El labrador y la serpiente

En una ocasión el hijo de un labrador dio un fuerte golpe a una serpiente, la que lo mordió y envenenado muere. El padre, presa del dolor persigue a la serpiente con un hacha y le corta la cola. Más tarde el hombre pretende hacer las paces con la serpiente y ésta le contesta "en vano trabajas, buen hombre, porque entre nosotros no puede haber ya amistad, pues mientras yo me viere sin cola y tú a tu hijo en el sepulcro, no es posible que ninguno de los dos tenga el ánimo tranquilo".

Mientras dura la memoria de las injurias, es casi imposible desvanecer los odios.

Esopo

lunes, 5 de marzo de 2018

EL DIVORCIO O LA SEPARACIÓN: EL QUIEBRE DEL FRENTE. NACEN LOS AUTÓNOMOS Y LOS DEL PARTIDO 1986-87 (II)


EL DIVORCIO O LA SEPARACIÓN: EL QUIEBRE DEL FRENTE. NACEN LOS AUTÓNOMOS Y LOS DEL PARTIDO 1986-87 (II)





El PC, en 1987 comenzó a abandonar paulatinamente los componentes militares de la política de Rebelión Popular, desperfila su estrategia de Sublevación Nacional, desmonta su aparato militar (tanto el del Frente, como el que llamaban Mensaje, que era del propio partido, como fuerzas de autodefensa) y a reacomodar sus políticas de alianza, en todo caso en un intento de sobrevivir en el marco de una estrategia de varios partidos de la entonces oposición, que dejará al PC en una posición solitaria.
Lo que también afectó a las Milicias Rodriguistas. “Como las MR se explican por la SN (política de Sublevación Nacional) que emprendió el partido finalizando 1984, éstas decantaron notoriamente cuando la política insurreccional llegó a su fin y una parte importante de cuadros militares se autonomizaron marchándose con Raúl Pellegrini a mediados de 1987. Aquel año fue particularmente crítico con la desarticulación del movimiento social a causa del Estado de sitio impuesto por la dictadura (septiembre de 1986)…y por escuálidas convocatorias a jornadas de movilización…desde 1987 se dieron dos fenómenos que no fueron disímiles al quiebre entre el PCCh y una parte del FPMR. Los testimonios provenientes de comunistas argumentaron que las milicias fueron diluyéndose a causa de las escasas movilizaciones sociales de aquel año.[1] El texto cita a un miliciano, Nelson Rivera: “El 87 me fui preso otra vez, por participar en un paro. Los pacos de San Gregorio me sorprendieron con un revólver y explosivos caseros. Estuve preso en la penitenciaria creo que hasta 1989. Cuando salgo, el panorama político había cambiado. El PC estaba trabajando para legalizarse. Legalizarse ante la dictadura era una contradicción que no entendíamos. Por instinto y conciencia, no se puede concebir. Se cambió la autodefensa por brochas y pintura….No lo entendía, después de tantos años de formación contra la dictadura, tratando de simpatizar quizá, tratando de hacer legal algo donde nada podía ser legal. Era algo que no quería aceptar, pero que como militante disciplinado tenía que aceptar, sin quererlo, como mucha gente lo ha hecho.
El quiebre entre el PCCh y el FPMR significó que este último tuviese que realizar esfuerzos superiores para reclutar cuadros y (seguir con su nueva política: la Guerra Patriótica Nacional)…. Los rodriguistas que se sumaron al proyecto de Raúl Pellegrini señalaron, sin vacilación, que las milicias crecieron en cuanto a número, pero éstas adquirieron nuevas tareas…hizo que las MR transitaran de una organización paramilitar que actuaba con las masas a grupos operativos, alejados de ellas.[2] Y un miliciano convertido en frentista (autónomo) recuerda que “Se perdió el objetivo de la milicia que era la territorialidad, todos querían ser estrellas. La figura, la competencia entre zonas se llevó al extremo. Las milicias quedaron huérfanas, acéfalas, porque las milicias dejaron de hacer trabajo de milicias y se disolvieron, tácitamente se disolvieron, porque pasaron a ser del Frente. Por lo tanto ¿Quién hacía el trabajo territorial? Nadie…se cortó el vínculo con el pueblo. Se militarizó…Las milicias…después del quiebre, crecen mucho,…porque el Frente necesitaba a la milicia. Raúl (Pellegrini) habló del rediseño, que tiene que ver que ya no contamos con el apoyo del PC, sí en las bases pero no en la cúpula…ya no hay apoyo del PC, no habiendo filtro de quién entraba a la milicia[3]. Y eso degeneró a la milicia, se quedó peleando sola y se quedó frente a los graves problemas del F (Frente). Por ejemplo, el año 89 seguía habiendo milicias, pero ya se pierden ciertos objetivos políticos. La milicia tiene que reinventarse, pero ese reinventarse significó radicalizarse…después del quiebre estaba la necesidad de realizar operaciones de mayor envergadura por parte de las milicias. Se pasó la raya. La milicia atacaba cuarteles, desarmaba pacos y militares que estuvieran en la calle, le quitaban los fierros, a los guardias se les quitaba la munición. Muchas veces se hicieron asaltos con pistolas sin balas. Se mezcló mucho, se empezó a diluir la línea entre la milicia y el frente.[4]


...Y DENTRO DEL PARTIDO COMUNISTA: Los principales jefes del TMM (Trabajo Militar de Masas o Milicias Rodriguistas) en el PC y los cuadros "civiles" identificados (con el) tema militar en la Rebelión Popular, se fueron enfrentando a estos dirigentes "tradicionalistas", que…dificultaban o impedían el cumplimiento de las tareas generadas por el Plan de la Sublevación en momentos en que este gozaba del mayor empuje”, lo que pasaba a todo nivel en el PC, según Rojas Nuñez.

Para Jacinto Nazal[5] "… todo lo construido en política militar,…fue siempre de abajo hacia arriba….cuadros aislados y estructuras inferiores, …proponían los contenidos de la cuestión militar. Solo parte de la Comisión Política se fue convenciendo, y como a regañadientes; algunos nunca aceptaron.….”[6] Aunque en el plano de la máxima dirigencia la explicación es que los frentistas rebeldes eran los que imponían lo militar a lo político. Dirá Gladys Marín: “Yo creo que estaba en el principio, pero no se evidenció. Los cuadros del Frente venían con una gran actitud de militantes, donde lo militar siendo muy importante, no era lo principal. Después se manifestó como una concepción por la experiencia que ellos habían vivido. Muchos de esos cuadros habían estado en Nicaragua, donde el elemento militar era lo decisivo. La dirección política era la dirección militar. Esa es una diferencia que nos marcó. Ellos venían con esa concepción y por lo tanto con una subestimación del partido [...] Ellos venían muy imbuidos en esa crítica contra la vieja dirección del partido que no fue capaz de defender y ellos sí. Era una concepción que estaba, pero no se evidenció, yo no lo vi en la relación del primer tiempo con los compañeros del Frente. Yo creo que ellos estaban decididos a hacer una dirección. Creían que lo militar estaba sobre lo político. Eso es lo que lamentablemente llevó a la división del Frente.”[7]

Dentro del PC la discusión se transformó en enconado conflicto verbal. Para los futuros autónomos, el PC dentro de su seno llevaba dos políticas, no accediendo a que lo militar imperara, no comprometiendo todo el PC en los planes de sublevación nacional de 1985, que ideara el propio PC.
Los que aún permanecen ligados al FPMR pro-PC señalan que los problemas radicaron en enviar a Cuba a los militantes que no tenían una fuerte base ideológica por lo que llevaron de vuelta a Chile, una visión militarista de la situación, acusándose especialmente a los oficiales que tenían experiencia militar anterior (XV Congreso del PC Informe Militar). A ellos responden los FPMR-A en cuanto a que todos los señalados en el informe, eran buenos comunistas y que fueron reconocidos para esas tareas por miembros del Comité Central y la Comisión Política.
La crisis se mostraba ya efectivamente en determinados sectores de la estructura: en la parte de finanzas, trabajo exterior e información a las bases. Según uno de los frentistas que permaneció fiel al PC, los autonomistas “comenzaron a desarrollar un abierto trabajo fraccional…copar cargos fundamentales en unidades y estructuras del Frente y no permitieron ningún cambio de gente que coincidía con sus opiniones. Junto con ello empezaron a hablar abiertamente  de la posibilidad de división, y las unidades y combatientes del Frente fueron denunciando esto especialmente en las escuelas de verano y en otras instancias[8]. Retrucan los autónomos: el problema radicaba en que el PC abandonó la vía militar, con un desarme material político e ideológico, lo que llevó a la desarticulación de todo el trabajo militar de masa y la separación arbitraria de los principales responsables de estos cargos.
Guillermo Tellier
Otros puntos de esta pelea eran: la situación interna, dentro de la orgánica del PC y del Frente, y los resultados de su propio trabajo militar: Para el PC la oficialidad del Frente “jugaría un papel exclusivamente técnico, sometido del todo a  la dirección política del partido. De esa manera, oficiales destacados dentro de las estructuras del PCCH, comenzaron a detectar serias discrepancias y duplicidades entre la palabra oficial, que afirmaba la voluntad de integrar lo militar desde las bases mismas de la organización, y lo que ocurría en el terreno mismo[9]. Los delegados militares en el PC (que eran oficiales con experiencia militar) y del Frente, intervenían más y más en esas materias o tareas organizativas de masas que correspondían al PC. Consecuencia de ello es que no se distinguían los trabajos del PC y del FPMR, lo que creaba la impresión en cuanto a que el Frente tenían una amplia red operativa de carácter nacional.
El frentista Tito Tricot recuerda que en esa época, “...un compañero del Mando Zonal[10] (Norte, en Santiago) aún afín al Partido, me encomienda la tarea de atender a un grupo de compañeros que aparentemente se encontraban políticamente desorientados. En la jerga comunista evidencia que los compañeros son críticos de la línea del Partido…la confusión estaba directamente relacionada con la confrontación ideológica y política entre el sector conservador del Partido (la derecha según los frentistas y Rojas Núñez) y la mayoría del Frente”. Tricot que es de aquellos que apoya la tesis de Pellegrin les dice los mismo que el jefe del FPMR referirá en su documento. Frente a la pregunta de los asistentes (cinco en total) de qué hacer entonces, Tricot dijo “…mi historia está ligada al Partido y soy categórico en apuntar que siempre lo llevé en mi corazón, pero con igual vehemencia y tristeza hoy digo que el Partido ha abandonado la vía insurreccional. Ha abandonado al Frente y yo no voy a hacerlo.[11]
Por ese tiempo, Mauricio Hernández Norambuena, Ramiro, era un jefe operativo intermedio, como él mismo se clasifica, recordó décadas después que “A la militancia del Frente se le entregó bastante información, acerca de cómo iban las discuciones con el PC y que el jefe del Frente siempre sostuvo  que “no podíamos desechar la posibilidad de volver a confluir con el Partido Comunista en el futuro, y de trabajar juntos, especialmente a nivel de la militancia de base. No había que transformar las diferencias con el Partido en una guerra[12]

LA CRISIS LLEGA A NICARAGUA[13], donde estaban algunos de los fusileros del Atentando a Pinochet, en los siguientes tres meses después del intento de magnicidio fueron evacuados a Managua y algunos partieron a La Habana otros irían a Vietnam. En su estadía en Managua “ recibieron la visita de "Manuel", encargado del FPMR en Nicaragua. Les habló de la división entre el Frente y el PC y les aseguró que había un grupo de "cabezas de pistola" que estaban tratando de separarse del partido[14], lo que pone a Manuel dentro de los oficiales que pertenecían al PC.
Antes de irse, "Rodrigo" recibió una llamada de "Rafael", superior suyo del Frente en Nicaragua: "Los están engrupiendo", le dijo, y agregó que era la mayoría de la dirección del FPMR la que encabezaba la separación del PC. Tras la llamada de 'Rafael', llegó César Quiroz, quien los cita a una reunión, y va acompañado de Hugo Fazio y del comandante Martín Pascual "Daniel Huerta"[15], miembro de la dirección del FPMR. La reunión versó sobre la división y alcanzó momentos de alta tensión. Sobre todo cuando uno de los fusileros preguntó cuándo volverían a Chile. Fazió contestó que “en unos cinco años más". "Rodrigo" contará que hubo una fuerte discusión: en ella les dijeron que 'Salvador' (Galvarino Apablaza), 'José Miguel' (Pellegrin) y otros comandantes siempre tuvieron actitudes divisionistas. Otro de los presentes, "Daniel",  dirá que Quiroz: "Nos tiró el speach de si nos íbamos con las armas sólo nos quedaríamos en eso". El tirante encuentro finalizó con la decisión de los fusileros de quedarse en el Frente. En adelante serían tratados como disidentes y recibirían la visita de César Bunster, quien intentó convencerlos de regresar al seno del PC, aunque según Maturana este se iba en principio con el Frente también[16]. Los fusileros son dejados en una residencia del Frente en Cuba “donde se reúnen con Juan Gutiérrez Fischmann, "El Chele", y otros comandantes que preparaban el regreso a Chile. Sólo uno de los fusileros, "David", decide permanecer en el PC[17]. Cuenta Cristobal Peña que David no “se sentía identificado con los comunistas y sus antiguos compañeros lo consideraban un pendejo, que en Cuba equivale a acobardarse y en Chile viene a ser amariconarse.[18]

Campamento Punto Cero. Centro de adiestramiento para las guerrillas
…Y TAMBIÉN A LA HABANA[19]. En Cuba, del grupo de fusileros que intervinieron en el atentado contra Pinochet y que estuvo un tiempo en Vietnam, unos fueron enviados a Nicaragua, otros en cambio permaneciendo en Cuba: Alejandro, Axel, Ismael (que venía de Santiago) y Fabián, se adiestraron en un curso de Tiro y Precisión, que equivale a la especialidad de Francotirador, en el campo militar de Punto Cero. “Los cuatro vivían prácticamente acuartelados en la base de Punto Cero, en las afueras de La Habana….Se perfeccionaron en el uso de todo tipo de armamento ligero, desde revólveres hasta lanzacohetes.” Aun cuando el Partido se desmovilizaba luego del fracaso del Año Decisivo, “consentía que algunos de sus cuadros siguieran recibiendo instrucción militar.” Cabe pensar que esa tolerancia del Partido sería mas bien algo con qué mantener ocupados a sus integrantes, más que una política destinada a tomar las armas de nuevo.
Esos meses inmediatamente posteriores a la oficialización de la ruptura los dos sectores tenían representantes propios frente a La Habana, defendiendo sus intereses mientras los cubanos aplicaban una estricta neutralidad. Narra Cristóbal Peña el gobierno cubano, a través del Departamento América y el Ministerio de Interior, organismos encargados de atender los movimientos revolucionarios internacionales, dispusieron las condiciones para que ninguno de los dos grupos siquiera entrara en contacto. Cada grupo intentó atraer el mayor número de integrantes del Frente a su bando en el extranjero. El comandante Daniel Huerta por el Partido y Galvarino Apablaza, Salvador, por los Autónomos ….A mediados de septiembre (de 1987), a través de un documento de trece carillas, el Comité Político del PC abordó internamente el tema de la división, informando “especialmente…el abandono de las filas del partido de un grupo de compañeros del frente militar”. Son “alrededor de treinta oficiales de cincuenta y cinco que habían ingresado” a Chile, y que aquéllos “mantienen un número importante de grupos combativos con capacidad para operar (...) Se han llevado la mayor parte de los pertrechos del partido. Se han ido con ellos algunos oficiales en el exterior… En el periodo de formación de estos cuadros, el partido no contaba con una concepción militar clara y definida (...), lo que favoreció la actitud de menosprecio hacia la Dirección del partido (destacado es mío).
La Habana
Al menos queda el consuelo, para el PC (la víctima, desde su punto de vista) de que “se hicieron grandes esfuerzos para evitar la ruptura”, de que se hizo “una conversación especial del 1 y el 2 del Comité Político (del PC) con el entonces jefe del FPMR con la finalidad de convencerlo de su posición errada y para que adoptara las posiciones correctas”. Y aunque no se pierde la esperanza de que “la gran mayoría vuelva a nuestras filas”, se llama, “al menos por ahora”, a abstenerse de “aceptar relaciones con el grupo fraccional como estructura”. Más todavía —subraya el documento— cuando se ha decidido “el secuestro del coronel, sin un análisis político suficiente de la situación”.
El ambiente tenso siguió y afectó también a los integrantes del Atentado presidencial de 1986. En la casa en la que vivían 9 de ellos, a cargo de Alejandro y situada en el barrio de Marinao, al oeste de La Habana…..llegaban llamados telefónicos anónimos en que una voz que no siempre era la misma, pero siempre tenía acento chileno, los trataba de traidores hijos de puta….los mariconcitos del partido que se les había hecho seguir peleando”[20].




[1] Reyes Soriano, Jaime, La autodefensa de masas y las Milicias Rodriguistas: aprendizajes, experiencias y consolidación del trabajo militar de masas del Partido Comunista de Chile, 1982-1987

[2] Reyes Soriano, Jaime, La autodefensa de masas y las Milicias Rodriguistas: aprendizajes, experiencias y consolidación del trabajo militar de masas del Partido Comunista de Chile, 1982-1987

[3] En el mismo texto este militante indicaba que antes “Los mejores cuadros de la milicia pasaban al frente, en un filtro que se hacía ahí, se le estudiaba al compañero, se veía si tenía disciplina, si no era borracho, si no era drogadicto, si no tenía malas mañas y una serie de elementos más, y los mejores cuadrosempezaron a nutrir al Frente Patriótico Manuel Rodríguez". En Reyes Soriano, Jaime, La autodefensa de masas y las Milicias Rodriguistas: aprendizajes, experiencias y consolidación del trabajo militar de masas del Partido Comunista de Chile, 1982-1987


[4] Reyes Soriano, Jaime, La autodefensa de masas y las Milicias Rodriguistas: aprendizajes, experiencias y consolidación del trabajo militar de masas del Partido Comunista de Chile, 1982-1987

[5] Sobreviviente de las razzias contra el PC en los setenta por el Comando Conjunto y la DINA, que significó la desaparición de dos dirigencias completas del Partido y uno de los promotores de la vía armada del Partido.

[6] En los años ´70 el PC optó por formar cuadros militares regulares en Cuba, con estudiantes y voluntarios chilenos, en el nivel de oficiales para un eventual Ejército democrático en Chile, cuando cayera  el gobierno militar.

[7] Del texto de Herreros, citado por Luis Rojas Núñez
[8] Guzmán, Quién, Cómo, Por qué de Manuel Salazar, Ediciones BAT, 1993, página 59.

[9] Respecto a la preparación paramilitar los funcionarios del partido afirmaban contar con determinada cantidad de células y de miembros de célula en ciertas zonas, lo que se desmentía por el personal militar enviado para el entrenamiento quienes  lo negaban, o si el funcionario del PC indicaba que estaba designado el encargado militar de la célula, zona o región, los que asistían a entrenamiento eran pocos o ninguno; la relación con dirigentes más antiguos del PC, resultaban ser frías o francamente hostiles. O bien la solicitud de armas para autodefensa en las poblaciones eran bastante disímiles, lo que en todo caso demostraba que el trabajo no era muy acabado.

[10] El Mando Zonal, explica Luis Rojas, fue creado “a fines de 1985, con el propósito de agilizar, optimizar y unificar la dirección, se decidió unir los mandos políticos y militares en un "Mando Zonal", en cada una de las tres principales ciudades del país, Santiago, Concepción y Valparaíso. Su misión principal era planificar, organizar y conducir la política de Rebelión Popular del partido en cada una de estas ciudades. De esta manera se intentaba solucionar las contradicciones crecientes ante las distintas interpretaciones del contenido militar de la Rebelión Popular. En este "Mando Zonal" (MZ), por primera vez se unificaban en un eslabón intermedio los tres componentes del aparato militar con la estructura tradicional del partido. El Jefe del Mando Zonal era un cargo eminentemente político designado por la máxima dirección del PC, y a él se le subordinaban los representantes de las estructuras militares y políticas. El Jefe del Mando Zonal respondía directamente a la Comisión Política del PC.” Hemos destacado estas expresiones para resaltar que este debía ser un “funcionario” del Partido, es decir un militante al que se exigía una disciplina total frente a las órdenes que pudieran llegarle desde “arriba”, o la Comisión Política.
[11] Tricot, Tito Un sociólogo en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Testimonio de un militante, páginas 64 y siguientes
[12] Hernández Norambuena, Mauricio. Un paso al Frente.
[13] Peña, Cristobal. Los Fusileros

[14] destacado es mío
[15] Quien negó su presencia allí
[16] dice Maturana: "Estando todavía en Punto Cero nos fue a ver para decirnos que nos quedáramos en el Frente y no con los viejos"…
[18] Del texto Los Fusileros de Cristóbal Peña

[19] Peña, Cristobal. Los Fusileros

[20] Peña, Cristóbal Los Fusileros


EL DIVORCIO O LA SEPARACIÓN: EL QUIEBRE DEL FRENTE. NACEN LOS AUTÓNOMOS Y LOS DEL PARTIDO 1986-87 (I)


EL DIVORCIO O LA SEPARACIÓN: EL QUIEBRE DEL FRENTE. NACEN LOS AUTÓNOMOS Y LOS DEL PARTIDO 1986-87 (I)




Tras las protestas del 2 y 3 de julio de 1986, y los sonoros fracasos de Carrizal Bajo (internación de armas, en agosto de 1986) y del Atentado a Pinochet  (septiembre del mismo año) comenzó la "adecuación táctica"[1] del PC: abandonar la vía violenta y acercarse a la vía electoral. Fue el triunfo de quienes sospechaban de la vía militar (V gr Orlando Millas[2]).
Carrizal Bajo, la mayor internación de armas hecha en Chile hasta el día de hoy, y el casi inmediato atentado a Pinochet (y su fracaso), simplemente consiguieron convencer a los demás (dirigentes) para considerar un capítulo a cerrar la experiencia de la Sublevación Nacional. El sector responsable es lo que Rojas Nuñez considera la derecha del partido comunista. Mientras la izquierda del PC optaba por seguir el camino del Frente (tensionando y quebrando la disciplina del Partido). Pero ninguno avisoró que en realidad el proyecto que quedó aislado fue el del PC en general (la violencia como medio de derribar a Pinochet y llegar al poder) y que lentamente se empezaba a armar lo que sería la campaña para derrotar al gobierno en el plebiscito y en el que la violencia lo único que favorecía era precisamente a los militares.


Para Luis Rojas Nuñez fue un período de “conflictos internos y contradicciones, que comenzó a fines de 1986 y se extendió hasta después del XV Congreso del PC, realizado en mayo de 1989”. Quizás todo esto surja, como dice este mismo autor, a raíz del pecado original: la decisión política del PC de aparecer desvinculado al Frente[3]. Lo que era sólo creído por el PC chileno y nadie más. Para el resto del país el FPMR no era más que el brazo armado de los comunistas chilenos, lo que dañaba a la relación con los frentistas porque el Partido aparecía como “avergonzándose” de su “hijo”, al negarlo frente a todo el mundo, aunque todo el mundo los reconocía como padre e hijo[4].


A su vez, las diferencias al interior del FPMR se comenzaron a sentir fuertemente a partir de 1986 al fracasar "el año decisivo", fecha en que se esperaba el levantamiento de masas, y por los problemas suscitados por el no uso del armamento ingresado por Carrizal y la pérdida de los barretines que aún quedaban.
Para el PC la Sublevación Nacional no era concebida como una derrota militar del enemigo, sino como su derrota político y moral. Por lo que la SN no era concebida como una estrategia de poder, sino como un contenido operativo en función de la acción armada como elemento de presión y no de guerra. (Detrás de ello, la lógica del no creemos en la vía armada, pero si en la vía violenta)

Ya para mayo de 1986, al PC no le gustaba la independencia de acción del Frente. Con dos episodios que ocurrieron con poca diferencia de tiempo el Partido empezó a hacer pública la crítica. El primero fue el asalto  a la Panadería Lautaro y la muerte del carabinero Vásquez Tobar en dicho atraco y un barretín encontrado (28 de abril y 8 de mayo respectivamente). Estos hechos determinaron la primera intervención directa de la Comisión Política en sus estructuras militares[5]…. En un análisis crítico del trabajo de la Comisión Militar[6], dirán que el asalto “si hubiera sido exitoso no habría representado nada en términos políticos, y la cantidad de dinero obtenida,…apenas habría significado una solución económica transitoria a nivel local.” El resultado fue que, al actuar no medían consecuencias, tendría que comunicarse a la Comisión Política cualquier acción (y aprobarla) y la Comisión Militar debió sancionar a las jefaturas frentistas vinculadas.
Respecto de la muerte del carabinero Vásquez Tobar el problema se extendió por largo tiempo, al ser atendido uno de los frentistas herido en la clínica de la Vicaría de la Solidaridad[7] y llevar a la Fiscalía Militar la exigencia de las fichas médicas de las personas atendidas por la institución religiosa y a la larga un duro enfrentamiento del gobierno con la Iglesia, que tensó las relaciones con el Partido Comunista y la institución eclesiástica. Y respecto del descubrimiento de un arsenal la responsabilidad de la caída de las armas era, según un frentista interrogado por Luis Rojas Núñez en su ya tan citado trabajo, culpa de la responsable del Partido Comunista (ya que el partido controlaba el armamento)que guardaba una libretita donde anotaba la entrada y salida de los fierros (armas en el argot del Frente) y una accidental puntapié a un macetero que cubría el techo del barretín donde estaban guardadas. Pero la CNI sabía ya que en el lugar había un arsenal y con accidente o sin él quizás lo hubieran encontrado escarbando[8]. Lo de la libretita cuenta la misma fuente “fue una exigencia de mi jefa y, por cierto, no era militar de carrera. Eso demuestra algunos esquematismos que se imponían en la organización.”
En ese mismo Mayo la Comisión Política (la dirección del Partido en Chile) “decidió que uno de sus miembros celebraría reuniones de "conversación" con un grupo de alrededor de veinte oficiales, sobre los cuales ya circulaban al interior de la dirección críticas tales como una tendencia al militarismo, traslado mecánico de otras experiencias revolucionarias (Nicaragua y El Salvador), poco conocimiento del partido, uso de métodos de ‘ordeno y mando’, baja comprensión de la política del partido”[9].  Tales encuentros se realizaron con 4 ó 5 oficiales a la vez. Tales reuniones se harán hasta la división (junio de 1987). Siempre con Pellegrin presente.
Rodrigo Rodriguez Otero, (Tarzan o Juan Carlos), le tocó una reunión de ese tipo, justo en la época que cavaba para llegar a la carretera G-25 (para atentar contra Pinochet)[10], tuvo que concurrir a “una casa en el barrio alto, donde unos señores trajeados nos hablaron de la glasnost y la perestroika. Me pareció surrealista, desubicado y descorazonador….escuchar los lugares comunes de la liturgia partidaria.”
Pedro, el jefe de la Logística Estratégica (también conocida como Logística Central del PC), ocupado en Carrizal Bajo, tiene también que concurrir. La cita, recuerda, “…más parecía una de esas reuniones con la Comisión de Control, donde te sientes investigado y que cualquier cosa que digas puede ser usada en tu contra.,….La animadversión del dirigente se manifestó al instante…. Fue una reunión tensa y desagradable… señaló acciones inconsultas y sin considerar la situación política, e hizo generalizaciones acerca del trato de los militares, que se comportaban de forma prepotente…. Al final de la discusión le pedí que me dijera, para esclarecerme, cuál era el papel, lugar y misiones del trabajo militar en la política del partido. La respuesta fue citarle la situación de Lenin en la Revuelta de 1905 (!!!)[11], en Rusia y concluyó con una frase que decía algo así como que las acciones armadas son para mantener en alto la moral combativa de las masas"
A finales de 1986, cuenta Núñez Rojas, el PC contaba con 43 oficiales en el país. De ellos, diecisiete estaban en el TMM (Trabajo Militar de Masas), uno en la Comisión de Organización, cuatro en la Logística Estratégica y dieciocho en el FPMR. En julio de 1987, momento de la ruptura del PC, la cifra había ascendido a unos cincuenta, de los cuales alrededor de treinta se fueron del partido. La totalidad de los oficiales de las bases logísticas en el exterior, con su jefe al frente, se quedó (o se fue, según como se vea) en el FPMR (autónomo).”
En la siguiente etapa al Año Decisivo, cuestiones que habían quedado enterradas vivas, empiezan a asomarse en la relación entre el PC y el FPMR, su nunca reconocido brazo armado. De esta lucha interior ambos bandos se responsabilizan.
Para el FPMR, el PC había abandonado la política de la Sublevación Nacional: se acusa claramente a la Comisión Política, entre otros argumentos, de "cambios en los últimos tiempos en la línea política de la sublevación" "abandono y retroceso de la Rebelión Popular" "desmantelamiento de todo lo acumulado en el terreno militar", "liquidación del trabajo militar del partido".[12] Si se paralizan las acciones estas deberían tener solo por propósito “salir del aislamiento y revertir el retroceso en la lucha que se evidenciaba desde fines de 1986.”
Para la Comisión Política del PC, se aceptaba todo lo hecho antes y como señala Luis Rojas Nuñez, es …, el único documento del PC donde aparece con marcado énfasis la pertenencia del FPMR a este partido. Dice textual: "El Frente es una creación del partido, una organización político militar, referente militar de masas, componente central de la fuerza militar propia del partido. Es una organización del partido que fue concebida con el criterio de que dispusiera de una autonomía relativa, sobre todo en su actividad pública".[13]
El Partido “acusa de "fraccionalistas", de "desconocimiento de la línea política" y esquematismo al querer aplicar experiencias de otras revoluciones, exige que se debe profundizar la disciplina partidaria (sujeción a la jefatura comunista) y que a fin de cuentas es el Partido el que debe decidir cuándo y en qué forma desarrollar sus políticas atendiendo, dice el documento, al “momento y el tipo de acciones que corresponde implementar está en relación con la situación política existente en un momento dado y en relación con el avance del conjunto de la línea del partido". Además el Partido ordena que todos los militantes se movilicen para convencer a los “confundidos y engañados” que se desbandan por culpa de algunos jefes.

Ya en Abril de 1986, Raúl Pellegrin decía a sus subordinados en el Frente, que “las cosas no son como aparentan: que hay mucha resistencia en el Partido en implementar una política militar y que nota la ausencia de ambición de poder en términos de poder popular….mucho centralismo y poca democracia; acomodamiento, mucho funcionarismo: abandono de la crítica y de  la autocrítica.
Tras la denominada Operación Siglo XX, dirigida por el Comandante Ernesto (José Joaquín Valenzuela Levy[14]), el FPMR comenzó a sufrir fuertes golpes[15] y discusiones internas que posteriormente tendrían graves consecuencias para el grupo.
Para los que permanecían en el PC el problema se produce en una discusión…en torno a la perspectiva y rumbo de nuestra organización…a pesar de los éxitos obtenidos…se habían producido grandes bajas por el mal cuidado de las medidas de seguridad, el resguardo de los combatientes y de las unidades y que el Frente no se estaba desarrollando…, algunos compañeros del Frente, producto de su propia experiencia personal, se “desviaban” al considerarse a sí mismos como un grupo mesiánico y no en el puntal de la lucha general del pueblo sin  disputarles espacios a nadie[16].
El escenario político mostraba una compleja situación para los partidos de izquierda, tras concluir el 86. Se vivía una situación objetiva de aislamiento del Movimiento Democrático Popular (MDP), integrado por el PC, el PS-Almeyda (la fracción más radicalo extremista del socialismo) y el MIR. Este aglutinamiento seguía creyendo en que el gobierno militar iba a caer por las armas y las protestas. Además, los primeros efectos de la Perestroika en la URSS comenzaban a estremecer las  estructuras del PC, lo que daría paso al desmoronamiento de los socialismos reales y varias oleadas de renuncias al PC principalmente al inicio de la década de los 90.




[1] Jacinto Nazal,…, figura principal en los orígenes de la Tarea Militar del PC y uno de sus más acérrimos defensores, reclamará que si el Partido sólo pretendía dar un "paso táctico", lo menos que debió hacer…fue conservar sus cuadros de dirección militar, que costó tantos años formarlos; mantenerlos como en la reserva, organizados, vinculados, mientras desempeñaban cualquier trabajo en lo personal o en lo político.

[2] miembro de la Comisión Política, quien sin ambages criticó y rechazó desde sus  orígenes los cambios de rumbo del PC conducido por el EDI (Equipo de Dirección Interior), que en su parecer, alejaban al partido de su tradicional política de masas. Se opondrá a cada una de las definiciones realizadas por el EDI en los años del 1980 a 1986.

[3] Nuñez Rojas cita como ejemplos declaraciones hechas a la prensa por Óscar Azócar, miembro de la Comisión Política del PC: "El partido, como tal, no fue el que apretó el botón para que surgiera el Frente Patriótico". En diario La Nación 27-4-1991. Por su parte, Jorge Insunza asegura que el PC ha mantenido relaciones con el FPMR "como las hemos mantenido con otras fuerzas políticas que lucharon contra la dictadura.” En diario La Época 23-4-1991.

[4] Tito Tricot en sus memorias usa el mismo criterio pero en el marco de la relación madre-hijo
[5] El caso aparece en un análisis e informe de la Comisión Militar de octubre de 1986 referidos al tema de la crisis conservado junto a un grupo de documentos en la Oficina del FPMR en La Habana. En Cuba existió para los asuntos militares y operativos una sola oficina del PC y del FPMR hasta julio de 1987. Después se formarían dos, una por cada organización, hasta que fueron cerradas de forma permanente en 1990. Estas oficinas fueron independientes de la parte civil del PC y a su representación política oficial. Rojas Nuñez, Luis de la Sublevación Nacional a la Guerra Imaginaria.

[6] Integrada por el actual diputado y secretario general del Partido Comunista, Guillermo Tellier (Sebastian), Pellegrin y Gladys Marin. Y existían otras dos Comisiones Militares, una en La Habana, Cuba y la otra en Berlín Oriental (República Democrática Alemana)
[7] Organismo dependiente de la Iglesia, que rechazaba todo tipo de violencia.
[8] De hecho a todas las personas se las iban a llevar a los cuarteles de la CNI para interrogarlos, lo que abría la posibilidad que alguno hablara.
[9]  Luis Rojas Nuñez. Op cit

[10] En el primer proyecto que era instalar una gran cantidad de explosivos y al paso de la comitiva presidencial se haría detonar, algo similar al ataque de la ETA española al Almirante Carrero Blanco en 1973.
[11] Esos signos de exclamación son míos.

[12] El documento del grupo disidente y que posteriormente se conocería como FPMR (A), es elaborado aproximadamente el 20 de junio de 1987, no tiene título y es para esclarecer a los militantes del FPMR la situación interna que se vive…. Existe otro documento de similares contenidos elaborado dos meses más tarde por Pellegrin y Salvador, que se titula "Una Carta al Partido". Es una respuesta al documento del propio PC sobre "la fracción", como la Comisión Política nombró a este grupo. Rojas Nuñez, Luis “De la Sublevación Nacional a la guerra Imaginaria”. De ahora en mas “De la Sublevación….”

[13] Documento titulado "Información del Partido producto de la situación producida en el Frente Militar”. Luis Rojas Núñez, De la Sublevación….”. Las negritas son mías.


[14] Hay algunos que lo responsabilizan del fracaso de la operación, pues usó LAW en vez de los RPG-7, con los cuales se hizo todo el entrenamiento en Cuba.

[15] Según el diario La Tercera para la dirigencia comunista, enfrentada a la peor debacle de los últimos diez años, no sólo habían quedado al descubierto las febles medidas de seguridad de los frentistas. También se hizo evidente que sus mandos habían empleado a militantes sin experiencia…. En otro párrafo expresa La colectividad llegó a perder un militante cada ocho horas ya sea porque era arrestado o porque debía salir del país tras ser identificado por los organismos del régimen. La historia oculta de los años verde olivo.

[16] Guzmán, Quién, Cómo, Por qué de Manuel Salazar, Ediciones BAT, 1993, página 58.