadas de movilización…desde 1987 se dieron dos fenómenos que no fueron disímiles al quiebre entre el PCCh y una parte del FPMR. Los testimonios provenientes de comunistas argumentaron que las milicias fueron diluyéndose a causa de las escasas movilizaciones sociales de aquel año.[1] El texto cita a un miliciano, Nelson Rivera: “El 87 me fui preso otra vez, por participar en un paro. Los pacos de San Gregorio me sorprendieron con un revólver y explosivos caseros. Estuve preso en la penitenciaria creo que hasta 1989. Cuando salgo, el panorama político había cambiado. El PC estaba trabajando para legalizarse. Legalizarse ante la dictadura era una contradicción que no entendíamos. Por instinto y conciencia, no se puede concebir. Se cambió la autodefensa por brochas y pintura….No lo entendía, después de tantos años de formación contra la dictadura, tratando de simpatizar quizá, tratando de hacer legal algo donde nada podía ser legal. Era algo que no quería aceptar, pero que como militante disciplinado tenía que aceptar, sin quererlo, como mucha gente lo ha hecho.
El quiebre entre el PCCh y el FPMR significó que este último tuviese que realizar esfuerzos superiores para reclutar cuadros y (seguir con su nueva política: la Guerra Patriótica Nacional)…. Los rodriguistas que se sumaron al proyecto de Raúl Pellegrini señalaron, sin vacilación, que las milicias crecieron en cuanto a número, pero éstas adquirieron nuevas tareas…hizo que las MR transitaran de una organización paramilitar que actuaba con las masas a grupos operativos, alejados de ellas.[2] Y un miliciano convertido en frentista (autónomo) recuerda que “Se perdió el objetivo de la milicia que era la territorialidad, todos querían ser estrellas. La figura, la competencia entre zonas se llevó al extremo. Las milicias quedaron huérfanas, acéfalas, porque las milicias dejaron de hacer trabajo de milicias y se disolvieron, tácitamente se disolvieron, porque pasaron a ser del Frente. Por lo tanto ¿Quién hacía el trabajo territorial? Nadie…se cortó el vínculo con el pueblo. Se militarizó…Las milicias…después del quiebre, crecen mucho,…porque el Frente necesitaba a la milicia. Raúl (Pellegrini) habló del rediseño, que tiene que ver que ya no contamos con el apoyo del PC, sí en las bases pero no en la cúpula…ya no hay apoyo del PC, no habiendo filtro de quién entraba a la milicia[3]. Y eso degeneró a la milicia, se quedó peleando sola y se quedó frente a los graves problemas del F (Frente). Por ejemplo, el año 89 seguía habiendo milicias, pero ya se pierden ciertos objetivos políticos. La milicia tiene que reinventarse, pero ese reinventarse significó radicalizarse…después del quiebre estaba la necesidad de realizar operaciones de mayor envergadura por parte de las milicias. Se pasó la raya. La milicia atacaba cuarteles, desarmaba pacos y militares que estuvieran en la calle, le quitaban los fierros, a los guardias se les quitaba la munición. Muchas veces se hicieron asaltos con pistolas sin balas. Se mezcló mucho, se empezó a diluir la línea entre la milicia y el frente.[4]


...Y DENTRO DEL PARTIDO COMUNISTA: Los principales jefes del TMM (Trabajo Militar de Masas o Milicias Rodriguistas) en el PC y los cuadros "civiles" identificados (con el) tema militar en la Rebelión Popular, se fueron enfrentando a estos dirigentes "tradicionalistas", que…dificultaban o impedían el cumplimiento de las tareas generadas por el Plan de la Sublevación en momentos en que este gozaba del mayor empuje”, lo que pasaba a todo nivel en el PC, según Rojas Nuñez.

Para Jacinto Nazal[5] "… todo lo construido en política militar,…fue siempre de abajo hacia arriba….cuadros aislados y estructuras inferiores, …proponían los contenidos de la cuestión militar. Solo parte de la Comisión Política se fue convenciendo, y como a regañadientes; algunos nunca aceptaron.….”[6] Aunque en el plano de la máxima dirigencia la explicación es que los frentistas rebeldes eran los que imponían lo militar a lo político. Dirá Gladys Marín: “Yo creo que estaba en el principio, pero no se evidenció. Los cuadros del Frente venían con una gran actitud de militantes, donde lo militar siendo muy importante, no era lo principal. Después se manifestó como una concepción por la experiencia que ellos habían vivido. Muchos de esos cuadros habían estado en Nicaragua, donde el elemento militar era lo decisivo. La dirección política era la dirección militar. Esa es una diferencia que nos marcó. Ellos venían con esa concepción y por lo tanto con una subestimación del partido [...] Ellos venían muy imbuidos en esa crítica contra la vieja dirección del partido que no fue capaz de defender y ellos sí. Era una concepción que estaba, pero no se evidenció, yo no lo vi en la relación del primer tiempo con los compañeros del Frente. Yo creo que ellos estaban decididos a hacer una dirección. Creían que lo militar estaba sobre lo político. Eso es lo que lamentablemente llevó a la división del Frente.”[7]

Dentro del PC la discusión se transformó en enconado conflicto verbal. Para los futuros autónomos, el PC dentro de su seno llevaba dos políticas, no accediendo a que lo militar imperara, no comprometiendo todo el PC en los planes de sublevación nacional de 1985, que ideara el propio PC.
Los que aún permanecen ligados al FPMR pro-PC señalan que los problemas radicaron en enviar a Cuba a los militantes que no tenían una fuerte base ideológica por lo que llevaron de vuelta a Chile, una visión militarista de la situación, acusándose especialmente a los oficiales que tenían experiencia militar anterior (XV Congreso del PC Informe Militar). A ellos responden los FPMR-A en cuanto a que todos los señalados en el informe, eran buenos comunistas y que fueron reconocidos para esas tareas por miembros del Comité Central y la Comisión Política.
La crisis se mostraba ya efectivamente en determinados sectores de la estructura: en la parte de finanzas, trabajo exterior e información a las bases. Según uno de los frentistas que permaneció fiel al PC, los autonomistas “comenzaron a desarrollar un abierto trabajo fraccional…copar cargos fundamentales en unidades y estructuras del Frente y no permitieron ningún cambio de gente que coincidía con sus opiniones. Junto con ello empezaron a hablar abiertamente  de la posibilidad de división, y las unidades y combatientes del Frente fueron denunciando esto especialmente en las escuelas de verano y en otras instancias[8]. Retrucan los autónomos: el problema radicaba en que el PC abandonó la vía militar, con un desarme material político e ideológico, lo que llevó a la desarticulación de todo el trabajo militar de masa y la separación arbitraria de los principales responsables de estos cargos.
Guillermo Tellier
Otros puntos de esta pelea eran: la situación interna, dentro de la orgánica del PC y del Frente, y los resultados de su propio trabajo militar: Para el PC la oficialidad del Frente “jugaría un papel exclusivamente técnico, sometido del todo a  la dirección política del partido. De esa manera, oficiales destacados dentro de las estructuras del PCCH, comenzaron a detectar serias discrepancias y duplicidades entre la palabra oficial, que afirmaba la voluntad de integrar lo militar desde las bases mismas de la organización, y lo que ocurría en el terreno mismo[9]. Los delegados militares en el PC (que eran oficiales con experiencia militar) y del Frente, intervenían más y más en esas materias o tareas organizativas de masas que correspondían al PC. Consecuencia de ello es que no se distinguían los trabajos del PC y del FPMR, lo que creaba la impresión en cuanto a que el Frente tenían una amplia red operativa de carácter nacional.
El frentista Tito Tricot recuerda que en esa época, “...un compañero del Mando Zonal[10] (Norte, en Santiago) aún afín al Partido, me encomienda la tarea de atender a un grupo de compañeros que aparentemente se encontraban políticamente desorientados. En la jerga comunista evidencia que los compañeros son críticos de la línea del Partido…la confusión estaba directamente relacionada con la confrontación ideológica y política entre el sector conservador del Partido (la derecha según los frentistas y Rojas Núñez) y la mayoría del Frente”. Tricot que es de aquellos que apoya la tesis de Pellegrin les dice los mismo que el jefe del FPMR referirá en su documento. Frente a la pregunta de los asistentes (cinco en total) de qué hacer entonces, Tricot dijo “…mi historia está ligada al Partido y soy categórico en apuntar que siempre lo llevé en mi corazón, pero con igual vehemencia y tristeza hoy digo que el Partido ha abandonado la vía insurreccional. Ha abandonado al Frente y yo no voy a hacerlo.[11]
Por ese tiempo, Mauricio Hernández Norambuena, Ramiro, era un jefe operativo intermedio, como él mismo se clasifica, recordó décadas después que “A la militancia del Frente se le entregó bastante información, acerca de cómo iban las discuciones con el PC y que el jefe del Frente siempre sostuvo  que “no podíamos desechar la posibilidad de volver a confluir con el Partido Comunista en el futuro, y de trabajar juntos, especialmente a nivel de la militancia de base. No había que transformar las diferencias con el Partido en una guerra[12]

LA CRISIS LLEGA A NICARAGUA[13], donde estaban algunos de los fusileros del Atentando a Pinochet, en los siguientes tres meses después del intento de magnicidio fueron evacuados a Managua y algunos partieron a La Habana otros irían a Vietnam. En su estadía en Managua “ recibieron la visita de "Manuel", encargado del FPMR en Nicaragua. Les habló de la división entre el Frente y el PC y les aseguró que había un grupo de "cabezas de pistola" que estaban tratando de separarse del partido[14], lo que pone a Manuel dentro de los oficiales que pertenecían al PC.
Antes de irse, "Rodrigo" recibió una llamada de "Rafael", superior suyo del Frente en Nicaragua: "Los están engrupiendo", le dijo, y agregó que era la mayoría de la dirección del FPMR la que encabezaba la separación del PC. Tras la llamada de 'Rafael', llegó César Quiroz, quien los cita a una reunión, y va acompañado de Hugo Fazio y del comandante Martín Pascual "Daniel Huerta"[15], miembro de la dirección del FPMR. La reunión versó sobre la división y alcanzó momentos de alta tensión. Sobre todo cuando uno de los fusileros preguntó cuándo volverían a Chile. Fazió contestó que “en unos cinco años más". "Rodrigo" contará que hubo una fuerte discusión: en ella les dijeron que 'Salvador' (Galvarino Apablaza), 'José Miguel' (Pellegrin) y otros comandantes siempre tuvieron actitudes divisionistas. Otro de los presentes, "Daniel",  dirá que Quiroz: "Nos tiró el speach de si nos íbamos con las armas sólo nos quedaríamos en eso". El tirante encuentro finalizó con la decisión de los fusileros de quedarse en el Frente. En adelante serían tratados como disidentes y recibirían la visita de César Bunster, quien intentó convencerlos de regresar al seno del PC, aunque según Maturana este se iba en principio con el Frente también[16]. Los fusileros son dejados en una residencia del Frente en Cuba “donde se reúnen con Juan Gutiérrez Fischmann, "El Chele", y otros comandantes que preparaban el regreso a Chile. Sólo uno de los fusileros, "David", decide permanecer en el PC[17]. Cuenta Cristobal Peña que David no “se sentía identificado con los comunistas y sus antiguos compañeros lo consideraban un pendejo, que en Cuba equivale a acobardarse y en Chile viene a ser amariconarse.[18]

Campamento Punto Cero. Centro de adiestramiento para las guerrillas
…Y TAMBIÉN A LA HABANA[19]. En Cuba, del grupo de fusileros que intervinieron en el atentado contra Pinochet y que estuvo un tiempo en Vietnam, unos fueron enviados a Nicaragua, otros en cambio permaneciendo en Cuba: Alejandro, Axel, Ismael (que venía de Santiago) y Fabián, se adiestraron en un curso de Tiro y Precisión, que equivale a la especialidad de Francotirador, en el campo militar de Punto Cero. “Los cuatro vivían prácticamente acuartelados en la base de Punto Cero, en las afueras de La Habana….Se perfeccionaron en el uso de todo tipo de armamento ligero, desde revólveres hasta lanzacohetes.” Aun cuando el Partido se desmovilizaba luego del fracaso del Año Decisivo, “consentía que algunos de sus cuadros siguieran recibiendo instrucción militar.” Cabe pensar que esa tolerancia del Partido sería mas bien algo con qué mantener ocupados a sus integrantes, más que una política destinada a tomar las armas de nuevo.
Esos meses inmediatamente posteriores a la oficialización de la ruptura los dos sectores tenían representantes propios frente a La Habana, defendiendo sus intereses mientras los cubanos aplicaban una estricta neutralidad. Narra Cristóbal Peña el gobierno cubano, a través del Departamento América y el Ministerio de Interior, organismos encargados de atender los movimientos revolucionarios internacionales, dispusieron las condiciones para que ninguno de los dos grupos siquiera entrara en contacto. Cada grupo intentó atraer el mayor número de integrantes del Frente a su bando en el extranjero. El comandante Daniel Huerta por el Partido y Galvarino Apablaza, Salvador, por los Autónomos ….A mediados de septiembre (de 1987), a través de un documento de trece carillas, el Comité Político del PC abordó internamente el tema de la división, informando “especialmente…el abandono de las filas del partido de un grupo de compañeros del frente militar”. Son “alrededor de treinta oficiales de cincuenta y cinco que habían ingresado” a Chile, y que aquéllos “mantienen un número importante de grupos combativos con capacidad para operar (...) Se han llevado la mayor parte de los pertrechos del partido. Se han ido con ellos algunos oficiales en el exterior… En el periodo de formación de estos cuadros, el partido no contaba con una concepción militar clara y definida (...), lo que favoreció la actitud de menosprecio hacia la Dirección del partido (destacado es mío).
La Habana
Al menos queda el consuelo, para el PC (la víctima, desde su punto de vista) de que “se hicieron grandes esfuerzos para evitar la ruptura”, de que se hizo “una conversación especial del 1 y el 2 del Comité Político (del PC) con el entonces jefe del FPMR con la finalidad de convencerlo de su posición errada y para que adoptara las posiciones correctas”. Y aunque no se pierde la esperanza de que “la gran mayoría vuelva a nuestras filas”, se llama, “al menos por ahora”, a abstenerse de “aceptar relaciones con el grupo fraccional como estructura”. Más todavía —subraya el documento— cuando se ha decidido “el secuestro del coronel, sin un análisis político suficiente de la situación”.
El ambiente tenso siguió y afectó también a los integrantes del Atentado presidencial de 1986. En la casa en la que vivían 9 de ellos, a cargo de Alejandro y situada en el barrio de Marinao, al oeste de La Habana…..llegaban llamados telefónicos anónimos en que una voz que no siempre era la misma, pero siempre tenía acento chileno, los trataba de traidores hijos de puta….los mariconcitos del partido que se les había hecho seguir peleando”[20].




[1] Reyes Soriano, Jaime, La autodefensa de masas y las Milicias Rodriguistas: aprendizajes, experiencias y consolidación del trabajo militar de masas del Partido Comunista de Chile, 1982-1987

[2] Reyes Soriano, Jaime, La autodefensa de masas y las Milicias Rodriguistas: aprendizajes, experiencias y consolidación del trabajo militar de masas del Partido Comunista de Chile, 1982-1987

[3] En el mismo texto este militante indicaba que antes “Los mejores cuadros de la milicia pasaban al frente, en un filtro que se hacía ahí, se le estudiaba al compañero, se veía si tenía disciplina, si no era borracho, si no era drogadicto, si no tenía malas mañas y una serie de elementos más, y los mejores cuadrosempezaron a nutrir al Frente Patriótico Manuel Rodríguez". En Reyes Soriano, Jaime, La autodefensa de masas y las Milicias Rodriguistas: aprendizajes, experiencias y consolidación del trabajo militar de masas del Partido Comunista de Chile, 1982-1987


[4] Reyes Soriano, Jaime, La autodefensa de masas y las Milicias Rodriguistas: aprendizajes, experiencias y consolidación del trabajo militar de masas del Partido Comunista de Chile, 1982-1987

[5] Sobreviviente de las razzias contra el PC en los setenta por el Comando Conjunto y la DINA, que significó la desaparición de dos dirigencias completas del Partido y uno de los promotores de la vía armada del Partido.

[6] En los años ´70 el PC optó por formar cuadros militares regulares en Cuba, con estudiantes y voluntarios chilenos, en el nivel de oficiales para un eventual Ejército democrático en Chile, cuando cayera  el gobierno militar.

[7] Del texto de Herreros, citado por Luis Rojas Núñez
[8] Guzmán, Quién, Cómo, Por qué de Manuel Salazar, Ediciones BAT, 1993, página 59.

[9] Respecto a la preparación paramilitar los funcionarios del partido afirmaban contar con determinada cantidad de células y de miembros de célula en ciertas zonas, lo que se desmentía por el personal militar enviado para el entrenamiento quienes  lo negaban, o si el funcionario del PC indicaba que estaba designado el encargado militar de la célula, zona o región, los que asistían a entrenamiento eran pocos o ninguno; la relación con dirigentes más antiguos del PC, resultaban ser frías o francamente hostiles. O bien la solicitud de armas para autodefensa en las poblaciones eran bastante disímiles, lo que en todo caso demostraba que el trabajo no era muy acabado.

[10] El Mando Zonal, explica Luis Rojas, fue creado “a fines de 1985, con el propósito de agilizar, optimizar y unificar la dirección, se decidió unir los mandos políticos y militares en un "Mando Zonal", en cada una de las tres principales ciudades del país, Santiago, Concepción y Valparaíso. Su misión principal era planificar, organizar y conducir la política de Rebelión Popular del partido en cada una de estas ciudades. De esta manera se intentaba solucionar las contradicciones crecientes ante las distintas interpretaciones del contenido militar de la Rebelión Popular. En este "Mando Zonal" (MZ), por primera vez se unificaban en un eslabón intermedio los tres componentes del aparato militar con la estructura tradicional del partido. El Jefe del Mando Zonal era un cargo eminentemente político designado por la máxima dirección del PC, y a él se le subordinaban los representantes de las estructuras militares y políticas. El Jefe del Mando Zonal respondía directamente a la Comisión Política del PC.” Hemos destacado estas expresiones para resaltar que este debía ser un “funcionario” del Partido, es decir un militante al que se exigía una disciplina total frente a las órdenes que pudieran llegarle desde “arriba”, o la Comisión Política.
[11] Tricot, Tito Un sociólogo en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Testimonio de un militante, páginas 64 y siguientes
[12] Hernández Norambuena, Mauricio. Un paso al Frente.
[13] Peña, Cristobal. Los Fusileros

[14] destacado es mío
[15] Quien negó su presencia allí
[16] dice Maturana: "Estando todavía en Punto Cero nos fue a ver para decirnos que nos quedáramos en el Frente y no con los viejos"…
[18] Del texto Los Fusileros de Cristóbal Peña

[19] Peña, Cristobal. Los Fusileros

[20] Peña, Cristóbal Los Fusileros


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