El labrador y la serpiente

En una ocasión el hijo de un labrador dio un fuerte golpe a una serpiente, la que lo mordió y envenenado muere. El padre, presa del dolor persigue a la serpiente con un hacha y le corta la cola. Más tarde el hombre pretende hacer las paces con la serpiente y ésta le contesta "en vano trabajas, buen hombre, porque entre nosotros no puede haber ya amistad, pues mientras yo me viere sin cola y tú a tu hijo en el sepulcro, no es posible que ninguno de los dos tenga el ánimo tranquilo".

Mientras dura la memoria de las injurias, es casi imposible desvanecer los odios.

Esopo

jueves, 19 de abril de 2018

LA SIERRA CENTRAL. 1882. (IX)


La Oroya. Una pequeña, pero estratégica victoria chilena: ya se ha visto que el Brujo de los Andes había planificado el ataque al puente de la Oroya.
El coronel Máximo Tafurrecibió nombramiento de comandante general de guerrillas con encargo de movilizar los contingentes irregulares de Chupaca, Sincos y Huaripampa para caer sobre la guarnición chilena acantonada en La Oroya y destruir el puente, cortando así a los chilenos la vía de repliegue a Lima…. Tafur marcharía por las alturas oeste del Mantaro[1], por Chongos y Chupaca, y describiendo un extenso arco por encima de Llocllapampa y Chacapalca caería finalmente sobre La Oroya (desde el sur).[2]
El viaje de la columna Tafur termina en Chacapalca, punto de concentración, en conjunto con las guerrillas de la zona, y desde donde partiría el ataque. Su fuerza ascendía a 300 hombres. Sin embargo movilizar esa masa humana sin dejar rastro o que su enemigo no se enterara, era una misión destinado al fracaso. La noticia llegó a los chilenos y el 2 de julio el mayor Manuel Barahona, jefe militar chileno en Tarma, ordenó un ataque con dos columnas sobre Chacapalca, para destruir a la fuerza de Tafur. Ya veremos su suerte.

Tafur, sin saber nada de esto, avanzó ese día sobre la Oroya, en una misión de reconocimiento (o así lo hizo uno de sus subordinados), cuando los chilenos empezaron sus aprestos a organizar su defensa[3]. ¿No vio Tafur que los chilenos no eran sorprendidos o no le informaron? Sea como sea, el coronel peruano igual decide atacar, quizás pensando en que el número de sus tropas le permitiría al menos cumplir la tarea de destruir el puente de manera que tardara su reconstrucción. Regresó a Chacapalca, donde espera hasta la medianoche para mover a sus hombres. Primero cruzan Huanachaca, organizados en tres grupos,  uno “por el camino de Sacaraojo y los otros dos descolgándose de las alturas de Huanchán y Campán.”[4] Otro grupo queda en los cerros para con sus hondas lanzar piedras contra la guarnici
El coronel Manuel Barahona, desde Tarma, manda una columna de infantería del Tercero de Línea (60) a cargo del capitán Severo Amengual y una partida de caballería del Carabineros (30) al mando de Tristán Stephan, y el objeto es que ambas se encuentren en Casapalca, viniendo cada una por un extremo, en el caso de los infantes de frente y los carabineros por el camino de Jauja, para rodear y dispersar a la columna peruana. El 2 parte la caballería y el 3 en la mañana lo hace la infantería.
Tafur se acerca a La Oroya. A cargo de la guarnición se encontraba el teniente Francisco Meyer del Tercero de Línea. Los constantes choques contra montoneras tenían en alerta a los chilenos. En la mañana del 2 de julio se enteró de la presencia muy cercana de una guerrilla de alrededor de 400 hombres, incluso situándola en Huari y después en Huanacancha y que venían con la intención de caerle encima.
Para evitar cualquier sorpresa, los chilenos aumentan la vigilancia y la sitúan en los caminos que conducen hasta el puente y sitúa el resto de sus soldados “la mitad en un pequeño corral i el resto detrás de unas pircas para protejer mi retaguardia i el puente. La caballería que tenía esta guarnición la coloqué detrás de una casa que hai en el camino de Chicla, de manera que no recibiera el fuego del enemigo ántes de utilizar sus servicios (sic).”[5]
El 3 de julio en la madrugada (01:30 AM) los peruanos empezaron a acercarse desplegado en guerrilla por el camino de Sacaraojo, se grita el quien vive y al no responderle quienes se acercan, el oficial chileno ordena “¡fuego!” Los peruanos responden cuando ya tenían extendida su línea. La tropa chilena recibe la orden “¡fuego en avance!” y con parte de sus soldados atacaron a la bayoneta al acortar la distancia. El combate se extiende por una hora. Un piquete de 13 hombres persigue a los atacantes hasta cerca de Huancancha.
Los chilenos vuelven al puente después de su aparente fácil victoria. Pero cometieron el error de descuidar el otro lado del puente, por lo que a su vuelta se encuentran que otros atacantes le habían puesto fuego a los depósitos de pasto y pesebres para los animales. También queman la casa-depósito de la lana. Los peruanos que han conseguido llegar muy cerca del puente son los que han descendido por los caminos de Huanchan y Campan, provocando la retirada de los chilenos ahí situados, ocupando incluso las casas que servían de cuartel y comandancia, pero no logra cortar el puente y por el que se combate cuando arriban tan oportunamente para la suerte de sus armas.
Llegando justo a tiempo las tropas retornadas, rechazan a los atacantes por ese lugar. Dirá Meyer en su parte que “desalojándolo de las posiciones que había tomado, y pude salvar el puente, que estuvo seriamente comprometido”. Las pérdidas se han reducido sólo a dos heridos y los peruanos abandonan 16 muertos y muchos heridos que se retiraron, capturando seis armas de fuego, lanzas y municiones. Los peruanos se retiran a Casapalca. El ataque lo había dirigido uno de los dirigentes montoneros de apellido Toledo, el que tiene que volver sobre sus pasos, pero dejando algunas partidas montoneras, para el caso de persecución de los invasores. Tafur, informado del fracaso ordena la retirada a Casapalca, hacia el oeste. 
No ha sido este el único ataque que ha sufrido la línea Oroya-Chicla. De hecho en este último punto someten a la guarnición, con tropa del Curicó, al mando del teniente Virgilio Méndez, a fuego de fusilería a distancia, que causa dos heridos leves. Se mantienen en las alturas los peruanos todo el día hasta el anochecer cuando se retiran.

Mientras tanto la columna Amengual, enviada por Barahona desde Tarma, que son los infantes del Tercero de Línea, llegan a La Oroya el mismo día al oscurecer, horas después de terminado. Salen de allí cuando a la medianoche la luna asoma su cara, y su luz, rumbo a Huari, donde llega en la mañana del 4. Al avanzar desde ahí a Casapalca tuvieron algunos enfrentamientos con los guerrilleros que disparaban aisladamente y arrojaban galgas sobre los chilenos, mientras se retiraban hacia la población (Casapalca). El  mayor Amengual, jefe de la partida de infantes, envía tropas a las alturas para que enfrenten a los peruanos pero estos llevaban demasiada ventaja en la retirada por lo que tienen que volver a Huari, y en la tarde de ese día avanzan de nuevo hacia Casapalca.
En cambio, como se ha dicho antes, la columna de caballería chilena al mando del teniente Stephan de Carabineros, salió de Tarma en las últimas horas del 2 de julio, llegando al punto denominado Pocas Casas a las 04.00 horas del 3, sin ser hostilizada en el trayecto. Continuó luego por Quishuarcancha, Cancallo y Chiobamba. En este último lugar la guerrilla peruana presentó breve combate, pero debió replegarse a Yuclapampa al no poder contrarrestar el fuego de fusilería enemigo; cruzaron los peruanos el Mantaro y destruyeron el puente que daba acceso al citado caserío, plantando campamento en la confianza de que los chilenos no se atreverían a vadear el río. 
Los chilenos viendo al otro lado a los peruanos, que empezaron a disparar, no pueden continuar de inmediato la persecución. El teniente Stephan, a cargo de la partida chilena opta por cruzar el río “un poco mas arriba, pues el cerro a retaguardia es mui parado i por el frente teníamos el rio, que logramos pasarlo a nado con buen éxito[6]
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Una vez que se encuentra al otro lado del río, toma a los peruanos por la retaguardia y los ataca ferozmente el campamento en Yuclapampa, dejando 60 muertos en el camino y tomando 48 prisioneros, sin bajas de su parte. De allí parte por la quebrada hacia Casapalca, pero en el camino, ya oscureciendo, es atacado con fuego de fusilería y el lanzamiento de galgas. Stephen no lo piensa mucho “teniendo que atacar al enemigo, creí conveniente no distraer tropa custodiando los prisioneros, pues como V.S. sabe, era mui poco el número de tropa de que disponía, i a mas, los citados prisioneros, viendo que era atacado, pensaron fugarse. Todos estos motivos me obligaron a fusilarlos”. Una vez que se ha deshecho de los prisioneros, avanza faldeando el cerro hasta conseguir tomar una altura desde donde se defiende durante toda la noche, sin que perdiera ningún hombre
Opta a la medianoche por bajar hacia Casapalca a esperar el ataque del mayor Amengual y ante su ausencia intenta tomar el pueblo con sus hombres, capturando una avanzada de la montonera en las afueras, quien le informa que “en las alturas del pueblo i en los dos cerros que dominan a éste, se encontraban las fuerzas del coronel Tafur, compuestas de mas de 500 montoneros, de éstos, mas de 300 armados con rifles Peabody i que estaban bien atrincherados i listos para esperar el ataque. Esta noticia, la falta de municiones i el cansancio de la caballada, me hicieron desistir de él, tomando nuevamente las alturas.
Al amanecer vuelve a bajar a Casapalca, pero los montoneros, enterados de la desaparición de su avanzada, sospechan que son los chilenos, por lo que Stephan se encuentra rodeado. Intenta concentrar su fuego en un punto para poder pasar por ahí. Pero agotadas las municiones, sólo le queda abrirse paso a sablazo limpio, lo que ejecuta con éxito, sin bajas, pero agotando a las monturas a tal estado que debe retirarse a Huari, usando las alturas existentes, encontrándose en el camino con la infantería chilena que avanzaba. Ahora el mayor Amengual comenta que al estar la caballería “completamente inútil i tener solo 100 tiros por soldado de infantería, creí conveniente dirijirme a la Oroya, donde llegué el 5 al amanecer. Temiendo un nuevo ataque al Oroya, dejé en este punto 60 infantes i 20 jinetes, los primeros con 150 tiros cada uno, i los segundos sin ninguno.
CASAPALCA
Al llegar a La Oroya transmite a Manuel Barahona, ubicado en Tarma, la información que le proporcionaron los prisioneros “que todos los pueblos del interior se hallaban sublevados, i que el Jeneral Cáceres habia mandado 300 rifles Peabody, con el comandante Toledo, para un batallón que está al mando del coronel Tafur, i que tenian su buena banda de música; que los montoneros que habían en Casapalca pasan de 600; que el objeto de esta fuerza era cortar a todo trance el puente de la Oroya; que cuanto pasaba en Huancayo, Tarma i Jauja lo sabian inmediatamente; que en Jauja el que les mandaba las noticias de las fuerzas chilenas i el que los animaba para que nos atacara era un cura que habia ahí (sic),”

Huancayo, 4 de julio. Ese día del Canto envía un mensaje hacia Lima[7], donde le transmite la angustiante situación de la división. “es a todas luces insostenible, si se ha de estar manteniendo de víveres a costa de las poblaciones” Para vivir allí se reciben el equivalente (nominalmente) a 25.000 soles peruanos (entrada mensual), siendo necesarios casi 51.000, sin considerar “la carne, papas, leña, sal y otros artículos que se proporcionan sin gravamen alguno.” La deuda crece con el contratista que suple a los chilenos. La suma de los 25.000 en verdad se ha reducido a 10.000 porque no se puede presionar más a las pobladores más acaudalados, “los recursos se han agotado por completo, no quedando más contribuyentes que los despacheros y artesanos, que paulatinamente van cerrando su comercio y abandonando su industria” Advierte de la imposibilidad de quedarse en el departamento porque todas las guarniciones reclaman la falta de recursos. El abastecimiento debe volver a manos de la Intendencia del Ejército, y su distribución se verá favorecida, por la orden de concentrar sus fuerzas que se ha dado desde Lima.
Ese mismo día, Lynch, enterado de diversos ataques en la Sierra da instrucciones a José Francisco Gana para que suba a la cordillera, hasta Chicla y mande mensajeros a del Canto con la instrucción tanto a del Canto (Huancayo) como el coronel Gutiérrez (Cerro de Pasco) para que se concentren en Oroya, como nuevo punto de defensa, acortando las comunicaciones y manteniendo al mismo tiempo control de la Sierra. Y da la posibilidad a la división del Canto, que si en su tránsito “fuese posible librar con aquél (Cáceres) un combate en condiciones ventajosas, tome sus disposiciones i proceda en ese sentido”. Para Gana las instrucciones son que si es necesario tome el mando de todas las fuerzas del área, trasladándose para ello hasta La Oroya, la remisión de todos los enfermos a Chicla para que sean trasladados vía ferrocarril a Lima, vigilar y reparar las líneas telegráficas y ferroviarias de Lima a Chicla y mantenerlas abiertas en todo momento y que tome contacto con del Canto para que éste le tenga al tanto de todas las novedades que ocurran y las necesidades específicas que precise tanto en armamentos, como en toda clase de vituallas.
El mismo día del Canto responde a Lynch con un informe sobre la situación en la Sierra y señala que pensar en mantener la división en las condiciones actuales “es a todas las luces insostenible, si se ha estar manteniendo de víveres a costa de las poblaciones”. En todas las ciudades se presenta el mismo problema. No se puede exprimir más a las poblaciones, agotados sus recursos o tan mermados que menos de la mitad de los dineros obtenidos (sin hablar de las entregas de especies) es posible recaudar. Solicita que la mantención del Ejército pase a la Intendencia General. Y otro gravísimo problema es que “Lo estenso de la línea de ocupación hace mui difícil el abastecimiento desde Lima, tanto por la escasez de los elementos de conducción desde Chicla hasta el punto más avanzado, cuanto porque se ha establecido una cadena de forajidos que interceptan los caminos (sic)”. Hay que recordar que La Oroya queda al otro lado de un cordón cordillerano que lo separa de Casapalca, dificultanto cualquier ayuda que precise la guarnición de La Oroya, ya sea en hombres o avituallamiento.
Para el día 5 de julio, el coronel del Canto ordena una redistribución de las compañías del Chacabuco, que es el batallón que tiene a su cargo las guarniciones del interior y que forman la línea de comunicación con Lima: una compañía sale de Huancayo y va a Concepción (Carrera Pinto), la que estaba en Concepción sale hacia Jauja (Nebel), la que protegía esta última (Luco) se traslada a Tarma y la de Tarma (Lira) fue a reforzar a La Oroya. Ese mismo día en Jauja los chilenos detienen al cura Reyes, de esa ciudad, al ser denunciado por montoneros prisioneros como quien facilita recursos al jefe montonero Chamorro.


[1] En esta área los chilenos no tenían guarnición alguna por lo que podían moverse sin ser descubiertos
[2]Guzmán Palomino, Luis; El “infortunado contratiempo de Tafur”, artículo aparecido en
 http://gdp1879.blogspot.cl/2013/07/combate-de-la-oroya.html
[3] Como consta en el parte del Teniente Francisco Meyer, la sorpresa se había perdido merced a que “tuve noticia por un paisano de existir una montonera, compuesta aproximativamente como de 400 hombres. Tres horas mas tarde dicho dato me fué confirmado por el señor inspector municipal de este pueblo, quien me dijo que la montonera estaba en Huari, distante de aquí cuatro leguas. Poco después supe que llegaban al vecino pueblo de Huanacancha i que sus intenciones eran de sorprender a la guarnición de mi accidental mando.”
[4] Guzmán Palomino, Luis; El “infortunado contratiempo de Tafur”, artículo aparecido en
http://gdp1879.blogspot.cl/2013/07/combate-de-la-oroya.html
[5] Parte de Francisco Meyer sobre el combate de La Oroya.

[6] Ahumada, tomo VII, página 176,
[7] El cual llega la semana siguiente y el 12 de julio es remitido a Santiago, al Ministro de Guerra

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