El labrador y la serpiente

En una ocasión el hijo de un labrador dio un fuerte golpe a una serpiente, la que lo mordió y envenenado muere. El padre, presa del dolor persigue a la serpiente con un hacha y le corta la cola. Más tarde el hombre pretende hacer las paces con la serpiente y ésta le contesta "en vano trabajas, buen hombre, porque entre nosotros no puede haber ya amistad, pues mientras yo me viere sin cola y tú a tu hijo en el sepulcro, no es posible que ninguno de los dos tenga el ánimo tranquilo".

Mientras dura la memoria de las injurias, es casi imposible desvanecer los odios.

Esopo

sábado, 9 de agosto de 2014

LA CRISIS DE 1982 (II)

Intervención para el 13
El martes 11 de Enero la empresa de Vial no pudo renegociar un compromiso con el Bank of Montreal por mas de 2 US$ millones aun contando con un certificado de la CORFO en donde esta aparecía como su Aval. El mismo día otra empresa del grupo tuvieron crisis de caja y el Banco del Estado debió socorrerlas.
         A las 22:30 Rolf Lüders[1] en cadena nacional comunica la decisión de las autoridades, lo que no tomó de sorpresa ni a Vial ni a los otros dos cabezas del grupo  Cruzat Larraín. Vial lo supo dos días antes de boca de una fuente del gobierno, la respuesta de Vial habría sido de ante esto poco podemos hacer.
El 12 de Enero, como todos los miércoles, gran parte de los grupos ejecutivos del grupo Cruzat Larraín se encontraban en reunión de directorio en COPEC: Fernando Larraín, Juan Braun, Anselmo Palma, Guillermo Schiess escucharon con estupor la noticia que acaba de recibir uno de los presentes mediante un llamado telefónico, el gobierno iba a intervenir la banca, creyeron que les estaban tomando el pelo, pero igual se comunicaron con Manuel Cruzat, quien a su vez se contacto por teléfono con Lüders para preguntar que estaba pasando. el Biministro lo negó todo.
Pero ya la noticia se había filtrado, existiendo distintas versiones de cómo ocurrió, pero el hecho es que un periodista de la Segunda llamó a Alvaro Bardón para confirmar los rumores y este, Presidente del Banco Central, tomando de sorpresa, no losa pudo negar convincentemente, por lo que llamó a Lüders para avisarle y la intervención programada en Viernes 14 se tuvo que hacer el 13.
         Para la gente del gobierno vinculada al tema no fue problema ya que desde noviembre estaba ya determinado que se intervendrían algunos y se liquidarían otros, por lo que Hacienda y la Superintendencia ya tenían listados de todas las empresas, en distintas categorías atendiendo a su situación, lo que debía ser analizado por la autoridad política, para decidir las que en definitiva serían afectadas. Se incluían a todos las financieras y bancos del sistema, el Chile, el Concepción, el Internacional y BUF, que aparecían en situación más crítica. En un segundo nivel estaban el Edwards, Santiago, Crédito, Nacional y Financiera FUSA, y menos comprometidos y por ende más viables, estaban la Colocadora nacional de Valores, O'Higgins, el BHIF y Financiera Atlas.
Las decisiones del equipo político no concordaron con lo planteado por el económico, y se levantaron ácidas críticas acerca de la discrecionalidad que se ejerció, pues el Edwars estaba en mala situación y no fue tocado, pero si la Colocadora y el BHIF. Los que defienden las medidas además del problema que enfrentaba cada banco se consideró el número de depositante y sus operaciones de comercio exterior.
Ya decididos se realizan reuniones secretas entre la Junta y las autoridades del  rea económica, para elaborar las leyes y normas que permitieran llevar a cabo la operación, entre las que contaban la que otorgaba garantía estatal a los depósitos, factor clave para recuperar la confianza de los ahorrantes, los que debían estar listos para el día siguiente al que se hiciera el anuncio, y como se necesitaba un feriado bancario, pero se adelantó la fecha, se debió hacer a la r pida.
         En cuanto al grupo de liquidadores e interventores ya se estaba listo, trabajando durante meses en ellos, y lo que fue difícil más por el secreto que rodeaba a la operación que por otra cosa, lo que se hizo (los ofrecimientos) dos días antes del anuncio oficial, algunos rehusaron pero se completó el listado[2].
León Dobry, partidario de haber intervenido toda la banca, fue llamado para interventor en el Banco Internacional, llamado por Boris Blanco Superintendente, este le pidió que la destinara a otro lado, pues estuvo en ese banco por 29 años y se fue por malas relaciones con los socios. En cuanto al manejo del banco, Blanco le dijo que iría al banco más chico para que recoja las acciones y las venda lo más rápido posible. Lo tomó como un servicio militar ya que ganaba más en el Banco del Trabajo ganaba bastante más.
El día 13[3] reunidos en la Superintendencia de bancos todos los interventores, reciben la visita del Ministro del Interior Montero y de Hernán Felipe Errázuriz, para manifestarles el apoyo político del gobierno. El mismo día del anuncio dos funcionarios de la superintendencia concurrieron a las instituciones intervenidas y en liquidación, para pernoctar allí. El viernes 14, muy temprano, los interventores y liquidadores acudieron a sus cargos y de paso anunciaron el cese de funciones del directorio en pleno y del gerente general, lo que fue muy ingrato ya que los funcionarios no los recibían con buenas caras, pero terminaron por reponerse ya que la regla era que aquellos que no cooperan se iban[4].
Diez días después de la intervención seguirán dándose nombramientos, ocupando menos tiempo de lo que se tarda en fumar u  cigarro para aceptar como coordinadores entre los grupos y el gobierno: Eduardo Justiniano[5], Carlos Paul, Manuel José Severín y Eugenio MacIntosh[6], los que fueron citados por el subsecretario de Hacienda Enrique Seguel.
La duda era la banca internacional, algunos estimaban que esta debería asumir la responsabilidad por alimentar el crédito fácil en Chile, pero otros niegan que haya existido esa idea en el gobierno. Para el Presidente del Banco Central, Carlos Cáceres, era poco probable que se presentara eso ya que en los casos anteriores la banca internacional no se responsabilizó. Ahí se presentó el problema de la garantía, y en principio no se quería dar, pero para salir de la crisis o su peor momento se necesitaban 1.300 US$ millones de créditos extranjeros por lo que se debió dar garantía de la deuda con el sistema financiero y el crédito, dándose sólo garantía, tras varias negociaciones, a las deudas contraidas por el sistema financiero y no las empresas privadas.
El Ministro de Hacienda sostenía una lucha para renegociar la deuda externa, otorgando aval del Estado a todos los compromisos asumidos en 1983-84, pero en Julio la banca acreedora sostenía que eso no era suficiente y exigió un aval completo[7], Cáceres logró que se promulgar  la Ley 18.235 por la que el Estado avalaba la deuda de casi US$ 8.000 millones, consiguiendo que los 611 bancos representados por el Manufacturers Hanover Trust concediera un crédito blando de 1.300 millones, abriera de nuevo las líneas de crédito para comercio exterior y una flexibilización de las condiciones impuestas por el FMI para el programa de estabilización.
         El proceso de renegociación externo de la deuda buscaba reestructurar los vencimientos de capital del sector público y financieros chilenos de ese año y de 1984 (US$ 3.200 millones). También era necesario negociar la brecha de la balanza de pagos (US$ 1.300 millones para 1983 y 780 para el 84). No fue fácil que los banqueros se avinieran a poner dinero fresco, siendo que la posición chilena de negociación era bastante incómoda, pero no se pagó completamente el costo de la crisis de manera interna.
La negativa a dar aval a las empresas privadas significó perdidas para los acreedores externos, sólo reestructurar la CCU costó a los extranjeros US$ 110 millones y se calcula que las pérdidas totales que debieron soportar ascendieron a US$ 600 millones.

El martes 18 de Enero de 1983 Lüders tomó el avión para ir a calmar a los acreedores externos, en una serie de agotadores viajes, que al final tras pasar por Londres, Estados Unidos y Japón, junto a Cáceres, supo que se le pedía la renuncia en Economía, y él estimaba que no podía quedarse sólo en Hacienda. En el salón VIP le pidieron la renuncia Montero y Errázuriz ofreciéndolo a Cáceres. Lüders incluso contaba con amplios apoyos, entre ellos de Alessandri quien le señaló a Pinochet que este ya pagó los platos rotos y tenía a la economía bien enrielada. Cáceres sólo aceptó el día siguiente tras conversar con Lüders. Habían pasado 30 días desde la intervención.
El Lunes 14 de febrero estaba jurando el nuevo gabinete, quien fue reemplazado en el banco central por Hernán Felipe Errázuriz y a Manuel Marín en Economía.
         Marín era empresario molinero y amigo de Pinochet, partidario de soltar la economía un poco para evitar el descontento social o a lo menos reducirlo. A mediados de Julio las relaciones entre Marín y Cáceres eran malas, mientras el segundo sostenía una política de emergencia, Marín había formulado un plan, junto a Luis Escobar Cerda, ministro de Alessandri:
a)    incremento del gasto público,
b)    expandir el crédito a las empresas y otorgar préstamos para refinanciar las deudas internas,
Rectificar el camino y evitar al país los costos día a día era la consigna. Además fueron envueltos en esta lucha los miembros del antiguo equipo económico, atacando Mónica Madariaga ante la Confederación del Comercio Detallista, a los mandos medios (en el fondo el jefe del SII) por seguir siendo inflexible en el cobro de los impuestos, Felipe Lamarca, y Cáceres tuvo que salir en defensa de estos funcionarios.

         Mientras los funcionarios chilenos destinados a lograr la negociación con los accionistas de los Bancos, la más rápida (otras fueron harto complicadas) fue la del Banco Internacional, manejada por León Dobry. Este, antes, tenía cuatro socios principales: la familia Gómez Gallo, la familia Cellino, la familia Rovas Rozas y Eulogio Gordo. Dobry al llegar tuvo buena acogida entre los ejecutivos[8]. Ambos intentaron abordar un avión LAN para cumplir una misión gubernamental, como miembros de la Comisión Renegociadora de la Deuda Externa, pero no pudieron hacerlo, el primero por tener orden de arraigo, pedida por el Consejo de Defensa del Estado pro presuntas infracciones a la Ley de Bancos y afectaba a 150 ejecutivos de los bancos intervenidos, tras este episodio ambos abandonaron la comisión.



La suerte del grupo Vial tras la crisis

En marzo aun no ase agotaban las negociaciones entre el grupo Vial y el gobierno para buscar un arreglo que implicara un convenio de administración y la liquidación de las sociedades del conglomerado. Se buscaba así evitar que los acreedores pidieran la quiebra de las empresas, pero no fructificaron estos acuerdos y el ambiente se fue haciendo cada vez más tenso.
         El 17 de noviembre de 1983, Javier Vial y el gerente general del Banco de Chile, Hugo Ovancod, ingresaron detenidos en Capuchinos por infracción del artículo 26 de la Ley de Bancos: manejos destinados a alterar o falsificar información entregada a la superintendencia de Bancos.
         Comparten una pieza del segundo piso del anexo de la cárcel, no en el tercero donde est n las mejores habitaciones. Sólo había espacio para dos camas y no  cabían tres personas de pie, y en ese piso había habitaciones para cuatro dos y una personas las cuales muchas estaban arregladas como oficinas, mientras en los pasillos algunos sillones hacían las veces de pequeños livings.
         A medida que se iba desenmarañando la madeja entre el Banco de Chile y el grupo BHC y el banco Andino, las dependencias de capuchinos empezaron a llenarse de ejecutivos. El 26 de Enero se encarga reo a Rolf Lüders y otros ejecutivos del BHC: Hernán Caballero, Gabriel Varela Vial, Alfredo Vidaurre V, Sergio Molina B y Juan Manuel Castro C. Se les acusa de estafa, pues habrían creado dos sociedades de inversión con menguado patrimonio y sin giro real (San Esteban y San Eugenio) des tinadas exclusivamente a obtener créditos en entidades bancarias  controladas por el mismo grupo, consiguiendo aproximadamente US$ 40 millones, sin garantías, incluyendo US$ 20 millones mediante la argucia de hacerlos depositar en el Banco Andino, para que este apareciera y no el Chile otorgando el crédito.
         Pero siguieron las investigaciones llegando a haber un ministro por cada banco. Germán Valenzuela en banco Concepción, procesa a José Luis Zabala y a los directores Antonio Martínez Ruiz, presidente de la asociación central de fútbol y de la federación Chilena de Fútbol y concesionario del Casino de Viña Juan Cueto y Jaime Ruiz, como presuntos autores de los delitos comprendidos en los artículos 19 bis y 26 bis, y por presunta estafa al banco.
El 28 de febrero Hernán Cereceda, encargado de la investigación del Chile procesa y ordena detención de un grupo de ex directores del banco Andino por infracción al 26 bis, el hasta entonces superintendente de Bancos, Boris Blanco, ya que era director y representante del Banco Sud Americano, al igual que Luis Antonio Marchant, director del O'Higins, debiendo renunciar el primero al ser notificado del auto. Jorge Yarur, sucesor de Vial en la presidencia de la asociación de bancos, lo defendió en su oportunidad. Más tarde Blanco fue sobreseído de todos los cargos por falta de méritos, pero nunca se pudo recuperar y se retiró del campo laboral y se fue al campo.


Después de la crisis

         Entre 1984 y 86 las autoridades económicas se abocaron a rehabilitar el sistema financiero, logrando, en el caso de los bancos más pequeños, que ellos fueran capitalizados. En el Concepción el diagnóstico de Bertelsen fue que sólo podía capitalizarselo a través de CORFO, luego esta traspasó la propiedad a la Sociedad Nacional de Minería, con un crédito para financiar la compra.
La colocadora nacional de valores fue absorbida por el Banco de Santiago, mientras este y el de Chile son sometidos al régimen de capitalismo popular[9].
El encargado de hacer tal tarea en el Chile fue Leon Dobry, quien al mes de haber renunciado como interventor del Internacional fue requerido por el nuevo superintendente, Hernán Büchi. Su misión era reemplazar a Alvaro Valdés, quien junto a Guillermo Tagle habían encabezado la intervención en el Chile por más de un año.
Durante el proceso de capitalización se inyectaron US$ 900 millones a los bancos intervenidos, lo que representó un aumento del 60% del capital de todo el sistema, el programa de capitalismo popular cubrió casi dos tercios de esta cifra, y el resto fue aportado por inversionistas nacionales y extranjeros, la mayoría de los cuales usó el sistema de conversión de la deuda externa. Todo ello implicó un cambio de propiedad en 7 bancos que en 1986 representaban el 60% de las colocaciones de la banca privada.
Otro elemento medular de normalización fue el traspaso al Banco Central de las carteras con escasas posibilidades de recuperación, a valor libro. A cambio los bancos se obligaron a destinar parte sustancial de sus utilidades a la recompra de estas carteras. a fines de 1986 el total de prestamos traspasados al instituto emisor sumaban US$ 3000 millones, lo que equivalía al 28% del total de las colocaciones del sistema.

Capítulo XVIII y XIX

         Los bancos extranjeros que presentaban el problema de serles imposible cobrar sus créditos a los países deudores optaron por destinar, a modo de proovisión, una cuota anual de sus utilidades que sirviera para cubrir paulatinamente las futuras pérdidas y tratar a las naciones deudoras (informalmente) como países en quiebra.
         En este último caso no era posible ejecutarlos, por lo tanto optaron por lanzar al mercado los pagarés y las obligaciones de pago de los bancos públicos y privados de los países deudores. Quien tenía emitidos a su favor pagarés de deuda externa (papeles), los pusieron en venta a terceros al precio comercial que determinaba la ley de la oferta y la demanda, bastando endosarlos a los nuevos propietarios.. Se olvidaron entonces del valor nominal de los papeles.
         El precio del pagaré dependía de las posibilidades de pago reales del país y del banco deudor que los había emitido v gr los de Filipinas se cotizaban al 50 % de su valor real, los de México a 55 y los de Bolivia 10 %. Se compraban por mera especulación o para revenderlos, a precios descontados y obteniendo una ganancia, al banco central del país o al banco privado  deudor que los había emitido.
         En el sistema chileno, se dictaron los capítulos XVIII y XIX del Compendio de Normas de Cambio Internacional. Por el capítulo XIX[10], todo inversionista o sociedad extranjera que deseaba invertir en el país podía optar por realizar su inversión a través de la compra y venta de pagarés de la deuda externa chilena, para ello se debía presentar al Banco Central una solicitud de inversión fuera para la compra de activos en Chile o para la realización de nuevas inversiones. Cumpliendo las normas esta venía automáticamente  aprobada. Sucesivamente, la sociedad inversionista celebraba con el Banco Central un contrato en el cual se comprometía a realizar su inversión dentro de un plazo convenido, que variaba según el índole de la inversión. Celebrado el convenio el inversionista tenía un plazo de 30 días para comprar y vender pagarés de la deuda externa, y que los bancos deudores se obligaban a comprar en su valor en moneda nacional. Generalmente esta operación era realizada por un agente o Banco de Negocios, quien se encargaba de la compra de los papeles de la deuda externa chilena en el mercado secundario (plazas de New York y Londres principalmente). Estos papeles podían ser de cualquier banco deudor chileno, incluso del Central.
         Además del compromiso de realizar su inversión (o la compra de activos) y de recibir pesos en vez de dólares, el inversionista extranjero que se acogía al Capítulo XIX estaba sometido a otra limitación: sólo podía remesar su inversión al extranjero transcurrido el 5º año después de realizada su inversión y el capital invertido a partir del 10º. La primera operación del Capítulo XIX fue aprobada por el Central en el mes de Junio de 1985: US$ 10.000.000 del inversionista árabe Bin Mahfouz, a través del Pathfinder Security, para la exportadora de fruta C&D. La operación de mayor envergadura (Enero 1987) fue la de Carter Holt Harvey US$ 164.000.000 para la compra del 50 % de las acciones de Inversiones y Desarrollo Los Andes SA de Anacleto Angelini, la sociedad que controlaba COPEC. Shell Overseas, alguos meses más tarde, invirtió 174 millones de dólares en la Compañía Forestal Shell.
         Mediante el capítulo XVIII, simple mecanismo de rescate de deuda externa s través de banco y de agentes intermediarios. Para ello el Banco Central llama periódicamente a licitación cupos para realizar operaciones de conversión de la deuda externa. Quien ofrece la mejor oferta se lleva el paquete. El margen entre el precio de compra y el de ventas de  los papeles va directamente al agente intermediario que ganó la licitación[11].











[1]  Para Lüders ir en ayuda de los bancos como se iba haciendo no era lo correcto, pues estimaba que los bancos había que intervenirlos y liquidarlos. Estimaba que la pérdida bancaria sería absorbida en un tercio por el grupo del banco respectivo, un  tercio por los dueños del grupo respectivo, un tercio por los depositantes chilenos y el tercio final por la banca extranjera, acreedora.

[2] 1.- Interventores:
                               A) Francisco Ibáñez: El mayor de todos y le tocó el Banco más grande: el Chile. Ingresó en 1938 al Banco Central, desempeñándose como agente durante numerosos años en el sur del país. Haciendo carrera, llegó a ocupar cargos como el de Gerente General y miembro del Comité Ejecutivo. En 1970 viaja a Uruguay, contratado por el FMI para asesorar al instituto emisor de ese país, permaneciendo hasta 1974. Tras regresar al país es nombrado vicepresidente del Banco del Estado, para en 1976 asumir como Presidente.
                               B) Julio Barriga: Interventor del Banco de Santiago en 1983, donde llegó como interventor. Trabajó durante muchos años en el Banco del Estado. Ingresó en 1968 al Departamento de Estudios y 13 años más tarde llega a la gerencia general. Al egresar del Saint George, ingresó a la Universidad de Chile, donde se tituló como ingeniero agrónomo. También estudió economía en la Universidad de Columbia.
                               C) Ernesto Bertelsen: Al principio este Ingeniero comercial de la escuela de negocios de Valparaíso trabajó en la oficina del Grupo Ibáñez en ALMAC y de ahí pasó al  rea finanzas de El Mercurio. Organizó l financiera Los Andes, director del banco del trabajo hasta que en Enero de 1980 es nombrado gerente general del Banco A Edwards, cargo que ocupaba cuando fue nombrado interventor del Concepción. Hoy (1993) es director del BHIF.
                               D) León Dobry: Contador general, en 1950 ingresó al Banco israelita de Chile, donde lega a la gerencia general a los 18 años de carrera. En 1973 la superintendencia de Bancos lo nombra como director delegado de su propio banco. Tras la privatización de la entidad en 1976, es confirmado como gerente general, función que desempeña hasta 1979, cuando forma una casa de cambio. En abril de 1982 es nombrado vicepresidente del Banco del trabajo, cargo que ocupaba el 13 de Enero de 1983. En noviembre de 1984 vuelve al Directorio del Banco del Trabajo. Pero no dura demasiado pues en Enero de 1985 es designado administrador previsional del Banco de Chile. Hoy es vicepresidente del Banco Concepción.
                               E) Gonzalo Ruiz: Nombrado interventor en el Banco de Talca en 1981. Ingeniero Comercial, trabajó en el Citibank y en el BCI. Hasta el 13 de Enero de 1983 trabajaba en el Sudamericano, encabezó la intervención en el Banco Colocadora Nacional de Valores.

                2.- Liquidadores:
                               A) Jorge Diaz: Ingeniero Comercial de la UC, inició su carrera como asesor de Sergio de castro cuando este asumió como Ministro de hacienda. Intendentes de Bancos, director de ENAP. Octubre de 1982 es nombrado gerente comercial del Banco Unido de Fomento, y tras la intervención es designado como liquidador del mismo banco. Su nombramiento es interpretado como una muestra de confianza a la labor que ya venía desarrollando para sanear al BUF. En 1993 es asesor de la presidencia del Banco Concepción.
                               B) Neil Denton: A los 32 años este ingeniero comercial de la escuela de negocios de Valparaíso, asumió la tarea de liquidador de la Financiera CIGA. Trabajó un tiempo en la UTFSM, en 1977 ingresa como gerente de operaciones de la Financiera Atlas e hizo una rápida carrera hasta ocupar en 1983 la presidencia de la entidad.
                               C) Gonzalo Prieto: Era abogado y fue interventor del Banco Empresarial de Fomento (BEF), intervenido en Junio de 1982 y que terminó fusionándose con la Financiera Flandes y Fintesa. pero ahora era el liquidador del BHC, trabajando inmediatamente antes en el Banco Central a los 34 años.
                3.- Coordinadores: Sin atribuciones ejecutivas, debían servir de intermediarios entre los grupos y las autoridades del sector económico. Su misión era la de encontrar una salida a las empresas de estos grupos.  Se trataba de:
                               A) Eduardo Justiniano: Ingeniero Comercial (UC), que dio sus primeros pasos laborales dentro del Grupo Matte. Cuando fue designado coordinador de las empresas del Grupo Cruzat Larraín. era gerente general del Banco de Inversiones Edwars Wertheim. En 1993 era Director de Transwarrans.
                               B) Eugenio MacIntosh: Contralor del Banco de Santiago, cuando se le designa coordinador de BHC, grupo al que conocía bien pues trabajó ahí hasta 1979. Ingeniero Comercial (UC), trabajó antes en el Banco de Talca entre otros, y posteriormente en el Centrobanco. En 1993 era el jefe de administración de Fundación Chile).

[3]  Según Vial Correa, hubo de adelantarla por un día, pues un funcionario  del gobierno, inadvertidamente, dejó entrever lo que sucedería al director de La Segunda.

[4] Uno de los primeros problemas era trabajar con personal que no era de su confianza, reuniéndose puntualmente a las cinco en las oficinas del superintendente, se dice que Francisco Ibáñez siempre llegaba con un portafolios grande lleno de papeles ya que no se atrevía a dejar documentos en la oficina del Banco de Chile.

[5] amigo del subsecretario de la Universidad quien lo llamó para pedirle la colaboración con el Grupo Cruzat Larraín.

[6] el 2 de Enero entró a trabajar en el banco de Santiago como subcontralor, quedando cesante con la intervención, y fue designado coordinador con el BHC, y ya antes había trabajado en el grupo Vial por lo que conocía bien las empresas

[7] En definitiva el aval cubría las deudas de los bancos chilenos con los internacionales y la deuda fiscal. Pero el lograr que existiera este aval estatal significó una pérdida de confianza al interior del gobierno del ministro, criticándose sus dotes de negociador.

[8] pero el directorio que cesaba fue muy hostil, incluso algunos directores fueron a hablar con Tomas Müller, ex vicepresidente del banco de Chile y Roberto Guerrero ex fiscal del Banco Central

[9] Para aprobar la capitalización del banco, Dobry logró reunir los votos suficientes en una histórica junta de accionistas, celebrada en el Cine Central el 24 de mayo de 1985. Vicente Larrain presidente del  Patronato Nacional de la Infancia fue uno de los principales actores de la junta, pues estaba reuniendo los votos de los pequeños accionistas desde el 13 de Enero, pudiendo así reunir suficiente poder y cautelar sus intereses y lo consiguió.
                Días antes de la Junta Pinochet se comprometió a permitir que los antiguos accionistas participaran en el aumento de capital, otorgando las mismas franquicias tributarias y crediticias que a los capitalistas populares.
[10] De ellas hasta 1991 ttoalizaban en operaciones un monto de US$ 2.195 millones, lo que da  su usuario un margen bruto de alrededor de US$ 1.000 millones, del que hay que descontar un 5 % destinado al pago de las comisiones a bancos y agentes varios. El total (US$ 1000 millones) debe ser destinado a la adquisición de activos chilenos o  inversiones en Chile, recibiendo en moneda nacional, y que las futuras utilidades, derivadas de esas inversiones y el capital pueden ser retirados a partir del 5º año.
[11] Desde su implementación de este mecanismo hasta 1991 se han rescatado US$ 2.834 millones, del cual en promedio un 5 % fue a utilidades netas de bancos y financieras y grupos económicos nacionales y extranjeros

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