El 7 de julio salió el primer convoy con
heridos y enfermos, los que pueden valerse por si mismo y van armados. Son 282
enfermos. Algunos en la grupa de los carabineros
que les acompañan. Otros en burro y los menos, 24, en camilla. Van protegidos
por una escolta del Carabineros de
Yungay, a cargo del sargento mayor Alejandro Guzmán y una
quincena de soldados del Segundo de
Línea. Esa columna aloja el mismo día en Concepción. Arriban
cerca de las doce horas “continúan su
marcha hacia Jauja, donde se había dispuesto mejores acomodaciones, para
recibir esta columna de enfermos y heridos de la división. “[1]. Ese
mismo día una montonera privó a una partida chilena las cargas de bagaje que había
mandado a Oroya, con el teniente Manuel Escobar del Santiago, fueron perseguidos por
otra partida de 20 hombres del Chacabuco bajo el mando del subteniente Miguel
Santos, quienes los batieron en Rieran, no se encontraron las cargas y sólo
pudo causarle dos o tres bajas.
PLAZA DE CONCEPCION |
En Concepción, el capitán Nebel
(también enfermo), el día 7 se encarga de reunir en la plaza del pueblo
a todos los heridos y enfermos que puede. Los deja momentáneamente en el suelo
o en camillas a los más graves, mientras organiza la evacuación. Ordena a los
arrieros que los soldados capaces de montar lo hagan en las mulas disponibles.
Dos hombres por animal. Nebel advirtió a Carrera Pinto, aún
teniente, a cargo de la guarnición de Concepción que las montoneras
estaban mostrándose audaces porque atacaron incluso llegando a la plaza para
disparar y huir de inmediato, pero que nunca los habían podido atrapar.
Combate
en Chicla: Al mediodía del 7 de julio llegó un indio
serrano corriendo hasta la población de Chicla. Avisaba que una
montonera de 300 integrantes se acercaba a la población. La guarnición se
prepara al son de las órdenes transmitidas por corneta. Los sesenta soldados
están listo, pero se hace necesario llamar a los refuerzos que podían disponer
en tiempo, 27 soldados en Casapalca. Los asaltantes rodean a la
población y se combate por largo rato hasta las 5 30 PM en que los fuegos
disminuyen. No vencen a la guarnición, pero consiguen, eso sí, llevarse a 300
animales que tenía la guarnición, destrozando la vía férrea, al sacar algunos
rieles, incluso el del puente de Infiernillo en varios puntos y cortaron las
líneas telegráficas. Aunque cumplida su misión, la guerrilla no tenía capacidad
de afectar las comunicaciones más que un breve tiempo, pues estas se
restablecieron con prontitud.
El 8 de julio estaban como tropa de
guarnición, de sur a norte, las siguientes cantidades de soldados: Marcavalle
(114), Pucará (235) Zapallanga (180), Huayucachi (232), Huancayo
(1644), Concepción (73), Jauja (423), Tarma (195) La
Oroya (152), Junín (26) y Cerro de Pasco (492). Ese mismo día
se había fijado como fecha para que la división empezara a salir de Huancayo,
pero, dice del Canto “tuve
noticias que el hospital de Jauja no había sido evacuado, y como al siguiente
día 9 debía moverse toda la división dispuse para ese día la marcha del resto
del convoy de enfermos”[2]
Mientras tanto la columna de inválidos de Nebel avanzó ese día en
dirección a Jauja a la que llegaron el 9. Esta fuerza quedó
reforzando a la guarnición existente, lo que la hacía subir a más de 423
combatientes en Jauja.
El 8 debía salir la columna con los enfermos
y heridos más graves, los que debían ser trasladados por camilla desde Huancayo.
A cargo de ella iría el sargento mayor Quintavalla, segundo jefe del Chacabuco sin embargo para esa
operación se requería la asistencia de indígenas que actuaran de porteadores,
para lo que del Canto da la orden al Segundo de Línea a que se
dedique a esa tarea, como recordó el soldado Ibarra, “mi Coronel ordenó que al día siguiente a las
5 A. M. fueran un Cabo con 8 soldados por compañía a la campiña a buscar cholos
serranos y traerlos al cuartel para que carguen las camillas con los heridos y
enfermos y que los lleven a la estación de Chilca y ponerlos en libertad
a los cholos para que se vayan a sus pueblos y que les repartan coca para que
lleven y no sientan el trayecto. Al día siguiente (9 de julio) a las 8 A. M. habían traído más de 50
cholos, y luego repartieron coca para el viaje porque esa es la comida y yuta
de copado y esto lo usan en las caminatas y sufrido para el hambre y la sed, y
teniendo coca es una alegría para ellos.” Por lo demás tampoco el hospital
de Jauja ha sido desocupado aún, por lo que decide del Canto que
salgan el 9 a primera hora, junto a la división.
CONCEPCION MEDIADOS DEL SIGLO XIX |
La orden es que avance sin detenerse hasta Concepción,
para reunirse con la guarnición del Chacabuco
que quedaba en el pueblo (Carrera Pinto). Y dio orden al Santiago, que ocupaba Marcavalle
y Pucará, de concentrarse en Huancayo a primera hora de la
mañana.
El Brujo de
los Andes relató que el 8 de julio en la noche, finalmente “se puso en
movimiento (el Ejército del Centro) con los guerrilleros de Chongos, Pasos, Acostambo, Acoria y otros pueblos, acampando sobre las alturas de Tayacaja que dominan la población de
Marcavalle. La noche se pasó haciendo los preparativos para emprender el ataque
en la madrugada,… Desde las posiciones de Tayacaja
se divisaron perfectamente las avanzadas chilenas de Marcavalle.”. Tras el
rancho ordenó la disposición de sus tropas para el ataque.
9 DE JULIO: Dice Andrés Cáceres
en su parte, que sus tropas se distribuyen de la siguiente manera para iniciar
su ataque:
a.
la 2° División de línea i los batallones Acoria, Colesbamba, Huando, Acostambo i
Pillichaca de guerrilleros, atacaran por las alturas de la izquierda, de
donde se domina Marcabaye i Pucará” comandada por el coronel Jefe del
Estado Mayor Manuel Tafur, por el
coronel Subjefe de Estado Mayor Arturo
Morales Toledo y por el comandante de la 2ª División Justiniano Arciniega
b.
Batallón Tarapacá
de la 1° División de línea i los guerrilleros de Huaribamba i Pampas atacaran por el centro con parte de la
artillería comandaba el coronel Secada, Comandante en Jefe del ejército,
y el coronel Manuel Cáceres,
Comandante General de la 1ª División
c.
Batallón Zepita i
el Batallón Izcuchaca, con los
guerrilleros de Pasos, Tongos i 2°
Columna de Pampas emprendieran por la derecha un movimiento de protección,
d.
A cargo del mismo Cáceres estuvo el cuerpo de ayudantes, la escolta de honor
i cuatro piezas rayadas de artillería” constituido frente a Marcavalle,
hacia el costado derecho
En
este orden, en la madrugada del 9, a
las 5.30 A.M., en punto, se hizo el primer tiro de cañón sobre las avanzadas
enemigas, atacando simultáneamente nuestro ejército, y con tal empuje que en
media hora desalojó al enemigo, lanzándolo hasta Pucará, situado a un cuarto de
legua de Marcavalle[3].
Así comenzaba el tercer combate de Marcavalle. La unidad chilena atacada era la Cuarta Compañía del Santiago, al
mando de Diógenes de la Torre. Es la que sufre el peor golpe porque
termina con trece soldados, un teniente, un subteniente y un sargento muertos.
Al aparecer los peruanos los chilenos son
completamente sorprendidos por el violento fuego de las tropas caceristas. Ya
se ha dicho que la falta de caballería privó al Santiago de la posibilidad de
enviar exploradores, desconociendo la presencia del general peruano y su
Ejército tan cerca suyo. Aunque no debe descartarse la responsabilidad del comandante del Batallón
Santiago, Domingo Castillo,
pues la escasa caballería de la que podía disponer, la tenía concentrada Zapallanga.
El corresponsal de El Mercurio en Lima señala esta crítica, agregando la
complicación de la separación entre la avanzada (a seis kilómetros) y el
batallón extendido en una distancia de unos 24 a 30 kilómetros. Se lee: “un Jefe previsor y prudente no hubiera
debido dar nunca lugar a que sus tropas se encontraran en tan comprometida
situación”, pues además había limitación de municiones (80 tiros por
hombre).
BUENAVENTURA MENDOZA, CURA GUERRILLERO |
Los peruanos en 15 minutos logran dominar el terreno
y a los chilenos retirándose (sino huyendo), dejando en el camino a los
heridos, los que son repasados. Esto
se deduce porque en el listado de bajas de la compañía no hay heridos, por lo
que se entiende que fueron abandonados, junto con los muertos. La indiada
serrana realizó su práctica de decapitar cabezas y ponerlas en la punta de sus
lanzas (y quizás también el resto de sus miembros).
Los sobrevivientes de la compañía número 4 se
retiran con rapidez (si es que no es que huyen) hacia Pucará. La ventaja
de la artillería, ahora disponible para las tropas de Cáceres, a diferencia de
lo ocurrido en febrero, les da un mayor poder de fuego.
El ataque peruano no es sólo por el centro sino que
también por los cerros de izquierda y derecha, disparando desde las alturas y
con la intención de envolver a esas tropas.
Dice de la Torre en su parte que la pequeña avanzada de su compañía
situada en La Garita, le fue ordenada
que se retirara al cuerpo principal (la compañía). De la Torre avisa a Pucará,
donde está el capitán Pedro Pablo Toledo con dos compañías del mismo
batallón, informándole que se va a retirar en esa dirección y lo socorra. Sobre
los chilenos empiezan a cargar “la 1° i 2° compañía del Batallón Tarapacá por el centro, i
los guerrilleros de Acoria, Colcabamba, etc., por el flanco izquierdo, al mismo
tiempo que atacaba por la derecha la Columna de Izcuchaca, i que la artillería
hacia algunos certeros tiros”[4].
A unos seiscientos metros de Pucará, el capitán de la Torre
se junta Toledo. La debilitada cuarta compañía es apoyada por las otras
dos, y se empeñan en combate pero la inmensa superioridad numérica peruana se
impone con rapidez y los chilenos empiezan a retrotraerse hacia Pucará.
Mientras en Zapallanga, donde se encuentran
dos compañías más del Santiago,
y una escasa caballería de 30 hombres del Carabineros de Yungay, todos
ellos a cargo de Domingo Castillo. Este oficial al oír los disparos del
combate se dirige en esa dirección sólo con 30 hombre de caballería para saber
qué pasa. En eso le llega el mensaje verbal de Pedro Pablo Toledo,
transportado por un carabinero, indicándole la seriedad del ataque. En esos
instantes Castillo ve cómo los cerros empiezan a poblarse de peruanos
que avanzan rápido en dirección a Pucará, por lo que manda al mayor
Fernando Pérez que le acompaña, junto a la caballería, para que tome el mando
de las tropas que se repliegan. Lo hace con la orden de seguir la retirada y
usar a la caballería para acelerar el traslado de los soldados que vayan a la
grupa de los animales y se puedan retirar a una posición en terreno plano al
otro lado del riachuelo. Castillo parte al galope a buscar sus otras dos
compañías que están en Zapallango.
En el pueblo “se trabó un nuevo combate entre el…Santiago y cuatro compañías de los batallones peruanos Tarapacá, Junín y la Columna de
guerrilleros Izcuchaca. Sorprendido el enemigo en estas posiciones por un
ataque tan decidido, emprendió una fuga desordenada hasta la banda derecha del
río, situada frente a Pucará;
persiguiéndolo en su retirada únicamente las dos compañías del Batallón
Tarapacá, viniendo detrás de éstas el resto del batallón pronto para tomar
parte en el combate en caso de necesidad.”[5]
Castillo ordena al piquete que le acompaña que se dirija a Pucará, tomé el
mando de las fuerzas que se encuentre allí y apoye la retirada de la compañía
de De la Torre y de Pedro Pablo Toledo que evitaban el
envolvimiento y dejaban el pueblo mientras combatían. Los chilenos cruzan el
rio y se ubican en una posición llana. Como abandonan el pueblo, quedan en
manos de los peruanos la documentación del cuartel, la mayor parte de los
uniformes nuevos que habían llegado hacía poco y no habían sido desembalados.
Castillo al galope va a buscar al resto de las compañías del Santiago ubicadas aún en Zapallanga.
Envía un segundo aviso a del Canto para contarle del ataque y la necesidad de
refuerzos.
SEVERO AMENGUAL |
Los chilenos consiguen detener momentáneamente el
asalto que se ha desarmado un poco, merced al fuego de los comblain, rápido y certero, pero la posición defensiva, salvo el
arroyo o río que cruza, es bastante débil, por lo que los peruanos siguen
avanzando y los soldados invasores se repliegan, ahora en orden, y mantienen la
distancia hasta que se contactan en el sector de La Punta, a las 9 AM, a
los refuerzos y ahora es todo el batallón Santiago el que enfrenta a los peruanos. Desde allí los
chilenos optan por retirarse más hacia Huancayo, para encontrarse con
las tropas solicitadas como refuerzos. Se han sumado nuevas bajas: tres muertos
y doce heridos en la Tercera Compañía, más dos carabineros heridos
En Huancayo, donde estaba el mismo del
Canto, llega el mensaje del ataque peruano a las 7 de la mañana, mientras
se encuentran en misa. Desde esa ciudad parte el coronel para enfrentar a Cáceres,
con el Segundo de Línea, Lautaro (salvo dos compañías), dos
compañías del Chacabuco (la
segunda y la quinta que no han partido aún), alguna caballería del Carabineros y 2 piezas de
artillería. Deja dos compañías del Lautaro
para proteger la ciudad y los heridos[6].
Al contactar con los del Santiago, avanza para encontrar a los peruanos, pero estos sólo
se retiran, dejando a del Canto avanzar sin intención de entablar
combate y ocupando las alturas. Pronto el coronel ordena volver, dándose cuenta
que es una pérdida de tiempo y energías esa persecución y vuelve sobre sus
pasos. Cuenta un veterano de la campaña, “estas tropas íbamos a marcha forzada…en el camino
encontramos varios heridos; llegamos a Pucará
a las 10 a.m. ya el enemigo se había marchado a las cumbres de los cerros donde
no los alcanzábamos ni a tiro de cañón entonces mi coronel ordeno recoger los
heridos i sepultar a los muertos”[7]
El Santiago
permanece en La Punta, junto con toda la caballería, hasta el 10 en la
mañana, cuando inicia su marcha hacia Huancayo, al mismo tiempo que
empieza la salida de la división de esa ciudad, a las 7 de la mañana.
Cuenta Andrés Cáceres en su parte
de guerra enviado a Huancavélica, “Obligado el mismo día 9 a no
continuar la marcha y permanecer en (Pucará)[8]…, ocupé el día en nuevos reconocimientos y
en preparar todas las fuerzas para el ataque que debía emprender al día
siguiente. Pero (los chilenos abandonaron) las posesiones de la Punta
en las primeras horas del día 10, y
más tarde la ciudad de Huancayo…
Apenas tuve conocimiento de este hecho, continué la marcha suspendida…, y mis
fuerzas ocuparon el pueblo de Zapallanga,
al mismo tiempo que tres ayudantes con un piquete de caballería desfilaban a
ocupar la ciudad de Huancayo, a la
que penetraron a las 6 P.M. (y también) otro
piquete de caballería formado de parte de la Columna de Honor de Pampas…(El
12 de julio) el ejército de mi mando ha
ocupado a Huancayo y continúa su marcha en persecución del enemigo, que se
halla hostilizado por todos los puntos por donde tiene que transitar…la
precipitada fuga de los chilenos nos ha puesto en posesión de muchos fardos de
ropa militar y otros artículos, entre los que se encuentran 18 cajones de munición.
Acabo de recibir comunicación de la quebrada de Huarochirí, en la que me dan parte que todos esos pueblos se hallan
en movimiento para atacar al enemigo y cortarle el puente de Purhuay.”
El plan de Cáceres,
al menos sobre Jauja y Concepción parece ir funcionando. El parece cuelga de su ignorancia acerca de
lo ocurrido en La Oroya, donde el ataque fracasó y se realizó a destiempo y en Chicla el éxito fue muy parcial, aunque
se realizó más sincronizadamente que el del coronel Tafur.
La División de
Vanguardia: Cáceres dio órdenes para que “las columnas ligeras mandadas por el coronel Gastó y la
columna “Comas”, asaltasen el cuartel de Concepción”[9]
Esto era sólo una parte del plan del Brujo.
Al mismo tiempo el asaltaría a las tropas chilenas en Marcavalle y Pucará, las
destruiría y luego se lanzaría en persecución de la división del Canto que se
iba a retirar. Gastó luego de
aniquilar a la guarnición de Concepción
atacaría la de Jauja y la destruiría,
posteriormente ocuparía las cumbres en el camino de Jauja a Tarma y de esta última a La Oroya para ir atacando a los
chilenos en retirada. Y los invasores se encontrarían encerrados porque
previamente el coronel Tafur habría
destruido el puente de cimbra que corría por allá en La Oroya y Cáceres daría el golpe final a lo que
sobreviviera a la división chilena.
Salieron de Izcachuca
y transitaron por caminos menores, quebradas y cerros para llegar a su
objetivo, lo que hacen el 30 de junio,
al arribar al pueblo de Comas, donde
les espera Ambrosio Salazar, jefe de
la columna (montonera) del lugar, las que estaban armadas con palos, hondas y
lanzas mayoritariamente y algunas armas de caza o personales por parte de los
blancos. Gastó llevaba dos batallones de línea: Pucará (Freyre) y Libres de Ayacucho (Carvajal). Se da
unos días de descanso a los recién llegados batallones que han arribado agotados de su larga excursión al tener que
rodear Huancayo.
Salen el 8 de julio
de Comas en dirección a San Antonio de Ocopa, donde pernoctan
bajo la protección del enorme convento existente, y continúan su marcha al día
siguiente, recibiendo en esa ruta el aviso que Cáceres atacaría Marcavalle.
Será en San Antonio donde Giuseppe Benza, genovés, dueño de las
haciendas Chimpimayo, Paltainioc y Misquipuquio[10],
ubicadas en el valle de Uchubamba
“cargó casi el total de sus acémilas para abastecer a los guerrilleros de coca,
aguardiente y kerosene y los llevó un día antes de la Batalla de Concepción….los
guerrilleros Apatinos eran casi un centenar,”[11].
La coca y el aguardiente era para la indiada que los acompañaba. El kerosene
para incendiar el cuartel.
Las órdenes de Gastó,
que estaban vigentes, eran atacar a Concepción
o primero Jauja y luego seguir con
la que estuviera aun indemne. Pero primero, se le ha encomendado constituirse
en Apata, usando los accidentes del
terreno a su favor, ya que está informado que la columna de inválidos se
encuentra en ruta (la de Quintavalla)
y poco guarnecida, lo que la convierte en un fácil blanco para aniquilar en la noche. Cáceres también le ha asegurado que Tafur, ya desocupado de su trabajo en La Oroya, lo apoyaría muy pronto (Cáceres ignoraba el fracaso del puente
y la persecución chilena que desarmó a la montonera).
El 8 de julio en
San Antonio “a las cuatro de la
tarde…arribaron al pueblo las fuerzas del improvisado ejército peruano,….llegó
primeramente la fuerza de Comas (Ambrosio
Salazar y Márquez),... formaba parte
de la división vanguardia del ejército del Centro,…además, las ligeras columnas
Ayacucho y Pucará, mandadas por el coronel Juan Gastó en calidad de comandante general; llegaron estas
columnas una tras otra... La llegada de la división fué inesperada, sin
embargo, con motivo de la recepción de la respuesta del general Cáceres, el
pueblo estaba á la sazón reunido con todas sus autoridades. A su inmediata
llegada, el jefe de la columna Comas
se dirigió al pueblo á preguntarles como andaban de patriotismo, por que ya se
acerca, dijo, el momento de probarlo prácticamente. Una de las
autoridades, haciendo uso de su macarrónico castellano, le contestó: señor,
estamos ejercitando guerrillas. (Salazar y Márquez) les volvió á preguntar si sabían de cuantos hombres se componía la
guarnición chilena de Concepción;
varias voces contestaron que, sin precisar el número, calculaban que habría
unos cincuenta hombres. El aludido jefe Interlocutor, excitado con la
espuela á su corcel de combate, dijo: apenas
alcanzan una taza de té. Estas sencillas palabras hicieron subir de punto
el entusiasmo del auditorio….No trascurrirían treinta minutos, (y llegó un
mensaje) de los jefes venidos de Comas, de parte del (Obispo del
Valle en cuanto a) que los chilenos no
tardarían en retirarse á efecto de reconcentrase en la capital; pues dicho
Prelado estaba al tanto de lo que pasaba en Lima, por cartas particulares que
había recibido de la capital de personas muy enteradas de las disposiciones del
general Linch (sic), desde quince o
veinte días antes.”[12]
AMBROSIO SALAZAR |
La División de Vanguardia descendió a Santa Rosa de Ocopa
para tomar después la esquina del panteón de Alayo, hacia la izquierda, para
embocar por el callejón de Inquich y
desde ahí desembocar a Lastay, que estaba a 3 kilómetros de Concepción, y a la
que arribaron a las 4 PM (versión peruana). Según Ambrosio Salazar en ese punto
“para distribuir á la fuerza de mi mando
(columna Comas), que constaba de 170
hombres con rifles desiguales, las municiones que á costa de muchas fatigas me
arbitré en Comas”. Según la versión de Atanasio
Varela, luego “tomar el flanco
izquierdo de la plaza de Concepción
y emprender el ataque por allí, una vez desocupada ésta de la afluencia de
gente que había concurrido á la feria dominical.”[13]
La decisión de atacar Concepción
se tomó en un consejo de guerra. Gastó,
recordémoslo, tenía la posibilidad de elegir cuál atacar: si Jauja o Concepción. Ambrosio Salazar
(en su parte) describió que Gastó “opinó que la hora era inoportuna para
emprender el ataque y que además era necesario saber con fijeza sobre el
paradero (de Cáceres) y su ejército,
o de algún movimiento que éste haga contra el grueso del ejército enemigo
(en Huancayo); y que, en consecuencia,
era más conveniente…ocupar las alturas de este pueblo, para estar atento á las
evoluciones que lleve á cabo dicho señor general y operar en seguida de
concierto con ellas. Yo no quise cejar ni un punto de la resolución que traía
desde que salí de Comas, de atacar
al enemigo sin pérdida de instante. Viendo el sargento mayor don Luis Lazo, 2°
jefe de la columna Ayacucho, que mi propósito era
inquebrantable, se asoció á mi dictamen y dijo en voz alta, como á US. le
consta, que él me acompañaría en mi empresa aunque sea solo.
[1] La campaña del
Ejército del centro en 1882. Defensa de la plaza de La Concepción 9 y 10 de
julio de 1882. Pedro Eduardo Hormazábal Espinosa. Ignacio Carrera Pinto, el
Héroe
[2] Parte de campaña de
Del Canto, de 30 de julio de 1882
[6] En sus memorias del
Canto cuenta que a los oficiales de las diversas unidades no las encuentra y
tiene que partir sólo, con únicamente dos compañías del Segundo de Línea, pero
es inverosímil pues después se reúne con ellos en una junta y no los recrimina
ni menos los sanciona por no estar en su puesto.
[7] Ibarra, Marcos,
Campaña de la Sierra-La Concepción-Una aventura. El texto ha sido corregido de
sus faltas de ortografías pero dejando su redacción original
[8] Cáceres lo justifica a consecuencia del furor de que
estaban dominados, especialmente los guerrilleros, lo que hacía temer que en su
frenético entusiasmo confundieran con el enemigo a los habitantes de esos
pueblos y se lanzaran a una carnicería espantosa
Dirá F Horta en Correspondencia a El Eco
de Junín del 26 de agosto de 1882. encendiendo
en el ánimo de todos un valor que los hubiera llevado, quizás imprudentemente,
a lanzarse de una vez sobre Huancayo, si el Comandante en Jefe y el mismo
General Cáceres, previendo los resultados desastrosos del abuso del triunfo, no
hubiesen ordenado repetidas veces que hicieran alto nuestras fuerzas.
[9] ASALTO DE
CONCEPCIÓN: 8 DE JULIO DE 1882. Por: Ambrosio Salazar. *Crónica
publicada en el diario “El Perú”, Lima, 8 de julio de 1886.
[11] COMISION PERMANENTE DE HISTORIA DEL EJÉRCITO DEL PERU: La
Resistenciade La Breña, Lima, 1982, t II, p 42.
[12] Testimonio publicado en El Diario de
Santa Rosa de Ocopa en noviembre de 1893 en http://gdp1879.blogspot.cl/2011/07/relato-de-atanasio-valera-sobre.html
[13] En
http://gdp1879.blogspot.cl/2011/07/relato-de-atanasio-valera-sobre.html
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