El labrador y la serpiente

En una ocasión el hijo de un labrador dio un fuerte golpe a una serpiente, la que lo mordió y envenenado muere. El padre, presa del dolor persigue a la serpiente con un hacha y le corta la cola. Más tarde el hombre pretende hacer las paces con la serpiente y ésta le contesta "en vano trabajas, buen hombre, porque entre nosotros no puede haber ya amistad, pues mientras yo me viere sin cola y tú a tu hijo en el sepulcro, no es posible que ninguno de los dos tenga el ánimo tranquilo".

Mientras dura la memoria de las injurias, es casi imposible desvanecer los odios.

Esopo

jueves, 19 de abril de 2018

LA SIERRA CENTRAL. 1882 (VII)


LAS ENFERMEDADES: La región tenía fama de ser limpia en sus aires y muy sana. Los chilenos se llevarían una sorpresa muy desagradable. “La llegada de las lluvias provocó la propagación de la viruela, con efectos desastrosos. El estado de los hospitales de las guarniciones no era el mejor, carecía de personal suficiente de medicinas y sus botiquines estaban casi agotados.” Además la escasez de alimentos y de ropa debilita a la tropa y facilita las enfermedades y provoca “las bajas que causaban las epidemias de tifus; esta y otros brotes epidémicos mermaron las fuerzas como promedio en un 20% de enfermos en hospitales y cuadras.[1]
Estado sanitario de la guarnición de Huancayo. Abril, 1882[2].
CUERPOS         ENTRADOS         DEFUNCIONES         ALTAS
Artillería                     6                          26                         4
2° de Línea                 22                         33                         7
3° de Línea                 11                         22                         1
5° de Línea                 0                          1                          0
6° de Línea                 22                         35                         4
Lautaro                       10                         21                         3
Carabineros                35                         70                         10
Total                          106                       208                       29

El oficial jefe del Chacabuco, comandante  Pinto Agüero informó vía oficio a del Canto de las bajas: “En la actualidad cuenta el batallón con un efectivo de 681 hombres, teniendo por consiguiente 223 bajas, que es menester llenar oportunamente”.
En mayo, contó Benavides Santos, “recrudeció la epidemia de tifus que se había declarado unos dos meses antes. Como el número de enfermos aumentaba día a día se habilitó una casa como hospital. Y como no había ni catres ni colchones se instalaba en el suelo a los enfermos; y con sus ponchos, frazadas y uniformes se les preparaba camas. Y el número aumentó tanto y eran tantos los que morían, que hubo necesidad de nombrar diariamente a un oficial encargado de hacer enterrar a los muertos. Dos, cuatro o más morían diariamente… Y morían en esa fría chica y sucia casa habilitada como hospital y tirados en el suelo…Y casi no había gente para relevar  las guardias y servicios de seguridad”. De esa terrible enfermedad, cuenta en una carta, Perez Canto del Chacabuco, ya en marzo, en Tarma “un oficial está a la muerte a causa de la infinidad de enfermedades que hay por aquí, sobre todo la de tifus, que muy poco libran, a quienes ataca esta enfermedad”. Afecta también al personal sanitario.
Un enfermo de tifus, contaba Antonia Moreno, en su estado final “,…estaba  tieso,  con  los  ojos  fijos y  la  lengua  trabada;  casi  estaba  en  agonías….el tratamiento  usado  en  la  sierra  para  combatir  tan  terrible  mal:  un lavado  interno  de  cocimiento  de  yerba  santa  con  verbena  y  suero clarificado; el efecto de este desinfectante es maravilloso. Parece que el tifus es una infección intestinal y estas yerbas tienen la propiedad de purifcar la sangre; y una vez que los intestinos quedan limpios el mal desaparece. [3]
SIERRALUMI
A medida que llega y avanza el invierno, con ellos aumentan las enfermedades (derivada de los mosquitos y otros insectos abundantes en la zona). En Huancayo, principal concentración de tropas chilenas, y donde se han instalado dos hospitales, escribe el médico Senén Palacios, el 15 de mayo, quien cayó enfermo de tifus pero sobrevivió y se hallaba convaleciente para la época. Escribió en una carta: “Es ya mui crecido el número de soldados muertos, no habiendo bajado durante dos meses a esta parte de cuatro a seis diarios… Pero lo más sensible de todas las pérdidas ha sido la de nuestro querido compañero el Cirujano Pedro Candia…víctima también del tifus… Candia tenía el presentimiento o más bien la convicción de lo que debía pasarle; pero no vaciló un instante en hacerse cargo de las salas… El sabía que cuantos penetraban allí fatalmente caían infectados… Los Cirujanos Abarca e Ibarra hacen solos el servicio en los hospitales i cuarteles, cuyo número de enfermos ascendía el 4 del presente a quinientos ochenta i cuatro (584), siendo más de la mitad enfermos de tifus!!! Ayer llegó un compañero más, el Cirujano Justo P. Merino, que venía de Lima con la idea de que aquí el ejército pasaba la gran vida i que en este valle eran desconocidas las enfermedades ¡¡¡¡cuál sería su sorpresa al tener conocimiento de la gran epidemia!!![4]
A finales de junio, en una carta, un oficial del Santiago contará: “tenemos otro enemigo mas a quien a batir. Este es aun peor: se llama el tifus, que se ha desarrollado de una manera muy fuerte . Sólo en una semana cabal, de sábado a sábado, han fallecido de tal enfermedad 12, cinco del 2° y siete del Lautaro. El Santiago, sólo en el curso de 2 meses, tiene 10 bajas, y es de advertir que es el cuerpo que goza de mejor salud de los que existen en Huancayo…no miento, diciendo que desde el tiempo que esta división ocupa en esta zona, son mas de 500 las bajas, contando con las de la batalla de Pucará

El 17 de mayo obtiene permiso del Canto para dirigirse a Lima para explicar la real situación de las tropas a su mando. De los 3.909 hombres en armas 860 no están disponibles (340 enfermos y 520 ausentes del territorio). Parte el 21 de mayo y le subroga José Miguel Alcérreca jefe del Carabineros de Yungay. Primero llega a la posada de La Oroya y luego directamente marcha hacia Chicla donde toma el ferrocarril a Lima, ciudad a la que arriba el 22. La conferencia con Lynch le muestra que en la capital del Perú tienen una idea errada de las condiciones de vida en la serranía para las tropas que la guarnecían. Pero abre los ojos con la reunión directa con el oficial al mando en terreno.
El 23 de mayo se produjo el relevo de guarnición en el pueblo de La Concepción, mientras llega una compañía del Chacabuco, la sexta compañía del Segundo de Línea, se vuelve para Huancayo[5].
En una correría contra los montoneros para recuperar botas y equipos sustraídos por montoneras, en la que participa el subteniente Pérez Canto. A las 3 de la tarde del día 25 de mayo les ordenan  estar listos para las 2 AM del 26 a marchar en campaña que duraría entre 8 y 10 días, cruzando un puente de cimbra con dificultad, por el mal estado del mismo, y en él se demoran como dos horas en cruzarlo primero a Chongo donde llegan a las 5 PM y a las 12 de la noche marchan sobre Colca y de ahí seguir casi de inmediato. A las 3 de la tarde del 27 de mayo aún no podían llegar a la cúspide del cerro y eso que habían empezado la marcha a las 12 30 PM, ““salimos esa noche porque teníamos que subir mucho, figúrese mi querido papá que a las tres de la tarde del día siguiente todavía no llegábamos a la cumbre del cerro i principiamos a subir como a las 12 de la noche… los caballos no podían subir se resfalaban en las piedras, los soldados subían gateando, dos piezas de artillería que también iban se dieron vuelta, por fin llegamos[6] Sigue así la marcha hasta Colca y luego a las 2 AM parten a Carguacayanga, “donde encontramos el pueblo completamente abandonado… incendiamos hasta el ranchito más insignificante, i así fuimos haciendo con todos los pueblos a donde llegábamos…”[7] Las tropas en todo este recorrido tuvieron que dormir a la intemperie en plena cordillera.
HUANCAYO
Por estos días se han detenido numerosos mensajeros de Cáceres en la zona de Huancayo, como asimismo las autoridades de la municipalidad de Huancayo a quienes se acusa de actuar también como espías del Ejército del Centro del Perú.
Las condiciones de vida no son las mejores. A la altura de junio cuenta el soldado Ibarra, al ir a sepultar a un soldado del Segundo de Líneadespués que lo sepultamos a nuestro camarada, nos retiramos al cuartel….veníamos atrás con (un camarada). Conversando del cementerio y mirando las bóvedas, en una bóveda había un soldado muerto del batallón Santiago 5º de Línea, tenía un par de medias, botas vayas. Estaban casi nuevas y muy flamante[s], yo me encontraba con mis botas todas rotas y hechas pedazo y amarradas con alambre, y yo le dije al camarada Rafael Manzo, yo le voy a sacárselas las botas al difunto del 5º de Línea y el camarada me previno. Ibarra no le saques las botas, porque el muerto va a perseguirte por mucho tiempo, y no le saques las botas, mira Rafael yo no le tengo miedo a los muertos a ninguno, porque no penan y no se levantan más. A los vivos si que hay que tenerles miedo, porque el que pega más fuerte es taita, entonces yo le saqué las botas al muerto y le coloqué las botas mías que estaban en mal estado, y yo me puse las botas flamantes y llegué acompañado de mi camarada Rafael Manzo al cuartel, y luego me saqué las botas que tenían mal olor, fétido. Tuve que lavarlas con jabón y escobilla, las puse a secar al sol y nuevamente me las coloqué.”[8]


[1] La campaña del Ejército del centro en 1882. Defensa de la plaza de La Concepción 9 y 10 de julio de 1882. Pedro Eduardo Hormazábal Espinosa. Ignacio Carrera Pinto, el Héroe
[2] Los Subtenientes de La Concepción. La Tríada Heroica
[3] Antonia Moreno de Cáceres, Recuerdos de la Breña

[4] Carta a su hermano Nicolás, veterano de esta guerra y posterior escritor de Raza Chilena.
[5] Marcos Ibarra Díaz ingresó al ejército el 4 de diciembre de 1881, siendo destinado como soldado al regimiento Tacna 2º de línea, y el 30 de noviembre de 1883 fue dado de baja por inutilidad física.
[6] Senda de Gloria
[7] Senda de Gloria
[8] Marcos Ibarra Díaz ingresó al ejército el 4 de diciembre de 1881, siendo destinado como soldado al regimiento Tacna 2º de línea, y el 30 de noviembre de 1883 fue dado de baja por inutilidad física.

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