El labrador y la serpiente

En una ocasión el hijo de un labrador dio un fuerte golpe a una serpiente, la que lo mordió y envenenado muere. El padre, presa del dolor persigue a la serpiente con un hacha y le corta la cola. Más tarde el hombre pretende hacer las paces con la serpiente y ésta le contesta "en vano trabajas, buen hombre, porque entre nosotros no puede haber ya amistad, pues mientras yo me viere sin cola y tú a tu hijo en el sepulcro, no es posible que ninguno de los dos tenga el ánimo tranquilo".

Mientras dura la memoria de las injurias, es casi imposible desvanecer los odios.

Esopo

viernes, 18 de diciembre de 2015

BATALLA DE CHORRILLOS (III)

ACAMPANDO EN LURÍN…..
Al llegar a Lurín desde la playa de Curayaco, “(s)e renovó la vida de campamento; y ella fue aún más animada aún que la de Pachía, por estar entonces, concentrado todo el Ejército, pero no más divertida. El entretenimiento eran solo cuentos que relataban algunos soldados y de vez en cuando títeres. Los jefes y oficiales tenían aspecto más serio, y hasta las clases y soldados no se manifestaban con la ruidosa alegría de antes[1].
Se hacían continuos ejercicios con las tropas y los oficiales pasaban revista a ropa calzado armas y municiones. “A los pocos días…,llegaron al campamento los oficiales que habían sido tomados prisioneros en Pachía. Fueron muy festejados”.
Muchos soldados se retiraban del campamento en las horas francas a merodear por los alrededores, y algunos más de lo prudente; y en las granajas abandonadas solían encontrar provisiones que sus moradores habían dejado ocultas”.
Para el soldado Hipólito Gutierrez, “Aí tuvimos que hacer ramadas bien buenas todos los regimientos y batallones en buena orden que sobre tarde y mañana no se entendía, las bandas de músicas por una parte y de otra. Aí pasamos bastantes necesidades por la mantención escasa, los daban media ración….(el tiempo que permanecieron en Lurín) lo empleamos en hacer ramadas y hacer ejercicios y guardia y avanzadas que salían por batallones las avanzadas lejos del campamento por unos cerros y arenales porque el enemigo estaba muy cerca y tuvimos que abrir un camino por un monte bien largo para hacer la marcha para Chorrillos[2] José Miguel Varela a su vez recordó que La gran novedad para nuestros soldados era la caña de azúcar –desconocida casi en sus ciudades de origen- y los hombres salían en grupos a talarlas, para después comer hasta hartarse y enfermarse incluso[3]



Entrega del Estandarte al regimiento 2° de línea en el campamento de Lurín 


Cuenta Justo Abel Rosales que el domingo 9 de enero “Desde temprano se anunció que se iba a bendecir un estandarte en el Regimiento “Santiago”, para darlo a este cuerpo. Como a las 7 A.M., salieron 50 hombres armados del “Naval”, del “Aconcagua” y otros cuerpos, todos los cuales se dirigieron al campamento del “Santiago”, llevando las bandas de música respectivas. Yo y varios otros oficiales fuimos a presenciar el acto muy cerca del lugar de la ceremonia. Para mayor comodidad, nos subimos a un viejo sauce, desde el cual vimos todo muy bien, como desde un balcón. Durante la misa que se celebró, tocaron tropa en nuestro Regimiento y acudimos a nuestros puestos. Pero cuando llegué a mi ruca, ya la misa había empezado. Tomé mi puesto sin embargo. Al terminar la misa, llegó la banda. Esta primera misa sin música.
Media hora después se volvió a tocar tropa. El 1º Batallón salió al camino que conduce al pueblo de Lurín y formó calle para hacer los honores al estandarte del 2º de Línea, que, conforme a lo ordenado ayer, se le hizo entrega del al Regimiento expresado. Varios cuerpos formaron calle como el nuestro, desde las Oficinas del Estado Mayor General para el Norte. Fue una bonita fiesta. Delante de la banda del 2º vimos una cantinera muy bien vestida. Este estandarte fue el que tomaron los peruanos en Tarapacá, y recuperado después en Tacna, después de esta batalla.


detalle de la foto anterior


En detalla relata Elías Casas C. : “A las 9 A. M. se encontraban en ala, formando calle, los cuerpos del ejército, desde el Cuartel General en Lnrin, distancia de una legua. El 2° de Línea fue al Te Deum que se celebró en campaña. Despues de concluida la ceremonia religiosa, el capellán que ociaba pronunció un elocuente discurso, entregando el estandarte al comandante Canto del rejimíento. El General Baquedano quiso pronunciar algunas palabras, pero se enterneció y no pudo hablar;…hicieron uso de la palabra el gran orador don Eulojio Altamirano, don Isidoro Errázuriz y don Máximo R. Lira; todos los militares se enternecieron y a muchos se les vió correr las lágrimas con los patéticos discursos. Después desló el 2° de Línea por la calle de miles de bayonetas; a medida que enfrentaba el estandarte por los cuerpos que fomaban calle, se tocaba el hinmo nacional y se presentaban las armas. Se onocía la emoción que tenia cada cual con el recuerdo de la batalla de Tarapacá.
Al día siguiente “el general Baquedano revista las Ambulancias y el Cuerpo de Capellanes, acompañado del doctor don Ramón Allende Padín, Superintendente del Servicio Sanitario y del Presbítero don Florencio Fontecilla, capellán mayor del Servicio Espiritual.  El señor Allende Padín presenta su personal en formación de marcha tal como debe ir a retaguardia; empeñada la acción, las Ambulancias pasan al orden de combate. 
Acto de entrega del Estandarte del 2° de Línea en Lurín

Para la atención de heridos en los primeros momentos se alistan cantinas de farmacia y de cirugía, 15 carpas, 120 camillas armadas y gran copia de materiales, como hilas, vendas, algodón, sábanas y frazadas de repuesto, alcohol, glicerina y ácido fénico, cuyo material se conduce a lomo de mula.  El Presbítero señor Fontecilla queda en el Cuartel General; divide a sus capellanes en 3 grupos: en la 1º División, 3 capellanes; en la 2º División, 2 capellanes; y en la 3º División, 3 capellanes. Existen 4 capellanes más, de cuerpo.  Se habilitan algunas piezas para el Hospital de enfermos graves, imposibilitados para la marcha, que son pocos; antes de cualquiera acción, se dan de alta cuantos pueden tenerse en pie y aún marchan algunos sostenidos por sus compañeros. Tanta era la sed de encontrar cara a cara al enemigo. 
Tienda de campaña del Estado Mayor chileno en Lurín
Puente de Lurín

….MIENTRAS EN LIMA
Desde la línea de Miraflores, un miembro de la reserva podía oír el 9 de enero, luego de “hora y media de pasada la lista, se oyeron por el lado izquierdo disparos de rifle y de canon, luego se supo que el enemigo bajando por la quebrada del de rinconada estaba atacando el ala izquierda de la reserva, que el Batallón N#14 y los fuertes de San Bartolomé y Vásquez sostenían el combate, el fuego continuo hasta las 11 A.m., ala 1 p.m. volvió a continuar. Al momento que se tuvo conocimiento del ataque del enemigo se nos mando formar y minutos más tarde se ordenoformar pabellones. El rancho estuvo pésimo.[4]
El lunes 10, “Pasada la lista fuimos al trabajo del reducto, paralizándolo momentos después por falta de herramientas. Como desdeel día anterior se dijo que se nos iba a cambiar de campamento a las 3 A.m. se mando hacer el rancho, motivo por elcual a las 8 se almorzó. A las 12 ½ se ordeno que todos se alistara para la marcha pero después de formar pabellones, nos retiramos a nuestros ranchos. Después de la comida sufrí fuertes dolores de estomago, fui a Miraflores donde tome algunos remedios que calmaron los dolores.”. Se mantendrá enfermo y el 12 Hallándome muy enfermo desde el día anterior, pedí permiso para medicinarme en Lima por dos días, Riveyro me lo concedió y vine a la capital en el tren de 5 P.m. La vista de mi mujer y de mis tiernos hijos me impresionaron mucho, me peso el haber venido del campamento; pase la noche en compañía de mi amorosa familia, siempre con el temor de que se iniciara el combate hallándome ausente de mi cuerpo. Como el uniforme lo tenía muy sucio mande lavarlo en el acto, encargándole a la lavandera que lo tuviese listo para las 12 del día siguiente pues era mi deseo regresar en dicho día, aun cuando tenía permiso por dos.


Soldados del Atacama, con uniforme azul en el puente de Lurín

La cuestión de los uniformes: Como había batallones peruanos similares en color al brin, se ordenó usar la chaqueta de paño normal. La idea era diferenciarse del enemigo, para evitar confundirse. El batallón Quillota estaba en Lurín para Chorrillos. Se le ordenó unirse al resto del ejército. Lo malo es que llegaron justo cuando comenzaba la batalla de Miraflores. No sabiendo la orden de Baquedano, entraron de brin entero. Resultado, los propios chilenos les corrieron bala... 
Por lo que parece, los regimientos cívicos formados en provincias no siempre usaron chaquetas grises o azules. Sumado al pantalón de brin, la verdad es que nuestro ejército en Chorrillos y Miraflores no se parecía en nada a la imagen que todavía nos da nuestro ejército para esa guerra. 
Para la batalla, de Chorrillos, Baquedano dio órdenes de usar el pantalón de brin sobre el de paño. Esa noche era helada, y había que abrigarse. Pero los pantalones rojos se veían desde lejos, así que esa orden de usar los de brin debe estar entre las primeras de un ejército ya buscando el camuflaje. 



General Baquedano en Lurín


….DE LURÍN A CHORRILLOS
El día 12, desde la perspectiva del Ejército chileno, en su parte de guerra señalaba que, instalados en Lurín, permitió “adquirir los datos de que carecía hasta entonces sobre el número exacto de las fuerzas enemigas y sobre las posiciones que ocupaban….El primero de los reconocimientos se hizo por el lado del Oriente y sobre los caminos de la Cieneguilla y de Manchay, que llevan directamente al valle de Ate….el primero de los caminos…era intransitable; que el segundo era un excelente camino carretero con algunos pasos angostos susceptibles de fácil defensa; que la travesía del valle era mala y que, siguiendo el camino de Manchay, no se encontraba agua en todo el trayecto desde el Lurin hasta mui cerca de las orillas del Surco.…Objeto de iguales estudios fue el camino que corre cerca de la costa y paralelo a ella y que, pasando por Villa y San Juan, va a caer a Chorrillos. También hice reconocer (las posiciones peruanas) por mar.
Las conclusiones a las que llega el jefe del Ejército chileno son:
1º Que el ejército peruano había salido de Lima i ocupaba una línea fortificada que tenia su extrema derecha en Villa i su izquierda en Monterrico Chico;
2º Que las posiciones mas fuertes de esta línea eran las de Villa y San Juan, que interceptaban el paso a Chorrillos;
3º Que el ejército enemigo se componía de 30,000 hombres bien armados; y
4º Que diariamente se parapetaba mejor, construyendo fosos y trincheras de sacos de arena para resguardar los pasos mas accesibles entre las diversas alturas en que tenía colocada su línea.
De todas esas informaciones se eliminó la opción del “camino de Manchay, (desde donde) se llegaba a atacar al enemigo por el flanco menos defendido y era posible interponerse entre la ciudad de Lima y el ejército que la defendía. Aparentemente era ésta la mejor operación estratéjica; pero el camino que había que recorrer para realizarla era el mas largo y exigía elementos de movilidad de que no disponíamos; nos alejaba mucho de la costa, haciéndonos perder el apoyo natural de nuestra escuadra i permitia al enemigo apoderarse de Lurin para hostilizarnos por retaguardia.
En cambio, por el camino de la costa teníamos, es verdad, que atacar de frente las posiciones mas fuertes de la línea enemiga; mas, en cambio, el camino que había que recorrer era corto, nos acercábamos a la costa, base necesaria de nuestras operaciones i quedábamos con nuestra retaguardia segura.
Existía “una tercera operación, i era la de amenazar con una división por Chorrillos, mientras las otras dos llevaban el ataque efectivo por Monterico Chico. Indudablemente me habría decidido por ésta si hubiera contado con mayor número de fuerzas; pero me pareció ilusorio y peligroso pretender rodear a un enemigo superior en número (hay que recordar que ellas se calculaban en 30.000 hombres en posiciones defensivas preparadas), con fuerzas que divididas, se debilitaban considerablemente y no podían apoyarse en caso de necesidad, porque la distancia que debía separarlas era demasiado grande y el terreno en que habían de operar muy poco conocido.
Determinado el plan de “atacar por Villa y San Juan con todo el ejército” aunque reconoce que hubo opiniones divergentes, “comuniqué mi plan a todos los jefes superiores del ejército, y tuve la satisfacción de obtener su unánime aportación”. Y una ves dadas las órdenes dio un nuevo reconocimiento a la zona de batalla. La partida del Ejército chileno sería a partir de las 5 PM desde Lurín “para acampar cerca del enemigo, de manera que cayésemos sobre él con la primera luz de la madrugada del 13.
Las órdenes irían como sigue:
1.    La 1ª División, mandada por el coronel don Patricio Lynch, debía atacar las posiciones de Villa.
2.    La 2ª, al mando del General de Brigada don Emilio Sotomayor, atacar las posiciones de San Juan.
3.    La 3ª, a las órdenes del coronel don Pedro Lagos, inclinándose mas al Oriente, debía impedir que el ala izquierda del ejército enemigo viniera en apoyo de su derecha, interceptándole el paso, y estar dispuesta para auxiliar a las otras en caso necesario.
4.    En la reserva quedaron los regimientos 3º de línea, Zapadores y Valparaiso, que puse a las órdenes del teniente coronel don Arístides Martinez, para reforzar convenientemente los puntos mas débiles durante la batalla.
La marcha de las tropas se hizo en este orden: la 1ª División, siguiendo el camino de la costa; la 2ª marchando paralelamente con ésta mas hacia el Oriente; la 3ª a retaguardia de la 2ª; la reserva a retaguardia de la artillería de campaña. la caballería tuvo orden de salir a media noche de Lurin para encontrarse en su puesto al amanecer.
Para un veterano chileno, el joven Benavides Santos, relata que “al caer la tarde pasamos el río por un puente angosto, no por el ancho de hierro para transitar carretas que había unas cuadras distantes, y se dio orden de continuar la marcha a paso de camino…¡I vamos por fin al encuentro del enemigo!” Montado en su caballo avanza “el campamento que habíamos dejado apenas se divisaba
Para el soldado Hipolito Gutierrez, del Chillán “salimos…todos amocionados sal(i)mos por el valle y salimos de aí y dentramos en unos cajones arenosos, cerros aun lado y a otro…artillería y caballería infantería seguimos andando por unos cajones bien grandes y bien bonita luna que había que nos daba busto la marcha que nos parecía que íbamos a una fiesta y sabíamos claramente del que íbamos a peliar…Llegamos aun cerro, muy arenoso que andábamos para atrás, para atrás. Aí los mortificamos bastante soldados y oficiales en la subida porque la cuesta era bien larga que si hubiere sido de día muchos más los hubiéramos mortificados[5] (sic).
Alberto del Solar narra que “Marchando, ya en columnas cerradas, ya en hileras, durante dos horas, y alejándonos cada vez más de la primera división -que nos había precedido con rumbo oblicuo hacia el mar y hacia los fuertes de la costa-, vimos aparecer, sereno, impresionante, tras de las mesetas dejadas a la espalda, el disco luminoso de la luna llena, que en aquel mes y en aquella latitud brillaba con fulgor excepcional. A su luz, la imagen de nuestra movible y prolongada fila reflejó su sombra, semejante a una serpiente enorme, que al subir y bajar alturas y concavidades, avanzara ondulando gigantescamente.
Pasada la media noche, acampamos en una depresión de terreno, suficiente para ocultarnos a la vista inmediata del enemigo. Allí descansamos sólo tres horas. Antes del amanecer nos hallábamos ya de nuevo de pie y emprendíamos la marcha. La luna había palidecido poco a poco, entre tanto, tras el velo de una neblina densa, que desorientaba el rumbo y nos obligaba a marchar con lentitud. A cada instante pasaban ayudantes gritando a nuestros guías: -¡Más a la derecha! O, al revés: -¡Correrse a la izquierda! En esos momentos marchábamos en fila.


Arturo Benavides Santos, del regimiento Lautaro
                           
En el regimiento Lautaro, Benavides Santos, avanzaba y “entre las nueves y diez de la noche nos dieron un descanso”. Los oficiales descansaron y comieron igual que la tropa. Luego la marcha continuó con detenciones cortas para ordenar las filas. “Hubo uno bastante mas largo que los otros y casi todos abrieron sus morrales y comieron algo. Algunos se tendieron para dormir…Se reanudó la marcha, que continué a pie; y por orden de los jefes los oficiales recomendábamos insistentemente mantener las filas en orden… El camino por donde íbamos era esteril pero no arenoso…la oscuridad no nos permitían ver los alrededores. Se conocía que pronto comenzaría la aurora. La marcha continuó silenciosa por una hora mas, aproximadamente
Declara el parte oficial del Ejército chileno, que “La marcha, favorecida por la luna llena, se hizo sin otro inconveniente que un ligero retraso de una parte de la artillería, motivado por lo arenoso de una sección del camino. A las 12 P.M., mas o menos, las divisiones ocupaban ya el lugar en que, según mis órdenes, debían acampar.


José Miguel Varela, oficial del regimiento Granaderos.

Sigue Hipólito Gutierrez, descansando luego de la agitada subida al cerro, “aí los dio más contento ya atrás venida la demás artillería de campaña que la dejamos atrás pero los venía siguiendo no muy lejos, y seguimos la marcha por un plan bien grande(La Tablada) y al bajar una quebrada ái los hicieron alto para descansar y recue(h)tarlo algo. Esto es ya como a las doce de la noche. Yo me encomendé a Dios y a mi Señora del Carmen del que me amparase y me fa(vo)reciese a mí a y todos mis compañeros[6] (sic) y se durmió.
General Pedro Silva Gil, caería en Huamachuco

Para el oficial de caballería José Miguel Varela, “cerca de la una de la mañana, la lóbrega caravana se detuvo dónde salía el sendero para San Juan, ya que allí se hallaba durmiendo la infantería, que había salido de Lurín a partir de las cinco de la tarde. Miles de hombres dormían sobre los arenales, vestidos, abrazados a sus fusiles, cubiertos con los capotes a modo de frazada y protegidos por una gran guardia compuesta de un triple anillo de centinelas que velaban su sueño…Pasamos un quinientos metros más al norte   marchaban el Carabineros y Cazadores, con algo mas de cuatrocientos jinetes cada uno[7]
Estaríamos como hora y media y nos levantaron: -¡Arriba!- Vamos andando con mucho silencio porque el enemigo está aquí muy inmediato. Y los paramos y prontamente y los acomodamos y los hicimos así como nos ordenaron y emprendimos la marcha, ya la luna se había dentrado y estaba muy oscuro y bajando por una cuesta bien larga caéndolos y levantán(do)los porque nos llevaban a paso tan ligero, redoblado, y los llevaban en columnas cerradas, por compañías” (sic)[8]. Avanzando a tientas se pierden por instantes y luego tienen que volver como a las dos de la mañana. Siguen caminando hasta que empiezan a oir el ruido de artillería. La caballería también continúa su paso, relata el oficial Varela, la “marcha se hizo muy calmadamente, para no agotar a los caballos y evitar ruidos. Más parecía una procesión de fantasmas….empezó a pasar mi vida por la cabeza…. Trataba de dominar las nostalgias, temores y malos presagios….gruesas y silenciosas lágrimas rodaban por mi rostro (pero) en ningún momento me arrepentí de lo que estaba haciendo y ni siquiera por un segundo pensé en la posibilidad de no estar ahí”. Pronto la unidad, el Granaderos, se empieza a mover hacia sus posiciones de partida en la próxima batalla, “torció hacia unas pequeñas lomas y, en ese instante, vi una imagen que me sobrecogió, porque ya era algo conocido para mi. Sobre un caballo blanco estaba un capellán, listo para bendecir a la tropa… El coronel Yávar hizo disminuir el tranco…y en reverencial silencio pasamos todosmuy lentos, sin quepí y con la cabeza hacia abajo en señal de humildad…. En medio de una tupida camanchaca (niebla nortina) y siendo cerca de las cinco de la mañana, llegamos al punto que sería la línea de partida para el ataque[9]
Sigue el parte oficial chileno: “A las 3.30 A.M. del 13 la 1ª División se puso nuevamente en marcha para acercarse a las posiciones del enemigo, de las cuales la separaba una distancia de cinco kilómetros próximamente. A pesar de la oscuridad, aumentada por una densa neblina y de lo accidentado del terreno, la division, formada en línea de batalla y con sus guerrillas tendidas al frente, hizo esa larga marcha con tanto orden, que a las 5 todos los cuerpos que la formaban se hallaban simultáneamente en sus puestos.




[1] Benavides, Arturo, Seis años de vacaciones página 104


[2] Crónica de un soldado en la Guerra del Pacífico páginas 207 y 208

[3] Dos soldados en la guerra del Pacífico

[4]  http://www.academia.edu/3653463/Unas_cartas_desde_el_Reducto_de_Miraflores_1881 UKU PACHA. Revista de Investigaciones Históricas. Año 5, Nro. 10, Diciembre 2006



[5] Dos soldados en la guerra del Pacífico
[6] Dos soldados en la guerra del Pacífico

[7] Un veterano de tres guerras…
[8] Dos soldados en la guerra del Pacífico
[9] Un veterano de tres guerras

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